Reino de Shambhala
Tras las huellas del Reino de Shambhala: Una ciudad de
luz en el Himalaya
“Ningún
corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños, porque cada momento de búsqueda, es un momento de encuentro,
con Dios y con la Eternidad”
– Paulo
Coelho –
Shambhala, también conocida como Shambalà o Shamballa, .
El reino legendario, la ciudad de luz, el santuario maravilloso más allá de las
fronteras del tiempo. Os invito a cerrar los ojos y a evocar la imagen
resplandeciente de éste lugar místico que muy pocos han logrado alcanzar,
excepto en lo más profundo de sus sueños. Porque el hombre conoce el camino
desde siempre, pero hace mucho tiempo que lo ha olvidado.
“Se había estrellado en un bosque fantasma
junto con su copiloto. Los dos vagaron aterrados y muertos de hambre. Lucharon
por sobrevivir durante dos meses, y dieron con la ciudad por casualidad. Los
atrajo lo que pensaron que eran las luces de una ciudad en el lindero del
bosque. Los edificios brillaban en la noche. Les resultó completamente
desconocida. No se parecía a ninguna otra ciudad de la historia: un lugar
maravilloso y deslumbrante, que los tentó emocionalmente, y los hizo
tambalearse a ciegas hacia allí.”
“– Me alegro de que nos hayamos encontrado
con aquello Steve. Ahora me alegro. ¡Qué lugar tan hermoso! En éste reino no
sólo hay leyendas, defensores de la justicia y cosas así. También hay belleza,
se pueden cumplir los deseos, y mucho más… No sé cómo describirlo ¿Utopía?
¿Paz? Quizá una visión del futuro de todos los pueblos. Un lugar cómo el
paraíso. Quizás sea el paraíso.
– Has hecho todo éste camino en busca del
paraíso- dije con suavidad.
– En busca de la paz.-me respondió- Quizás
esa sea la palabra exacta.”
– Robert Holdstock
(Fragmentos)-
Orígenes de Shambhala
Aunque nadie puede
afirmarlo con seguridad, se dice que el término Shambhalaproviene
del sánscrito Sham, término que significa TRANQUILIDAD.
Por tanto etimológicamente Shambhala define un lugar de
tranquilidad. Un remanso de paz. Una orilla de espiritualidad para quienes se
atreven a partir en su búsqueda.
Recordemos que Occidente ignoraba
casi todo lo referente a Shambhala antes de que los estudios
de Helena Blavatsky revelaran la Antigua Sabiduría de Oriente
al público europeo y americano de finales del XIX. Ella afirmaba
estar en contacto con los habitantes de Shambhala, y que ellos le
transmitían una parte de su sabiduría ancestral. A raíz de la difusión de sus
mensajes, la fabulosa Ciudad de Luz entró en la conciencia de
nuestra época.
La aportación de Blavatsky es
sumamente conocida. Sin embargo poca gente sabe que fueron dos misioneros
católicos: Esteban Cacella y Juan Cabral,
los primeros europeos de la Historia moderna que dieron un relato sobre Shambhala,
imaginando al principio que sólo se trataba de un nombre alternativo para Cathay (antigua
denominación de China). Posteriormente cambiaron de opinión.
El padre
Cacella, misionero jesuita portugués, vivió veintitrés años en Shigatsé,
dónde murió en 1650, y señaló la existencia de éste “fabuloso país” en los informes que
redactó. Los lamas sentían tal respeto por él, que incluso le propusieron sus
servicios para conducirlo hasta Shambhala. Su compañero, el padre Juan
Cabral, escribió en 1625: “Según mi parecer, Shambhala no es Cathay, sino lo que en nuestros mapas
se llama Gran Tartaria.”
Sin embargo, el origen
de la Shambhala legendaria es mucho más antiguo. Nace con la
creencia oriental de que existe una galaxia de espíritus iluminados trabajando
al servicio de la luz, que viven apartados en algún lugar inaccesible de Asia.
A lo largo de los siglos, historiadores, filósofos y aventureros, han buscado
su ubicación exacta en las montañas del Himalaya.
Hoy día casi todos los
expertos coinciden en situar la Ciudad de Luz en algún lugar
del Tíbet.
Shambhala Literaria:
Referencia a Shangri-Lha
Sin duda el mito de Shambhala se
popularizó en el subconsciente de nuestra sociedad moderna, gracias a la famosa
obra de James Hilton “Horizontes
Perdidos”. En ésta novela, publicada en 1933 (pocas
décadas después de que la Sociedad Teosófica de Blavatsky introdujera
el concepto de Shambhala en Occidente) un grupo de extranjeros
se pierden en el Himalaya y tras muchas penurias, consiguen
llegar a Shangri-Lha. Un lugar fértil y hermoso oculto en mitad de las
montañas, dónde sus habitantes viven en paz y perfecta armonía. Bien podría
tratarse de la imagen soñada del paraíso. Con la ayuda de sus ciudadanos, los
extranjeros consiguen salir de las montañas. Pero posteriormente intentan
regresar a Shangri-Lha y nunca vuelven a encontrarla.
La obra es bella,
poderosa y de fácil lectura, encerrando un fuerte contenido simbólico.
Posteriormente
Hollywood se encargó de llevar la historia al cine e inmortalizar el nombre de Shangri-Lha.
Hasta tal punto se
hizo popular, que en 1997 tras repetidas argumentaciones de
especialistas chinos y extranjeros, el gobierno de la provincia china
de Yunnan, declaró solemnemente que Shangri-Lha se
encontraba en el territorio autónomo de la Nacionalidad Tibetana
de Diqing en el noroeste de la provincia de Yunnan, en los
límites con la Región Autónoma del Tibet. Es una extensión de
cerca de 25 mil metros cuadrados, que abarca los distritos de Zhongdian,
Weixi yDeqin. En tibetano, Diqing significa lugar
de felicidad y de buena suerte y éste es el lugar que visitan los
turistas cuando quieren viajar a Shangri-Lha.
Sin embargo, nada
tiene que ver la ciudad china, con la fabulosa Shambhala, perdida
en nuestra memoria.
¿Dónde está la
auténtica Shambalha? Referencia al Reino de Agharti
Los Nombres de Shamballa: La Ciudad de Luz
Lo primero que debemos
preguntarnos es si Shambhala es un lugar físico, al que
podemos acceder en nuestro plano, o por contra es una ciudad espiritual que
sólo los Altos Iniciados pueden alcanzar.
Para responder a esa
pregunta fundamental, hagamos un repaso a través de la historia.
¿Dónde está Shambhala?
El mito ha recibido
diferentes nombres a lo largo del tiempo, pero su esencia siempre ha
sido la misma.
– Para los budistas,
se trata de Chang Shambhala: el paraíso perdido del Himalaya,
fuente de la sabiduría eterna.
– La tradición china ubica
la ciudad de Shambhala en los montes Kun Lun.
– Para los hinduístas era Kalapa o Katapa,
la “morada de los hombres perfectos”.
– Según la Kurma
Purana, hay una isla en el mar septentrional llamado la Isla
Blanca, hogar de los grandes Yoguis. La literatura
puránica describe la Isla de Shambhala, situada en
medio de un lago de néctar, con su lujuriante follaje y su palacio compuesto
de oro, diamantes, coral y piedras preciosas. Para alcanzar la isla, había que
ser transportado por las alas de un ave de oro.
– En el Shambalha-lam-yig o Camino
de Shambhala (raro libro tibetano del siglo XVIII) Panchen-lama escribió
que el reino de Shambhala está situado en una región
montañosa, rodeada por doquier de poderosos macizos de nevadas cumbres. El
libro advierte de que el paso se permite sólo a unos pocos elegidos:
“¡El indeseable no la
alcanzará jamás! Sólo aquel que ha oído Kalagiya, la llamada
de Shambhala, enviada por el viento o telepáticamente por los Grandes Maestros,
puede esperar llegar con toda seguridad al Valle de los Hombres más Sabios de
la Tierra”
– La antigua Rusia hablaba
de la legendaria Bielovodye, la Tierra de las Aguas Blancas,
dónde viven hombres santos de inmensa sabiduría.
Helena Blavatsky dijo que Shambhala era una
ciudad etérica en el Desierto de Gobi que servía de cuartel a
los Mahatmas, la Gran Fraternidad de Maestros Espirituales que
trabajan para la luz, guiando y protegiendo a la humanidad.También se les
conoce cómo Gran Hermandad Blanca. Por eso Saint
Germain anunció en su día que se retiraba al Himalaya y
que volvería una vez transcurridos85 años para ayudar al
mundo.
Por su parte, Nicholái Roerich, ilustre
artista e intelectual ruso, pasó buena parte de su vida explorando
y buscando el reino mítico perdido. Él lo llamaba Reino de Agharthi (deformación
de Agharta, nombre del paraíso
subterráneo budista), y estaba convencido de que era un reino
subterráneo que se extendía bajo tierra, cuyos pasadizos se
entrelazaban formando un laberinto que llegaba a todas las partes del
mundo.
“Una leyenda del Asia Central habla de una nación
misteriosa de habitantes subterráneos: el Agharti. Al aproximarse a las puertas
de éste bendito reino, todos los seres vivos s e vuelven silenciosos,
deteniendo reverentemente su curso. Recuerdo ahora la leyenda rusa sobre el
misterioso Tchud que penetró en la tierra para escapar a la persecución de
fuerzas malignas. También conduce a este lugar secreto, la leyenda sagrada del
Kitege subterráneo.
¡En todo el mundo se
cuentan historias de ciudades subterráneas, cuevas con tesoros, templos
sumergidos bajo el agua!”- dice Roerich.
También afirmaba estar
en contacto con guías espirituales que le entregaron en custodia un objeto
precioso: La Piedra de los Deseos o Piedra Chintamani,
la cual tenía la virtud de potenciar las facultades psíquicas e intelectuales
de su portador.
Aunque Roerich saltó
a la fama internacional por sus informes sobre el Reino
Subterráneo de Agharthi, él no fue el primer occidental que investigó el
mito. Otro gran explorador ruso, injustamente olvidado por la historia: Ferdinand
Ossendowski, descubrió la leyenda cuándo trabó amistad con el
sacerdote Tushegoun Lama. Durante sus viajes, el sacerdote le contó algo
de los casi milagrosos poderes de los sacerdotes tibetanos, y del Dalai
Lama en particular; poderes, decía que los extranjeros apenas serían capaces
de apreciar. Luego siguió diciendo: “Pero
existe otro hombre más santo y más poderoso… El Rey del Mundo de
Agharti”
Posteriormente, otro anciano tibetano,
el Príncipe Chultun Beyli, le proporcionó una información más
completa:
“El Reino se llama
Agharti. Se extiendo por todos los pasadizos subterráneos del mundo. Todas las
cuevas subterráneas están habitadas por gentes antiguas que han desaparecido
bajo el suelo. Aún se encuentran rastros de ellos sobre la superficie de la
tierra. Estos espacios y gentes subterráneas están gobernados por gobernantes
que deben lealtad al Rey del Mundo. En las cuevas del subsuelo existe una luz
peculiar que permite crecer a los cereales y vegetales y da larga vida sin
enfermedad a las gentes.”
Pese a su curiosidad,
le costó trabajo a Ossendowski recopilar más datos sobre
el misterioso “Rey del Mundo” de Agharti, ya que su existencia se
ocultaba a los occidentales. Sin embargo, consiguió que un viejo lama le
hablara sobre él.
“No está bien que los budistas lo
oculten”- le explicó el lama– “El conocimiento de la existencia del hombre
más santo y más poderoso del reino bendito, del gran templo de la ciencia
sagrada, es un consuelo tan grande para nuestros corazones pecadores
y nuestras vidas corruptas, que ocultarlo de la humanidad es un pecado. “
“Él está en contacto con el
pensamiento de todos los hombres que influyen en la vida de toda la humanidad.
Con los reyes, zares, khanes, jefes guerreros, sumos sacerdotes, científicos y
otros hombres poderosos. Él comprende todos sus pensamientos y planes. Si éstos
son agradables ante Dios, el Rey del Mundo les ayuda invisiblemente; si
son desagradables a la vista de Dios, el rey les llevará a la destrucción. Éste
poder le es concedido a Agharti por la ciencia misteriosa del Om,
con el que empezamos nuestras oraciones. Om es el nombre de un
antiguo santo, el primer Goro, que vivió hace trescientos treinta mil años. Fue
el primer hombre que conoció a Dios y que enseñó a la humanidad a crear, a
esperar y a luchar contra el mal. Entonces Dios le dio poder sobre todas las
cosas que gobiernan el mundo visible.
– ¿Cuántas personas han visto a Agharti?-
preguntó Ossendowski–
– Muchas- respondió el
lama- pero todas ellas han mantenido el secreto de lo que vieron allí.”
Se dice que éste Reino
de Agharti, sede del Rey del Mundo, es el auténtico santuario
dónde se levanta Chang Shambhala, la Ciudad de Luz. De
éste modo vemos cómo los mitos se entrelazan unos con otros para formar una
unidad que cobra tintes de realidad. La realidad de una Ciudad de Luz maravillosa
dónde sus habitantes inmortales guardan los secretos de la Sabiduría
Eterna.
No importa dónde esté
situada Shambhala. Entre montañas nevadas, en el desierto, en
el mundo subterráneo o en una isla en mitad del océano del sueño. La tradición
tibetana habla de cuatro puertas de acceso repartidas en diferentes
partes del mundo; quizás cada buscador de la Verdad se acerque a Shambhala
desde un lugar diferente, dependiendo de los anhelos de su corazón.
En realidad, Shambhala no
es un lugar enteramente físico, pero sí es un lugar real y hay que alcanzar un
determinado nivel de consciencia para poder acceder a él.
Por último quiero recordar
a los lectores una antigua profecía tibetana que dice así
“Cuándo el mundo entre
en una era de guerra y odio, y todo esté perdido, el Rey de Shambhala saldrá de
su ciudad secreta con un gran ejército para eliminar el odio y comenzar una
nueva era dorada.”
Éste parece ser un
buen momento histórico para que se cumpla la profecía.
Quizás el paraíso de Shambhala esté
más cerca de lo que pensamos y muy pronto todos los puros de corazón
puedan alcanzarlo.
AUTORA: Eva Villa,
redactora en la gran familia de hermandadblanca.org
MÁS INFORMACIÓN en los
Manuales: “Shambhala, la
Resplandeciente”, de Nikolài Roerich, “La Undécima Revelación” de James Redfield, “El Mundo perdido de Agharti” de Alec
Maclellan, “Shambhala, un Oasis de Luz”
de Andrew Thomas y “Los Misterios de
Shambhala” de Vicente Beltrán
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2 comentarios:
¡ Que historia tan hermosa!... A traves de los libros que he leido del Amadisimo Maestro Saint Germain, me ha llamado poderosamente su referencia y mencion de La Ciudad de Luz, Shamballa. Estoy Agrdecida.
Existe, el Shamballa, es de otra dimensión, habitada por seres que están pronto a encarnar en esta tierra, la tradición descripta en la vedanta dice que el primer lugar en que se encarna en este planeta es la India, en el cuerpo de un vacuno, y también es el último donde se reencarna de igual manera.
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