Queridos amigos:
Soy Jeshua y estoy aquí con ustedes para recordarles el futuro que
les espera, aunque ese futuro ya está ahí dentro de ustedes. Tú ya estás moviéndote
hacia ese futuro y al mismo tiempo es un movimiento de retroceso, de vuelta al
núcleo de quién eres ahora y de quién has sido siempre.
Convertirse en quien eres en realidad no es un viaje en el
tiempo. Es un viaje fuera del tiempo, un viaje interno que no
puede medirse en un sentido lineal por algo como el
progreso. Todos ustedes se han convertido en prisioneros del término
“tiempo” tal como se usa en la Tierra. Es muy restrictivo verte
continuamente en un proceso lineal de A a B, en el que te implicas más y más,
en el que avanzas “hacia adelante”. Te conviertes en un prisionero y en un
esclavo de la idea de que tienes que salir adelante, de que siempre hay más más
allá del horizonte. Y el caso es que el milagro ya ha sucedido, tú estás allí. Entiende
esto: el milagro ya sucedió, ya está ahí. Deja que eso funcione contigo
por una vez.
Tú eres una creación magnífica y cuando la conciencia dentro de ti
aumenta y más contiene de quién eres tú en realidad, más luz brilla en esta
creación que eres. Y todo eso realmente tiene lugar en el ahora o más bien
en una dimensión fuera del tiempo.
Cada retroceso y cada progreso es, espiritualmente hablando,
memoria propia. Sin embargo, al recordarte a ti mismo, también creas algo
que sucede simultáneamente. Por ejemplo, si miras a través de las capas de
ti mismo, puedes ver tu propio miedo, tu desconfianza o tu enojo, con una
mirada amable, con comprensión y amor y, a raíz de eso, se te abre una nueva
imagen de quién eres. Reconoces tu propia inocencia, reconoces tus propias
profundidades y con esa conciencia creces y al mismo tiempo te vuelves más de
lo que ya eres. El amor que fluye en ti, que pertenece a tu esencia, se
vuelve más visible. Más visible en el mundo, más visible para ti y más
visible para los demás.
Hay un proceso de crecimiento y al mismo tiempo el futuro ya está
decidido en tu pasado. Déjate tranquilizar por ese conocimiento, no tienes que
crear, crear y crear ni construirte a ti mismo, tú ya eres todo lo
que quieres ser. Cuando reconoces esto, dejas de luchar contra la vida y de
luchar contra ti mismo.
Hay una ilusión persistente en el pensamiento humano, y es que no
eres suficiente como eres, que hay una falta que tiene que ser completada, una
brecha, un déficit. Y cuando tratas de corregir esa deficiencia y resolverla,
es porque has aceptado la idea de que algo anda mal en ti, que algo falta.
¿Ves que esta suposición inicial, el punto de partida, no
funciona? Si te ves así, te estás involucrando irremediablemente en una
lucha contigo mismo. Si pudieras verte a ti mismo con una mirada tierna y
verte a ti mismo como un milagro en ciernes, entonces la paz te envolvería.
Aparta la idea de que, por lo que sea, no eres suficiente, que no estás
completo, que algo está mal en ti. Reconoce que tú eres una parte ilimitada de
Dios, de la Creación, de Todo lo que Vive.
Deja de buscar la sanación. Lo que acabo de decir suena loco,
porque esa parece ser la esencia de la búsqueda espiritual, pero también te
alejas de ti mismo si te enredas en una lucha con la vida y el tiempo, porque
entonces todo tiene que ir más y más rápido de lo que realmente
sucede. Sin embargo, el milagro que estás esperando no ocurre a través del
esfuerzo, el trabajo y la lucha. Sucede de repente, cuando te das cuenta:
“Ya soy yo, es algo bueno, yo en mi ser humano, con todo lo que conlleva:
partes claras y oscuras, emociones, pensamientos, sentimientos, estados de
ánimo…” Cuando veas todo esto con una sonrisa, con una cálida comprensión y, a
veces, con un poco de humor, entonces estarás muy cerca de la integridad que se
entiende en las verdaderas enseñanzas espirituales. Se trata de fluir con lo
que es. No ir en contra de la vida y dejar que acontezca, es lo que te lleva
automáticamente a tu destino.
La vida misma quiere moverse dentro y a través de ti. Si
asumes que la vida es bondadosa, que está orientada naturalmente a la sanación,
entonces ya no tienes que buscar la sanación porque ésta sucede por sí sola. Lo
único que tienes que renunciar es a la ilusión de que no eres bueno ni capaz,
que te falta algo, que hay que trabajar en algo.
Me gustaría pedirte que entres conmigo en una meditación en la que
me quisiera ponerte en contacto con el símbolo de la cruz, pero con una cruz
interior.
Imagina una cruz y recorre tu cuerpo para que los brazos sean la
línea horizontal de la cruz y el resto del cuerpo sea la línea
vertical. En el centro está el punto de conexión que se encuentra al nivel
de tu corazón.
En esta imagen, la línea horizontal te conecta con el mundo de la
Tierra, con el mundo físico visible y con las personas y la sociedad que te
rodea.
Luego está la parte superior de la línea vertical que atraviesa tu corona hacia el cosmos y te conecta con el cielo, se podría decir que con lo cósmico, lo espiritual, con tu alma. Y en la parte inferior de la línea vertical está la tierra sobre la que descansan tus pies.
El arte de vivir es permanecer en el centro de tu corazón tanto
como sea posible, con todas las influencias que experimentes y las decisiones
que tomes. Porque allí las corrientes se unen por sí mismas y tú estás en
conexión vertical con tu ser superior, con tu alma y al mismo tiempo en
horizontal con la tierra y el mundo que te rodea.
Mira si puedes percibir dentro de ti mismo dónde está tu conciencia
en esa imagen de la cruz. Imagina que tu conciencia es una bola de luz y
ve dónde se asienta normalmente. ¿Está en el medio o más abajo, está más
en la línea horizontal o más en la línea vertical? Solo echa un vistazo a
la imagen, ¿dónde suele estar tu conciencia más a menudo?
Ahora, observa cómo te sientes.
Imagina que tu conciencia, esa bola de luz, está exactamente en el
centro, en tu corazón, en la intersección de las dos líneas. Mira lo que
eso te produce y cuánto podría cambiar la forma en la que ahora estás en el
mundo. ¿Es posible que hicieses ciertas cosas de otro modo o que te
comportaras de manera diferente con las personas?
Ve lo que se necesita para estar completamente en el centro de la
cruz. Si te asientas demasiado en la línea horizontal de la cruz, tu
atención estará siendo absorbida por cosas del mundo exterior y estarás
perdiendo contacto con tu canal interno, tu canal cósmico. A la larga, eso
te hará sentir inquieto o cansado e insatisfecho. También puede ser que a
veces estés demasiado en la línea vertical, que vivas mucho en tu mundo
interior y que no te expreses lo suficiente en el mundo exterior como para que
tu energía no fluya lo bastante de adentro hacia afuera. Observa eso.
Ahora imagina de nuevo que estás en el centro.
Date cuenta que en ese centro estás en contacto con tu alma, con lo
más elevado, con lo espiritual y que, desde allí, a veces sientes muy
claramente cuál es tu camino. Allí tienes intuiciones e inspiraciones que te
causan sentimientos de alegría y esperanza.
Y ahora pregúntate cómo se traducen ambas líneas en el mundo, en la
realidad física en la que vives. Al responder esta pregunta, el tema del
tiempo pasa al primer plano, porque las inspiraciones o verdades que sientes
desde tu lado cósmico son eternas, mientras que el mundo trabaja más con el
tiempo y la materia en el eje horizontal, haciendo planes y comprobando los
resultados.
Imagina cómo puedes mejorar eso. Estás en el centro, estás en
tu corazón. Desde allí te abres a la inspiración del alma. Son
susurros suaves que te llegan de aquí y de allá y te dicen qué acciones te
causan alegría e inspiración en tu vida.
Ahora, procura recibir esas inspiraciones en tu corazón y
derramarlas desde allí a lo largo de la línea horizontal hacia el
mundo. Ve si puedes mantener la luz de tu alma en ella para que toda la
cruz esté inspirada en su luz.
Ve lo que puedes necesitar para mantenerte fiel a estas
inspiraciones y a la luz de tu alma. Es importante que te mantengas en
contacto tanto con tu ser interior como con el mundo exterior. Ambos tienen que
estar equilibrados para que realmente te sientas realizado como ser
humano. Pero date cuenta de que la línea de conexión con tu alma o ser
superior o como quieras llamarlo, es esencialmente la verdad de que tú ya eres
todo. Ese es el milagro: que tú, como la parte de Dios que eres, eres ilimitado
y perfecto. No creas en la ilusión del mundo, cuando la dualidad te hace
creer que tienes que llegar a serlo todo y que tendrás que mejorar dentro de ti
mismo. Cree en el milagro, reconócelo en ti mismo y reconócelo en los demás. El
milagro de la esencia de alguien, ahí está.
Sé fiel a este conocimiento interno cuando salgas al mundo. En el
mundo hay una necesidad de esta percepción, del flujo de energía que proviene
de la dimensión, de lo intemporal, del alma. Ese es siempre el punto de
partida para una verdadera inspiración. No tengas miedo de
mostrar libremente esta corriente en el mundo para que, así, el
alma que eres pueda manifestarse en el tiempo, en el espacio, en la materia.
Eso te inspira a ti mismo y también a los demás.
Esa línea horizontal que te conecta con el mundo, a veces crea
tensiones en ti. Puede tratarse de una presión externa que te transmite
que tienes que hacer todo lo posible. Puede tratarse de una presión que te
aleja de ti mismo. Y a veces, tiendes a repeler todo ese mundo y quieres
vivir completamente en tu mundo interior, apartado de la sociedad. Pero el
arte es llevar la luz de tu alma al exterior y mantenerte fiel a la inspiración
del corazón en contacto con el medio ambiente. Y ese es también el mejor
regalo que puedes dar a los demás porque los alienta a hacer lo mismo.
No tengas miedo de tu propia luz.
Mantente en contacto con tu alma y también con el
mundo, porque esa es sin duda tu tarea en este momento: irradiar quién
eres. No huyas de este mundo, permanece en él y brilla.
Estoy contigo como amigo y estoy a tu lado. Estoy feliz de
reconocer tu milagro y de confiar en todo lo que harás.
Con amor, Jeshua
Canalizado por Pamela Kribbe
www.jeshua.net
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