PATRÓN DEL
GÉNESIS.
El patrón del Génesis
narra seis días de trabajo divino y uno de descanso. Gráficamente, lo
entendemos como un círculo central y seis círculos girando en torno a éste.
Cuando realizamos el trazado, somos conscientes de que la secuencia numérica
binomial es la que ampara este desdoblamiento. La ley de contención está basada
en la duplicación de los elementos. Es la creación de la tridimensionalidad. De
hecho, es la incubación en ella. El patrón de la Flor de la Vida es un símbolo
que explica los ejes x, y, z, es decir, el movimiento adecuado en la
tridimensionalidad. Es la malla que nos ata y estructura en el mundo material.
Es lo que le permite a la energía solidificarse como materia.
Si vemos la Flor de la Vida en plano, se ve como una
figura hexagonal envuelta en un círculo doble. Si la viéramos en 3D,
encontraríamos un cubo perfecto. El cuadrado tiene como base la unidad y su
diagonal es √2, por tanto, es un símbolo que no permite la distribución y el
compartir de las emociones, pensamientos o acciones, sino su contención.
La secuencia numérica binomial comienza con el vacío y
la unidad, el cero y el uno, pero el tercer paso no es la suma del anterior,
sino la duplicación de la unidad. La secuencia se construye
0,1,2,4,8,16,32,64…, y da pie a la base de la ingeniería que utiliza la
tecnología artificial. Las computadoras y todo instrumento artificial se basan
en esta secuencia. El lenguaje binario que se utiliza no es otra cosa que un
pequeño dispositivo llamado interruptor con posiciones de encendido y apagado.
Esto genera un universo infinito de posibilidades donde se logra acumular mayor
cantidad de valores en el menor espacio posible. En los ocho primeros dígitos
de la secuencia encontramos que podemos crear 64 valores simplemente prendiendo
o apagando alguno de los números. Pensemos en crear el valor 19. ¿Qué haríamos?
Prendemos la casilla sexta que tiene el valor 16, luego prendemos la casilla
tercera con el valor 2 y, por último, la casilla segunda con el valor 1.
Sumado, nos da el valor 19. Así podemos encontrar todos los números entre el 0
y el 64 en las primeras ocho casillas.
La retícula que se crea a partir de esta secuencia es
lineal, secuencial y está basada en la duplicación. La ley de contención,
amparada en el símbolo de la Flor de la Vida, tiene connotaciones enteramente
masculinas por su función pero femeninas por su forma. Los círculos que crean
todo el conjunto tienen referencia hacia la feminidad por sus formas de onda
sinusoidal. La Flor de la Vida es una figura geométrica compuesta de múltiples
círculos, arreglados en una simetría hexagonal. El centro de cada círculo se
encuentra en la circunferencia que rodea cada uno de los demás. En esta figura
geométrica podemos encontrar, uniendo ciertos vértices, la forma del Árbol de
la Vida (que explica las leyes arquetípicas y los veintidós psicotipos
humanos), la Fruta de la Vida, los cinco sólidos platónicos, la Estrella Madre
o Estrella de Metatrón (que nos da la forma que tiene el llamado “cuerpo de
luz” del ser humano, bíblicamente conocido como el Merkabah o Vehículo de Luz)
y el Huevo de la Vida (vemos en él la Ley de Tres y la Ley de Octava, origen de
las progresiones musicales y del tiempo orgánico).
La Flor de la Vida representa la fuerza que se
encuentra en la división y en la especialización de actividades. En la división
de funciones, el cuerpo encuentra su multiplicidad de capacidades. En la
especialización, vemos reflejado el nivel de complejidad de un organismo.
Actualmente, una gran parte de nuestra cultura y civilización gira en torno a
la imagen de la Flor de la Vida, a la ley de acumulación. Este es, pues, el
símbolo de la acumulación que llevado a su extremo negativo puede generar
enfermedades inflamatorias o de irritación por la extrema fricción y el calor
que se desprende de ello, así como guerras y dominación en lo social. La
consecuencia de la acumulación en un cuerpo es el sobrepeso, o en una célula,
el cáncer. El cáncer puede ser entendido como la acumulación energética de
ciertos procesos motrices, emocionales, intelectuales o espirituales que no
saben cómo distribuirse y repartirse adecuadamente para poder organizarse y no
dañar al organismo.
El régimen geométrico de la acumulación permea en
todas las escalas posibles de nuestra sociedad. En lo económico, se busca la
mayor acumulación de capitales y la menor pérdida. En lo arquitectónico, la
forma que prevalece en las ciudades es el cubo. Personas “cúbicas” que acumulan
libros que no leen, recuerdos de antaño, cosas inservibles, cacharros
abandonados. Tan sólo repasemos la cantidad de cosas que guardamos en nuestras
casas y que jamás le hemos dado uso (y quizá ni lo haremos). La acumulación de
objetos nos brinda la falsa ilusión de sentirnos protegidos, anclados al
pasado.
También acumulamos emociones y pensamientos inservibles
y obsoletos en la psique. ¿Cuántas personas hay que continúan creyendo que las
enfermedades son generadas por un “virus” que viene desde afuera a atacarlos?
Hay quienes no logran concebir que vivimos en un campo fractal, en un universo
toroidal, donde el afuera y el adentro no están separados como pudiéramos
llegar a pensar. ¿Qué se utiliza a nivel mundial para fomentar está ilusión?
Todos los medios posibles. Pero más allá de los medios
que se utilizan, se fomenta una ideología, es decir, aún utilizando todos los
medios para crear esta ilusión, si no fuera por la base psicológica en la que
está sustentado el neoliberalismo, no se podría crear dicha ilusión. ¿Cuál es
esta base psicológica? La acumulación o, peor aún, la distribución caótica, sea
de información, de emociones o de impulsos sexuales.
De cierta manera, los sistemas de vida antinatural
buscan que acumulemos conocimiento, que seamos tacaños y ariscos con él. Que
acumulemos dinero, posesiones, riqueza, pobreza, fama, estatus, poder,
espiritualidad, emociones, enfermedades y un largísimo etcétera. En la Edad
Media, y a veces no estamos muy lejos de ella, se vendían bonos para ganarse el
Cielo. Hoy en día, se venden todo tipo de prácticas y meditaciones para
trascender el cuerpo físico, ganarse el Nirvana, llegar a donde otros no han
llegado. Y por lo general, todo esto es oculto, siempre misterioso. Los
“iniciados” son iniciados porque han acumulado muchos méritos, porque están
cosechando lo que han sembrado. Nada más ingenuo e ilusorio. La iniciación o
Iluminación de profetas y gurús no ocurre por su acumulación, sino por el
siguiente paso, la siguiente ley: la distribución. Es la vía húmeda del Tarot
que sucede por transmisión inmediata de vida, en contraste con la vía seca, que
implica un incesante y paulatino trabajo, que puede o no, culminar en la meta
elegida. De hecho, la gran diferencia entre ambos caminos es el desapego al
resultado: doy lo mejor de mí, doy mi Ser en cada acto, emoción o palabra, y
genuinamente no espero nada a cambio; me desprendo del control por el
resultado, dirijo sin control, direcciono sin esfuerzo, habito mi centro en el
torbellino de la vida. Centro mi fuerza en la irradiación y, si el resultado es
acorde al deseo primigenio, qué bendición, pero si no lo es… ¡también qué
bendición!
Las escuelas que siguen el principio de acumulación
son aquellas que creen que el conocimiento es de unos pocos y que no le
pertenece a toda la humanidad. Creen que hay que hacer méritos e ir ganando,
poco a poco, los niveles de conciencia o de conocimiento; el desarrollo es
burocrático y está sometido al ejercicio del poder, a una estructura jerárquica
impositiva; el alumno es eso, un a-luminus, un ser sin luz al que el superior
tiene que iluminar, enseñar y guiar. El alumno necesita de un maestro y el
maestro del alumno. No puede avanzar el uno sin el otro, ya que, cuando el
maestro avanza, tiene que dejar a alguien en su lugar. Y es él quien decide
quién se queda en ese espacio.
Es el juego del poder cúbico. Son las escuelas
iniciáticas que guardan sus secretos hasta la tumba y prefieren, algunas veces,
morir con ellos en lugar de darlos a la humanidad. Dicen que abrir el
conocimiento a los no iniciados puede llegar a ser peligroso. Nada más
peligroso que compartir lo que han acumulado, sostienen. Para compartirlo,
disponen de redes de sociedades secretas que, con base en códigos complejos,
van encriptando la información. El alumno dedica toda su vida a descifrar esos
códigos y por el esfuerzo que le costó y el empeño que hubo que poner en ello,
no lo compartirá, a menos que otra persona haga un esfuerzo similar al suyo y
sane su ego herido. Son las escuelas donde existe un gurú sabelotodo, poderoso
e intocable y un grupo de personas que, carentes de identidad, se entregan a
continuar inflando el nutrido ego del supuesto maestro.
Es el pensamiento de colmena, el pensamiento
colectivo, no de individuos reunidos, sino de monopolio de conciencia, por lo
general con un bajo nivel de fractalidad, es decir, con un sistema de
pensamiento único, el ejercicio de sólo un tipo de sexualidad, una forma de
vivir las emociones o una dieta estricta y única. La baja fractalidad ocurre
por una falta de asimilación de las diferencias. Esto sucede en cualquier
sistema de vida, sea en las artes ocultas del misticismo o de la Ciencia, de la
Religión o la Medicina, de la Filosofía, la Psicología o cualquier otra. No
importa el credo, la postura es la misma: acumular y no permitir que la
información fluya libre y ordenadamente.
Veamos ahora algunos aspectos constructivos y
destructivos de la filosofía hexagonal. Un aspecto positivo de ello podría ser
que se aseguran los medios de acumulación de la información, que el alumno
cuenta con un tutor que lo confronta y enseña. El estudiante tiene a quién
referirse y no necesita voltear a verse a sí mismo, pues siempre habrá un
maestro que le entregue, dosificadamente, el conocimiento, dependiendo de la
evaluación que se haga de su crecimiento. El desarrollo de la voluntad, el
temple, la obediencia y la disciplina son aspectos invaluables de este nivel
geométrico. El desarrollo del egoísmo, la manipulación o la adoración podrían
llegar a ser aspectos destructivos de esta postura. La ley de acumulación o
contención permite crear estructuras sólidas y firmes en tanto se busque la finalidad
de conciencia de “colmena”. Las abejas, como cualquier ejército, utilizan redes
jerárquicas hexagonales para construir sus panales, hablando de este criterio.
Su organización es jerárquica y permite la suma especialización de funciones.
En la abeja reina existe toda la información de la colmena y de los ríos de
magnetismo de la tierra donde está ubicada, para indicarles a las obreras cómo
moverse en el campo.
El individualismo y no la individuación es el valor
del neoliberalismo, del capitalismo salvaje, del sistema de
pensamiento-emoción-acción que rige en el planeta. Quienes habitan esta
geometría piensan que poco importa el daño que haga al medio ambiente o cuántas
personas mueran, siempre y cuando el valor de mercado se mantenga al alza y no
se disuelva en su único valor real: la ilusión de seguridad. Pues, ¿qué puede
ser seguro en esta vida? Sólo el cambio.
Fuente: http://www.psicogeometria.com/geometriasagrada.html
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