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lunes, 18 de enero de 2016

NO ESTÁS DEPRIMIDO, ESTAS DISTRAÍDO



NO ESTÁS DEPRIMIDO, ESTAS DISTRAÍDO



No estás deprimido, estás distraído … … Distraído de la vida que te puebla, Distraído de la vida que te rodea, Delfines, bosques, mares, montañas, ríos.
No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano, cuando en el mundo hay cinco mil seiscientos millones. Además, no es tan malo vivir solo.
Yo lo paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco...... algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene setenta años, olvidando que Moisés dirigía el Éxodo a los ochenta y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los noventa, sólo por citar dos casos conocidos.
No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un sólo pelo de tu cabeza, por lo tanto no puedes ser dueño de nada.
Además, la vida no te quita cosas: te libera de cosas... te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.
No hay muerte... hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuelo y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser, será y, llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban tres o cuatro meses de vida.
Facundo Cabral




                                                                                                                                                                                 

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