Curación y transmutación con la esencia
POR DAVID TOPÍ
Ahora que hemos visto
los diferentes
niveles de actuación AQUÍ en los que podemos y tenemos que trabajar
para llegar a “sacar” a la dimensión áurica y física la energía de nuestra
esencia, podemos quizás entender mejor el potencial y poder que esta tiene para
hacer todo el trabajo de sanación y desprogramación de cualquier parte del
vehículo evolutivo que usa, ya que, como podéis suponer, no solo se puede usar
la esencia en las esferas mentales, sino que, correctamente aplicada, se puede
usar para armonizar y sanar cualquier disfunción energética en el sistema que
usamos como vehículo para esta encarnación.
Dice B. A. Brenan que es evidente, dada la importancia
de la estrella del núcleo, como ella denomina a la mónada o ser que somos por
la forma que tiene visto con percepción extrasensorial, que todas las terapias
deberían incluir un cierto trabajo para elevar la esencia interna a todos los
niveles que hay sobre ella. Todas las partes del nivel del hara, del campo
aural y del cuerpo físico con las que se haya trabajado en el transcurso de una
sanación o terapia energética deberían irrigarse con la esencia interna antes
de concluir el proceso curativo. Completamente de acuerdo, visto lo que llevamos
visto hasta ahora, porque el hecho que existan partes del cuerpo físico, del
campo aural o del nivel del hara que se hayan distorsionado, bloqueado o
desarmonizado, provocan que la esencia interna se vea más imposibilitada de
aparecer en todo su esplendor, al nivel de poder llegar a gestionar todo el
vehículo al que se enlaza y conecta para cada experiencia física.
Por eso, para hacer este trabajo de “liberación” del
acceso al ser, en cada uno de los estratos que os conté en el artículo
anterior, se ha de determinar la condición y estado energético de los niveles
físico, aural y del hara, pues la esencia propiamente dicha no presenta jamás
ningún problema. Así, cuando podemos, empezamos en una sesión terapeutica a
trabajar por la parte emocional y mental de la persona, luego nos metemos a
nivel más físico y de matriz etérea, y luego pasamos a la línea del hara.
Finalizado todo esto, el terapeuta descubre, y luego eleva, la esencia del
paciente a cada uno de los niveles que están sobre ella. Primero, se eleva la
esencia al nivel del hara, a continuación al aural, y finalmente se lleva al
cuerpo físico. Nosotros, si hacemos el papel de terapeuta, o si nos lo hacemos
a nosotros mismos, podemos dilatar la energía que percibimos para que la
esencia individual llene primero, con la intención simplemente, el nivel del
hara, luego trabaje por ejemplo en la personalidad a nivel emocional y mental y
luego por ejemplo también se puede dirigir a cada célula del cuerpo físico.
Abriendo un canal al
ser
Para aquellos que queréis hacer esto por vuestra
cuenta, probad este ejercicio que propone B. A. Brenan en sus explicaciones e
investigaciones terapéuticas con la energía del ser. Basta con dedicar un rato
diario a mover la conciencia hacia el punto del cuerpo, por debajo del ombligo,
donde podemos sentir con más fuerza la energía de nuestra mónada. Normalmente
lo más sencillo es sintonizar primero con el nivel del hara, moviendo vuestra
conciencia hacia esa linea energética que “protege” la entrada a la dimensión
del ser. Desde dentro de la linea del hara, se entra a un nivel más profundo,
en el puro espacio de la “Creación”, y desde ahí, aparece vuestro ser o mónada,
que da la impresión de “venir” hacia “arriba” como si lo estuviéramos atrayendo
desde su punto de reposo hacia la dimensión mas física por encima del ombligo.
Reposad ahí vuestra concentración y focalización, y tratad de sentir el calor,
luz o energía que percibáis en ese punto.
Recordad que el ser NO
HACE, solo ES, y por eso la sensación de que se ha conectado
correctamente con la partícula divina que somos, es decir, que nuestra
conciencia se ha dejado imbuir por nuestra esencia, es que no se tiene la
necesidad de hacer, decir o saber nada. Todo es reposo en una especie de estado
de paz profunda, de forma que, si realmente se produce esa conexión, se nos
tienen que ir todas la necesidades (temporalmente, claro), de tener, hacer,
querer, decir, saber, mostrar, actuar, etc., etc., etc. Aquí solo hay que
estar, y nada más.
Y es que nuestra mónada es nuestra fuente divina. Al
abrir esta especie de pasillo interno a nuestro ser nos conectamos
automáticamente a la fuente externa de amor cuántico y energía que nos rodea, y
que es todo lo que “hay” en la Creación.
A partir de aquí, cuando la esencia asciende desde su
dimensión particular, aporta un gran placer, paz, alegría, etc. Y cuando la
esencia interna emerge en la dimensión del hara de camino hacia nuestro mundo
físico, asciende hacia el centro de los tres puntos situados a lo largo de la
línea del hara que comentábamos en al artículo anterior (por encima de la
cabeza, en el timo, y en el tantien inferior). Si los tres puntos están
alineados, habremos alineado nuestra intención con lo mejor que hay en
nosotros, y nos habremos sincronizado con la intención de nuestro plan
evolutivo, de nuestro Yo Superior, de nuestro SER con mayúsculas, o como
llamemos a aquello de donde provenimos o hemos sido creados.
La esencia en los
niveles superiores
Si vamos un paso más
adelante, cuando la esencia asciende al nivel aural, accede al centro de los
chakras y se extiende para impregnar todo el campo áurico, lo que entonces nos
permite empezar a expresar nuestra esencia con nuestra personalidad. Este es un
paso que no tiene que venir acompañado de la desconexión de la esfera mental
preconsciente, son cosas separadas aunque puedan ir juntas, el proceso de
crecimiento interno y el de desprogramación. La esencia que somos puede tomar
el mando de la personalidad poco a poco aun sin desconectarnos de la malla de
control, o puede hacer primero todo el trabajo de desprogramación y limpieza de
las esferas mentales y luego tratar de tomar el mando del programa ego, algo
que tampoco es fácil. En todo caso, esto es un proceso de crecimiento y
arduo trabajo personal, no lo puede hacer nadie por nosotros, ni en una ni en
mil sesiones de terapia energética.
Finalmente, cuando la esencia interna asciende al
nivel físico, también tiene el poder de acceder al núcleo de cada célula, al
ADN. Una experiencia con mis compañeras nos mostró como hacer esto. En este
caso, yo estaba en camilla y se dirigió la energía de mi esencia hacia el nivel
de mi ADN, intencionando que esta energía se superpusiera en cada unas de mis
células a las hebras de ADN existente. Simplemente la sensación fue notar como
esa energía entraba en ellas, creaba una especie de hebra virtual energética, y
se fundía con la existente, evidentemente a nivel energético, no físico.
Hay que darse cuenta que, llegados a este punto de
tantos meses de trabajo personal, de luchas diarias por eliminar miedos,
transmutar esa “sombra”, sacar bloqueos de todos los niveles, desprogramar las
esferas mentales, reducir el miedo, eliminar el deseo de querer cosas, unificar
los yos, reducir el poder del ego, etc., etc., no son más que pasos para que la
esencia tome control del vehículo físico que usa y lo mantenga controlado.
Si todo este trabajo se hace, y luego se deja de
trabajar conscientemente con nuestro ser, todo esto puede llegar a revertirse.
Una dura lección aprendida, ver aparecer nuevos “yos” cuando los habías
unificado (el programa ego no se puede desmontar y una de sus funciones es
siempre generar más sub-personalidades para adaptarse al mundo), ver parte de
la programación recrearse de nuevo por que el mismo sistema de control tiene
métodos para evitar que nadie se le escape, y ver como nuevos miedos o bloqueos
emocionales vuelven aparecer si uno no mantiene constante la alerta, la auto
observación y el trabajo interior diario. Cosa que, como ya he dicho, nadie
puede hacer por nosotros, ni en una, ni en mil sesiones de terapia.
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