La siguiente charla del maestro Sheng Yen fue traducida
oralmente por Ming Yee Wang, transcrita por Eugenie Phan, y editada para su
publicación por Ernest Heau.
¿Cómo podemos vivir y morir con dignidad?
Esta pregunta puede
ser hecha desde las perspectivas de la filosofía, la religión, la ciencia, la
psicología y la medicina. No soy un experto en esas disciplinas pero me
gustaría hacer algunas observaciones sobre vivir y morir con dignidad basadas
en mi entendimiento del Dharma budista.
Transformando Nuestra Percepción de la Vida y la Muerte
Normalmente, las personas no pueden controlar las situaciones de
la vida o hacer que las cosas sucedan de acuerdo a sus deseos. Muy a menudo,
las personas piensan que no tienen a nadie en quien confiar, ningún lugar para
encontrar seguridad, ningún sitio a donde recurrir en la vida. Estos son los
sentimientos y situaciones en los que la mayoría de los seres sensibles se
encuentran. Sin embargo, es posible cambiar esta percepción a otra que contenga
un sentido de belleza y amor y afirmar que la vida tiene significado. En este
proceso, uno puede también crecer y madurar. Esta es la actitud típica y
apropiada hacia la vida desde el punto de vista budista.
Habiendo dicho esto, yo debería señalar que muchos budistas
piensan que la vida es básicamente sufrimiento (una carga a soportar,
especialmente en relación con el cuerpo). Lo que no entienden es que el logro
de la iluminación, es decir, vivir una vida basada en la sabiduría, sólo es
posible si uno tiene una forma humana. Sin un cuerpo con el cual practicar, sería
imposible alcanzar la liberación y la budeidad. Hay un dicho budista que reza
que una forma humana es muy difícil de obtener, pero al tenerla, es una gran
oportunidad para escuchar el Dharma. Por lo tanto, alcanzar la sabiduría
comienza con tener una forma humana. En este sentido, los budistas que
mantienen una actitud negativa hacia la vida, malinterpretan el Dharma. Con un
entendimiento adecuado del Dharma, uno tratará la vida como algo muy, muy
valioso.
Desde otra perspectiva, algunos budistas podrían pensar que la
mejor manera de alcanzar la budeidad es renaciendo en la Tierra Pura, el
Paraíso Occidental del Buda Amitabha. Pero aunque la Tierra Pura sea un reino
espiritual de felicidad, uno no podría alcanzar la budeidad si permaneciera
allí. Para alcanzar la budeidad, uno debe adquirir una forma humana para poder
generar los votos para practicar el camino del bodhisattva. Por esta razón,
todo el proceso desde llegar a ser un ser sensible común y corriente hasta
seguir el camino del bodhisasttva y finalmente alcanzar la budeidad, se lleva a
cabo en el reino humano.
La Vida y la Muerte No Están Separadas
Si pudiéramos ver que vivir y morir son procesos íntimamente
relacionados, podremos aceptar que los dos son inseparables (si nacemos,
moriremos: el uno está íntimamente conectado con el otro). En este sentido, el
nacer podría no ser considerado como algo tan alegre, pero tampoco tiene por
qué ser algo peligroso. Asimismo, la muerte no necesita tampoco ser considerada
como algo triste o alegre. Todo depende de nuestra actitud. Si no aprecias la
belleza de la vida, entonces vivir podría considerarse como algo lamentable.
Algunas personas encuentran la vida alegre, pero si no hay dignidad, ¿qué hay
en ella para ser feliz? Si no conoces el verdadero significado de la muerte,
entonces será triste y depresiva cuando llegue. Pero una vez que comprendas que
vivir y morir son partes innatas del mismo proceso, serás capaz de encontrar
dignidad en la vida así como en la muerte.
¿Cómo podemos encontrar dignidad en nuestra vida?
Una manera de contestar a esta pregunta es mirando la vida desde
estas tres perspectivas: el significado de la vida, el valor de la vida y el
objetivo de la vida. Si puedes experimentar esto, encontrarás dignidad en tu
vida. Cuando hablo del significado de la vida, me refiero a la razón por la
cual continuamos viviendo. Desde el punto de vista budista, el significado de
obtener una vida es tener la oportunidad de pagar nuestras deudas kármicas de
nuestras vidas pasadas. El karma dice que las cosas que hacemos son causas que
crearán consecuencias. Con esta vida podemos recibir y aceptar el apropiado
castigo kármico de nuestras acciones en vidas anteriores. En cualquier vida
presente o futura, debemos aceptar una determinada cantidad de castigo del karma
pasado. También podemos usar esta vida para cumplir con los votos de práctica
que hemos hecho en las vidas pasadas. En una vida previa, si hicimos ciertas
promesas y votos, esto también forma parte de nuestro karma. Entonces, en esta
vida tenemos una obligación, así como una oportunidad, para cumplir con
aquellas promesas previas. De este modo y desde la perspectiva budista, el
significado de la vida es recibir el castigo kármico y también cumplir con
nuestros votos anteriores.
El valor de tu vida no está determinado por alguien que la
examine y emita un juicio sobre ella; sino que se basa sólo en tus intenciones
y acciones para con el cumpliendo de tus responsabilidades, y el ofrecerte a ti
mismo a los seres sensibles. Es el esfuerzo, dentro de tus límites de tiempo y
energía, para ser de utilidad para los demás. Aunque sepan o comprendan tu
dedicación o no, el valor de tu vida está simplemente en este esfuerzo por
ofrecerte. En la sociedad desempeñamos papeles (para ser una madre aceptas las
responsabilidades de la maternidad. Lo mismo para cualquier otro papel que
desempeñes). La responsabilidad significa hacer lo mejor que puedas en ese
papel sin esperar recompensa alguna. Podemos también ofrecernos para el
beneficio del medio ambiente natural. Todas estas actividades pertenecen al
reino de beneficiarse a uno mismo y a los demás, en otras palabras, practicar
el camino del bodhisattva.
Tener metas significa establecer una dirección a largo plazo
para tu vida, incluyendo compartirla con los seres sensibles. Eso significa
continuar haciendo votos y cumpliéndolos. Si establecemos estas metas, no sólo
para esta vida sino también para las vidas futuras, ya sea nuestra vida larga o
corta, viviremos con dignidad.
Como sucede con la valoración, la dignidad que te ha sido
conferida por los demás no es necesariamente confiable o genuina. La única
dignidad confiable es la que te otorgas a ti mismo por la forma en que conduces
tu vida.
La Vida y la Muerte Son Dos Caras de la Misma Moneda
Es de utilidad el entender la vida y la muerte como dos caras de
la misma moneda, como aspectos de un proceso ilimitado en el espacio y en el
tiempo. Viéndolo de esta manera, no hay razón para estar tan apegado a la vida
o temerle tanto a la muerte. La vida y la muerte son, por un lado, nuestro
derecho, y por el otro, nuestra responsabilidad. Mientras estemos vivos,
aceptemos la vida y hagamos buen uso de ella; cuando nos llegue la muerte,
aceptémosla y démosle la bienvenida. Les he dicho a las personas en su lecho de
muerte: “No te limites solo esperar la muerte ni tengas miedo de ella. Mientras
tengas un minuto más, un segundo más, usa ese tiempo para practicar”. No
deberíamos ser reacios a la vida ni desear la muerte, pero cuando sea la hora
de partir, apegarse a la vida no funcionará. Por supuesto, ¡esto es muy difícil
de hacer!
Desde muy temprana edad, los niños deberían aprender que así
como hay vida hay muerte. Enseñarles a estar conscientes de la muerte es mejor
que protegerlos de ella, no asustarlos, sino ayudarles a comprender que para
todas las cosas vivas, la muerte finalmente llegará. Sabiendo que la vida y la
muerte son partes del mismo proceso, nos ofrece un punto de vista más sano de
la vida. Estar mentalmente preparado para la eventual llegada de la muerte es
beneficioso para el crecimiento de la sabiduría. Antes de convertirse en un
buda iluminado, Siddhartha Gautama fue testigo de primera mano del proceso de
la vida: el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Ese conocimiento
le inspiró a dedicar su vida a encontrar un camino para ayudar a la gente a
aliviar su sufrimiento y alcanzar la liberación. De este modo, el camino
budista comenzó con el Buda Shakyamuni enfrentándose a las realidades del
nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Su vida muestra que si
apreciamos la vida como una oportunidad para crecer en sabiduría y ofrecernos a
los demás, no hay necesidad de temerle a la muerte.
El Origen y el Destino de la Vida
Las religiones y las filosofías tienen puntos de vistas sobre de
dónde proviene la vida y a dónde vamos después de la muerte. Algunas personas
incluso intentan emplear poderes sobrenaturales para ver las vidas pasadas y
futuras. Mientras el querer ver el pasado y el futuro son típicos esfuerzos
humanos, los resultados no son tan confiables. Confucio dijo que la vida y la
muerte dependen del destino, pero él no estaba tan claro acerca de lo que era
el destino. A pesar de que no era un budista, el maestro Laozi dijo que tan
pronto como uno nace, las causas de su muerte ya están en movimiento. Él
también dijo: “Apenas nacido y entrando en la muerte”. Como filosofía es
bastante buena. La idea de que la vida fue creada por Dios y que morimos porque
Dios quiere que regresemos a Él es también buena, porque uno puede pensar que
alguien está cuidando del proceso. Una de las diferencias radica en que la
mayoría de las religiones no creen en las vidas pasadas y futuras. Como
budista, sin embargo, pienso que el origen de mi vida se extiende sin límite
hasta todas mis vidas previas, y mis vidas futuras continuarán hasta que
alcance la budeidad. Ese es el punto de vista budista en relación con el origen
y destino de la vida.
Los budistas creen que la vida proviene de un pasado sin
comienzo. De esta manera, si sólo miráramos a esta vida, el momento de nuestro nacimiento
no es el comienzo del proceso y el momento de nuestra muerte no es el fin del
proceso (nuestra vida actual no es más que un segmento de un proceso ilimitado
de vida). Usemos la analogía de un turista: Hoy él está en Nueva York; mañana
no está en Nueva York porque se ha ido a Washington DC. Al día siguiente
desaparece de Washington porque se ha ido a Chicago. De este modo, en cualquier
ciudad específica (una vida en nuestra analogía), esta persona aparece por un
periódo de tiempo y luego continúa su recorrido. Pero si miras su itinerario
completo, todo es un viaje. De esta manera, lo que podría percibirse como el
fin de este período de vida significa realmente el comienzo eventual de un
diferente período de vida (para mí, para ti, para todo el mundo). Por lo tanto,
cuando ves a la vida como parte de un proceso ilimitado y continuo, no hay
necesidad de sentirse tan decepcionado en esta vida.
Surgimiento condicionado
El fenómeno de la vida y la muerte puede describirse de una
manera más general como el surgimiento y la desaparición de las causas y
condiciones. El término budista para este proceso es “surgimiento
condicionado”. Este se refiere al hecho de que todo fenómeno está compuesto de
efectos debido a la miríada de causas y condiciones cambiantes que actúan
conjuntamente. El resultado de las causas y condiciones que surgen y
desaparecen son todos los fenómenos que experimentamos, incluyendo nuestras
propias vidas. Desde la perspectiva del surgimiento condicionado, podemos
hablar de tres tipos de nacimiento y muerte:
El primer tipo de nacimiento y muerte es el surgimiento y la
desaparición del momento. En otras palabras, en cada instante del tiempo, hay
cambios en nuestros procesos mentales y cambios en nuestros procesos
corporales. Normalmente no nos damos cuenta de tales cambios diminutos en
nosotros, y por lo tanto no los consideramos como “nacimientos” y “muertes”. En
este tipo de surgimiento y desaparición, es sólo el cuerpo físico el que parece
constante de un instante al otro. Pero las cédulas del cuerpo también están
sufriendo constantemente estos procesos de surgimiento y desaparición (nuestras
cédulas nacen y mueren continuamente). De este modo, en la mente así como en el
cuerpo, en cada instante hay ocasiones continuas de nacimientos (surgimiento) y
muertes (desaparición).
El segundo tipo de nacimiento y muerte es más fácilmente
identificable: el nacimiento y la muerte de una vida. En otras palabras, la
vida humana surge en el momento de la concepción y perece cuando morimos. No
hace falta decir que todas las criaturas vivas experimentan la misma aparición
y desaparición de sus vidas, pero ahora mismo estamos hablando en el contexto
humano.
El tercer tipo de nacimiento y muerte consiste en nuestras vidas
en los tres tiempos de nuestro pasado, presente y futuro. Nuestras vidas
previas son incontables; nuestras vidas futuras también serán incontables hasta
que alcancemos la budeidad. Cuando miramos nuestra vida de esta manera, no sólo
se compone del momento en que nacimos hasta el momento en que morimos, sino que
se extiende a los tres tiempos. Esto nos da algo de esperanza y consuelo
porque, una vez habiendo obtenido la vida, continuaremos viviendo porque
tenemos vidas futuras por venir. De este modo, si uno es infeliz y tiene
intenciones de suicidio pensando que la próxima vida será mejor, ¿es esto algo
bueno? No, porque cuando uno comete suicidio, está siendo irresponsable para
con sus vidas pasadas, sin hacer justicia a su vida presente, y creando
perturbaciones kármicas para su vida futura.
Una sola vida puede compararse con la aparición cotidiana del
sol, y después con su desaparición en el horizonte por la noche. Después que se
pone el sol no puedes verlo, pero todavía está allí y saldrá otra vez por la
mañana. No se crea de nuevo cada mañana. Una vida es así. Cuando termina,
eventualmente da origen a otra vida, como el sol saliendo nuevamente. Pero esta
observación sólo se aplica a la manifestación física de una vida individual,
por el hecho de que existe esta pura naturaleza Búdica en cada uno de nosotros
que está siempre presente a lo largo de los tres tiempos. Como el sol, el
cuerpo físico podría pasar por el proceso de aparición y desaparición, pero eso
no tiene nada que ver con nuestra pura naturaleza Búdica, la que está allí
incluso cuando no la percibimos.
De esta manera, como seres sensibles experimentamos aparición y
desaparición dentro de los tres tiempos del pasado, presente y futuro. Cada
vida puede considerarse como un segmento seguido por otro segmento dentro del
proceso interminable de aparición y desaparición. Si uno permanece en este
nivel, a largo plazo no se beneficiará de tener todas estas vidas preciosas.
Para elevar y sublimar la calidad y el significado de la vida en los tres
tiempos, tenemos que ir más allá del nacimiento y la muerte segmentado y
alcanzar el nacimiento y muerte transformador, es decir, sabiduría. Eso
significa practicar el Budadharma.
El nacimiento y muerte transformador se refiere a la maduración
del mérito y la virtud en un practicante cuya compasión y sabiduría continúan
creciendo vida tras vida. Tal persona puede ser llamada sabio, es decir, un
bodhisattva o arhat. Este proceso de transformación continúa a través de los
tres tiempos. En este nivel, un sabio aún puede tener un cuerpo físico o podría
haber transcendido el cuerpo físico y estar básicamente empleando pura energía
espiritual para cultivar el camino. La budeidad es el objetivo final de este
proceso de transformación. Es el nivel en el que uno ha transcendido el samsara
(el ciclo de nacimiento y muerte) y ha alcanzado el gran nirvana. Tal Buda aún
puede aparecer en el tiempo y en el espacio para ayudar a los seres sensibles,
como lo hizo el Buda Shakyamuni. Mientras un Buda puede manifestarse en la
forma humana y de este modo experimentar la aparición y desaparición, para este
Buda no hay apego al nacimiento y muerte ni a ninguna de las aflicciones
relacionadas con el nacimiento y la muerte.
¿Hasta que nos convirtamos en sabios o budas, cómo podemos
encontrar dignidad en la vida y en la muerte? En primer lugar, deberíamos
aceptar completamente esta rara y preciosa vida que ahora tenemos. Entonces,
cuando la muerte sea inminente, deberíamos aceptarla, si no con alegría, al
menos con ecuanimidad. Así como deberías agradecer la realidad de la vida,
también deberías agradecer la realidad de la muerte. No podemos controlar
cuando naceremos y la mayoría de las veces no podemos controlar cuando
moriremos. Desde la perspectiva de la conciencia budista, la mayoría de las
personas viven sin claridad, y cuando la muerte está cercana, sus mentes se
nublan aún más. Para estas personas, la vida es confusa e ilusoria. Hay un
dicho chino que reza que vivimos y morimos como si estuviéramos en un sueño. En
un nivel más elevado están aquellos que aceptan la vida, hacen lo mejor posible
con ella y, cuando les llega la muerte, la acogen con coraje y sin apego. En el
nivel más elevado está el practicante iluminado que “no puede encontrar ni la
vida ni la muerte”, significando que para tal persona no existe tal cosa como
vida o muerte.
Hasta que morimos, no podemos saber a cuál de estas categorías
pertenecemos, pero mientras que estamos vivos, deberíamos intentar elevar la
calidad de nuestra vida y aclarar nuestras mentes. También deberíamos estar
agradecidos de que cuando la muerte nos llegue, estaremos liberados de las
responsabilidades apegadas a esa vida. Aún mejor, después de que muramos,
podremos usar el mérito y la virtud que hemos acumulado para avanzar hacia la
vida siguiente, la que debería estar llena de alegría e iluminación.
Enfrentarse a la Muerte con una Mente Clara
Si pudieras mantener una mente clara cuando se acerque la
muerte, entonces podrás aceptarla muy valientemente y con alegría. Cualquier
cosa que hayas hecho durante tu vida, sea virtuosa o no, con karma bueno o
malo, estate agradecido por haber recibido el regalo de la vida. En el momento
de tu muerte, no debería haber resentimiento, ni arrepentimiento, ni enfado, ni
orgullo. Lo pasado es pasado. Piensa en un futuro hermoso. Por esta razón, el
estado mental de una persona moribunda es lo más importante. Algunas personas a
punto de morir piensan en las cosas realizadas de las que se arrepienten, y en
todo el sufrimiento que han causado. Ese tipo de pensamiento es bueno para una
persona viva pero no tan bueno para una persona a punto de morir. Sin embargo,
si te acercas a la muerte sin tener resentimiento, ni arrepentimiento, ni enfado,
ni orgullo, y simplemente te esfuerzas por aceptar un futuro brillante e
iluminado, es muy probable que suceda. Renazcas en los reinos celestiales o en
el reino humano, podrás continuar practicando nuevamente, y ese es un futuro
brillante e iluminado.
Cuando la condición de una persona a punto de morir es tal que
la claridad mental no es posible, o cuando están inconscientes o en coma, los
amigos y parientes deberían ayudar a esa persona con gran devoción y
concentración, cantando el nombre de Buda, recitando mantras o meditando, en un
ambiente tranquilo. A través de tales prácticas, empleamos el poder de la
meditación y el poder de la fe para orientar la mente de la persona moribunda
apartándola del miedo y hacia la seguridad, avanzando hacia la iluminación.
Esto sin duda será muy útil. De este modo, para aquellos que están en su lecho
de muerte y no puedan mantener la claridad mental, es importante que los
parientes y los amigos ayuden a tal persona con su práctica. Y es sin duda muy
útil. Yo mismo he tenido una clara experiencia de esto.
¿Qué Determina Nuestra Vida Futura?
Hay tres factores que determinarán qué tipo de renacimiento
tendrás. El primero es el karma (tanto el bueno como el malo que has acumulado
en tu vida actual y las pasadas). Cuanto mejor sea tu karma mejor serán tus
oportunidades de un buen renacimiento. El segundo son las causas y condiciones
que rodean tu vida actual y las pasadas, las que están maduras para tu próximo
renacimiento. Podrías tener todos los tipos de karma pero las condiciones
específicas pueden estar más cercanas a madurar en este momento. Si es así,
serán las condiciones las que determinarán tu próxima vida. El tercer factor es
tu estado mental al morir: ¿Qué pensamientos están en tu mente cuando te
acercas a la muerte? ¿Aceptas tu muerte con alegría y gratitud? ¿Qué
aspiraciones tienes para la vida siguiente? Pensamientos como estos
influenciarán el tipo de renacimiento que tendrás. Por ejemplo, si a lo largo
de tu vida has hecho votos, cuando te acercas a la muerte podrías repetir esos
votos. Sin embargo, si nunca has tenido tales aspiraciones, será difícil
tenerlas en tu lecho de muerte. Por lo tanto, los practicantes deberían
esforzarse por tener buenas aspiraciones en sus mentes cuando se acerquen a la
muerte. Si nuestras vidas futuras sólo dependieran del karma y las condiciones,
entonces estaríamos en una situación menos fiable.
Nota del editor
Cuando el Maestro Sheng Yen habla de “votos” en esta charla,
está refiriéndose a los votos en el contexto de la práctica budista. Los
votos más básicos que los budistas toman son votos para mantener los cinco
preceptos básicos: no matar, no robar, no tener una conducta sexual
incorrecta, no mentir y no consumir productos intoxicantes. Aparte de
estos, los monjes y las monjas deben tomar 250 preceptos más antes de ser
ordenados completamente.
También, en la tradición Mahayana, hay Cuatro Grandes Votos
del bodhisattva:
Hago el voto de liberar a innumerables seres sensibles;
Hago el voto de eliminar infinitas aflicciones;
Hago el voto de dominar el Dharma por inconmensurable que sea;
Hago el voto de alcanzar la suprema budeidad.
Hago el voto de liberar a innumerables seres sensibles;
Hago el voto de eliminar infinitas aflicciones;
Hago el voto de dominar el Dharma por inconmensurable que sea;
Hago el voto de alcanzar la suprema budeidad.
Estos votos del bodhisattva son secuenciales en el sentido de
que para su realización, por ejemplo, el voto de ayudar a los demás
(“salvar a los seres sensibles”) viene antes del voto de “alcanzar la
budeidad”. Por otro lado, son simultáneos en cuanto a que en la medida que
uno progresa en el camino, uno realiza todos los votos al mismo tiempo. Hay
otros votos que uno puede tomar en el curso de su vida, pero como practicantes
budistas en la tradición Mahayana, estos Cuatro Grandes Votos son los más
importantes.
Lo más importante es comprender que estos votos hablan de la
continua aspiración, intención y motivación; no son necesariamente promesas
para cumplir en una sola vida.
Publicado por “Isis Alada”
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