nocopias

jueves, 19 de noviembre de 2015

CUANDO MUERE UN SER QUERIDO…





Cuando muera un ser querido, no te preocupes. Llora, gime, grita, sí, honra su memoria, pero no te preocupes. No se ha ido a ningún lado, estrictamente hablando. Simplemente ha perdido cualquier ubicación y tiempo. Simplemente ya no puedes fijarlo de alguna manera y afirmar que “está ahí,” ya no eres capaz de encontrarlo en su materialidad, ni buscarlo en tu mundo personal. Y te das cuenta que en primer lugar, nunca estuvo atado a su cuerpo. Sus brazos, sus piernas, su cerebro, sus dedos, su sangre, sus riñones - esas no eran las cosas que lo definían. Amabas lo físico, sí, estabas identificado con ello, esperabas que continuara siendo así, pero esa no era la totalidad de tu amor.

Ahora estás siendo invitado a recordar un amor más profundo, un amor universal, un amor que no está identificado con la forma, un amor que no conoce límites. Un amor que no huye hacia el pasado y el futuro, sino que se mantiene muy presente mientras vives tus días. Un amor que no depende de las palabras ni de los lugares, que te sigue a donde quiera que vayas, que es inseparable de tu propia presencia, que te susurra al oído por la noche… ESTOY AQUÍ.

No busques a tu ser querido en el tiempo o el espacio, amigo, no trates de alcanzarlo para darte cuenta de que está ausente. Está más cerca que todo eso. Te tomará un tiempo readaptarte a su falta de forma, por supuesto. Serás llamado a soltar los sueños, sí, y habrá mucho dolor por sentir, mucha aflicción al explorar con coraje y voluntad. ¡Prepárate para abrirte al amor! ¡Y, oh, la alegría de descubrir a tu ser querido justo donde lo dejaste! ¡Y la emoción de una relación reventando el infinito!

¡Recuerda que ese ser querido no puede dejarte! ¡Sabe que nunca lo hará!

¡Porque está en tu presencia, y tú en la suya!

- Jeff Foster




1 comentario:

Unknown dijo...

Exactamente donde están al morir?

Publicar un comentario