Uno de los temas polémicos con respecto al alma se refiere a la transfusión de
sangre de un ser humano a otro. Millones de personas alrededor del planeta
consideran que la sangre es el alma, o que en la sangre está el alma, y esta
creencia los determina a tomar decisiones límites muchas veces. Ante una
necesidad de necesitar una transfusión de sangre eligen, obedeciendo a sus
creencias, no permitirlo, llevando esto muchas veces a la muerte física.
Este es un drama que han tenido que enfrentar miles de familias que,
equivocados o no, son fieles a sus ideales, lo cual es loable.
Sin embargo, más allá del respeto que las creencias de cada cual se merecen, el
esclarecer estos temas a través del conocimiento podría evitar mayor
sufrimiento.
Al considerar todo lo que fue expresado sobre el alma, su naturaleza y constitución, sus funciones, su propósito,
y su ubicación, sus procesos y mecanismos en el cuerpo humano; veremos que si
bien puede ser muy cierta y verdadera la idea de que el alma está muy presente con su
vibración en la sangre que recorre el cuerpo humano, no se debe perder de vista
que el alma no
depende de la sangre para su existencia, ya que existe en un nivel muchísimo
más sutil que el físico. El alma existe en su propio plano, independiente del
plano físico, aunque durante la encarnación en un cuerpo humano lo compenetre y
se valga del mismo para aprender u obrar.
Ante una transfusión de sangre, la ciencia médica tiene en cuenta el grupo y
factor sanguíneo, los cuales deben coincidir, es decir, ser los mismos en el
donante y el receptor. Lo que no considera la ciencia es la vibración
álmica de la sangre, por lo tanto, se podrían dar algunas pautas de qué
hacer si hemos de donar sangre o de recibirla en transfusión, para que no haya
rechazo o dificultad de adaptabilidad del receptor por ‘choque’ vibracional.
Este ‘choque’ se puede producir cuando las energías álmicas del donante y del
receptor son muy diferentes.
Lo que proponemos aquí requiere de una preparación interna de quien lo realice.
Si vamos a donar sangre sabiendo
quien la recibirá, deberemos meditar con la consciencia de que la sangre que
sea extraída de nuestro cuerpo, salga con la preparación vibracional adecuada
para el receptor (a quien nombraremos en la meditación). No daremos técnicas o
formas específicas de cómo realizar tal meditación, porque cada cual debe
sentir y encontrar su forma. Pero decimos que la simple intención dirigida a un
propósito seguida de un tiempo de silencio interno, produce ‘manifestación’.
De similar forma, si alguna vez necesitamos recibir sangre de un donante,
deberemos anticipadamente ‘irradiar’ la sangre que se nos introducirá en el
cuerpo con la intención de que se adapte lo mejor posible a nuestra necesidad
vibracional. Esa irradiación puede ser por medio de una meditación, o por otros
medios…
Mejor será si ambos, tanto receptor como donante, conocen estos temas, y meditan con la misma intención de lograr adaptabilidad y armonía para la transfusión.
Para quien no conozca o no sepa como meditar, el simple hecho de orar o pedir a
‘Dios’, como la fe de cada cual le permita, que la sangre se adapte al
receptor, producirá sus efectos positivos igualmente.
Esto vale también para donación de órganos.
Esta información podrá ser de utilidad y evitar sufrimientos innecesarios a quienes por creer que el alma está presente en la sangre, no deben ni darla ni recibirla.
A los que así creen (que son cristianos en su mayoría) recordamos el dicho bíblico:
“Lo que pedís en
Mi Nombre os será dado”.
http://estudios-sobre-el-alma.blogspot.com.es/-donde-se-asienta-el-alma.html
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