Cuando venía hacia aquí, en el avión me dijeron: "Mira, ya
salimos de la India, ahí está la frontera". Yo me asomé y por más que
miraba, no vi ni una línea, ni una barrera natural de separación. ¿Es que
existen las fronteras en la naturaleza? No están más que en nuestra mente. Toda
la tierra es de todos, y toda cultura no son más que ideas que nos separan.
"Hubo un niño blanco que se perdió en la selva y se crió
con una tribu de cultura distinta. Cuando creció se casó con una nativa de
aquella cultura. Ocurrió que una amiga de su mujer se le murió su marido en una
guerra, y aquella noche, al pensar en su amiga sola, la mujer nativa dijo a su
marido blanco: Oye, me gustaría que fueses a consolar a mi amiga, que está
sola, y como ya no tiene marido, te acostases con ella. El marido, que
recordaba aún rasgos de su cultura, se negaba horrorizado, pero al final,
complació a su mujer. Cuando volvió, la mujer le dijo: "Ya sabía que eras
buen hombre y yo ahora te quiero más, porque eres compasivo y me siento
orgullosa de ti"
¡Qué bella cultura, pero qué difícil de entender y seguir para
nosotros! No existe separación en las razas, sólo distintas culturas
programadas en nuestras mentes. En la naturaleza no existen fronteras. El
honor, el éxito y el fracaso no existen, como tampoco la belleza ni la fealdad,
porque todo consiste en una manera de ver de tu cultura. Es lo cultural lo que
provoca esas emociones ante el nombre de patria, raza, idioma o pueblo. Son
distintas formas de ver que están programadas en nuestra mente. La patria es el
producto de la política y la cultura es la manera de indoctrinarte.
Cuando eres un producto de tu cultura, sin cuestionarte nada, te
conviertes en un robot. Tu cultura, tu religiosidad y las diferencias raciales,
nacionales o regionales te han sido estampadas como un sello y lo tomas como
algo real. Te enseñaron una religiosidad y una forma de comportarte que no has
elegido tú, sino que te vino impuesta desde fuera, antes de que tuvieses edad o
discernimiento para decidir, y sigues así, con ella colgada, como una piedra al
cuello.
Sólo lo que nace y se decide desde adentro es auténtico y te
hace libre. Lo que haces como hábito que no puedes dejar de hacer porque te
domina, te hace dependiente, esclavo de lo que crees, porque te lo han
programado.
Sólo lo que surge de dentro, lo analizas, lo pasas por tu
criterio y te decides a ponerlo en práctica asumiéndolo, es tuyo y te hace
libre.
Tienes que liberarte de tu historia y de tu programación para
responder por ti mismo y no de personaje a personaje.
Lo mismo ocurre con lo que creemos amor y no es más que un
modelo cultural aceptado por la mente. No se puede vivir influenciado por el
pasado. Lo menos que se puede hacer por el amor es ser sincero, tener claridad
de percepción y llamar a cada cosa por su nombre. Ser capaz de dar la respuesta
precisa sin engañar ni engañarte.
Por qué te amo te doy la respuesta precisa sin engañar ni
engañarte. Por qué te amo te doy la respuesta desde mi realidad, que te
corresponde a ti y a tu realidad en este momento. Más tarde no sé que puede
ocurrir, y por ello no te hago promesas que no sé si podría cumplir.
Esto es lo menos que puedes exigirle al amor: la sinceridad, la
espiritualidad consiste en ver las cosas, no a través de cristales de color,
sino tal como son. La espiritualidad ha de nacer de ti mismo, y cuando seas tú
mismo, serás más espiritual.
NO SEAS FOTOCOPIA
No imitéis a nadie, ni siquiera a Jesús. Jesús no era copia de
nadie. Para ser como Jesús, has de ser tú mismo, sin copiar a nadie, pues todo
lo auténtico es lo real, como real era Jesús.
La culpabilidad y la crítica no existen más que en la mente de
la cultura. Las personas que menos se preocupan de la vida de ahora, de vivir
el presente, son las que más se preocupan por la venidera.
Preocúpate por estar despierto, vive el ahora y no te importará
el futuro. Cuando tu mentalidad cambia, todo cambia para ti a tu alrededor. Lo
que antes te preocupaba tanto, ahora te importa un bledo, y, en cambio, vas
descubriendo cosas maravillosas que antes te pasaban desapercibidas.
Lo que más les preocupa a las personas programadas, es tener la
razón. Tienen miedo de perder sus ideas, en las que se apoyan, porque les da
pavor el riesgo, el cambio, la novedad y se agarran de sus viejas ideas porque
ya están fosilizadas.
Nuestra vida se convierte en un lío porque tomamos como realidad
lo que no son más que programaciones que no sirven para nada y nos agarramos a
ellas porque no sabemos descubrir otra cosa. En el fondo tenemos una gran
inseguridad, y para sentirnos mejor, vamos a consultar a los que creemos que
saben más que nosotros, creyendo que ellos nos van a solucionar los problemas.
Pero los problemas, que sólo existen en nuestra imaginación, sólo despertando
los solucionaremos.
FÁCIL Y DIFÍCIL
"Se cuenta que había un gran maestro llamado Buso, que era
casado y tenía una hija, todos con fama de sabiduría y de santidad. Un día se
acercó un hombre al maestro y le preguntó: -"¿La iluminación es fácil o
difícil?". Y Buso contestó: "-Es tan difícil como alcanzar la
luna". No conforme, el hombre se acercó a la mujer de Buso y le hizo la
misma pregunta, a lo que ella contestó: "-Es fácil, es tan fácil como
beberse un vaso de agua". Intrigado quedó el hombre y para salir de dudas
le hizo la misma pregunta a la hija del maestro, que le contestó:
"¡Hombre, si lo haces difícil es difícil, pero si lo haces fácil...!"
Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con
sinceridad, sin engañarte, porque el ver significa cambio, nada a qué
agarrarse, y estamos acostumbrados a buscarnos asideros y a andar con muletas.
En cuanto llegas a ver con claridad tienes que volar, y volar es no tener nada
en donde agarrarse. Necesitamos desmontar la tienda en la que nos refugiábamos
y seguir por el sendero adelante sin apoyos.
El susto mayor es por la aniquilación de todo miedo, puesto que
los miedos han sido el manto en que nos envolvíamos para no ver ni ser vistos.
Dejar las cosas atrás y enfrentarse a la felicidad cuando no quieres ser feliz
a ese precio. Una felicidad que has de expresar tú y no esperar a que te la den
hecha.
Aunque vas diciendo que buscas la felicidad, lo cierto es que no
quieres ser feliz. Prefieres volver al nido antes de volar porque tienes miedo,
y el miedo es algo conocido y la felicidad no.
En mi profesión de psicólogo advierto cada día esto. Lo primero
que tiene que entender el buen psicólogo, es que el que viene a él no busca
curación, sino el alivio, la comodidad, pero no quiere cambiar; es demasiado
expuesto y comprometido.
Es como aquel que está metido en la porquería hasta la boca y lo
único que le preocupa es que no le hagan olas, no que lo saquen de allí. Lo
malo es que la mayoría equiparan la felicidad con conseguir el objeto de su
apego, y no quieren saber que la felicidad está precisamente en la ausencia de
los apegos, y en que ninguna persona ni cosa tenga poder sobre ti.
Re-Publicado por “Isis Alada”
1 comentario:
buenas aclaraciones.
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