"Isis Alada" |
Los practicantes de Reiki afirman que las personas se
sienten atraídas por esta forma de sanación justamente cuando más necesitan
beneficiarse de ella. De alguna manera misteriosa, la energía vital universal
suscita nuestro interés y nos invita a descubrirla en momentos cruciales de
nuestra vida, cuando mayor es nuestra implicación y el rendimiento que vamos a
obtener de este aprendizaje.
A continuación te explicamos como empezar a
practicar el Reiki.
Las técnicas de Reiki se aprenden fácilmente en un curso
impartido por un maestro. La enseñanza se divide en tres grados o niveles, a lo
largo de los cuales se accede a todo lo relacionado con la historia y el
funcionamiento de esta terapia. Parte de esta información puede encontrarla en
un libro sobre Reiki, pero lo más importante son las actividades (también
llamadas "iniciaciones" o "armonizaciones"), que sirven
para poner en marcha en el alumno la canalización de energía. Este proceso
requiere la ayuda y la supervisión de un maestro de Reiki.
El mejor modo de informarse sobre un curso es preguntar a un
terapeuta con el que se tenga una buena relación. Quizás lo imparta él mismo o,
en caso contrario, conocerá a más de un maestro que lo haga. De todas formas,
su consejo y orientación a la hora de dar el primer paso suelen ser muy
valiosos. Antes de inscribirse en un curso es fundamental comprobar que se
tiene una buena empatía con el maestro, pero también conviene saber dónde se
imparten las clases, su duración y el número de asistentes por grupo.
El contenido de los cursos de Reiki es siempre similar, pero el
modo de enfocarlos varía según el maestro. Por lo común tienen un
funcionamiento informal y combinan la teoría con la práctica. Una clase puede
tener hasta veinte personas, todas ellas situadas en el mismo nivel de
aprendizaje. El contacto entre los miembros del grupo es muy importante , pues
el intercambio de experiencias enriquece a cada uno de los participantes y
favorece el desenvolvimiento conjunto.
Muchos cursos de Reiki incluyen ejercicios de desarrollo
personal que ayudan a tener más confianza en el maestro y en los compañeros.
Ser iniciado en le Reiki no tiene nada de misterioso o exclusivo.
La iniciación no supone ingresar en una secta ni está reservado a unos pocos
elegidos. A veces se identifica este concepto con prácticas ocultas y rituales
secretos, pero quien espere tales cosas de un curso de Reiki se llevará una
gran decepción. Es verdad que el aprendizaje de este método curativo tiene algo
de ceremonia, es decir, de acto regulado en el que se entra en contacto con
elementos espirituales o superiores.
Cualquiera que haya experimentado este proceso sabe que,
efectivamente los iniciados están llamados a alcanzar la unidad y la armonía
con el cosmos a través de la energía. Pero este camino de investigación y
descubrimiento está abierto a todos los que quieran recorrerlo.
La duración de un curso de Reiki es algo necesariamente
flexible. A menudo se ofrecen cursos intensivos de fin de semana, pero la
mayoría de maestros coincide en que esta enseñanza acelerada no es aconsejable,
porque el iniciado necesita más tiempo para que se asiente el proceso de
canalización de energía, se desarrolle su capacidad curativa y se alcancen
niveles óptimos de comprensión y concentración. Un fin de semana puede ser
adecuado para el primer grado, que suele requerir entre 12 y 18 horas.
El aprendizaje del Reiki y la prisa son incompatibles. La
urgencia puede desorientar al alumno y hacer que se sienta incomodo o
insatisfecho. Además, un aspecto importante del adiestramiento es la práctica y
la ejercitación paulatina de las técnicas de sanación.
Entre el primer y el segundo grado de Reiki conviene dejar
un tiempo de espera para que el principiante vaya madurando los nuevos
conocimientos. Este período se determina en función de la persona (suele ser
ella misma quien tiene la última palabra), pues cada uno sabe su propio ritmo
de asimilación.
La energía del Reiki no
está dirigida por la mente, pero implica conocimiento. Algunos la definen como
una fuerza de vida guiada por la sabiduría del universo, e identifican esa
sabiduría con la esencia divina. Hawayo Takata escribió "Creo que existe
un único ser supremo, el Infinito Absoluto, una fuerza dinámica que rige el
mundo y el universo. Es un poder invisible que vibra y ante el cual todos los
demás poderes palidecen en la insignificancia, el Gran Espiritu Divino."
Asimismo los
maestros de Reiki creen que la base de esta forma de curación es el amor.
Del mismo modo que alrededor de cada uno de nosotros existe un campo energético
que llamamos "aura", el universo también posee un aura de varias
capas, una de las cuales recibe el nombre de amor universal incondicional. Por
eso el Reiki puede ser identificado con el amor absoluto que emana de la
divinidad.
Con el Reiki no es
preciso manipular la energia ni concentrarse en ella. Tampoco consiste en
eliminar la que posee el receptor o aportarle la propia energia. Se trata
únicamente de dejar que esa fuerza actúe a través de nosotros, convertidos en
canales de su poder curativo, para que el ki vital o personal y el rey cósmico alcancen
la armonía. No es el practicante de Reiki quien se cura a sí mismo o
cura a los demás, todo lo que hace la energía universal que fluye a través de
él. La misión del terapeuta cosiste en procurar ser un camino lo más despejado
posible evitando el protagonismo.
Para que el Reiki actúe
basta con dejarle fluir. De hecho, tratar de orientarlo hacia un lugar
determinado o de modificar mentalmente sus efectos puede ser un error. Los
maestros aseguran que el Reiki es sabio y se dirige allá donde es necesario. Si
faltan el equilibrio y la armonía en un área determinada, el Reiki lo detecta y
obra en consecuencia. Por eso se dice que el Reiki da lo que necesita, no lo
que se le pide. Muchas personas que se han beneficiado de él cuentan que el
Reiki apareció en sus vidas justamente cuando era preciso, ni antes ni después,
aunque eso lo han comprendido más tarde.
" Hay una luz que
brilla más allá de cuanto cubre la tierra.
Más allá de nosotros, más allá de los altos cielos.
Es la luz que brilla en nuestro corazón ".
Más allá de nosotros, más allá de los altos cielos.
Es la luz que brilla en nuestro corazón ".
El descubrimiento (o redescubrimiento) de la fuerza sanadora del Reiki
se atribuye a Mikao Usui, que vivió en el siglo XIX. Existen distintas
versiones sobre su vida y las legendarias circunstancias en que se produjo su
hallazgo. Durante años, los maestros de Reiki han transmitido
oralmente a sus discípulos la narración de sus maravillosas peripecias,
modificando detalles o añadiendo otros nuevos que les dictaba su fantasía. En
todo caso lo más importante de la historia de este pionero es su vertiente
simbólica, como representación de una búsqueda nacida del corazón, y lo de
menos son las anécdotas controvertidas que tanto preocupan a los estudiosos.
En la década de 1920, un destacado seguidor de Usui, Chujiro Hayashi, fue autorizado a tener a su cargo estudiantes de Reiki. Este maestro creó en Tokio una pequeña escuela-hospital con diez camas donde se formaban nuevos terapeutas y se trataban toda clase de enfermedades. Hayashi, que dirigió esta institución hasta su muerte, introdujo importantes reformas en el método tradicional.
En 1935, Hayashi estaba
convencido de que la guerra era inevitable, y sabía que en los campos de
batalla iban a morir muchísimos hombres jóvenes japoneses, probablemente una
generación entera. Por tanto consideró la posibilidad de instruir a varias
mujeres a fin de que el Reiki pudiera sobrevivir al conflicto.
Ese mismo año llegó a
su pequeña clínica Hawayo Takata, una joven multimillonaria de padres
japoneses, aunque nacida en Hawai, por tanto ciudadana estadounidense. Viuda y
con dos hijos de corta edad, padecía varias dolencias graves, entre ellas
cáncer. Takata había recurrido si éxito a la medicina tradicional. En cierta
ocasión, cuando estaba a punto de ser intervenida quirúrgicamente, tuvo el
convencimiento de que aquella operación era innecesaria. Al preguntar a su
médico por una terapia alternativa éste le sugirió la clínica de Hayashi, que
había adquirido cierto renombre en los últimos años. Una vez allí, en pocos
meses recuperó la salud totalmente y fue instruida en la prodigiosa técnica
capaz de curar todo tipo de enfermedades.
Hayashi transmitió a
Takata todos sus conocimientos y viajó con ella a hawai en 1938, donde se
dedicaron a sanar enfermos y difundir el método Reiki. Poco antes de morir,
Hayashi nombró a Takata gran maestra y la designó su sucesora, encomendándole
continuar la tradición, nombrar a otros maestros y velar por la integridad de
sus enseñanzas
La escuela japonesa de
Hayashi desapareció durante la Segunda guerra Mundial y Takata introdujo el
Reiki en Occidente. En 1980 Takata fundó la Asociación Americana de Reiki. Su
nieta y sucesora, Phyllis Lee Furumoto, promovió en 1981 la Alianza Reiki junto
con otros 21 maestros. De este núcleo han salido todas las asociaciones de
Reiki. Aunque un maestro no está obligado a formar parte de ninguna asociación.
Hay muchas razones por las que se puede desear someterse a una
sesión de reiki. El motivo puede ser una lesión concreta o un simple malestar
físico o psíquico. Hay personas que están siendo tratadas de una determinada
enfermedad y consideran que el Reiki será un buen complemento terapéutico, o
bien sufren una gran presión laboral y buscan en el Reiki una forma de
relajación. A veces les mueve la simple curiosidad.
La elección del
terapeuta de Reiki depende de cada uno. Puede hacerse al azar, simplemente
llamando por teléfono, pero habitualmente se escoge a alguien conocido o que
haya atendido a algún amigo o familiar. Aunque la imposición de manos se
realiza sin quitarse la ropa, hay quien prefiere a un especialista del mismo
sexo para sentirse más cómodo.
Por lo general cada
sesión de Reiki dura entre tres cuartos de hora y una hora, pero el tiempo
puede adaptarse a las circunstancias y las necesidades de la persona. Si bien
los terapeutas profesionales cobran por sus servicios, a veces ofrecen
descuentos en función de los recursos del receptor.
Hay muchos practicantes
de Reiki que no piden nada a cambio, pero también en estos casos se debe
valorar su esfuerzo y agradecérselo con un obsequio simbólico. Mikao Usui inaguró
esta tradición de intercambio para asegurar que los receptores se implicasen en
el proceso curativo.
El tratamiento no
requiere una preparación previa, pero es aconsejable seguir una serie de reglas
elementales que facilitarán las cosas. A nivel físico basta una higiene
sencilla, ducharse, lavarse los dientes. En el plano psíquico, ayuda mucho
acudir con una mente abierta, sin prejuicios de ningún tipo.
Cualquier lugar sirve para
llevar a cabo una sesión de Reiki. El tratamiento puede tener lugar en casa o
al aire libre, mientras se va en coche o en tren, pero lo ideal es disponer de
una habitación limpia y ordenada que ofrezca un mínimo de sosiego y privacidad.
Los ambientes conductivos son beneficiosos para la curación, de ahí que un
entorno estresante, como el lugar de trabajo o un espacio lleno de gente estén
contraindicados.
Es mejor llevar ropa
cómoda y holgada que no apriete por ningún lado y permita relajarse. También
conviene coger un jersey, pues durante una sesión de Reiki es fácil
sentir frío en determinados momentos. Probablemente el terapeuta le pedirá que
se quite los zapatos y el cinturón, así como las gafas y joyas, para que tenga
una total libertad de movimientos y nada interrumpa el flujo del Reiki.
Antes de comenzar, el
especialista suele entablar una breve conversación en la que pregunta por
nuestro estado de salud, estilo de vida y costumbres. En este sentido, todo
buen practicante debe ser agradable y abierto, pero también comprometerse a
respetar la confidencialidad. Aunque tenga una dolencia localizada, realizará
el tratamiento completo, de la cabeza a los pies, siguiendo las posiciones
tradicionales de las manos.
SINTONIZACIÓN DE SANACIÓN AQUÍ
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Publicado por “Isis Alada”
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