María de Nazareth
“Este es un gran tiempo
de revelaciones”
(Rezando el santo
Rosario, ya casi llegando al último misterio, Mi Santa Madre, se
hace presente, con su inconfundible perfume a rosas).
Desciendo amada niña,
Soy tu mama del Cielo, María de Nazareth, y de todas las criaturas
de la Tierra, y me manifiesto al mundo para traer la verdad, este es un tiempo
de revelaciones, para traer la Fe.
Cada Testimonio de
Fe, puede hacer mucho, en sus vidas
cotidianas, puede dar un impulso para creer que el amor salvara
a la humanidad.
Las revelaciones están
dando luz, a los hechos oscuros, que unos pocos han deseado
ocultar imponiendo razones, que solo convenían a sus
interés ocultos.
Muchos siglos y
siglos, han pasado, y en mis
apariciones he develado secretos, a través de mis canales
inmaculados, y continuo enviando mensajes de esperanza, y
amor, para estos tiempos que mis corazones de rosas, han llegado
a vosotros, para abrir los corazones de las almas. Yo soy
vuestra madre, y también la madre de mi amado
Jesús, y tan solo he sido una criatura, una mujer, y
en mi misión como redentora de las
almas, les revelo, la importancia infinita, que
vosotras tenéis, las mujeres, en especial, renaciendo
el flujo, de la vibración femenina, el
surgimiento de la diosa, en vosotras, sois
diosas, porque de vuestro fruto, se definen las
nuevas generaciones de almas nuevas, ya no las viejas almas que
vuelven a nacer, ya no, los niños
futuros, mis niños también, nacen con un
nuevo código diamantino en sus corazones, ya no
tendrán, que aprender, solo recordar, quienes
son, esos niños son reliquias del cielo, mis
pequeños, almas inocentes, que a veces sin saber su
origen se entregaran para la salvación de
la humanidad, toda bondad, y ternura, ya
están impresas en sus corazones. Ellos provienen de las
estrellas, del universo, de las diferentes galaxias, nunca
antes han encarnado, y vosotras, seréis el
seno donde daréis vida, y el hogar lleno de amor que mis
niños, deben recibir. Yo vuestra madre, María
de Nazareth, obrare en vosotras, los ángeles y
arcángeles, ya están prestos, para realizar el
llamado.
Por esto, amadas
niñas, Madres, abuelas, tías, es el tiempo de
reconocer la nueva santidad de estas almas nuevas, inmaculadas, que debemos
preservar, guiar y proteger.
Estos nuevos
maestros, os deslumbraran, por su sabiduría, sus
silencios, y su capacidad asombrosa dedicada al mas puro amor.
No conocen, las
miserias oscuras, los latidos de corazón, y la
intuición son los elementos que los llevaran a
accionar, respetando las leyes del universo, que ya
son innatas, en su ser, se
saben confiables y amables, pero muy rectos en sus
convicciones, la fe y la confianza en Dios
Creador, será incorruptible, y unidos a la Fuente, desarrollaran su
labor, traerán conocimientos del universo, y
se manifestaran con una fluidez impecable.
Estas amorosas
criaturas, serán guiadas por los ángeles y arcángeles del
cielo, y el vínculo con ellos, no se perderá jamás, porque
traen consigo una vibración celestial.
En los
tiempos que vienen, serán algunos pocos, muy especiales,
pero se harán notar, luego vosotras, madres, sentiréis en vuestro corazón, una
sensación diferente cuando os será anunciado que en vuestro
vientre, seréis madres de un alma nueva, quedaran en el
anonimato, y seréis vosotras las que experimentareis las maravillas de la obra
de Dios Padre.
El hombre nuevo,
nacerá y reinara aquí en el Cielo como en la Tierra.
Podéis imaginar mis
adorados niños de mi corazón, como fue mi vida junto a mi niño
Jesús, tenia en mis manos sus manitas pequeñas, y sabia
que era Dios mismo, sus manecitas estaban frías, porque
afuera hacia frio, y trataba de abrigarlas con mi
calor. Cada niño, es un sol, una
estrella, que nos se ha encomendado a nuestro
cuidado, es parte de nosotras, pero TAMBIEN es parte del universo y
de DIOS.
En mis
tiempos, cuando el Ángel me hablo, su voz era cálida y pausada,
podría haberme asustado, pero el amor invadía mi ser, tenia
confianza, era traslucido, brillante, y su anuncio estaba
lleno de felicidad y gozo, y un rayo atravesó mi ser, mi entrega era
absoluta, desde ese instante conocía la grandeza de Dios, mi amor de
Madre broto sin darme cuenta, y era tan solo un pequeña mujer
de Nazareth, al igual de las otras, viviendo una vida simple,
pero llevando la Luz, y aprendiendo de mi niño Jesús.
En Nazareth, mi
vida era en apariencia, como la que vivían los
demás, pero vivía emocionada, todo el tiempo, EL
era Dios, y a la ves es mi Hijo, y el Hijo de Dios Mismo, era
demasiado grande a veces para comprender, en aquellos
tiempos, pero mi fe es tan inmensa que nunca dude, la
divinidad, la veía en los ojos de mi niño, en su
rostro, en sus palabras, en la luz que irradiaba, su
presencia era divina.
En Nazareth, hacia, lo
mismo, que hacían las mujeres de la época, cosía, tejía, amasaba
el pan, en mi casa siempre había olor a pan, y
cuando horneaba el pan, mi niño estaba sentado
en su silla que le había hecho José, esperando su
panecillo.
Nunca podre olvidar su
carita, sus ojitos llenos de felicidad.
Tan solo
amor, el amor que no se ve, el amor que se siente y hace
vibrar el alma.
Amados niños de mi
corazón, corazones de rosas, os envió, llenos
del más puro amor, os cubro con mi Manto.
Yo soy Maria de
Nazareth.
Re-Publicado por “Isis Alada”
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