Es de sobras conocido que, en el ser humano, operan
diferentes biorritmos naturales, desde el instante de nuestro nacimiento, que
nos hacen pasar por momentos más altos o más bajos a nivel físico, emocional,
mental y espiritual. Estos biorritmos están ligados a los procesos vibratorios
naturales de nuestro planeta y de la composición energética que todos poseemos,
y cada uno tiene una duración determinada por la que pasamos de estar de un
punto álgido y máximo, a cruzar por un estado “neutro” y luego bajar a un
estado mínimo para volver a remontar de nuevo, empezando otro ciclo.
Aquellos que planifican sus agendas según sus
biorritmos, saben con más o menos certeza en que momento les es más beneficioso
hacer una entrevista de trabajo, pues están en el punto álgido del ciclo
intelectual, saben cuándo hacer una mudanza, pues buscan los días de mayor
capacidad física, o saben cuándo no irse a ver una película triste si están en
la parte baja, en el valle, de su ciclo emocional. Como todo, no se trata de
volvernos paranoicos y obsesivos y planificar al detalle cada cosa que hacemos,
sino usar este tipo de ciclos para saber cuándo nos conviene meternos en algo
un día o dejarlo para tres días más tarde si queremos obtener los mejores
resultados con ello.
Cuatro biorritmos
principales
Los biorritmos más conocidos y los más usados son
cuatro: el físico, que determina precisamente eso, nuestro estado físico, la
energía que tenemos, la vitalidad. Luego tenemos el ciclo emocional, que nos
regula los altos y bajos de los procesos emocionales y sentimentales, a
continuación tenemos el ciclo intelectual, que regula o marca los momentos en
los que estamos mentalmente más activos, lúcidos y capaces de darle caña a la
parte racional de la vida, y, por último, aunque es menos conocido, tenemos el
ciclo espiritual o del “adepto”, que regula nuestra capacidad energética más
sutil y nuestra evolución personal en relación a este aspecto de la vida.
Estos cuatro ciclos tienen duraciones diferentes, el físico se repite cada 552
horas, o 23 días, el emocional cada 28 días o 672 horas, el intelectual cada 33
días o 792 horas y el espiritual cada 18 días o 432 horas. Ya os explicaré
porque trabajamos con horas mejor que con días.
Para calcular tus biorritmos, solo hay que buscar en
internet alguna de las cientos de herramientas que existen para ello, entrando
tu fecha de nacimiento, pues se debe calcular desde el momento que naciste, y
entrando la fecha actual, obtendrás la posición de cada uno de estos ciclos
para el día de consulta, pudiendo evidentemente sacarla para todo un mes, 6
meses o incluso a un año vista. Esto por ejemplo es mi curva de este mes:
El solo hecho de tener este tipo de curvas te ayuda a
comprender en que momentos te encuentras en los puntos álgidos, el pico del
ciclo, en que momento te encuentras en los puntos medios, y en qué momentos te
encuentras en los puntos mínimos, el valle del ciclo. Además, puedes ver qué
días confluyen dos o tres ciclos en sus puntos álgidos, de forma que se pueden
aprovechar para emprender nuevas cosas, o que días confluyen diferentes ciclos
en sus puntos mínimos, de forma que mejor no hacer nada especial en esos
momentos. Como norma, de forma natural, uno está más fuerte y pletórico a nivel
físico, emocional, mental y espiritual en el punto más alto del ciclo y va
perdiendo esa vitalidad hasta que cruza por el punto medio o neutro y luego se
invierte la tendencia y uno se encuentra “en negativo”, estando en estados
físicos, emocionales, mentales y espirituales que aconsejan esperar a que
remonte el ciclo de nuevo para tomar decisiones, ejecutar según qué acciones o
empezar según qué proyecto o actividad.
Puesto que todos tenemos que trabajar todos los días,
tomar decisiones todos los días y hacer cosas todos los días, es muy probable
que aunque no queramos, haya cosas que no podamos programar cuando nos
gustaría, pero, por otro lado, todo aquello que sea programable en nuestras
vidas, hasta un cierto punto, vale la pena hacerlo siempre cuando el ciclo
principal que le compete está en su punto máximo de inflexión.
Entran en juego las
octavas de los procesos energéticos
Bueno, hasta aquí la parte fácil del tema, es algo de
sobra conocido y es algo que todos podemos aplicar sin ningún esfuerzo a
nuestro día a día para conseguir mejores resultados en aquello que hacemos. Sin
embargo ahora vamos a profundizar más en estos ritmos y ciclos para ver como
realmente podemos usarlos a nuestro favor, ya que vamos a hablar del tema de
las octavas energéticas.
Todo lo que sucede en esta realidad, todo evento,
situación, proyecto, “cosa”, etc., tiene un proceso energético. Todo, para
poder manifestarse, completarse, empezarse y terminarse pasa por unos pasos y
unas etapas, que, al igual que las podemos identificar de forma física cuando estamos
metidos en ello ( paso 1, paso 2, paso 3, etc.), también podemos identificar la
parte energética de las mismas, aunque a priori no sea tan fácil. Pero no puede
haber nada creado, manifestado, ejecutado o llevado a cabo en nuestra realidad
que no siga un proceso energético de pasos desde que empieza hasta que se
termina.
Este proceso es lo que se conoce como una octava. Se
le llama octava porque los pasos o saltos energéticos que sigue todo lo que
existe para pasar de un estado A, a un estado B son principalmente siete. Estos
pasos, más cortos o más largos en duración, para que todos nos entendamos, son
como las notas musicales, y así están explicados por ejemplo en las enseñanzas
de Gurdjieff. Todo lo que empieza se inicia en el estado energético o nivel que
podemos asignar a la nota DO, luego pasa a un estado que sería correspondiente
a la nota RE, luego al MI, al FA…. hasta que termina con el DO de la siguiente
octava. Como todos sabéis, las notas musicales representan cada una un tipo de
energía diferente, una frecuencia, un estado vibracional, de ahí que nos sean
tan útiles para poder estudiar las octavas de las que se compone todo lo que
nos sucede en la vida.
Todo sigue un proceso
por octavas
Nuestra vida es una octava muy larga (desde que
nacemos hasta que morimos), las 24 horas del día son una octava muy corta
(desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir), el tiempo que pasa
entre que algo empieza y acaba está regido por una octava. Por ejemplo, el
proceso de escribir este artículo sigue una octava, muy corta en duración, de
apenas dos horas, que es lo que llevo sentado al teclado y lo que calculo
tardaré al darle al botón de “publicar”. En el momento en el que me senté a
teclear el titulo se inició el proceso vibracional o energético en un punto, el
DO, luego la energía fue fluyendo mientras yo he ido creando lo que estáis
leyendo y pasando por diferentes estados hasta finalizar en el siguiente DO,
cuando termine esto y ya esté en mi web online. Durante estas dos horas, el
proceso se ha completado de forma natural, haya tardado lo que haya tardado,
pues en algunos momentos he hecho algún descanso, o he pasado más tiempo
revisando antes de publicar, lo cual no ha sido más que otro momento energético
que lleva al mismo objetivo, completar el artículo y con ello la octava de
pasos que lo han hecho posible.
La Ley de las Octavas
es universal
Todo lo que es creado
o manifestado en nuestra realidad está regido por la llamada Ley de las
Octavas, que dice que todo sigue unos pasos desde su inicio hasta su
finalización. Conociendo la ley de las octavas y como funciona, uno puede
gestionar su propia realidad de forma mucho más eficaz, como veremos dentro de
unos días. Os recomiendo el libro “El Secreto de
las Octavas” http://detrasdeloaparente.blogspot.com.es/p/biblioteca-detras-de-lo-aparente.html de Detrás de lo Aparente para
que podáis comprender toda la teoría que se encuentra detrás de esta ley.
En estos momentos, lo que nos interesa es aplicar esta
ley de las octavas al tema de los biorritmos del ser humano, de forma que, ya
os adelanto, porque lo explicaré en el próximo artículo, que lo que podemos
hacer es dividir esos biorritmos en diferentes partes, y calcular el momento de
la octava en la que nos encontramos dentro del ciclo físico, emocional, mental
o espiritual. Así, sabiendo esto, podremos saber en qué momentos podemos
ejecutar ciertas acciones energéticas para que tengan más fuerza a la hora de
hacer cambios en nuestra vida y podréis ver los efectos que tiene saber, con
más o menos detalle, como gestionar los procesos energéticos del universo en
vuestro ritmo diario. Os invito a que en los próximos días busquéis alguna
herramienta para calcular vuestros biorritmos y los saquéis para las próximas
semanas o meses, ya que podremos hacer cálculos con ellos muy interesantes.
*******************************
Situándonos de nuevo en modo “mente”, a medida que
seguimos intentando comprender como funciona este juego de la vida en el que
estamos inmersos, van apareciendo filosofías y enseñanzas que van sumando
piezas al tetris de nuestra compresión particular. En este caso, vamos a ver un
poco parte de esas piezas tal y como los antiguos pitagóricos las encajaban.
Cuando Pitágoras definía, para sus alumnos, en sus
enseñanzas, su conocimiento de cómo estaba formada la realidad, la describía
como un “materialismo espiritual”, pues decía, y sabia, que toda la materia
tiene conciencia, y, por ende, todos los niveles de existencia posibles, sean
físicos o no, son planos espirituales, simplemente en diferentes grados de
condensación vibratoria.
Para los pitagóricos,
la existencia de nuestra realidad está basada en una trinidad de aspectos
equivalentes y relacionados entre si: la materia, el movimiento y la conciencia, y ninguno de esos
tres aspectos puede existir sin los otros dos. Toda materia se encuentra en
movimiento constante y toda materia tiene consciencia. En este y próximos
artículos tengo intención de transmitiros parte de la información o
conocimiento de la escuela pitagórica, y que forma parte del bagaje metafísico
de cómo está formado el universo en el que existimos.
Mónadas, unidades de
conciencia, átomos primordiales
Pitágoras decía que la
materia está compuesta de átomos primordiales, que llamó Mónadas. Los que
habéis leído los libros de Jane Roberts y
Seth, al mismo concepto lo denominan “unidades de conciencia”. Por otro lado, si habéis leído
algo de mecánica cuántica, también refiriéndose al mismo concepto, hablamos de
las partículas más pequeñas nacidas de concentraciones de éter llamados
carpines, puntos cesna, miríadas, etc., etc. Estas partículas son las partes
más pequeñas posibles con conciencia individual, y cuya combinación y
agrupación, en diferentes formas, dan lugar a las partículas sub-quánticas como
quarks, que dan lugar a electrones, protones y neutrones, que dan lugar a
átomos, agrupados en moléculas, organizados en células, y manifestando todo
aquello que está vivo en nuestro planeta.
Así, desde el inicio, la conciencia de estos átomos
primordiales, mónadas o unidades de conciencia, existen como los bloques
fundamentales de construcción de la realidad, los ladrillos que forman todo lo
que vemos y conocemos.
Varias clases de
materia
Cuando los pitagóricos empezaron a estudiar la
materia, se dieron cuenta que la podían dividir en varias clases. Una, la
materia primordial, no-manifestada, la misma energía de la Fuente que todo lo
abarca y desde donde todo “sale”, luego, una segunda clase de materia-energía,
la manifestada, que compone las divisiones primarias de la Fuente, los cosmos o
universos y todo lo que en ellos se contiene.
Así, cada cosmos o
universo posee una estructura energética consistente en una serie de planos o
niveles de diferente densidad, penetrando y superponiéndose aquellos que son
más altos en vibración, con aquellos que son menores en ella. Siguiendo la ley de las
Octavas, o la ley de siete, la estructura de cada cosmos está
dividida en 7 macro planos o niveles frecuenciales con diferente densidad de
vibración, y cada nivel está dividido a su vez en siete sub-niveles, haciendo
un total de 49 niveles dentro de una primera división por frecuencia de
vibración y composición energética (ya que cada uno de esos niveles se`puede
seguir dividiendo en siete, que se puede dividir en siete más, etc.).
El primer macro-plano comprende los sub-niveles del
1-7, el segundo del 8-14, el tercero del 15-21, el cuarto del 22-28, el quinto
del 29-35, el sexto del 36-42 y el séptimo del 43 al 49. Actualmente, nuestra
realidad sólida y física que conocemos es la realidad material del plano más
denso de todos, el número 49. Cada uno de esos planos difiere solamente
en la composición energética de las unidades primordiales que la forman, su
duración, movimiento y nivel de las mónadas o unidades de conciencia adaptadas
a la vibración del sub-plano donde se manifiestan.
Sobre la ley de las
octavas, un recordatorio de un artículo
anterior:
Todo lo que sucede en
esta realidad, todo evento, situación, proyecto, “cosa”, etc., tiene un proceso
energético. Todo, para poder manifestarse, completarse, empezarse y terminarse
pasa por unos pasos y unas etapas, que, al igual que las podemos identificar de
forma física cuando estamos metidos en ello ( paso 1, paso 2, paso 3, etc.),
también podemos identificar la parte energética de las mismas, aunque a priori
no sea tan fácil. Pero no puede haber nada creado, manifestado, ejecutado o
llevado a cabo en nuestra realidad que no siga un proceso energético de pasos
desde que empieza hasta que se termina.
Este proceso es lo que
se conoce como una octava. Se le llama octava porque los pasos o saltos
energéticos que sigue todo lo que existe para pasar de un estado A a un estado
B son principalmente siete. Estos pasos, más cortos o más largos en duración,
para que todos nos entendamos, son como las notas musicales, y así están
explicados por ejemplo en las enseñanzas de Gurdjieff. Todo lo que empieza se
inicia en el estado energético o nivel que podemos asignar a la nota DO, luego
pasa a un estado que sería correspondiente a la nota RE, luego al MI, al FA….
hasta que termina con el DO de la siguiente octava. Como todos sabéis, las
notas musicales representan cada una un tipo de energía diferente, una
frecuencia, un estado vibracional, de ahí que nos sean tan útiles para poder
estudiar las octavas de las que se compone todo lo que nos sucede en la vida.
Combinación de materia
Puesto que, básicamente y para hacerlo sencillo,
existen esos 49 niveles principales desde el plano más “alto” al plano más
“bajo” o sólido, podemos definir 49 tipos de materia consciente en movimiento
como base para la estructura de ese cosmos, un tipo de energía diferente para
cada nivel.
Cuando nace un universo, para que se pueda crear en su
interior un plano inferior desde uno superior, simplemente siguiendo los
procesos de manifestación de la Ley de las Octavas, la
energía-materia-conciencia de un plano se proyecta hacia el siguiente,
cambiando de estado, densidad, vibración y composición, y generando un nuevo
sustrato para que la “vida” en cualquiera de sus manifestaciones física o no
física pueda tener lugar. Así, para que el plano 2 se forme, son las unidades
primordiales del plano 1 que se densifican un orden de magnitud y modifican sus
características vibracionales para formar el plano o nivel evolutivo siguiente.
Para explicarlo a grandes rasgos, para que el plano físico exista, primero ha
tenido que proyectarse desde un plano etérico y es la materia etérica cambiando
de estado la que forma entonces la materia física, a su vez, este, el etérico,
ha tenido que nacer de la proyección energética desde el plano emocional, y
este a su vez, desde el plano mental, y así hacia el origen de todo.
Los nombres para los siete planos más densos difieren
enormemente según la escuela o línea esotérica de conocimiento que sigas, así
que personalmente los nombro como los aprendí en su momento:
43- plano ádico o divino, 44- plano monádico o
anupadaka, 45- plano nirvánico o átmico, 46- plano búdico, 47- plano mental
(incluye el plano causal como parte superior del mismo), 48- plano emocional y
49 – plano físico (incluye el plano etérico como la parte superior del mismo).
Planos esféricos
Estos planos y niveles
son esféricos. Una vez le pregunté a uno de los guías con los que hablamos de
vez en cuando en sesiones de regresión que por qué no había ningún planeta
cuadrado, y nos dijo muy serio: porque
el “Creador” no es cuadrado :—). La Fuente se define como una
esfera infinita, los universos son esféricos, las estrellas y soles son
esféricos, y los planos o niveles dimensionales y frecuenciales que los
componen son esféricos también. Y todos “ocupan” el mismo espacio, porque se
trata de esferas de radio cada vez más amplio donde los planos más densos están
contenidos dentro de los planos más etéreos. Cuando hablamos de los diferentes
planos no físicos que rodean nuestro planeta, la Tierra, siempre empiezan todos
a medirse desde el núcleo o centro de la misma, por lo que hay partes de los
planos más elevados, que, “físicamente”, se encuentran en el interior de la
parte física de la Tierra, y hay partes de esos mismos planos, que
“físicamente”, llegan muy lejos de la misma.
En el siguiente artículo entramos más en detalle en la
composición, según la escuela pitagórica, de la estructura molecular y atómica
de los planos 43-49, que son básicamente donde nos movemos ahora como planeta y
raza en nuestro estado actual de evolución.
********************
Como veíamos en el artículo
anterior, según las enseñanzas pitagóricas (al menos las que han
trascendido), un cosmos o universo está formado por una estructura que puede
dividirse principalmente en 7×7= 49 niveles o planos frecuenciales, y, a medida
que se van reduciendo las escalas (universo, galaxia, sistema solar, sistema
planetario, etc.), se van reduciendo el número de planos en los que se
manifiestan estas sub-divisiones de la Fuente primaria.
Puesto que cada plano está compuesto de partículas
primordiales de energía combinadas del plano inmediatamente superior, nuestro
plano 49 (el físico) está siendo constantemente llenado con átomos primordiales
de un nivel más alto, que es lo que hace “crecer” el espacio que vemos como el
universo físico, y darnos la sensación de expansión del mismo. El universo se
expande, y las galaxias se separan entre si (genéricamente, otras se atraen por
otras fuerzas), porque el espacio “vacío” entre ellas constantemente está
recibiendo un influjo desde planos superiores que las aleja como si de un globo
siendo hinchado se tratase.
Los planos del sistema
solar
Nuestro sistema solar, y por extrapolación, imagino,
todos los sistemas solares de nuestra Vía Láctea, está compuesto solo por los
siete últimos planos o niveles frecuenciales, aquellos que van desde el plano
43 al 49 de esta escala, desde el plano llamado normalmente ádico al plano
físico. Puesto que la composición energética de estos últimos siete niveles es
la más densa de los 49 en existencia en el cosmos, las partículas primordiales
que los componen, las mónadas o unidades de conciencia, son también las 7
últimas más densas de la tabla o estructura del universo. La combinación de
estos 7 tipos de partículas o bloques formativos de los planos 43 a 49, cada
una con sus correspondientes características y nivel frecuencial, es lo que da
lugar a los diferentes estados de la materia existentes en el sistema solar y,
de nuevo, que la mayoría de escuelas llaman de la siguiente forma:
1 (el más sutil):. estado atómico, 2. estado sub-atómico, 3. estado
súper-etérico, 4. estado etérico, 5. estado gaseoso, 6. estado liquido y 7 (el
más denso): estado sólido.
Puesto que Pitágoras y sus enseñanzas lo basaban todo
en números, cuando querían referirse al estado sólido de la materia en el plano
más denso de todos, el número 49 de la escala, lo designaban como 49:7,
mientras que si por ejemplo, querían hacer referencia al estado vibracional del
plano etérico lo designaban como 49:4 (recordad que, en este esquema, el plano
etérico se considera la capa superior del plano físico, siendo 49 el plano
físico, y 4, el estado etérico de la materia que existe en él). Además,
conectaban también la vibración o energía de las fuerzas elementales (tierra,
agua, aire, fuego y “akasha” o éter o azoth – que tiene tantos nombres…) con
los cinco últimos estadios de la materia, tal que:
§
7. Estado sólido –>
elemento tierra
§
6. Estado líquido
–> elemento agua
§
5. Estado gaseoso
–> elemento aire
§
4. Estado
etérico/plasma –> elemento fuego
§
3,2, 1. Estados
súper-etérico, sub-atómico y atómico –> akasha o azoth o éter
Los planos de los
sistemas planetarios
Siguiendo con la estructura de niveles, dentro de un
mismo sistema solar, y para cada planeta perteneciente al mismo, los tres
primeros niveles (planos 43, 44 y 45) son usados para aquellas formas de vida
que han trascendido toda forma de materia física y se mueven solo en niveles de
vibración por encima del estado etérico. Así, los planos que llamamos ádico
(43), monádico (44) y átmico (45) son el “hogar” o el plano base de existencia
para aquellos seres, grupos, razas o jerarquías que se encuentran en niveles
evolutivos muy superiores al estado actual de la raza humana. Por otro lado,
los otros cuatro planos del sistema solar, en cada uno de los planetas que lo
componen, son los que sustentan la vida tal y como la raza humana la
experimenta ahora, y a donde estamos conectados, por diferentes partes de
nuestra composición energética. Así, todo ser humano, tiene algo de si mismo,
esté más o menos desarrollado, en los planos 46 (búdico), 47 (mental), 48
(emocional) y 49 (físico).
División de los planos
inferiores
Cuando nos centramos en la composición energética y de
capas vibracionales de nuestro planeta, y de la evolución de la conciencia tal
y como está diseñada por estos lares (posiblemente en otros sistemas
planetarios también), estos planos se han sub-dividido para poder ser
estudiados por los seres humanos, a lo largo de la historia, por diferentes
escuelas, en otras 7 partes más pequeñas, haciendo que, por ejemplo, el plano
mental tenga 7 sub-regiones, el emocional otras 7 y el físico otras 7 más, tal
que:
Plano mental (47) se
divide en:
|
Región del
pensamiento abstracto (plano causal)
|
sub-regiones 5-7:
región de las “ideas”
|
|
Región del
pensamiento concreto
|
sub-regiones 1-4:
arquetipos y “moldes” de las formas físicas de todo lo existente en los
planos inferiores
|
Plano emocional (48)
se divide en:
|
Alta
|
sub-regiones 5-7:
emocional alta
|
|
Media
|
sub-región 4: zona
neutral, región de las impresiones
|
|
Baja
|
sub-regiones 1-3:
región de deseos “bajos”
|
Plano físico (49) se
divide en:
|
Plano etérico
|
sub-regiones 4-7:
eterico a atómico
|
|
Plano físico
|
sub-regiones 1-3:
sólidos, líquidos, gases
|
La conciencia de las
especies
Con la tabla anterior en mente, y si ahora hablamos de
nivel de conciencia de los habitantes y seres que existen en estos planos
inferiores del sistema solar y ya hablando concretamente de la Tierra, el reino
mineral posee su cuerpo físico (los minerales) en el plano físico (49:1), pero
su conciencia en el plano etérico (49:4). El reino vegetal posee su vehículo
evolutivo en el plano físico, pero las mentes grupales o campos morfogenéticos
de cada especie se encuentran en la parte baja del plano emocional (48),
mientras que el reino animal posee sus vehículos evolutivos en el plano físico,
pero sus mentes o espíritus grupales se mueven entre la parte alta del etérico
y algunas en los inicios del plano emocional.
Por otro lado, la conciencia del ser humano se mueve
en el plano mental (47), y es ahí donde estamos desarrollando ahora los últimos
estadios de nuestro crecimiento como especie y raza, ya que con los cambios que
se están dando en el planeta, dentro de cierto tiempo, empezaremos a existir en
los planos superiores a los que ahora aun no llegamos.
POR DAVID TOPÍ
“Isis Alada”
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