Hola, me llamo
Cameron Macaulay y tengo diez años, aunque mis recuerdos infantiles son
cincuenta años más viejos que yo. Vivo en Glasgow, en Escocia, y los mayores
dicen que mis recuerdos son algo muy especial aunque a mí me parecen más
dolorosos que alegres.
Cuando comencé a hablar, con dos años, pude por fin
contarle a mi mamá de ahora, Norma, como era mi otra mamá.
Le conté como era mi otra casa, en la isla de Barra,
donde los aviones aterrizaban en la playa y yo los podía ver desde la
habitación de nuestra casita blanca.
Mi mamá pensaba me decía que yo tenía mucha
imaginación, aunque yo no entendía muy bien que quería decir con eso.
Fui creciendo y cada vez tenía más recuerdos de mi
otra casa. Recuerdo que tenía tres baños, y le decía a mi mamá que era mucho
mejor que tener tan solo uno, como ahora.
También le decía que con mi otra familia tenía un
precioso perro blanco y negro que jugaba mucho conmigo y con mis hermanos.
Recordaba también el precioso pelo de mi otra madre,
moviéndose con la brisa marina mientras nos observaba jugando en la arena de la
playa.
También recordaba mucho a mi otro padre, Shane
Robertson, con su pelo de punta y sus pantalones cortos que murió por no mirar
a los dos lados.
Un día mí mamá trajo a casa a un hombre para que le
contara todo lo que recordaba, se llamaba Jim Tucker y mi mamá decía que él era
el que más sabía de recuerdos como los míos. Hablamos mucho, él me preguntaba
cosas y yo le contestaba.
A los pocos días mi mamá y el señor Tucker me dieron
una gran sorpresa; me dijeron que íbamos a volar a la Isla de Barra, ¡A mi otra
casa!
Y así lo hicimos al poco tiempo, yo tenía seis años
y era la primera vez que iba a volver a mi otra casa.
¡Mira mamá! ¿Ves cómo vamos a aterrizar en la playa?
Recuerdo que me alegré mucho al llegar a la isla,
pronto volvería a ver a mis hermanitos y a mi otra mamá.
Seguro que se alegrarían un montón de volver a verme
y me preguntarían donde había estado todo este tiempo.
Le decía a mi mamá, Norma, que ya vería como se
llevaba muy bien con mi otra mamá. Estaba convencido de eso.
Dormimos en un hotel y por la mañana fuimos
recorriendo la playa. Cuando a lo lejos vi mi casita blanca me emocioné
muchísimo, pero cuando llegamos me entró una pena muy grande, porque mi familia
ya no estaba allí.
La casa estaba muy vieja y vacía, como si nadie
hubiese vivido allí en mucho tiempo. Dentro también había muebles y cosas diferentes
a las de mi familia.
Le conté a mi madre cual era mi habitación y le
enseñé la puerta secreta por donde salíamos mis hermanos y yo a la playa.
Me dejaron un rato para que recorriera toda la casa,
pero no me pude quedar mucho rato. Teníamos que volver a Glasgow.
Mi mamá y el señor Tucker me explicaron que a
algunas personas les pasa lo que a mí, que tienen recuerdos de gente que ya no
está, que hace muchos años que vivieron, y que no me preocupe por ellos, porque
seguro que como yo, ahora tienen otras vidas.
También dicen que cuando me haga mayor, poco a poco,
me iré olvidando de esos recuerdos, aunque yo creo me acordaré siempre de mi
otra familia.
Una vez, mi mejor amigo me preguntó lo que nos pasa
al morir y yo le dije lo único que sé; no pasa nada porque te mueras, volverás
a renacer.
Este relato, que puede parecer de ficción, está
basado en uno de los casos más espectaculares de supuestas reencarnaciones de
los últimos tiempos.
El del pequeño Cameron Macaulay. Desde muy pequeño,
Cameron le relataba a su madre episodios y situaciones de una vida anterior.
La madre no tardó en darse cuenta de que aquello no
eran simples juegos imaginativos infantiles y recurrió a un experto en la
materia, el Dr. Jim Tucker, psicólogo de la Universidad de Virgínia, que ha
creado una cátedra para el estudio de vidas pasadas en el que ya ha investigado
más de 1500 casos diferentes.
Tras conocer el caso del pequeño y estudiarlo,
decidieron viajar a la Isla de Barra, a unos 260 kilómetros de Glasgow, para
comprobar si sus recuerdos eran verídicos.
Al llegar ya pudieron comprobar cómo algunos de los
lugares de la isla eran exactamente como Cameron los había relatado, por
supuesto, ni Cameron ni su madre habían estado nunca en esta isla.
Consultando al historiador de la isla, éste dice que
no tiene conocimiento de que en la pequeña isla viva una familia Robertson con
las características descritas por el chaval.
Al día siguiente, el historiador les llama al hotel
para decir que ha encontrado una coincidencia.
Una familia Robertson, con una casita blanca de una
planta en la playa, que tenía un perro blanco y negro y un coche negro.
La única pega es que la familia Robertson vivió
allí… ¡en los años sesenta¡ Los aviones todavía aterrizan en la playa de
la Isla de Barra
Sin decirle nada al pequeño, emprenden camino en
dirección a la casa.
Cameron la identifica nada más verla. La pena del
chaval es tremenda cuando ve que allí ya no está la familia que recuerda y que
el tiempo ha cambiado muchas cosas. Comprueban que todo lo que Cameron les
había contado con respecto al lugar coincide a la perfección.
La casa en la actualidad
El niño, pese a la decepción sufrida, parece quedar
más tranquilo tras el viaje. Ha cumplido por lo menos su sueño de volver a
aquel lugar.
Tiempo atrás, tras una exhaustiva búsqueda de
descendientes de la familia Robertson, dan con Gillian Robertson, que aseguraba
haber tenido familia allí en los años sesenta.
Ella les muestra fotografías de aquellos tiempos,
donde se puede ver el coche negro de su padre, el perro blanco y negro y la
casa, tal y como la recordaba Cameron.
Todo coincide, a excepción de un dato. Gillian no
recuerda a ningún Shane Robertson, y tampoco recuerda ningún accidente mortal
con automóvil en la familia.
La historia de Cameron y su pasado se continúa
investigando. La BBC produjo en documental sobre este caso, recogiendo todos
los momentos relatados.
¿Coincidencias azarosas? ¿Imaginación desbordante?
¿O estamos ante una clara muestra de que, en realidad, existe otra vida después
de la vida?
Ni qué dudar hay…
WebSite: http://mparalelos.jimdo.com/2013/03/16/el-ni%C3%B1o-que-regreso-de-otra-vida/
Publicado por
“Isis Alada”
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