Seguro
que todos alguna vez nos hemos preguntado a nosotros mismos para qué
“sirve” la meditación. En esta ocasión tenemos una (o varias) respuesta:
sentarse a meditar en silencio y quietud tan sólo sirve para tres cosas.
Escribe este artículo Emilio J. Gómez. Foto: Eva Requejo.
1. Liberarse de la necesidad de iluminarse
A través de la
meditación es posible descubrir que todos los seres ya estamos iluminados.
Absolutamente todos somos ya seres de luz. Todos somos la misma consciencia y
energía, y pertenecemos a la misma Conciencia universal. Todos sin excepción
llevamos a la Divinidad en nuestros átomos, aunque la forma de expresar tal
Divinidad sea a través de una aparente individualidad.
Gracias a la práctica
de la meditación se comprende por propia experiencia que no existe ninguna
separación, excepto en nuestra imaginación, y que las diferentes distinciones
que aparecen en la mente son debidas a los diferentes niveles de vibración de
la energía en que se vive. Comprender esto es liberarse del pesado fardo de la
ignorancia.
A raíz de ese momento
no es preciso continuar con arduas prácticas, el aprendizaje de nuevas técnicas
o el estudio de los textos sagrados. Basta con aumentar el nivel de comprensión
a través del aumento de la vibración, y ello se consigue a través de una
práctica adecuada de yoga y meditación. A mayor vibración, mayor consciencia, y
a mayor consciencia mayor comprensión.
2.
Conocer el código del
alma
A través de la
receptividad esencial que nace de la práctica de la meditación es posible
descubrir el código que cada cual trae en su alma. Es decir, llegar a descubrir
qué es lo que se ha venido a hacer a este plano material, denso y maravilloso
que nos ha tocado vivir y compartir con los demás seres.
Lo sepa o no, lo crea
o no, cada individuo ha venido a realizar una labor concreta en este mundo, y
descubrirla es la mayor aventura que puede emprender un ser humano. En
realidad, ese es el manual de instrucciones para vivir una vida plena, lo que
ocurre es que ese texto viene cifrado y además es diferente para cada ser. No
existen dos códigos idénticos.
Encuentra qué has
venido a hacer. El modo es muy
sencillo; basta con preguntarte durante la práctica de meditación: “¿Cómo puedo ayudar a los demás?”. Y, muy
importante, quedarte muy receptivo ante la respuesta. Tal respuesta está libre
de egoísmo, pues emerge directamente de tu alma.
A continuación, cuando
lo sepas, ponte en marcha hacia ello. Pon toda tu energía en su consecución;
sea lo que sea, no puede haber error. Pon tu vida al servicio de los demás y
encontrarás sentido a tu existencia y, por extensión, la felicidad.
3.
Tener una muerte digna
Finalmente, cuando
sientas que la energía abandona tu cuerpo, sabrás que habrá llegado el momento
de abandonar este mundo. Repliégate entonces en tu ser y con una sonrisa en los
labios, porque has hecho todo lo que habías venido a hacer, despídete de tus
seres queridos, déjalo todo en orden… y regresa a casa feliz y satisfecho.
Así pues, la práctica
de la meditación nos ofrece la posibilidad de: 1. comprender nuestra auténtica
y común naturaleza, 2. descubrir qué es lo que se ha venido a hacer y, 3. al
final de nuestros días, la posibilidad de tener una muerte digna, de abandonar
con elegancia este mundo una vez realizado todo aquello que se ha venido a
hacer.
¡Feliz práctica!
Por: Emilio J. Gómez
José Miguel Gomez (Redactor GHB)
Es profesor de yoga de
la Asociación de yoga Silencio Interior e imparte clases Hatha & Radja yoga
en El Escorial (Madrid).
Contacto: info@silenciointerior.net
Más información:http://www.silenciointerior.net/
Fuente: http://www.yogaenred.com/
Re-Publicado por “Isis Alada”
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