El Ángel de la Cruz Cósmica de Fuego Blanco es el portavoz de
las legiones de ángeles de la Cruz cósmica de fuego blanco, “Innumerables
cantidades que sirven a los hijos y la hijas de Dios en el momento de la
crucifixión”.
En su dictado de 1980, éste ángel explicó que él y sus legiones
habían venido a la Tierra para prestar ayuda en la iniciación de los ciento
cuarenta y cuatro mil, los primeros portadores de luz que vinieron a la Tierra
con Sanat Kumara.
“Desde la hora de la crucifixión del Señor Jesucristo no
habíamos entrado en los dominios de la Tierra para entregar a los hijos de Dios
la totalidad de esta iniciación… He aquí, hemos venido para la preparación de
vuestra alma para la reunión consumada con vuestro Ser Crístico… He aquí,
venimos para amplificar el sendero de la Cruz, el sendero del Sagrado Corazón.
He aquí, venimos para multiplicar por el poder del ciento cuarenta y cuatro mil
la victoria Divina del Señor y Salvador Jesucristo… las legiones de la orden de
esta Cruz Cósmica han venido a la Tierra, permanecerán en la Tierra se quedarán
hasta la victoria de los ciento cuarenta y cuatro mil”.
En 1977, ángeles de la cruz cósmica de fuego blanco y del rayo
rubí acudieron a ayudarnos a interiorizar la llama del fuego blanco y del rayo
rubí. Ellos trabajan con el Buda del Rayo Rubí para llenar los cálices de
nuestras células y moléculas con la esencia del rayo rubí, especialmente para
la curación del corazón. Intensifican el fuego del ser e instruyen sobre la
misericordia y el perdón.
La alegría del perdón produce la liberación del pecado, la
enfermedad y la muerte así como de los males del inframundo. Estos ángeles
dicen: “Haríais bien en pensar en vuestro pasado, presente y futuro
mientras meditáis y os preguntáis: “¿Hay alguien con quien he sido injusto a
quien no he pedido perdón?”. Si así es, dirígete a esa persona, y dile: “No
volveré a profanar a tu ser, a tu Dios o a tu llama del corazón. Amigo mío, te
lo prometo. Por favor, perdóname y vayamos juntos por el camino de la vida”.
Este Ángel también nos ayuda a internalizar la alegría del
perdón hacia nosotros mismos y hacia otros.
Re-Publicado por “Isis Alada”
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