En términos básicos, el aura es una energía luminosa o campo electromagnético que rodea en forma de óvalo a todos los seres vivos y que es imperceptible a plena vista. Es la combinación del cuerpo etéreo, emocional y físico, al igual que de la información de nuestras almas. El aura está ligada a los chakras.
Todos nuestros
pensamientos, sentimientos, y experiencias están reflejadas en el aura, al
igual que energía que atraemos de nuestro entorno. En este sentido, el alma
refleja nuestra energía y atrae energía de otros cuerpos y ambientes.
Al igual que todo lo
demás en el universo, el aura es vibración y como tal, responde a otras
vibraciones. De esta manera, vibraciones en forma de pensamiento, sentimiento o
interacción con otras energías (en el espacio o de otras personas), afectan y
moldean la vibración del aura.
Los objetos inanimados
tienen también una energía que las rodea. Típicamente, estas auras son la
combinación del entorno y de las energías de las personas que han estado en
contacto con dicho objeto.
El aura no es
estático. Cambia con el tiempo, con nuestra evolución personal y espiritual, y
con el entorno. También podemos cambiarle con nuestra intención y con
ejercicios de visualización y rituales de purificación.
Parte de lo que
refleja nuestra aura es el reflejo de nuestro cuerpo físico que emite energía
también. Por eso, algunos expertos en auras dicen que pueden decir si la
persona sufre de alguna dolencia física al ver su aura.
PRIMER EJERCICIO
Antes que nada,
encontrar un lugar donde no estés rodeado de ningún tipo de luz fuerte; luces
suaves son mejores para leer el aura. También necesitará un pedazo de papel
color blanco lo suficientemente grande para poner toda tu mano en él. Pon tu
mano en el papel y relaja completamente los ojos. No mires fijamente a su mano,
mejor mire a las áreas de la punta de los dedos y a los dedos. Después de un
tiempo, si estás lo suficientemente relajado/a, comenzarás a ver una
"niebla" alrededor de tu mano. Si mira el tiempo suficiente, empezará
a ver colores. Los novatos usualmente logran ver sólo un color, pero a la
medida que mejores podrás ver más de un color a la vez. No te rindas si las
primeras veces no ves nada. Hace falta práctica para ser un buen "leedor
de auras", y después de un tiempo te darás cuenta que no era tan difícil
como pensabas que sería. También desearás tomar objetos que no tengan vida
"aparente", como las rocas, para intentar ver sus auras. Esta puede
ser una muy buena práctica.
SEGUNDO EJERCICIO
Sentir que tenemos
aura nos proporciona más seguridad a la hora de intentar verla. Hay diversos
métodos para intentar sentirla, pero sin duda el más conocido y fácil de hacer
es juntando las palmas de las manos.
Para realizarlo
ponemos nuestras palmas de las manos una al lado de la otra y con una distancia
de 30 cm. Así en esa posición prestamos especial atención a qué sentimos en
nuestras manos y cómo lo sentimos. Estaremos unos tres minutos.
Pasados los tres
minutos acercaremos las palmas de las manos a unos 20 centímetros y repetiremos
el proceso de prestar atención a qué sentimos y cómo lo sentimos. Estaremos
otros tres minutos.
Pasado ese tiempo
acercaremos nuestras manos unos 10 centímetros y repetiremos el mismo proceso
que las otras veces.
Finalmente acabaremos
a una distancia de entre 3 y 5 centímetros en la que realizaremos el mismo
análisis que las fases anteriores.
Lo más normal es que
sea en esta última fase en la que notemos una ligera presión, algo parecido a
cuando metemos la mano en el agua, pero mucho más suave, incluso casi
imperceptible si no prestamos atención. Algunas personas con una mayor
sensibilidad pueden sentir su aura en las primeras fases, pero no es lo
común.
Analiza especialmente
los cambios que vas notando a medida que acercas las palmas de la mano. Lo más
tradicional suele ser notar un cambio de temperatura, pero se pueden notar
muchas más cosas.
Realiza esta fase
hasta que tengas totalmente controlada y analizada la sensación. Tómate todos
los días que te hagan falta, porque no será en vano.
TERCER EJERCICIO
Para empezar lo mejor
es pedir a alguien que nos ayude o ponernos nosotros mismos delante de un
espejo con un fondo blanco, para que los posibles colores que tengamos a la
espalda no nos confundan o distraigan. Una luz tenue en la habitación donde
estemos puede ayudarnos también. La idea es inicialmente activar poco a poco
los conos visuales que nos ayudan a percibir la energía, y para ello nos
ayudaremos de una vela.
Coge la vela y ponla
entre tu y la otra persona, mira a la vela hasta que tus ojos se sientan
cansados, y tengas la necesidad de parpadear. Debido a la activación gradual de
la visión periférica, la que necesitamos, podrás ver como la llama de la vela
parece extenderse, agrandarse o cambiar de forma.
Mirar a la
persona
Una vez hayamos trabajado
un poco con la vela, podemos mirar directamente a la persona. El mejor lugar es
centrar la vista en su tercer ojo, en el entrecejo, y usar la visión periférica
para notar como vamos viendo un halo luminoso aparecer alrededor del cuerpo. A
más entrenamiento, mas relajación y mas concentración, más cuerpos sutiles
podremos ir viendo con el tiempo y la práctica. Este pequeño ejercicio que os
cuento solo es el principio para re-activar la visión aural, ya que luego con
el tiempo, puedes empezar a ver los colores, formas, etc. Yo aún sigo
practicando la percepción de las otras capas energéticas, pero no tardé mucho
en ver perfectamente el cuerpo etérico de la persona simplemente desenfocando
un poco la vista. ¡Es cuestión de paciencia y constancia!
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