Somos seres que viven
en otro planeta, pero esto no cambia nada. Si lográis transmitir nuestra
llamada, nuestro grito, no quisiéramos sin embargo que lo recibierais como el
de seres misteriosos, medio míticos y con poderes “paranormales”. No, saber
bien que en realidad nos parecemos a vosotros salvo en algún que otro detalle.
Sólo que nuestra evolución nos ha dotado de alguna mutación física y psíquica.
Hace mucho, mucho
tiempo que vivíamos mezclados con los seres humanos del planeta Tierra, pero
dada la destrucción y putrefacción constante de vuestras anteriores
civilizaciones (atlante y lemuria), hicimos un juramento: el de no mezclarnos
más con un mundo en el que sabíamos que las fuerzas de destrucción
reaparecerían un día u otro. Y he aquí la situación en que
se encuentra actualmente vuestra civilización, reconocerlo por vosotros mismos.
¿Podéis comprenderlo y, si así fuera, aceptarlo?
Quizás haya sido
cobardía o egoísmo por nuestra parte. Muy ignorante es el que juzga. Ni
siquiera nosotros lo sabemos. Lo que comprendemos, sin embargo, es ante todo
que la Tierra y cada criatura que vive en su superficie nos necesitan,
necesitan la energía que podemos desplegar, así como la suma fabulosa de
nuestros conocimientos para la construcción de la futura humanidad.
Ya oigo vuestras
exclamaciones: <¡Pero hay que abrir las puertas! ¡Vosotros, más que nadie,
tenéis la posibilidad de cambiarlo todo…!>
De cambiarlo todo, si…
Ese grito de rebeldía lo hemos oído millares de veces… Perdonad mi aparente
dureza y comprended que nuestro regreso a la superficie de la Tierra
significaría una intervención directa en la evolución de los seres y de las
sociedades. No tenemos derecho a hacerlo. Cada criatura, cada civilización,
cada raza incluso, está dotada de la vida de un ser completo. La gran ley de
Amor quiere que se pueda guiar una forma de vida, pero no que se modifique su
curso. ¿Veis?, el libre albedrío es el mejor Maestro que puedan esperar las
manifestaciones de vida actuales.
Queremos que sepáis
que también servimos a Seres mucho más evolucionados que nosotros y que
difícilmente podríais concebir que existan… Los grandes Seres angélicos de
quienes intentamos ser intérpretes, desean que se pulvericen las gangas de
vuestra mente. Vuestra mente os miente… Pero observar que he dicho “vuestra”
mente. Sólo el corazón de Amor os ayudará a
educar de otro modo vuestras facultades de razonar, no lo dudéis,
ya no es tiempo de que vuestra gran mente se reduzca sólo a reproducir viejos
esquemas. Tenéis que salir de ese círculo que os lleva a la autodestrucción.
¡Si supierais cómo un
simple pestañeo puede engendrar una melodía para los oídos del que acepta
hacerse pequeño para oír!…
“Buscar en uno mismo”
no es fruto de un vago consejo metafísico de autoanálisis sino, por el
contrario, la lección de una necesidad imperiosa en estos tiempos en los que ya
no encontraréis otra salida ni solución.
Pero esto no se lo
puede enseñar nadie a nadie. Cada una/o, lo quiera o no, es una buscador/ra
errante que sólo consigue encontrar su camino tras haber desgastado la planta
de sus pies en las piedras de todos los caminos y destrozado hasta el último
harapo.
No hay nada triste en
esto. Al contrario, es una bendición, porque el rey que ha sido mendigo puede
hacer florecer en su corazón más Amor que ningún otro… Así como nosotros,
hermanos de las estrellas, sólo podríamos sugerir… Estimularemos vuestra
voluntad de Amor para vuestra propia regeneración.
Amigas/os, nunca en la Tierra hubo paraíso perdido sino tan solo una
muchedumbre de ciegos que deambulan y chocan entre sí en medio de sus jardines.
En períodos como éste
hacen falta barqueros/as de mujeres y hombres. No jefes de tropa sino hombres y
mujeres que concentren las energías y “rompan las cadenas”.
¡La voluntad!
Reconoced que esta palabra da miedo. Muchas personas llenas de amor y deseosas
de crecer evitan utilizarla. ¡La
voluntad es amor, debéis decirlo! Y esta fuerza de amor es la que
nosotros alimentamos cada momento. Si utilizáramos esta Fuerza y nuestra
energía psíquica, nos resultaría fácil instaurar un reino de paz en la Tierra.
¡Pero que artificial sería! Verdadero infantilismo por nuestra parte… Una
inconsciencia sin nombre…
Lo digo por todos los
seres cuyas quejas llegan regularmente hasta nosotros, que se reducen a clamar:
“Si hubiera una energía divina, ¡no permitiría tantos dolores ni tantas
injusticias!”. A éstos les puedo contestar en nombre de todos los espíritus
sabios de todos los universos: “No
se regala la Paz a nadie. El estado de paz se conquista”.
No veáis rudeza alguna
en esta afirmación. El Amor verdadero sólo se propaga después de la lucha.
Poned una joya en manos de un niño… ¡Quién sabe lo que hará con ella! Llevad a
ese niño a sacar una piedra corriente del fondo de una mina, y esa piedra tendrá
para él el valor de toda una montaña de oro. Comprended que habrá descubierto
su propia facultad de buscar y de encontrar. Del mismo modo el hombre y la
mujer deben conquistarse a sí mismos. Los seres de luz no seremos la varita
mágica tan esperada por algunos, sino los mineros que los conduzcan hacia su
propias entrañas para sacar de ellas la Piedra. Ser vosotras
mismas y vosotros mismos contra viento y marea, los tiempos están
cambiando muy rápidamente.
Con Amor, los seres de
Venus.
Transcripción: José
Carlos López Garrido
“Isis Alada”
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