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jueves, 14 de mayo de 2015

La Formación de Curadores-TRIGUEIRINHO


La cura espiritual está ampliándose en los planos internos de la consciencia y se refleja en el plano físico, devolviéndoles a las personas la salud y el equilibrio. Pero para que esto suceda no tenemos que estar buscando fenómenos ni realizaciones personales. Esa cura interior sólo depende de que, entregados con pureza a la Voluntad de nuestro ser interior, nos coloquemos al servicio del Plan evolutivo.

La formación de servidores para el trabajo de cura espiritual tiene lugar en toda la órbita de la Tierra, y la presencia de la energía salvadora y purificadora que ellos generen, se hará sentir a medida que se agrave el caos mundial.

La cura espiritual llegó al ámbito terrestre en la Grecia Antigua. En aquella época, el mítico Escapulario sirvió de polo irradiador, manifestando cientos de centros de cura que propiciaban profundas transformaciones en las personas, principalmente durante el sueño.

Las bases de la medicina actual surgieron de la actividad exotérica de esos centros, pero la cura espiritual se retiró a los niveles internos del planeta y comenzó a actuar por medio de energías supra-físicas y de los seres que las canalizan: los curadores espirituales.

Un curador puede ser una Entidad espiritual o una Jerarquía que exista en niveles incorpóreos, como así también un ser que, aunque esté encarnado, tenga la capacidad recibir, transformar e irradiar energías de cura en la potencia y en el grado justo para cada situación. Seres así raramente se encuentran en este planeta, pero existen muchos en formación.

Los centros de cura y los curadores espirituales tienen como tarea básica conducir a la Tierra y a la humanidad que habita su superficie por el camino de la verdad, ordenando el curso de la vida en base al propósito de su existencia, a la realización del estado de perfección de la esencia interior. Por consiguiente, no sólo se dedican a sanar enfermedades, sino a ayudar a los seres para que entren en sintonía con esa perfección existente en su interior. Las enfermedades podrán desaparecer como consecuencia de esa sintonía, y por ello son factores secundarios. Si la persona es receptiva a la realidad interior, la cura se produce espontáneamente. Entonces, se puede decir que a lo largo de la evolución cada ser se vuelve su propio curador.

Portales en la senda de la cura

No existen escuelas en el plano físico para formar curadores. Esa formación se logra debido a la madurez interior y a la correspondiente madurez del yo consciente que  actúa en el mundo del vivir humano; es una transformación guiada por el núcleo de consciencia espiritual de la persona y por los instructores que habitan los planos internos de la existencia.

Para que alguien entre en la senda de los curadores y perciba las Jerarquías espirituales de cura, es necesario que la búsqueda de la esencia del propio ser sea una prioridad en su vida, y que esa búsqueda prevalezca por sobre cualquier otro interés o actividad. Los que únicamente ansían la salud en el plano material, se apartan de la senda de la verdadera cura, la cura espiritual, para la cual se necesita anhela tan sólo la esencia inmaterial, sin ninguna ambición.

Antes de iniciar su formación, el curador se dedicará a crear armonía y colaborará en el cumplimiento del Plan evolutivo. Pero no siempre lo hará conscientemente, dado que en ese camino no se puede conducir la energía según la voluntad humana. Debe renunciar, en todos los niveles de su ser, a interferir en la evolución de quien quiera que sea. Así, de a poco será impregnado de energías exentas de karma material, energías provenientes de regiones sublimes del cosmos.

Principios del arte de curar

1. Aquel que reconoce en sí mismo una conexión con la energía de cura tiene que aprender a callar los sentidos. Esto se logra enfocando la mente, con perseverancia y determinación, en el centro del ser. O, si fuere posible, en el centro de luz espiritual, la Jerarquía, o en ámbitos más profundos como el Centro del cosmos, suprema Fuente Creadora de todas las cosas.

2.  Es necesario que aprenda a decir no a aquello que lo aparta del verdadero camino. Muchas pruebas vendrán, y ante ellas debe estar sereno y firme.

3. Debe vivir con devoción, lo cual no significa alimentar expresiones emotivas. La cura no enfoca falsas proyecciones, sino la esencia. Para llegar a la esencia es necesaria devoción pura, que en el silencio nace y en el silencio se profundiza.

4. La fe también es necesaria. Así, la búsqueda de confirmaciones externas debe reemplazarse por una fe inconmovible en el poder supremo que sustenta el universo. Pero el curador no debe pretender canalizar ese poder conforme a sus tendencias humanas.

5. Se debe cultivar el desapego. El curador sólo puede actuar si está desapegado delos resultados de sus acciones y también del mundo formal. Esa es la vía para restituirle a la forma su patrón original, y el curador la adopta para que se asuma el camino de retorno a los mundos superiores –y no para que se confirmen los patrones ya establecidos.

6. Es necesario olvidarse de lo conocido y estar receptivo a lo desconocido. De la entrega de sí mismo al mundo interior nace la síntesis que requiere la tarea de cura.

7.  Las manos del curador deben ser puras, así como su mirada. Del corazón aprende las lecciones del Gran Fuego, de donde provienen las energías curadoras.

8. La humildad nace de la reverencia, y el curador debe cultivarla. Los orgullosos están lejos de esa senda.

9. La comprensión emerge del silencio. El pensamiento debe dar lugar a la silenciosa presencia del ser interior. El curador debe volverse, por lo tanto, receptivo a su sublime emanación.

10. Se debe abolir lo superfluo, reconocer y vivir las leyes universales.

11. El control de la palabra es esencial. Usará la palabra como vehículo de cura.

12. Sus expectativas y sus planes deben ser quemados en el ardor de la entrega. Tendrá una única voluntad: realizar la Voluntad de su ser interno.

13. Sabrá que su vida ya no le pertenece. Además, en su labor debe reconocer la energía del grupo interno de almas al que está coligado, y aprender a ser un canal cristalino de ella.

14. Podrán transmitirle instrucciones por diferentes vías, pero todas dependen de la estabilidad y del nivel de su sintonía interna. Hay que destacar la necesidad de precisión al actuar, consecuencia del vaciamiento del ser.

15. El curador debe abolir el mercantilismo de su actividad. No es lícito cobrar por lo que la Fuente de Vida da gratuitamente.

16. En el acto de cura, el curador es un mero instrumento, no su autor. Debe saberlo para que el olvido de sí sea la plomada en la construcción del  patrón vibratorio a ser manifestado.

17. El curador también reconoce que la manifestación de la abundancia universal suple toda necesidad verdadera.

18. Él debe superar el miedo y disipar la duda.

19. Tiene que reconocer que él mismo forma parte de la Gran Hermandad, y dejarse impregnar por la sabiduría y por la luz que emana de ella.

20. Debe aprender a amar la esencia y, así, trascender la forma.

21. Debe aprender a percibir, en la oscuridad, la presencia de la Luz.

En el pasado, los sabios actuaban como curadores, pero no por eso manipulaban pociones.

Su irradiación benéfica actuaba a distancia, y realizaron grandes hechos invisiblemente.

El curador no se preocupa con ser reconocido por el mundo. Su atención se dirige a esferas distantes, y sabe que la única aprobación auténtica proviene de los mundos internos, de la propia consciencia espiritual y eterna.

La instrucción interna hoy es accesible a un mayor número de seres, y por eso las Jerarquías espirituales de cura reciben nuevos grupos. Pero la selección es necesaria, la ley debe seguirse fielmente: no se puede entregar el fuego de los cielos a los incautos. Sí, la humildad es el signo del curador
.

(Adaptado del libro de Trigueirinho “La formación de curadores”, 
Editorial Kier, Argentina)



Re-Publicado por “Isis Alada”

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