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miércoles, 18 de febrero de 2015

COMO ABRIR EL TERCER OJO


Los egipcios se servían de él para anticiparse al futuro, los hindúes lo consideraban la llave de la iluminación y los, aztecas intentaban despertarlo para obtener una visión directa de lo invisible. Lo cierto es que el tercer ojo fue considerado el “órgano del alma” en numerosas civilizaciones ya extinguidas y que todas ellas coincidieron en ubicarlo en el entrecejo, sobre la frente.
Durante años, el tercer ojo fue incluido en el terreno de lo mítico, pero en la actualidad la ciencia cree haber establecido una conexión entre él y la glándula pineal, un órgano de función desconocida que todos los seres humanos poseemos, casi oculto entre la masa encefálico.
El esoterismo y la parapsicología insisten en señalar al tercer ojo como el responsable de la telepatía y la visión extrasensorial. Aseguran, además, que si bien los místicos y los niños pequeños son quienes tienen mayores posibilidades de utilizarlo, todos podemos despertar su poder con un poco de práctica, para abrimos así al maravilloso universo de la intuición.
MILENARIAS TEORÍAS SOBRE EL OJO SAGRADO
Se cree que en el Paleolítico los seres humanos conocían la existencia del tercer ojo, ya que se han encontrado en diversos puntos del planeta antiguos cráneos que habían sido trepanados en la frente y en la coronilla: una práctica bastante habitual en el centro de Europa y en la América Precolombina, cuyo fin era “abrir” un ojo artificial, en el lugar exacto en donde debía ubicarse el verdadero ojo sagrado.
Pero la teoría esotérica más antigua sobre el tercer ojo la encontramos recién en Egipto. Para los egipcios sólo los faraones poseían este órgano de visión extrasensorial, al que llamaron el ojo de Horus. En muchas de sus pinturas sagradas, lo representaron como un triple ojo, símbolo de la trinidad ocultista del dios Tot. Y también en numerosos sarcófagos, estatuas y en los relatos del “Libro oculto de la morada” (la gran obra religiosa de los habitantes del Nilo) el tercer ojo aparecía asociado a una serpiente, ya que este animal, enrollado en espiral sobre la frente de un iniciado, permitía leer el destino.
La otra civilización que se ocupó de la existencia del tercer ojo fue la hindú. Los lamas tibetanos, en su intento por lograr el desarrollo interior a través de la capacidad de la mente, consideraban el tercer ojo como un punto de proyección hacia la conciencia cósmica. Asociaban este sitio con el sexto chakra (uno de los centros superiores de energía del cuerpo humano, situado entre ambas cejas), adjudicándole las funciones de aguzar la intuición y de permitirle al hombre el éxtasis.
Casi todas las técnicas para abrir el tercer ojo son herencia de los monjes del Tibet. Meditar, llevando toda la atención al entrecejo es una de ellas, así como concentrarse en la observación de cristales (que reflejan la luz tal como el tercer ojo multiplica la Verdad), ya sea cristal de roca, una bola de cristal o incluso un cuenco de agua cristalina. La trepanación también era habitual entre los lamas orientales para ayudar al florecimiento de este poder intuitivo, aunque en la actualidad se considera que esta práctica es muy peligrosa, ya que una persona que no esté preparada para ver el futuro, distinguir el aura humana o realizar viajes astrales, corre el riesgo de enloquecer.
Cuando un lama iba a ser trepanado, permanecía a oscuras un día entero, con una compresa de hierbas anestésicas sobre su frente. Al amanecer se lo conducía a otra habitación, en la cual un grupo de lamas le clavaban en el entrecejo un punzón esterilizado, hasta llegar al hueso. Durante 3 semanas, el iniciado permanecía sin comer, con una astilla de madera en su herida. Al finalizar este período se quemaba la astilla con incienso, como ofrenda, luego de lo cual el lama era ya capaz de distinguir el aura de las personas a voluntad.
LA GLÁNDULA DE LA LUZ
Para los biólogos del siglo pasado, la glándula pineal era apenas un órgano atrofiado, que a lo largo de la evolución humana había perdido su función y, utilidad. Pero cuando en 1959 el investigador norteamericano Aaron Lerner relacionó este órgano con la producción de una hormona llamada melatonina, muchos estudiosos se interesaron en esta glándula y en las legendarias teorías que la vinculaban al tercer ojo. Lo primero que se descubrió fue que la glándula pineal, a pesar de estar ubicada en el centro de la masa encefálica, era casi tan sensible a la luz como la retina: la oscuridad lograba activarla, llevándola a producir mayor cantidad de melatonina, mientras que la luz la mantenía en una especie de letargo.
Como la melatonina es una hormona que interviene en el desarrollo sexual y también en ciertos cuadros depresivos, se pudo comprender entonces por qué en países fríos, donde la luz solar era escasa, la poca estimulación de la glándula pineal ocasionaba una maduración sexual tardía y cuadros depresivos mucho más frecuentes. Pero al mismo tiempo (aunque las estadísticas no se ocupasen de este “detalle”) también en los lugares de inviernos rigurosos como el Tibet o Escandinavia los poderes paranormales parecían más frecuentes, a causa de una mayor actividad pineal.
Mientras la biología humana realizaba estos descubrimientos, los zoólogos y paleontólogos descubrían que numerosos animales poseen también una glándula semejante a la pineal, la cual está estrechamente relacionada con el instinto de conservación y con el reloj biológico. La novedad que aportaron estas investigaciones fue que tanto los reptiles prehistóricos como las palomas y ciertos peces, percibían -gracias a esta glándula- variaciones en el campo magnético y distinguían además los cambios de intensidad en las ondas ultravioleta, siendo probable que esta percepción les permitiese “ver” realidades que los humanos ni siquiera sospechamos.
Estos datos llevaron a los investigadores a remitirse a las fuentes del budismo, que ya en el siglo V a.c sostenía que el sexto chakra, donde se ubica la glándula pineal, es una ventana hacia la luz divina. Para estos ascetas, el tercer ojo es una especie de “antena cósmica” y su doctrina sostenía que aprendiendo a desbloquear energéticamente este sitio cualquier ser humano -según sus propias experiencias personales- podría comunicarse con seres no físicos, leer el pensamiento y visualizar el aura de quienes los rodeaban.
Algunos neurobiólogos de avanzada, convencidos de la verdad biológica que se ocultaba en los preceptos del misticismo, comenzaron a experimentar con animales y luego con seres humanos para determinar si la glándula pineal era o no un órgano atrofiado. Fue así que, luego de diversas pruebas, el doctor español José Luis Bardasano elaboró en 1971 una tesis fundamental que lleva su nombre.
Según este científico, si bien no se puede afirmar categóricamente que el tercer ojo exista tal como lo describieron los egipcios y los hindúes, sí puede asegurarse que la glándula pineal es la sede anatómica de la percepción extrasensorial y que, a pesar de estar poco desarrollada en el hombre, se la puede estimular convenientemente con prácticas de meditación profunda y con ejercitación lumínica
La glándula pineal se activa en la oscuridad y se atrofia al recibir demasiada luz. Esto fue comprobado ampliamente por los neurológicos que enunciaron las teorías VELO y VEO, vinculadas con este fenómeno.
VELO es el nombre que se le aplica a la activación de la glándula pineal, mediante sesiones de oscuridad prolongada, hasta lograr ver los objetos a pesar de la falta de luz. “Tras un entrenamiento de varias sesiones -relata un sujeto en prueba de adaptación VELO-colocaron ante mis ojos un objeto que no llegué a reconocer, antes de quedar sumergido completamente en las sombras. Primero distinguía una luminosidad grisácea pero llegó un momento que noté claramente que se trataba de un ramo de orquídeas. Lo más interesante es que llegó un punto en que pude ver sus colores y todos sus detalles, gracias a una especie de luz pulsante que irradiaba de la planta “.
Otra forma de entrenar la glándula pineal es mediante la práctica del VEO, que consiste en permanecer con los ojos vendados en un sitio luminoso, tratando de concentrar la energía en el entrecejo, hasta percibir las imágenes. Este ejercicio es más complicado que la práctica VELO, requiere mayor entrenamiento y concentración y, por eso, para quienes se inician en el desarrollo de su tercer ojo es más recomendable acudir a la técnica VELO.
De todos modos, ambas ejercitaciones lumínicas son de gran utilidad para mejorar el funcionamiento pineal: permitiendo que en forma paulatina se aprenda a ver en la oscuridad, mejorando la propia intuición y ayudando a que quienes las practican puedan distinguir el aura (una irradiación luminosa y colorida que rodea a todos los seres vivos). Para efectuar usted también una ejercitación lumínica, proceda de la siguiente forma:
Elija un sitio tranquilo y que pueda oscurecerse por completo. Coloque frente a usted un objeto colorido (por ejemplo, un ramo de flores), apague la luz y permanezca observándolo en la oscuridad durante 10 minutos.
Durante, este lapso intente mantenerse muy concentrado. Para lograrlo respire lenta y profundamente, tratando además de no pensar en ningún asunto que pueda distraerlo de su práctica.
Repita en forma diaria, durante una semana, la práctica VELO. Trate de estar atento a los nuevos detalles que descubra cada día en el objeto citado, ya que a pesar de la oscuridad su glándula pineal se irá aguzando hasta permitirle distinguir los detalles de forma y los tonos.
Busque la colaboración de alguna persona para aplicar la ejercitación VELO en la visualización del aura. Durante una semana, tal como hizo con las flores, observe a su compañero en la oscuridad, tratando de concentrarse sobre todo en su cabeza y sus manos.
Si usted consigue abrir los canales energéticos de su glándula pineal llegará a notar irradiaciones en la cabeza y las manos de su acompañante (le causará la impresión de que estos miembros se alargan) a pesar de no haber luz en el cuarto. Si además de] contorno de estos miembros logra distinguir matices de color, será sinónimo de que su tercer ojo está comenzando a despertarse.
Una vez adquirida esta facultad pineal, consiga un cristal de cuarzo y repita los ejercicios sosteniendo esta piedra sobre su entrecejo. Potenciará de este modo la capacidad energética de su sexto chakra y tal vez -si usted es una persona que logra conectarse con su parte intuitiva- pueda no sólo ver el aura sino también anticiparse a sucesos futuros cada vez que realice la experiencia.
CONCLUSIÓN
Se cree que ciertas especies animales y algunos antecesores del hombre poseían efectivamente desarrollado un tercer ojo sobre su frente, y que hoy este órgano se ubica en el centro del cráneo, convertido en una glándula que lleva el nombre de pineal.
La principal función de esta glándula sería la de posibilitar la percepción extrasensorial. Si se la ejercita adecuadamente (lo cual para los hindúes consistiría en despertar el sexto chakra el ser humano sería capaz de desplegarse hacia otros mundos, evadirse del tiempo y del espacio, viajar al pasado o al futuro y leer el pensamiento, tal como se supone que algunos animales “primitivos” pueden hacer en la actualidad. Le hemos ofrecido aquí una serie de prácticas para iniciarse en el desarrollo de este órgano. La constancia y, sobre todo, la paciencia serán sus mejores aliados en esta tarea. No desespere, no se apresure y -lo que es fundamental- piense que el nivel de resultados que alcance está íntimamente relacionado con su capacidad extrasensorial y con lo que el Universo está dispuesto a otorgarle en este momento de su vida. Acéptelo.
PARA DESPERTAR EL TERCER OJO
Diferencia de los místicos orientales, muchos científicos de Occidente opinan que no es posible que ningún ser humano pueda aprovechar por completo la energía de su glándula pineal. Sin embargo, todos aquellos que se han ocupado del tema coinciden en afirmar que practicar ejercicios en una habitación oscura es el mejor método para que las potencialidades del tercer ojo se activen.
La técnica correcta para estimular el tercer ojo es la siguiente:
Con la luz apagada, siéntese en forma cómoda si es posible en el piso, sobre una alfombrilla y con las piernas cruzadas y comience a respirar en forma profunda, llevando el aire al abdomen. Cuando sienta que su respiración se ha estabilizado y perciba una agradable sensación de serenidad interior, concéntrese en su entrecejo y entreabra ligeramente los ojos. Lleve ahora su mirada a este punto entre ambas cejas, ya que este es el asiento natural del tercer ojo. Toda su atención debe permanecer allí, observando este centro energético en medio de la oscuridad (si prefiere puede hacerlo con los ojos cerrados)
En este mismo sector, imagine un punto de azul intenso, al que seguirá mirando.
Ahora comience a trabajar con un mantra. Tratando de sacar el aire del estómago, pronuncie nueve veces el sonido EN y nueve veces el sonido IN.
Al terminar, intente relajarse, permaneciendo unos minutos más en la oscuridad. Y luego ábrase a las imágenes premonitorias que pueden comenzar a fluir libremente por su inconsciente.
Lo ideal es repetir este ejercicio tres veces al día, durante seis meses. Aunque, si la práctica se realiza en forma regular, puede ser efectuada con menos frecuencia.

“Isis Alada”




1 comentario:

cesar eloy silva alban dijo...

excelente , practicalo y veras lo sorprenderte que es

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