Las coincidencias significativas pueden producirse en cualquier
momento. Nuestro día puede ir transcurriendo cuando, en apariencia sin aviso
previo, un hecho extraño atrae nuestra atención. Podemos pensar en un viejo
amigo que no se nos cruzó por la mente durante años; más tarde, cuando ya lo
olvidamos por completo, al día siguiente nos encontramos con esa persona. Del
mismo modo, podemos ver en el trabajo a un individuo que nos gustaría conocer y
ese mismo día encontrar a la mismísima persona sentada frente a nosotros en un
restaurante.
Las coincidencias pueden implicar la llegada oportuna de una
información especial que queremos pero no tenemos idea de cómo conseguir o la
repentina toma de conciencia de que nuestra experiencia con un hobby o interés
anterior era una preparación para llevarnos a una nueva oportunidad o un nuevo
trabajo. Más allá de los detalles de una coincidencia en particular, sentimos
que es muy poco probable que haya sido producto de la suerte o una mera
casualidad. Cuando una coincidencia atrae nuestra atención, nos quedamos
asombrados ante el hecho, aunque sea nada más que un instante. En algún nivel,
sentimos que esos hechos estaban destinados de alguna manera a ocurrir, que
debían ocurrir en el momento en que ocurrieron para orientar nuestras vidas en
una dirección nueva y más inspiradora.
Abraham Lincoln escribió sobre una coincidencia de ese tipo
ocurrida en su juventud. En ese entonces, Lincoln pensaba que debía hacer algo
más con su vida que ser granjero o artesano como los demás habitantes de su
comunidad de Illinois. Un día encontró a un mercachifle que obviamente estaba
pasando épocas difíciles y que le pidió a Lincoln que comprara un viejo barril
de artículos, en su mayoría sin valor, por un dólar. Lincoln podría haber
dejado pasar al comerciante quebrado, pero le dio el dinero y guardó los
artículos. Más tarde, cuando limpió el barril, Lincoln encontró entre las latas
y los utensilios viejos una serie completa de libros de derecho, con los cuales
estudió para ser abogado y siguió adelante para cumplir su asombroso destino.
El psicólogo suizo Carl Jung fue el primer pensador moderno que
definió este misterioso fenómeno. Lo llamó “sincronicidad”, la percepción de
una coincidencia significativa. Jung sostenía que la sincronicidad era un
principio no-causal en el universo, una ley que funcionaba para llevar a los
seres humanos hacia un mayor desarrollo de la conciencia.
Jung presenció un ejemplo directo de sincronicidad durante una
de sus sesiones de terapia. Su paciente era una mujer particularmente correcta
que tenía problemas con su comportamiento obsesivo. Jung estaba analizando sus
sueños, con la esperanza de poder ayudarla a ponerse en contacto con el lado
luminoso, divertido e intuitivo de su naturaleza. Sus sueños más recientes
presentaban una interacción con un escarabajo, pero ella se resistía
categóricamente a cualquier intento de interpretación. Justo en ese momento,
Jung oyó un golpeteo extraño en la ventana y cuando corrió las cortinas, en la
parte exterior de la ventana había un escarabajo, insecto raro en esa zona.
Según Jung, el episodio inspiró tanto a la mujer que pudo realizar grandes
progresos en su tratamiento.
Es casi imposible que al mirar hacia atrás no veamos un esquema
de sincronicidad en los hechos misteriosos que pasaron para hacernos llegar a
nuestra carrera actual, nuestro cónyuge o la red de amigos y alianzas en las
que confiamos. Mucho más difícil es la percepción de esos hechos tan
importantes en la vida en el presente, cuando ocurren. Las coincidencias pueden
ser impactantes, como hemos visto. Pero también pueden ser muy sutiles y
fugaces y por lo tanto fácilmente pasadas por alto -tal como nos lo indicaba la
vieja visión materialista- como si fueran obra del azar o simple casualidad.
Nuestro desafío personal consiste en superar el condicionamiento
cultural que nos lleva a reducir la vida a lo ordinario, al lugar común y a lo
carente de misterio. La mayoría de nosotros hemos aprendido a ir por la vida
sólo con nuestro ego, a despertarnos a la mañana y pensar que debemos tener un
control total sobre nuestro día. Creamos listas mentales inflexibles de
proyectos que pensamos llevar a cabo y perseguimos esos fines con una especie
de visión de túnel. Sin embargo, el misterio sigue estando, bailando en las orillas
de nuestra vida, dándonos visiones fugaces de posibilidades. Debemos tomar la
decisión de desacelerarnos y modificar nuestro punto de atención, y empezar a
actuar de acuerdo con las oportunidades que se presentan en nuestro camino.
SUEÑOS NOCTURNOS
De todas las experiencias de sincronicidad que podemos tener,
los sueños nocturnos son quizá los más nebulosos y difíciles de interpretar. No
obstante, nuestra cultura siempre sintió fascinación por estos encuentros en la
noche. Constituyen materia de la mitología y la profecía, y en algún nivel
sabemos que son importantes para nuestras vidas. Pero, ¿de qué manera?
En general, los sueños son historias, aunque muchas veces
adquieren la forma de argumentos sin sentido y personajes extraños que unen a
personas y escenas de maneras que no podrían darse en la vida real. Por esa
razón, la mayoría perdemos enseguida el interés en tratar de interpretarlos.
Las imágenes son demasiado difíciles; de ahí que pasemos por alto las escenas
como si fueran casi inútiles y sigamos con nuestro día.
Sin embargo, los expertos que trabajan con sueños nos
advertirían que no nos diéramos por vencidos tan pronto. Ellos nos dicen que
los sueños tienen significados importantes ocultos en su simbolismo. Una
lectura atenta de los numerosos libros sobre sueños puede dar un panorama del
simbolismo onírico, es decir, de los significados mitológicos o arquetípicos
que pueden asignarse a los distintos elementos de los sueños, desde animales
hasta actos de asesinato, huida o robo.
Sin embargo, creo que la clave para descubrir la sincronicidad
de los sueños radica, en definitiva, en ir más allá de la interpretación
convencional de estos símbolos y concentrarse en el cuadro de situación más
amplio: el significado que rodea el argumento y los personajes del sueño. Allí
podemos encontrar mensajes de una naturaleza más personal que corresponden a
menudo directamente a situaciones específicas que enfrentamos en la vida.
Por ejemplo, si soñamos que estamos en una guerra de algún tipo,
que huimos de la batalla y luego, al desarrollarse el sueño, descubrimos alguna
manera no sólo de sobrevivir sino de ayudar a terminar la lucha, este tema
puede aplicarse a la situación en nuestra vida real. Es obvio que no estamos de
veras en una guerra, pero ¿qué pasa con otro tipo de conflictos que la guerra
puede estar simbolizando en nuestra vida? ¿Estamos huyendo? ¿O evitamos el
enfrentamiento ocultándonos, negando o distrayéndonos en otras cosas con la
esperanza de que el problema desaparezca?
La clave para comprender el mensaje del sueño está en comparar
su argumento básico -en este caso huir de la guerra (conflicto) encontrando no
obstante una posterior solución con la situación real en nuestro mundo
individual. Tal vez el sueño nos esté diciendo que nos despertemos y veamos el
conflicto y que sepamos que, si prestamos atención, es posible encontrar una
potencial solución.
¿Y qué pasa con los personajes del sueño? Aunque los personajes
puedan parecer extraños, debemos preguntarnos de qué manera podrían simbolizar
a personas reales con las que tenemos actualmente intercambios importantes.
¿Vemos a las personas en nuestra vida tal como son? Tal vez el sueño nos esté
diciendo algo sobre quiénes son en realidad esas personas, para bien o para
mal.
¿Pero qué pasa si analizamos el argumento y los personajes del
sueño y no descubrimos ninguna conexión con nuestra situación? ¿Qué hacemos? En
ese caso, es importante escribir el sueño en un diario, porque puede ser
profético. Es fácil pensar que son proféticos sólo los sueños con resultados
espectaculares que tengan que ver con evitar accidentes de aviones o heredar
una fortuna de un pariente olvidado. Pero, en realidad, los sueños que se
centran en problemas cotidianos más pequeños también pueden ser proféticos. A
menudo, la razón por la que los sueños parecen disparatados y tontos es que la
situación que describen todavía no ocurrió en nuestras vidas. En vez de
pasarlos por alto, haríamos mejor en conservarlos en la mente. Podrían resultar
muy instructivos posteriormente.
VER A UN VIEJO AMIGO O PENSAR EN ÉL
La sincronicidad de ver a un viejo amigo o pensar en él es en
general más directa. Si comienza con un pensamiento, la imagen suele surgir en
nuestra mente sin ninguna asociación con otro hecho. Es posible que hasta pensemos
cuánto tiempo hace que no evocamos a esa persona o hablamos con ella. Con
frecuencia esto ocurre a la mañana temprano, en ese instante silencioso que
transcurre cuando dejamos de estar dormidos y despertamos.
Por desgracia, nuestro hábito cultural nos hace detenernos sólo
ese tiempo en esas imágenes y luego dejarlas de lado para seguir adelante con
nuestro día. Esta tendencia puede llevarnos a perder el significado más amplio
del recuerdo. Pero si prestamos mucha atención a esos pensamientos, es posible
que también empiecen a ocurrir otros hechos sincrónicos. Podemos estar buscando
algo y dar con un segundo elemento que nos haga evocar a la persona en la cual
pensamos, quizás una vieja foto o una carta que hace alusión a más recuerdos de
hechos compartidos con esa persona. Al reflexionar, podríamos descubrir
incluso que esas mismas circunstancias están dándose de nuevo en nuestra vida
actual.
Por supuesto, podrían también producirse otros hechos
sincrónicos. Es posible que caminemos por una calle y justo levantemos la vista
para ver a esa persona caminando hacia nosotros. O podríamos atender el
teléfono y descubrir a la otra persona en el otro extremo de la línea.
Nuestro desafío consiste en hacer un seguimiento de esas
coincidencias. Si no podemos hablar con nuestro viejo amigo al instante,
podemos fijar una cita posterior para almorzar o tomar un café. Siempre hay
información importante para compartir. Si no sobre viejas situaciones que
necesitan ser analizadas o aclaradas, será sobre algo nuevo que nosotros o
nuestros viejos amigos descubrieron y que debemos comunicarnos. La clave es
buscar el misterio, mirar debajo de la superficie y analizar.
A veces, después de pensar espontáneamente en alguien, nos
convendrá tomar la iniciativa y llamarlo o llamarla de inmediato. En ocasiones
tuve la experiencia de disponerme a tomar el teléfono para llamar a un viejo
amigo y que justo sonara porque él me estaba llamando. Una vez más, la clave es
hablar sobre lo que está pasando con la otra persona y con nosotros mismos,
describir nuestra situación específica de vida en el momento y buscar el
mensaje instructivo que explique la razón por la cual se produjo la
coincidencia.
ENCUENTROS CASUALES
Otro tipo de sincronicidad es el encuentro puramente casual, que
puede involucrar a amigos, conocidos o absolutos extraños. En el caso de
alguien a quien conocemos, veremos que nos encontramos con esa persona de una
manera que va más allá de lo que podríamos suponer como pura casualidad. Un
ejemplo de ese tipo lo da el encontrarse con un viejo amigo en un momento
crítico. Deepak Chopra, defensor de primera línea de la nueva medicina
mente/cuerpo, habla de una serie de experiencias que lo llevaron a considerar
por primera vez enfoques médicos alternativos. Hasta ese momento había practicado
la medicina como un médico occidental tradicional y ocupaba cargos de prestigio
en Harvard y otras universidades como profesor de inmunología.
Luego su vida empezó a cambiar. Durante un viaje para dar una
conferencia, lo invitaron a visitar a un líder oriental de meditación, quien le
sugirió que estudiara medicina ayurvédica, un enfoque oriental que se centra
en la prevención de la enfermedad. Deepak rechazó la idea pues no quería tener
nada que ver con ningún enfoque que sonara místico.
Después del encuentro se dirigió hacia el aeropuerto, donde,
para su gran sorpresa, se encontró con un viejo amigo de la facultad. Durante
la charla que mantuvieron, este amigo sacó un ejemplar del texto básico de la
medicina ayurvédica y le dijo que estaba seguro de que le resultaría
interesante. Abrumado por la coincidencia, Deepak leyó el libro, reconoció que
promover ese enfoque médico era su destino y continuó su carrera popularizando
la medicina alternativa en todo el mundo.
Otra sincronicidad de este tipo se produce cuando vemos de
manera reiterada a alguien que no conocemos en un breve período. Hay enormes
probabilidades de que esos casos no se produzcan, y sin embargo ocurren con
suma frecuencia. Vemos a una persona una vez y normalmente no pensamos nada. Pero
cuando vemos al mismo individuo de nuevo, o incluso una tercera vez el mismo
día, la coincidencia en general atrae nuestra atención. Por desgracia, muchas
veces notamos el hecho, lo consideramos curioso y seguimos nuestro camino sin
actuar.
Nuevamente, el desafío consiste en encontrar una forma de
entablar una conversación con ese individuo. Ya resulta difícil cuando
conocemos a la persona, mucho más cuando se trata de un extraño. En primer
lugar, se plantea el problema de la postura defensiva que la mayoría asumimos
frente a los extraños. En las culturas occidentales, el contacto visual y el
iniciar una conversación en muchos casos fueron tenidos por una invasión a la
privacidad o incluso un avance sexual. Es una suposición poco feliz en nuestra
sociedad, por ejemplo, que, si una mujer establece un contacto visual con un
hombre, le envía una señal de que está abierta a sus avances sexuales. Esto
crea todo tipo de confusiones: las mujeres que desvían la mirada cuando van por
la calle por temor a que un hombre agresivo saque conclusiones, o los hombres
que, sensibles al problema, ni siquiera tratan de establecer un contacto visual
directo con las mujeres por temor a ser tildados de agresivos.
Si bien esto sigue constituyendo un problema, nuestras
intuiciones, por suerte, en general no nos abandonan en este sentido. Si
prestamos atención y aprendemos a percibir el flujo de energía, sabremos a
quién debemos abrirnos y de quién debemos apartarnos. Tan importante como esto
es analizar en forma consciente qué pasa con nuestra energía sexual, si es
oportuna o no.
Creo que estamos descubriendo que actuar de una manera
intencionalmente amigable es lo que mejor resulta. Podemos decir algo
específico como: “¿No nos hemos visto antes?” y seguir con la descripción de
nuestra situación de vida específica. Si estamos en un negocio, podemos decir:
“Vine a comprar ropa para una fiesta que tengo”. Con suerte, la otra persona
responderá diciendo por qué se encuentra en ese local, y encontraremos un tema
de vida común. Recuerde que el objetivo es discernir la razón de la
sincronicidad.
Parecería que las personas mayores se hallan en una situación
mucho mejor en cuanto a este tipo de conversación espontánea, pero todos
podemos romper con esa sensación de torpeza si nuestra intención es muy
sincera. Sea como fuere, lo único que podemos hacer es intentarlo, y si nos
rechazan, tomarlo con buen humor. Como me dijo un día mi abuelo: “El secreto de
la vida está en aprender a hacer el ridículo con gracia. Obviamente, siempre
deberíamos tomar precauciones al conocer a extraños (reunirnos sólo en lugares
públicos hasta conocernos mejor, por ejemplo). Pero si procedemos como
corresponde, las recompensas pueden ser un flujo de sincronicidad más rico.
INFORMACIÓN QUE LLEGA EN EL MOMENTO JUSTO
Otro hecho sincrónico importante es la experiencia de recibir
en el momento indicado una información que necesitamos. Esta experiencia
comienza a veces con una repentina sensación de expectativa aumentada. Podemos
estar en cualquier parte, en una situación de trabajo o de ocio, cuando
empezamos a sentir que algo importante está por ocurrir. Al analizarlo más
tarde, de vez en cuando percibimos cierta levedad en nuestro cuerpo o una
sensación de que todo lo que nos rodea se vuelve más luminoso y liviano. Algo
nos dice que nuestra vida está a punto de tomar un rumbo importante.
Cómo llega la información es siempre un misterio. En general,
nos llega a través de otro ser humano, ya sea en sus palabras o por medio de
sus acciones. También puede venir en un libro, una revista o una noticia. Pero
siempre es la perspectiva, la investigación o la idea de un ser humano sobre el
mundo que nos llega justo en el momento indicado para ampliar nuestra
conciencia.
Nuestra sensación de que la información nos está llegando quizá
derive de que hemos integrado todos los pasos de crecimiento necesarios para
establecer nuestra aptitud al siguiente capítulo en la historia de nuestra
vida. Tuve una experiencia de este tipo referida a mi comprensión de las luchas
humanas de poder. Hasta ese momento, entendía con claridad que los seres
humanos competían entre sí de maneras irracionales, pero sabía que las luchas
de poder podían llegar a comprenderse mejor. En cierto momento tuve la
intuición de que estaba a punto de dar un paso en ese sentido.
Durante un tiempo no pasó nada. Entonces, un día iba manejando y
me di cuenta de que una librería en especial me había llamado la atención.
Entré y empecé a recorrerla. Sentía que aumentaba mi expectativa. En ese
preciso instante, por lo menos a dos metros de donde estaba, vi un libro. Aun a
esa distancia, el color y el diseño gráfico se destacaban de entre todos los
demás libros apilados alrededor. Me acerqué con rapidez para encontrar Escape
from Evil, de Ernest Becker, un texto que aborda la forma en que los seres
humanos tienden a fortalecerse a expensas de los otros para sentirse más a
salvo y adquirir un mayor sentido de autoestima y bienestar. Ése fue el paso
clave que me faltaba en mi comprensión de las luchas de poder.
En suma, las claves más importantes para aprender a aprovechar
las distintas sincronicidades de nuestras vidas son estar atentos y tomarnos el
tiempo necesario para analizar lo que está pasando. Para hacerlo, cada uno de
nosotros debe crear en su vida una cantidad suficiente de lo que llamo tiempo
de deriva: tiempo en el que no hacemos nada más que dar vueltas, pasar canales
de televisión, echar un vistazo al diario o caminar por la calle atentos al
mundo que nos rodea. Si piensa en un amigo, pase a verlo y vea qué sucede. La Internet
también es una fuente interesante de información en este sentido. Debemos tener
presente, no obstante, que cualquiera puede poner cosas en la Internet. No hay
correctores ni nadie que verifique la exactitud de los hechos y ningún editor
es responsable del contenido.
LA RELACIÓN DE LA SINCRONICIDAD CON NUESTRAS CREENCIAS
RELIGIOSAS
Para algunos, relacionar la percepción actual de la
sincronicidad con sus creencias religiosas es un problema. Sin embargo, creo
que en la mayoría de los casos no hay conflicto. Al empezar a percibir las
coincidencias en nuestra vida, el misterio nos pone frente a frente con las
cuestiones espirituales más profundas de la vida. ¿Qué es esta fuerza que
parece arrastrarnos hacia nuestro destino? ¿Nuestra vida tiene un propósito
divino? ¿Cómo se nos revela ese propósito, exactamente?
La mayoría crecemos por lo menos con una idea de tradición
religiosa. Si no estamos comprometidos en forma personal con una perspectiva
religiosa, tenemos amigos allegados o parientes que sí, y que creen
profundamente en los principios de su fe. Yo creo que la mayoría de los que están
comprometidos de esta forma con una religión particular actúan siguiendo un
impulso interior honesto tendiente a mantener vivas sus contribuciones únicas
al mundo. Este impulso común garantiza a la sociedad humana más amplia una gran
diversidad de creencias religiosas a través de las cuales podemos analizar
muchas opciones y de esa forma crecer. En mi opinión, cada perspectiva
religiosa positiva contiene una parte importante de verdad. El diálogo general
entre las distintas religiones, pese a ser vago y fragmentado, es no obstante
fundamental para nuestra evolución actual hacia una mejor comprensión
espiritual general.
Nuestra percepción de la sincronicidad no indica por sí misma
que una tradición religiosa sea más ventajosa que otra. La sincronicidad, al
igual que la nueva conciencia espiritual general que estamos construyendo, es
apenas la concientización de la forma en que lo divino obra en nuestras vidas.
Todas las grandes religiones -hinduista, budista, judía, cristiana, islámica-,
al igual que muchas tradiciones chamánicas, comparten la idea de responder a la
voluntad de Dios. Dicho de otro modo, a todas les preocupa nuestro crecimiento
hacia la unidad con una deidad o entrar en comunión con la fuerza creativa
implícita en la condición humana. Nuestra nueva conciencia de la sincronicidad
es sólo la percepción o la experiencia de nuestra conexión con esta fuerza
divina.
Recuerdo haberme planteado esta cuestión de hacer la voluntad de
Dios cuando era chico en una iglesia rural protestante. Aun entonces, en mi
mente no había duda de que esa Iglesia particular y la comunidad circundante
eran especiales. El apoyo de la comunidad y la interacción afectuosa llevaban a
ayudar en los trabajos y a responder con rapidez a la enfermedad en la familia
de algún miembro. El cristianismo protestante que practicaban los miembros era
asombrosamente abierto y carente de prejuicios para la época.
Para la teología de esta iglesia en particular era esencial la
experiencia de la conversión, la aceptación del cristianismo. Pero el supuesto
implícito era que después cada uno debía descubrir y luego seguir la voluntad
de Dios para su propia vida. De chico, me sentía frustrado porque nadie hablaba
a fondo de cómo se podía encontrar y seguir la voluntad de Dios. Por supuesto, era
una época en la que la sociedad se hallaba en la cima de su actitud secular y
materialista. No obstante, yo estaba lleno de interrogantes: ¿Cuál es la
naturaleza de este Dios con el cual debemos comulgar? ¿Cómo se experimenta la
presencia divina? ¿Cómo es realmente estar en armonía con la intención divina?
Los otros miembros de la iglesia no tenían respuestas a estas preguntas. Pero
su expresión me hacía ver que las sabían, aunque no tenían palabras para
expresarlas.
Pienso que parte de nuestra nueva conciencia ahora es responder
más preguntas de éstas en forma consciente. Durante siglos, hombres de la
Iglesia medieval corruptos usaron el miedo y la ignorancia para cobrar dinero
por bendiciones y salvación, desalentando todo tipo de percepción espiritual avanzada
de parte de su feligresía. Y algunos hacen lo mismo en la actualidad. Pero, en
líneas generales, creo que nos estamos dando cuenta colectivamente de la
importancia de una conciencia espiritual compartida y de la discusión. Dentro
de las religiones organizadas, cada vez somos más los que tomamos conciencia de
que nuestra percepción de la sincronicidad representa una extensión y una
clarificación de lo mejor de nuestras tradiciones religiosas. Esta percepción
es prueba directa de una fuerza divina activa en nuestras vidas, una fuerza
divina que nuestra intuición y nuestra fe siempre nos dijeron que existía.
LA RESPUESTA AL ESCEPTICISMO
Tal vez el mayor desafío para los que empezamos a vivir la nueva
conciencia espiritual sea relacionarnos con los escépticos. Una vez que nos
abrimos a la realidad de la sincronicidad, a todos nos pasa a veces que
hablamos con alguien que reacciona de manera negativa a nuestras creencias y
cuestiona directamente la validez de nuestras experiencias. Si bien el número
de escépticos disminuye, todavía hay montones de seguidores de la vieja
cosmovisión materialista para los cuales las conversaciones sobre lo místico
son ridículas e infundadas. Estas discusiones amenazan sus creencias lógicas
sobre lo que es real y racional en el mundo natural.
Los escépticos que encontramos se dividen en dos grandes
categorías. El grupo más amplio es el de los que adoptan una posición escéptica
no porque hayan investigado en forma exhaustiva la amplia gama de encuentros
místicos sobre los cuales oyen hablar, sino porque no lo han hecho. No tienen
el tiempo o la voluntad para analizar esas experiencias, y entonces adoptan la
postura que les resulta más segura sobre el tema: calificarlo de absurdo. En
general, estos escépticos viven y trabajan entre muchas personas que dudan, que
critican cualquier creación o afirmación nueva y que usan el ridículo como
medio para adquirir poder personal sobre los demás. En ese tipo de ambiente, la
mayoría de las personas adopta una posición estrictamente convencional para
evitar el conflicto.
El otro tipo de escéptico que encontramos es el verdadero
seguidor del materialismo científico. Ésta es una persona que puede llegar a
investigar hasta cierto punto el terreno de la experiencia mística pero que
siempre retorna a las barricadas del materialismo, exigiendo una prueba
objetiva de dichas afirmaciones. Los argumentos que indican que las
experiencias místicas han tenido carácter coherente durante largos períodos de
la historia o que miles de personas sin ninguna relación entre sí señalan lo
mismo o que los estudios estadísticos han mostrado reiteradas veces que la
capacidad intuitiva y psíquica es un hecho natural, todo cae en oídos sordos.
Varios enfoques han demostrado ser eficaces para enfrentar a los
escépticos. En primer lugar, debemos recordar que un grado de escepticismo es,
de hecho, importante. No hay que tomar una idea de moda al pie de la letra y
todos debemos contemplar con ojo crítico cualquier afirmación sobre la
naturaleza de la realidad.
Sin embargo, no debemos olvidar que este principio tiene un
corolario igualmente importante que a menudo se olvida: mantener la mente lo
bastante abierta para considerar el fenómeno en cuestión. Mantener este
equilibrio entre escepticismo y apertura resulta en especial difícil cuando el
fenómeno involucra nuestra psicología o espiritualidad interior.
Hay otros dos puntos importantes para mantener las
conversaciones en un tono amistoso y avanzar hacia áreas de coincidencia. Me
atrevería a decir que casi todos los que ahora experimentan percepciones de
naturaleza espiritual o mística fueron escépticos extremos en algún momento. En
este sentido, todos somos ex escépticos, y tal vez sea importante que
recordemos una vez más que el proceso de apertura al lado místico de la vida
está produciéndose sobre todo a través de la interacción personal; vemos a otro
que toma seriamente la idea de la experiencia espiritual y entonces decidimos
investigar la cuestión nosotros también.
Por eso debemos tomar en serio cada conversación. Nuestra
comunicación franca puede llegar a ser el testimonio que haga ceder la posición
afianzada de otra persona. Y ¿sabe una cosa? También puede ocurrir lo
contrario: es posible que el escéptico con el que hablamos tenga razón en
determinado tema. Los que analizamos los potenciales de la experiencia humana
no estamos haciendo nada si no estamos comprometidos con un proceso bilateral
de desarrollo de consenso. Todos debemos escuchar para aprender. Lo que asegura
un punto de vista debatido con amplitud y mantiene nuestra perspectiva amplia
es el diálogo abierto.
TOMAR EN SERIO LA SINCRONICIDAD
Vislumbrar las coincidencias, entonces, y empezar un diálogo
abierto sobre ellas sin caer en interpretaciones negativas constituyen los
primeros pasos para vivir nuestra nueva conciencia espiritual. Sin embargo,
enseguida aparecen nuevos interrogantes. Si la sincronicidad que percibimos es
prueba de que en nuestra vida actúa una fuerza espiritual, ¿por qué en la
cultura occidental ignoramos estos hechos misteriosos durante tanto tiempo? ¿Y
por qué la conciencia de la sincronicidad está saliendo a la superficie ahora,
en esta época? ¿Cuál es el panorama histórico más amplio de lo que nos está
pasando?
Éstas son las preguntas que nos llevan al siguiente nivel de
conciencia.
Extracto del libro: La nueva visión espiritual de James
Redfield Capítulo: 2. Experimentar Las Coincidencias-Fuente: hermandadblanca.org
Re-Publicado por “Isis Alada”
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