LAS 4 LEYES DEL DESAPEGO PARA LA LIBERACIÓN EMOCIONAL.
Es posible que la palabra “desapego” te cause cierta sensación
de frialdad e incluso de egoísmo emocional. Nada más lejos de la realidad. La
palabra desapego, entendida dentro del contexto del crecimiento personal,
supone un gran valor interior que todos deberíamos aprender a desarrollar.
Practicar el desapego no significa en absoluto desprendernos de
todo aquello que nos es importante, rompiendo vínculos afectivos o relaciones
personales con quienes forman parte de nuestro circulo personal.
Significa básicamente saber amar, apreciar e involucrarnos en
las cosas desde un punto de vista más equilibrado y saludable, liberándonos a
su vez de esos excesos que nos ponen cadenas y que nos amarran. Que nos cortan
las alas.
La liberación emocional es darnos la opción de vivir con más
honestidad de acuerdo a nuestras necesidades, ofreciéndonos a su vez la opción
a crecer, de avanzar con conocimiento de causa. Sin dañar a nadie, sin que
nadie nos ponga tampoco su cerco camuflado con las cadenas del amor pasional,
filial o incluso materno.
Aprendamos, pues, a poner en práctica estas sencillas leyes
sobre el desapego…
Primera ley: ERES RESONSABLE DE TÍ MISMO.
Nadie va a retirar cada piedra que te encuentres en tu camino,
al igual que nadie va a respirar por ti ni se va a ofrecer como voluntario para
cargar tus penas o sentir tus dolores. Tú mismo eres artífice de tu propia
existencia y de cada paso que das.
Así pues, la primera ley que debes tener en cuenta para
practicar el desapego, es tomar conciencia de que eres pleno responsable de ti
mismo.
-No pongas en el bolsillo de los demás tu propia felicidad. No
concibas la idea de que para ser feliz en esta vida, es esencial encontrar una
pareja que te ame, o tener siempre el reconocimiento de tu familia.
–Si el barómetro de tu satisfacción y felicidad está en lo que
los demás te aportan, no conseguirás más que sufrimiento. ¿La razón? Pocas
veces lograrán cubrir todas tus necesidades.
-Cultiva tu propia felicidad, siéntete responsable, maduro, toma
conciencia de tus decisiones y de sus consecuencias, elige por ti mismo y no
dejes nunca que tu bienestar, dependa siempre de corazones ajenos.
Segunda ley: VIVE EL PRESENTE, ACEPTA, ASUME LA REALIDAD
En esta vida, nada es eterno, nada permanece, todo fluye y
retoma su camino tejiendo ese orden natural que tanto nos cuesta asumir a
veces. Las personas estamos casi siempre centradas en todo aquello que ocurrió
en el pasado y que de algún modo se convierte ahora en una dura carga que
altera nuestro presente.
Esas desavenencias familiares, ese trauma, esa pérdida, ese
fracaso sentimental o esa frustración no superada. Todo ello son anclas que nos
aferran, que ponen cadenas en nuestros pies y anzuelos en nuestra alma.
Es un apego tóxico y poco saludable que nos impide avanzar en
libertad y plenitud.
Acepta, asume y aunque te cueste, aprende a perdonar. Te hará
sentir más liberado y te ayudará a centrarte en lo que de verdad importa, el
“aquí y ahora“, este presente donde tienes tu verdadera oportunidad. ¿A qué
esperas?
Tercera ley: PROMUEVE TU LIBERTAD Y PERMITE SER LIBRES TAMBIÉN A
LOS DEMÁS.
Asume que la libertad, es la forma más plena, íntegra y
saludable de disfrutar de la vida, de entenderla en toda su inmensidad.
No obstante, ello no impide que podamos establecer vínculos
afectivos con otras personas, porque también ello forma parte de nuestro
crecimiento personal. Saber amar y saber recibir amor.
No obstante, el desapego implica que nunca debes hacerte
responsable de la vida de los otros, al igual que los demás, no deben tampoco
imponerte sus principios, sus ataduras o cadenas personales para aferrarte a
ellos. Es aquí donde empieza el auténtico problema y los sufrimientos.
Los apegos intensos nunca son saludables, pensemos por ejemplo
en esos padres obsesivos que se exceden en la protección de sus hijos y que les
impiden poder madurar, poder avanzar con seguridad para explorar el mundo.
La necesidad de “despegarse” es vital en estos casos, ahí donde
cada uno debe salir de los límites de la certidumbre para aprender de lo
imprevisto, de lo desconocido.
Cuarta ley: ASUME QUE LAS PÉRDIDAS VAN A SUCEDERSE TARDE O
TEMPRANO.
Volvemos de nuevo a la misma idea: aceptar que, en esta vida,
nada puede contenerse eternamente. La vida, las relaciones e incluso las cosas
materiales, terminan desvaneciéndose como el humo que se escapa de una ventana
abierta o el agua fresca que resbala por nuestros dedos
Las personas se irán, los niños crecerán, algunos amigos dejarán
de serlo y algunos amores se irán del calor de tu mano… Todo ello forma parte
del desapego y como tal, hemos de aprender a asumirlo para afrontarlo con mayor
integridad. Con mayor fuerza.Pero lo que nunca va a cambiar, es tu capacidad de
querer. Y debes empezar siempre por ti mismo.
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2 comentarios:
Gracias.
Gracias, se reafirman mis intenciones con lo que lei.
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