Amados Hijos de mi
corazón, soy vuestra Madre María de Nazareth, y os envío, mi amor
en forma de colores, como rayos de sol, que calientan vuestro
cuerpo, pero en especial vivificar vuestra alma.
Son tiempos de
gloria, tan ansiados, y esperados, vuestras almas
perciben el regocijo, del amor que lo cubre todo.
Las almas se alinean,
al flujo entrante, de esa brisa suave, y cálida que el amor, solo
sabe, cuando es amor.
La elección es certera,
la humanidad ha decidido, y con asombro, ven que los afectos
de sus seres amados, la familia, y el confronte, cada vez, va
perdiendo poder. El amor es como una sutil caricia que rosa el alma, y
desempolva, nuevos aires, nuevas ansias de vivir en otra frecuencia
de luz.
Os habéis comprendido,
aquel, misterio, que una vez, os enseño mi hijo, el secreto y
misterio de la Trinidad, Padre-Hijo y Espíritu Santo. La unificación al
Padre, siendo Hijos, a través del Espíritu, vuestro Ser Superior conectado y
amplificado a vuestra esencia misma.
Vosotros hijos
Míos, sois mis hijos, pero a la vez, sois Dioses.
Para ello, me
remontare, a una noche de luna llena, en mi amado Nazareth.
Yo en verdad, no comprendía entonces, esos misterios, que hoy son revelados.
En aquel tiempo Jesús
era tan solo un muchacho en su adolescencia, pero me
hablaba como Dios, me contaba todo aquello que sucedería a través de los
tiempos.
Jesús os conoce desde
siempre, porque el es Dios mismo.
“Me decía,
Immi, tu hablaras como yo lo hago ahora, y os guiaras paso a
paso, a los umbrales de mi Reino”.
¿Cómo podría Yo,
iluminar semejante viaje a toda la humanidad?
Era muy difícil de
comprender, en ese entonces, pero el, en las noches de
luna, su conexión se manifestaba más nítida.
Volaba, y sus
visiones, se acrecentaban, proyectaba, con sus
palabras, un cielo que bajaría a la tierra, y los hombres felices.
Me decía, Veo Immi, a mis hermanos unidos por la amistad y el amor,
un regalo recibirán de mi Padre, una gracia inmensa e infinita, de
fe y amor”
“Puedes verlo
Immi, de mi corazón, no existirán las razas, ni los credos,
ni la pobreza, ni las guerras, ni los malvados”.
“Las estrellas,
esas que vemos ahora, bajaran, la luna será testigo, del más
bello universo en la tierra.”
Las almas serán
estrellas, su espíritu, se reflejara en el del Padre, ya no
tendrá razón que estén solo en los cielos”
“El brillo estelar
saldrá, de sus corazones, se conectaran con su mente,
extenderán sus brazos y piernas y comenzaran a expandirse, y será
como un viaje, un vuelo, lo que importa es llegar a la Fuente”.
El recuerdo de esa noche
de aquel tiempo, cuando estábamos en el rosedal, aquella luna y el
rostro de mi JESUS, ESTABA ILUMINADO POR EL ESPIRITU DEL Padre.
Me decía “Tu
Immi, eres Dios”, le respondo
“Takini, si tú
lo dices, así sucederá, nada es imposible para ti”.
“Por momentos creía
que eran sueños, de un niño, pero mi fe era
tan grande, que no me permitía dudar ni un instante”.
También, conocí, lo
que luego pasaría, en la Cruz.
Hasta que un
día, ya era mayor, un hombre, en un amanecer antes que
decidiera salir al mundo, me dice.
“Mi cruz, mi
cruz la veréis en los cielos, son los tiempos de la resurrección
de los hombres, seréis testigos de las señales”
Y mientras le
preguntaba “¿esa cruz de madera, estará en los cielos?.
“Comenzara a
cambiar, las estrellas, Immi, desde aquí las vemos como luces, esas
luces, brillaran, será como, un cielo dado vuelta, como luces
que se encenderán ante la oscuridad, un cielo dado vuelta, que
aclarara la tierra, y cuanto más luz y amor, más bondad, más
misericordia entre los hombres”.
“los planetas
buscaran la ubicación exacta, para que mi luz , cristica,
rodee los corazones que se alinean al mío”.
“El cosmos se
ampliara, muchos viajeros de otros mundos, llegaran y surcaran los
cielos, no dejaran milímetro sin cubrir”
“¿Otros
viajeros, me dices, que vendrán desde Roma”?.
Mi universo terminaba
en Roma, era incomprensible poder distinguir con la mente, la
semejanza con tan inmensa magnitud estelar.
Después de su
Resurrección, vivía con Juan, y conversábamos, de las largas
enseñanzas, Juan tenía una visión parecida a mi Jesús, que había
germinado en él, la sucesión de los acontecimientos futuros.
Juan era muy poético al hablar, y con mucha simpleza
describía, el amor que llevaba impreso en la extensión de todo su
ser.
Con él aprendí,
a ver de una manera más holística, y me explicaba aquello que no entendía como
por ejemplo, me decía.
“Myriam, tú te ocupas
de mí, de mi bienestar, y tú te ocuparas de todos como la Gran
Madre, que eres, y serás guiada por el Espíritu del Padre y de tu
Hijo, para llevar a las almas al reencuentro Final”
“Serán momentos
oscuros, de mucha tiniebla, pero tu luz brillara, la Madre
Divina del universo, llevaras en ti, la pureza del alma, y como tú,
la energía femenina del amor y la compasión resurgirá de las cenizas.”
Cuando llego el
momento de mi ascensión a los cielos, en cuerpo y alma, mi
alrededor se tornó brillante, se abrieron los cielos y recordé sus
palabras, “será como un viaje, un vuelo, lo que importa
es llegar a la Fuente”.
Os saludo, mis
amados niños, en el amor, y más amor, en la luz y más
luz. Os amo.
Publicado por Maria Rosa Ruso
TITO FERRO
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