Por Jesús Gómez
- LA INTERCONEXIÓN ARCOIRIS - CHAMUEL: "EL VIENTRE FEMENINO - EL PODER DE
LA DIOSA"...
El_Vientre_Femenino-El
Poder de la Diosa-
El cuerpo es un símbolo y el vientre, el útero
femenino, es el símbolo de la conexión con lo no manifestado, la Diosa. El
vientre femenino ha sido agredido durante miles de años, por el mundo masculino
y la energía metálica separada del corazón y la Madre Tierra que ha dominado
nuestra civilización.
Y aún hoy sigue siendo agredido terriblemente en
nuestra “avanzada” civilización. Se le agrede cuando el hombre sigue
utilizándolo para descargar toda su frenética compulsividad mental, cuando
tantos y tantos hombres se masturban dentro del vientre de una mujer y a eso le
llaman hacer el amor. Le agrede la propia mujer cuando permite que cualquier
hombre entre dentro de ella, y cuando ella misma copia los patrones sexuales
masculinizantes, dirigiéndose a una sexualidad superficial (clitoridiana) y
convirtiéndose en ese tipo de mujer, tan común hoy en día, que utiliza
activamente la sexualidad desligada del sentimiento.
Se le agrede por supuesto en los hospitales, en el llamado “parto tecnológico” dominante hoy en día, donde tantas y tantas mujeres paren de forma antinatural y son sometidas a la atrocidad de la episiotomía y otras aberraciones médicas, en aras del la efectividad técnica. Se la agrede cuando se ha inventado la píldora, que destruye el ciclo femenino, o todos los otros sistemas anticonceptivos intrusivos en el cuerpo de la mujer, -curiosamente siempre sistemas para la mujer.
¿Por qué no para el hombre?.
Se agrede el vientre femenino, cuando se ha hecho creer a la mujer que su regla es un trastorno, una molestia “que tiene que sufrir” y que la impide actuar en un plano de igualdad” con el hombre. Cuando se la ha hecho separarse del momento sagrado que es la menstruación y a base de “tampax” apartarse e incluso repudiar su propia sangre.
Podríamos continuar con un sin fin de agresiones más de una civilización masculina que, desde su “omnipotente” hemisferio izquierdo, ha cometido y sigue cometiendo para controlar y aplastar a la Diosa, a la cual ha temido y no ha entendido. No es de extrañar que nuestra civilización esté destruyendo la Tierra, "siendo la Tierra la expresión por excelencia de la energía de la Diosa"...
Se le agrede por supuesto en los hospitales, en el llamado “parto tecnológico” dominante hoy en día, donde tantas y tantas mujeres paren de forma antinatural y son sometidas a la atrocidad de la episiotomía y otras aberraciones médicas, en aras del la efectividad técnica. Se la agrede cuando se ha inventado la píldora, que destruye el ciclo femenino, o todos los otros sistemas anticonceptivos intrusivos en el cuerpo de la mujer, -curiosamente siempre sistemas para la mujer.
¿Por qué no para el hombre?.
Se agrede el vientre femenino, cuando se ha hecho creer a la mujer que su regla es un trastorno, una molestia “que tiene que sufrir” y que la impide actuar en un plano de igualdad” con el hombre. Cuando se la ha hecho separarse del momento sagrado que es la menstruación y a base de “tampax” apartarse e incluso repudiar su propia sangre.
Podríamos continuar con un sin fin de agresiones más de una civilización masculina que, desde su “omnipotente” hemisferio izquierdo, ha cometido y sigue cometiendo para controlar y aplastar a la Diosa, a la cual ha temido y no ha entendido. No es de extrañar que nuestra civilización esté destruyendo la Tierra, "siendo la Tierra la expresión por excelencia de la energía de la Diosa"...
La Diosa es la energía femenina y representa la
conexión con lo que se siente, con aquello que está ahí pero no se puede
aprehender con la razón. Y en la mujer, canal femenino en la Tierra, la Diosa
está ligada al poder de su vientre, que sanado, la une directamente con la
energía del corazón y con la Presencia del Ser, del Todo.
Es necesario que el vientre femenino sea sanado de
todo el dolor, de todo el miedo y de todo el rencor, del karma colectivo, de
miles de años de aplastamiento de lo femenino, de desprecio y de agresión a la
Diosa.
Existen diferentes formas, y lo que podríamos llamar
técnicas de sanación, que desembocan todas en tomar consciencia de la verdadera
identidad, despejando todas las creencias erróneas sobre uno mismo incrustadas
en nuestra mente-cuerpo. El mismo acto sexual, en la forma tántrica, es una
potente forma de sanación.
La mujer tiene que “abrazar su dragón”. Hacerse
consciente de su herida y sanarla a través del perdón consciente. No se trata
aquí de establecer culpables. La curación del ser humano exige que comprendamos
que nuestra historia es una historia colectiva, es la historia del despertar de
la consciencia, y en esa historia todos hemos estado implicados en multitud de
vidas, unas veces haciendo de una cosa y otras de otra. Y lo mismo que la
curación del planeta requiere que el hombre abra su pecho e integre lo femenino
dentro de él, esa misma curación requiere que la mujer cure su herida a través
de la comprensión de sí misma y del perdón consciente.
Sanación no se refiere sólo a los síntomas físicos ya
manifestados. Ese sería únicamente el final del proceso de la enfermedad
original, la mente. La sanación real requiere un proceso consciente. La
medicina alopática tradicional sólo entiende de los síntomas externos una vez
manifestados, que considera, además, ajenos a nosotros mismos, algo que “le
viene a uno” no se sabe por qué.
Cuando sólo intentamos curarnos de los síntomas externos cuando aparecen, y lo hacemos sin asumir la responsabilidad de nuestra enfermedad y de nuestra curación, sin tomar partido en ella, únicamente a través de medios externos, de medicamentos, de operaciones quirúrgicas, como propone la medicina convencional, no se produce realmente la sanación. Podrán remitir temporalmente los síntomas específicos, pero el origen energético/mental sigue ahí, reproduciéndose más tarde, puede que de otra manera.
Cuando sólo intentamos curarnos de los síntomas externos cuando aparecen, y lo hacemos sin asumir la responsabilidad de nuestra enfermedad y de nuestra curación, sin tomar partido en ella, únicamente a través de medios externos, de medicamentos, de operaciones quirúrgicas, como propone la medicina convencional, no se produce realmente la sanación. Podrán remitir temporalmente los síntomas específicos, pero el origen energético/mental sigue ahí, reproduciéndose más tarde, puede que de otra manera.
Cuando hablamos de sanar no nos referimos a sanar una
enfermedad física ya manifestada. Como decíamos, eso no es más que el final del
proceso de una mente no curada. Aunque no haya enfermedad física manifestada,
la sanación es igualmente necesaria, puesto que el problema es
mental/emocional, se manifiesta en nuestra propia vida, que no es más que un
reflejo de nuestra mente y nos impide tomar nuestro verdadero poder, acceder a
la esencia de lo que somos. De esta forma, la sanación de nuestra mente, nos
lleva a encarnar quien realmente somos, por una parte, y a evitar las
manifestaciones físicas en forma de enfermedad, por otra.
Sanar es “desatar” las causas. Comprender y liberar el
pasado, no repitiendo en el presente las actitudes que previamente originaron
los problemas. Por eso es tan efectiva la terapia de regresión. A través de
regresar al pasado de esta vida o de vidas anteriores, comprendemos desde una
visión más amplia de la historia de la vida, lo que nos permite entonces
liberar nuestra mente a través del perdón. Cuando la mente “ha comprendido”, la
sanación física se produce.
Sanar la mente es sanar el cuerpo porque mente y
cuerpo no están separados. Cuando sanamos el cuerpo, cuando llevamos
consciencia a una parte de nuestro cuerpo, activamos la parte del cerebro,
antes dormida o bloqueada, que controla esa parte del cuerpo. De manera que
cuando sanamos el cuerpo “conscientemente” (no a base de medicamentos, “irresponsablemente”) también estamos
sanado la mente, activando partes de nuestro cerebro antes dormidas o
bloqueadas, liberando y elevando el nivel de nuestra mente, ampliando sus
horizontes y elevando nuestra consciencia.
La sexualidad tántrica puede ser una ayuda poderosa en
el camino de sanación del vientre femenino, pues revierte el proceso de la
enfermedad del desamor, que inunda las células del vientre femenino. Cuando una
mujer hace el amor con “penes emocionales”, con penes compulsivos y egoístas,
que no saben estar presentes amorosa y desinteresadamente dentro de su vientre,
está acentuando la herida. El contacto con el pene de un hombre que ha sanado o
que está en el camino consciente de sanación, que ha abierto su corazón, que ha
integrado en él mismo la energía femenina, la energía de la Diosa, comienza,
sin embargo, a purificar el vientre femenino.
Comienza a darle “nueva información”, esta vez desde la consideración, desde el amor. Por eso es muy importante para cualquier mujer en el camino de sanación consciente, ser cuidadosa en sus relaciones. No se trata de represión, de negar ahora el derecho de libertad sexual, tan arduamente conseguido; sino de una toma de consciencia de “lo que estamos haciendo”. Pasado el tiempo, tan necesario, después de siglos de locura de represión, de la liberación sexual de los hippies, estamos ahora en otro lugar, donde debemos empezar a tomar responsabilidad sobre las verdaderas consecuencias de lo que hacemos.
Comienza a darle “nueva información”, esta vez desde la consideración, desde el amor. Por eso es muy importante para cualquier mujer en el camino de sanación consciente, ser cuidadosa en sus relaciones. No se trata de represión, de negar ahora el derecho de libertad sexual, tan arduamente conseguido; sino de una toma de consciencia de “lo que estamos haciendo”. Pasado el tiempo, tan necesario, después de siglos de locura de represión, de la liberación sexual de los hippies, estamos ahora en otro lugar, donde debemos empezar a tomar responsabilidad sobre las verdaderas consecuencias de lo que hacemos.
Por Jesús Gómez
Fuente: tantranuevatierra.com
Fuente: tantranuevatierra.com
CONSCIENCIA CRISTAL ARCOIRIS EN ACCIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario