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Madre Divina - Como el brotar de la Flor
16 de junio de 2014
Desde el Reino Cristalino de la Tierra, mi Presencia se expande, resplandeciendo en mil soles. Mi Presencia llena e inunda cada hogar, cada chispa, cada fragua, revelando un incendio de Amor-Luz.
Bienaventurados, hijos e hijas de la Tierra! Bienaventurados, soles de la redención!
16 de junio de 2014
Desde el Reino Cristalino de la Tierra, mi Presencia se expande, resplandeciendo en mil soles. Mi Presencia llena e inunda cada hogar, cada chispa, cada fragua, revelando un incendio de Amor-Luz.
Bienaventurados, hijos e hijas de la Tierra! Bienaventurados, soles de la redención!
Bienaventuradas, simientes de mi jardín! Bienaventurados, Bodhisattvas de esta humanidad!
Bienaventurados, portales de la nueva vida! Bienaventurados, canales de la nueva realidad!
Yo los saludo en esencia y en forma. Yo los envuelvo en Espíritu y en verdad. Yo los bendigo en la carne, en la sangre, en el soplo y en la Luz.
Niños bien amados, Yo les recuerdo: levedad es mansedumbre. Siempre que la atención se dispersa, siempre que el pensamiento, ésta energía de construcción, se mantenga aprisionada por las líneas de los conceptos, de los raciocinios, de confabulaciones; entonces un estado de tensión y de opresión se establece y así colorea su experiencia, interna y externa. Es cierto que este proceso, que este parto, que este nacimiento es constituido de variadas condiciones y aspectos. Es verdad que el brotar de una flor es un evento de magnífica simplicidad, pero también, de magnífica complejidad. Sin embargo, la flor simplemente se abre. Y exhala su perfume simplemente sin esfuerzo, sin premeditación, sin opresión.
En la flor hay un estado de constante alerta, en la flor hay un estado de alerta y de atención pura. Una atención que no está enfocada en un solo objeto, una atención que no está enfocada, o prisionera, en el mismo escenario que la circunda. La atención de la flor es sin embargo una atención pura, una tensión sin esfuerzo y sin opresión, porque esta Atención y esta tensión están completamente, naturalmente y espontáneamente fijadas, consolidadas, enraizadas, en el misterio de la manifestación del Ser.
Amados de mi Corazón, la levedad se revela como un resultado natural y espontáneo de la verdadera vigilancia. La levedad surge en su experiencia material como un fruto espontáneo de la Lucidez. ¿De qué Lucidez hablo? ¿Qué Lucidez es esta? Amados, el rio corre en dirección al mar sin necesidad de que ustedes lo conduzcan, lo impulsen, le señalen el camino a seguir. El simplemente fluye, sin jamás estar separado del océano, él simplemente fluye en dirección al océano, cumpliendo cada etapa de su proceso, de su servicio, completamente presente en cada curva, en cada margen y, sin embargo, sin esfuerzo, sin opresión, cumple su sagrado propósito. Yo les recuerdo, hijos e hijas que este proceso, este evento de magnífica simplicidad y magnífica complejidad, que es el despertar de sus almas en encarnación, puede ser leve y incluso alegre. Por detrás de todo dolor que envuelve este proceso también hay Alegría y hay levedad.
Yo les pido, niños míos, no hagan le experiencia de sí mismos pesada, pesada con los conceptos, pesada con las concepciones intelectuales y racionales, pesada con la necesidad o deseo inútil de comprensión y de análisis. Como el rio, permítanse solo fluir en dirección al océano. Como la flor, que su estado de alerta y de atención sea pleno, sea espontáneo y natural. Levedad no es el producto artificial de su esfuerzo, levedad no es un estado a ser alcanzado, levedad no es un fin en sí mismo. Una vez más, hijos e hijas, recuerden: la levedad es la expresión natural de una consciencia entregada y abandonada, la levedad es la expresión espontánea de la atención vuelta simplemente hacia el servicio. Sin embargo no construyan, mil y una proyecciones, mil y un conceptos acerca de lo que es este servicio. El servicio es magníficamente simple y complejo, es simplemente la expresión de la Luz, la expresión del Amor, la expresión del Ser. Esto es inherente a ustedes, esto es incluso innato, así como es del fuego producir calor, así es de la consciencia expresar la Esencia.
Atiendan los pedidos de su corazón, sigan las orientaciones que su corazón les muestre como vibrantes, como coherentes. No hay necesidad de esfuerzo para encajarse en padrones presentados exteriormente, no hay necesidad de esfuerzo y de tensión para adecuarse a las demandas externas, pues todas ellas son ilusorias, todas ellas son engaño. Acojan el impulso sagrado de su corazón, éste es su guía en su expresión y manifestación. Pero más allá de las danzas cambiantes y mutantes de las formas, manténganse, hijos e hijas, en una misma sintonía, en un mismo canto; sintonía y canto que ustedes viven al reconocer la Unidad de sus corazones, a pesar de las diferencias exteriores.
El Corazón es uno solo, el Espíritu es solo uno, la Vida, la Luz y el Amor son solo Uno. Descansen en esta certeza, descansen incluso en esta vivencia y vivan, levemente, dulcemente, suavemente, vivan. Porque la vida es levedad, es suavidad, es dulzura. Y lo que ustedes llaman sufrimientos, dificultades, obstáculos y resistencias, solo son las pequeñas ondas que a veces se forman en la superficie de este océano profundo y vasto del Ser. Acójanse a sí mismos en esta levedad, en esta suavidad y es esta dulzura, acójanse a sí mismos en esta vastedad del Ser. Observen el desenrollar de las formas, la formación y disipación de las ondas, pero jamás olviden, hijos; que el proceso de su despertar, que el proceso de su florecer es magnificentemente simple y complejo, como el proceso de la flor que se abre.
Yo los impulso hoy y a cada momento a que su atención se vuelva hacia su Sagrado Corazón, templo de mi Presencia, en levedad, en suavidad y dulzura. Yo permanezco en el centro de ustedes, como ustedes mismos, pues somos verdaderamente Uno, revelándoles la levedad de esta experiencia, la suavidad y dulzura de este reencuentro. Acójanme como Yo los acojo. Fúndanse en Mí, como Yo me disuelvo en ustedes.
Amados de Mi Corazón, la Tierra canta y todos los reinos que se reunieron en el servicio a este Espíritu Planetario, celebran. Vuestras almas también celebran, también cantan. En la atención plena este canto es oído, sentido e integrado en la persona que ustedes manifiestan aquí, en este nivel de su experiencia. Estén ahí solo como Sacerdotes de la Luz Viva, Sacerdotes de la Presencia, Sacerdotes del Templo del Fuego Vivo y como canales permitan que esta levedad, suavidad y dulzura, que este canto, se derrame sobre esta forma, inunde e encienda como Yo los inundo y los enciendo en Amor perpetuo. Levedad es el fruto espontáneo de la verdadera vigilancia.
En esta bendición Yo los acojo, permanezco en ustedes y les digo: hasta un próximo momento.
Desde el Corazón Cristalino de la Tierra, nosotros retumbamos, hoy, ahora, en este momento, el canto de la Unidad: Aní Maritumi.
Participantes: Aní Maritumi!
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