PERDONAR IMPLICA ENTENDER, NO
JUSTIFICAR
Saber
perdonar se ha visto siempre como una virtud. Hay personas a las que les cuesta
especialmente hacer borrón y cuenta nueva cuando alguien hace algo que le
duele. Mientras que hay otras que perdonan absolutamente todo lo que les hacen
los demás…
¿Cómo encontrar el equilibrio?
Saber
perdonar no implica olvidar todo lo que nos hacen los demás sin importar cómo
nos sentimos. Es importante aprender a dejar el rencor atrás, pero sin
justificar lo injustificable…
¡Sigue leyendo para
aprender a usar el perdón en equilibrio y mejorar así tu bienestar emocional!
La virtud de perdonar empieza en uno mismo
Aprender
a perdonar no implica que no nos importa lo que nos hagan, sino que no dejamos
que ese enfado o molestia inicial se convierta en rencor e inunde de malestar
nuestra vida y la relación con la persona que nos ha hecho daño. De hecho, perdonar nos ayuda a dejar pasar lo
sucedido, pero tomando decisiones que nos protegen de aquello que nos ha
perjudicado en un futuro.
Pensamos
en perdonar a los demás pero tenemos la mala costumbre de olvidar perdonarnos a
nosotros mismos. La realidad es que ninguno de nosotros somos perfectos. Aunque
suene a tópico, todos cometemos errores. Es importante que
comprendamos esto, pues en muchas ocasiones tenemos unos niveles de
autoexigencia que son imposibles de cumplir, lo cual nos pueden generar
sentimientos de frustración, ansiedad o enfado con nosotros mismos.
Por
lo tanto, reconocer que somos humanos es el primer paso para aprender a
perdonarnos. Pero podemos ir un paso más allá: si hemos hecho algo que
consideramos incorrecto, podemos dejar de dar vueltas al hecho y buscar una
solución.
La
cuestión está en cambiar esa espiral de pensamientos que nos llevan a un
callejón sin salida por una afrontación mucho más adaptativa del
problema. De modo que tenemos dos alternativas: poner
remedio a lo que hemos hecho y si no lo tiene, pensar en qué podemos hacer para
evitar caer en el mismo error en el futuro.
Perdonar implica entender que los demás también
cometen errores
Una
vez que tomamos conciencia de que no somos perfectos, toca plantearnos lo mismo
respecto a los demás. Muchas veces, nos es más fácil justificar nuestras
equivocaciones que aquellas de las personas que nos rodean. La realidad es que, al igual que tenemos exigencias para con
nosotros mismos, también las tenemos para con quienes nos rodean.
Así,
esperamos cosas de ellos que no siempre se pueden cumplir. Entender que los
demás no están obligados a cumplir con nuestras expectativas es muy importante
para aprender a perdonar aquello que consideremos que han hecho mal. Al igual que cuando nos enfadamos con nosotros mismos, es
importante tratar de dejar atrás el rencor.
De
nuevo, quedarnos dándole vueltas a aquello que nos ha hecho la persona en
cuestión, no nos ayuda para nada. Si
algo nos molesta, hay que tratar de entender los motivos que puede haber tenido
el otro para actuar de ese modo. En esta línea, mantener una conversación al
respecto, tratando de buscar una solución a lo que ha pasado, puede ser
beneficiosa.
Perdonar no quiere decir que todo sea justificable
Ahora
bien, no hay que perdonar todo lo que nos hacen por costumbre. Es importante
dar peso a nuestros propios derechos y necesidades. Si disculpamos
constantemente los agravios que nos ocasionan los demás, perjudicamos nuestro
propio bienestar e impedimos nuestra autoafirmación.
Aprender
a escuchar a nuestras emociones en estos casos nos proporcionará pistas para
saber qué hacer. Así, aprenderemos a poner límites a los demás y a defender
nuestros propios derechos.
De
modo que para aprender a no perdonar absolutamente todo, es importante que
reflexionemos sobre lo que ha pasado y sobre cuál es el motivo de nuestro
enfado. De esta manera trataremos de adjudicar la responsabilidad de lo
sucedido a quien corresponde.
No
se trata de buscar culpables, sino de repartir a cada uno lo que le
corresponde. Porque antes de disculpar al otro sin más, es recomendable hablar
sobre su comportamiento y sobre aquello que esperábamos o que nos gustaría que
hubiera pasado. Se trata, por lo tanto de equilibrar la
balanza entre nuestras necesidades y las de los demás. ¡Aprende a perdonar!
cuarzomistico
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