Por un lado, aquellos que trabajan, consciente, o
inconscientemente por la Luz, y luego, los otros. No hay necesidad de
detenerse, en aquellos que todavía dudan, o en los que nunca elegirán,
escuchando a sus miedos, a su egoísta preservación de la comodidad material,
porque su frecuencia vibratoria ha hablado, decide por ellos.
La humildad, es la lucidez, de ponerse en el lugar que le
corresponde como un simple ser humano encarnado, únicamente para participar, en
la experiencia terrenal. Las misiones planetarias, se confían solo, a los Seres
de Luz. Sus únicos desafíos, es vivir derrotando a diario, las trampas del ego,
presentadas por las Fuerzas Oscuras. Más que nunca, les pido a los artesanos de
la Luz, que se centren nuevamente, en el primer mandamiento de su contrato de
encarnación:
Este orgullo, que genera la necesidad de conquistar territorios,
la necesidad de poseer, de doblar el torso, no tiene lugar para una humanidad
en perfecto equilibrio. Practiquen dejar ir, no controlar, porque la necesidad
de controlar, genera en el cuerpo humano, la enfermedad corporal, y
mentalmente, crea el estado, de víctima manipuladora eterna. La comprensión de
que nada es suyo, que todo se les presta durante sus encarnaciones, que cada
cosa, es útil para la experiencia terrenal, y que las reglas establecidas para
sus planes, las aceptaron en el momento de su encarnación.
Es mejor, evitar codearse con aquellos que dicen ser luminosos,
porque quienquiera que realmente sea, no necesita decirlo abiertamente, brilla
sin llamar la atención en absoluto. Cultiven la bondad, ofreciendo con sus
corazones, una mirada benevolente, una sonrisa, un gesto tierno, una palabra de
aliento, una oración, una acción sin interés, una parte de usted que cobrará
vida en la otra, y mostrará la manera.
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