7 SÍNTOMAS DE UNA INTOXICACIÓN EMOCIONAL
Me siento vulnerable, me enfado con
facilidad y, de vez en cuando, siento la necesidad de marcharme y dejarlo todo.
Paso del interés a la indiferencia en una milésima de segundo, pues tan pronto
me apetece llevar a cabo un proyecto como que me aburre soberanamente.
Vivo en una montaña rusa constante. La
risa y el llanto me acompañan y me desestabilizan en los momentos más
inesperados. Me cuesta un gran esfuerzo separar mis preocupaciones presentes y
pasadas y la inseguridad reina mi vida.
Reacciono con frecuencia de forma
desproporcionada y no consigo exponer con claridad mis pensamientos y
emociones, lo que me está trayendo muchos problemas. Además, tan pronto no me
siento a gusto con nada ni con nadie como que me ahogo porque siento una
profunda necesidad de tener a alguien que me lleve de la mano…
¿Te identificas o identificas a alguien
de tu entorno con estas palabras? Este podría ser el discurso de una persona
bajo los efectos de la intoxicación emocional o, lo que es lo mismo, con
problemas emocionales relacionados con el estrés, la ansiedad y la depresión.
Muchos de nosotros comprendemos sin
problema cuáles son los efectos de la intoxicación por alcohol. Sabemos que
nuestra capacidad de percepción se altera, que el pulso cardíaco se ralentiza,
que nuestra capacidad de reacción disminuye, etc. Pero, ¿somos capaces de
interpretar las señales que nos indican que estamos abrumados por nuestras
emociones?
Si estás pasando o has pasado por
momentos de gran carga emocional, es probable que te haga falta depurar tus
emociones. Aunque las causas son diversas, la intoxicación emocional es la
consecuencia de no otorgarnos diariamente un tiempo para cultivar nuestro
interior.
1. Estás
constantemente a la defensiva.
Como veníamos comentando, una persona
que está intoxicada por sus emociones tiene activado el “modo autoprotección”,
a través del cual se protege de lo que cree que puede dañarle.
Cuando nuestras emociones nos abruman,
puede que malinterpretemos de manera constante las acciones o percibamos las
palabras de los demás como un ataque. De hecho, atendemos solo por momentos y
nos obcecamos en llevarlo todo al extremo.
Esto ocurre porque nuestra autoestima
está completamente disminuida, lo que nos hace sentirnos vulnerables ante
cualquier acontecimiento. Nuestras emociones nos bloquean y hacen que atendamos
selectivamente a lo negativo, haciendo que cualquier nimiedad nos afecte
directamente.
Como consecuencia, retorceremos las
palabras y las voluntades de los demás y reaccionaremos de forma agresiva y
desproporcionada, creyendo que debemos protegernos de un peligro que solo está
en nuestra mente.
2. Tus percepciones se
alteran.
Es probable que, al estar observando lo
que acontece a tu alrededor con las gafas de tus emociones, no te escuches ni a
ti ni a los demás. Al fin y al cabo, puede que hacerlo te parezca una pérdida
de tiempo, pero no deshacerte de estos conflictos puede ocasionarte multitud de
problemas.
Por ejemplo, el nerviosismo, la
impaciencia y las reacciones emocionales descontroladas tienen su origen aquí,
en lo poco que nos paramos a pensar sobre cómo estamos entendiendo y atendiendo
a lo que nos rodea.
3. Eres excesivamente
crítico.
Una de las razones por las que resulta
tan complicado tratar con una persona intoxicada es porque se autoimponen la
barrera de la intransigencia. No pasan ni una, ni siquiera a sí mismos.
Si te sientes de esta manera, es posible
que, en tu afán por tenerlo todo controlado e impedir que algo interfiera en tu
vida, no te concedas ni un mínimo margen de actuación. Procura ser más
benevolente contigo mismo y con los demás.
4. Afloran tus
inseguridades.
Si sientes que estás intoxicado
probablemente te hayas dado cuenta de que tus inseguridades han aflorado y
dirigen tu vida. Te vuelves más reactivo y te pones a la defensiva con
frecuencia.
Tu autoestima está completamente mermada
y sientes que eres vulnerable ante cualquier acontecimiento que se presente. Es
probable que sientas que no tienes fuerzas y que eres incapaz de entender con
claridad cómo te sientes, cómo eres y hasta lo que eres capaz de hacer.
Como consecuencia, pensarás que
necesitas a alguien a tu lado que supla tus carencias, que te proteja y dirija
tu día a día, pues no puedes hacer nada por ti mismo. Obviamente, este aspecto
hay que trabajarlo con el objetivo de regenerar nuestra autonomía y nuestra
identidad emocional.
5. Te sientes apagado.
La sobrecarga emocional puede llegar a
abrumarnos hasta el punto de apagarnos. Sentirse apagado significa no tener
fuerzas y no ser capaz de reactivarse por sí mismo.
Cuando se apaga nuestra vitalidad,
optamos por cerrar las cortinas y protegernos de nuestros propios sentimientos,
renunciando a una parte esencial de nuestro ser. En definitiva, te supone un
gran esfuerzo, mental y físico, tomar decisiones y estar al tanto de todo, pues
no tienes fuerzas para enfrentarte a los retos cotidianos.
6. Tu bloqueo emocional
te impide avanzar.
Cuando estamos inundados por nuestras
emociones somos incapaces de filtrar mentalmente nuestras reacciones
emocionales y sentimentales. Como consecuencia de esto, nuestra capacidad de
comunicarnos, de tomar decisiones y de avanzar está mermada, por lo que nos
encontraremos situaciones en las que respondamos de forma inadecuada o,
simplemente, no sepamos responder.
Estar emocionalmente intoxicado te
impide pensar antes de hablar y tomar perspectiva sobre lo que acontece. Tu
atención y tu memoria son excesivamente selectivas, lo cual se agrava ante una
discusión, pues empiezas a retorcer las palabras que escuchas y a sacar tus
propias conclusiones, las cuales te ayudan a corroborar tus frustraciones y tus
problemas.
Debes tener siempre la cabeza fría,
caliente el corazón y larga la mano, dijo Confucio. Una reacción en caliente
hace que nos controlen nuestras emociones y estallen nuestros impulsos, por lo
que no seremos nosotros mismos si actuamos en ese momento.
7. El vértigo
emocional no te deja decir adiós.
Tenemos miedo a deshacernos de lo que ha
estado con nosotros, o bien muy cerca o bien durante mucho tiempo. Por eso no
logramos desprendernos de ello ni dejarlo ir, a pesar de que nos esté generando
sufrimiento.
Si de normal nos cuesta, cuando nuestras
emociones nos han invadido nos enfrentamos a un miedo al vacío emocional aún
mayor. Esto ocurre porque entendemos que, aunque nuestra arquitectura emocional
esté a punto de derrumbarse, hay unos pilares básicos que no podemos derruir.
Obviamente estamos equivocados, esta
percepción es fruto del agotamiento y del bloqueo que ocasiona la intoxicación
emocional.
Debemos dedicarnos un tiempo para cultivar nuestro interior y depurar
nuestras emociones. Al estar intoxicados llevamos todo al extremo y
malinterpretamos las palabras y las acciones de los demás
Raquel Aldana
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1 comentario:
Gracias, Gracias, gracias !!
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