LA LUCHA ENTRE EL BIEN Y EL MAL:
En una lucha
Puede haber un vencedor,
Pero en una guerra
Pierden todos.
«Una mañana de no hace mucho tiempo se encontraron, en lo alto de los Himalayas, un ángel y un demonio.
-¿Qué haces aquí? – preguntó el demonio.
-Vengo a ver el amanecer y el despertar de esta flor.
-¿Para qué?
-Para disfrutar del milagro de la obra de Dios.
-¡Valiente tontería! Yo vengo por el alma de un escalador.
-¿Y cómo conseguirás su
alma?
-Muy fácilmente, le salvaré la vida.
Cuando el pobre esté desfallecido en medio de la nieve y azotado por el aire de
este amanecer helado que vienes a contemplar tan perezosamente, y llame a tu Señor sin escuchar respuesta, yo estaré ahí, listo para cambiarle su
alma eterna por lo que le resta de vida.
-No puede ser – dijo el ángel inocentemente -, tú y yo sabemos que la hora de la muerte es inamovible, que el escalador morirá si tiene que morir, y que vivirá si tiene que vivir. Nadie puede interferir en el
momento final de su destino. ¿Es que no lo sabes?
-Yo lo sé – sonrió el demonio -, y tú lo sabes, pero el escalador no tiene ni a más mínima idea, y, cuando se sienta
perdido y abandonado, llamará a su Dios
varias veces, sin que Él se digne a
darle la más mínima señal de que su destino es seguir viviendo, entraré yo en escena y le prometeré sacarlo del trance a cambio de
que me entregue su alma. El pobre estará
tan asustado y tan enfadado con Dios, que no dudará en hacer
el trato que le ofrezca.
-¡Tramposo, eres un tramposo!
-Por supuesto, soy un demonio.
-No te dejaré que lo hagas.
-¿Y cómo lo impedirás? ¿Me pegarás, me harás daño, me matarás?
-No, bien sabes que no debo
hacerlo.
-¿Entonces, que harás?
-Le daré ánimo al escalador, influiré en su alma…
-No me hagas reír. ¿Qué animo podrás darle
si el pobre estará muerto de miedo? ¿No sabes que el miedo es el alimento de las sombras? No te escuchará, no te sentirá, no pensará en su alma, tonto, sólo pensará en salvar su cuerpo.
-Tienes razón…
-Lo sabía.
-Eres más sabio de lo que pensaba.
-Por supuesto.
-No podré hacer nada cuando el escalador pase por sus peores
momentos de debilidad. No puedo ni debo interceder en lo que él haga por iniciativa
propia…
-¡Está claro!
-Sin embargo…
-¿¡Qué!?
-No sé, se me ocurre que el
alma de un pobre mortal es poca cosa para un demonio tan inteligente como tú.
-Ahora eres tú quien tiene razón, pero el mercado de
almas está muy mal, y hay que conseguir lo
que se pueda, y no lo que yo
quisiera.
-Tendrás que aspirar a algo más…
-¿A algo más? Pero si no hay nada más por el momento, El alma más cercana que hay por aquí es la de una cabra, y el alma de un humano es mejor que el alma de una cabra, te lo aseguro. Además, no se me da muy bien
hacer tratos con las cabras.
-¿Te olvidas de mí?
-No, pero conseguir el alma
de un ángel es prácticamente imposible.
-¿De verdad lo crees?
-No lo creo, lo sé. Mira, si uno de nosotros intenta comprarle el alma a un ángel, puede tener problemas con las huestes celestiales. Si le quito el
alma a un hombre, tú no puedes atacarme, pero si intento apoderarme de tu alma, si podrás atravesarme con
tu espada de fuego. No intentes engañarme, que me conozco el
reglamento.
-¿Tienes miedo?
-No, no es eso, yo no le temo a los ángeles, pero ahora no tengo
tiempo de luchar contigo, porque dentro de un
instante el escalador empezará a desesperar y he de estar ahí para aprovechar
el momento.
-Espera, espera. Te doy mi
palabra de ángel que no lucharé, que no opondré
resistencia.
-No te creo…
-¡Lo juro!
-No sé, no sé – el demonio dudó
por un instante -. ¿y qué me pedirás a
cambio de tu alma?
-Poca cosa.
-¿Qué? Venga, dímelo, date prisa, que ahora estamos en la
esfera de tiempo de los hombres y no puedo esperar más.
-Sólo te pido que dejes en paz a ese hombre.
-¿Eso es todo?
-¡Lo juro!
-¡Trato hecho! Ahora mismo empiezo a preparar el documento.
-De acuerdo.
-Nunca pensé que atrapar el alma de un ángel sería tan fácil.
-Ya lo ves…
-¿Tienes sangre para
firmar el documento?
-No, soy un ángel, ¿recuerdas?
-¡Qué lata! Lo había olvidado.
-¿Te serviría una de mis
lágrimas?
-No lo sé…
-¿No lo has hecho antes?
-Pues… me gustaría mentirte y decirte que sí, que llevo muchas almas de ángeles en mi haber, pero sería inútil, al momento te darías
cuenta de que es la primera vez que atrapo a uno de vosotros.
-¿Y entonces con qué firmo, con nieve?
-¡No te burles de mí! ¡Mira que estás a punto
de pertenecerme!
-No pretendía burlarme…
-Deja que consulte el manual.
-¡Mira, parece que el escalador ha podido salvarse sin tu ayuda!
-¿¡Qué!? ¡Maldita sea! ¿No me digas que ahora
vas a echarte para atrás y que no firmarás el contrato?
-No, nada de eso. Te di mi palabra
de ángel y estoy dispuesto a cumplir.
-¡Uf, menos mal!
-Bueno, ¿te sirve una lágrima o no?
-Si, aquí lo dice, me sirve una lágrima tuya. Venga, llora un poco y firma, que no tengo todo el día.
-El ángel empezó a llorar
-Pero no llores mucho – dijo el demonio -, que a mí eso de las lágrimas, ya sabes…
-No, no lo sé…
-Pues eso, que me ablandan, me enternecen…¡Y mira que soy un
demonio feroz con toda la barba!
-No te preocupes, no se lo diré a nadie, entiendo lo que te pasa…
-¿¡Cómo que lo entiendes!?
-Eso te pasa porque en tu interior, muy en el fondo, pero muy en el fondo, sigues teniendo una
chispa de luz divina, esa chispa de luz
divina que anima a todos los seres de la creación.
-¡Mentira!
-Los ángeles no mienten. Todas las cosas de la creación tienen una
chispa de luz divina, hasta tú. Recuerda que, te guste o no, también eres parte de
la creación y del universo.
-¡Calla de una vez! ¡Venga, con esas lágrimas es suficiente! ¡Firma aquí, en la línea punteada!
-El ángel cogió una de sus lágrimas, y con su dedo de fuego
empezó a firmar sobre la línea punteada.
-El demonio que se había enternecido un poco con las lágrimas, esbozó una sonrisa de triunfo y sintió que el pecho se le henchía
de orgullo. Sí, dentro de poco seria la
envidia de su orden demoniaca.
-El sol del amanecer se elevaba en el horizonte, y la pequeña flor de montaña abría sus ojos ante el astro rey. El
ángel, mientras ponía las primeras letras de su nombre, creía ver por última vez la esplendorosa hermosura de la creación
de Dios. Un ser tan humilde como la flor, entraba en comunión con
un ser tan grandioso como el sol.
-Justo en ese momento, desde el infierno brotó
una voz, al tiempo que el contrato de compra-venta de almas se desvanecía
sin que el ángel terminara de estampar su firma.
-¡Tonto! –tronó la voz de Lucifer – ¡Ese contrato es nulo!
-¿Por qué? – preguntó el demonio acobardado y sorprendido.
-¡Porque parte de un acto
supremo de sacrificio! ¡Estúpido!
-¡No puede ser! – gimió el demonio.
-Lo siento mucho – dijo el ángel intentado consolarlo-, no era mi intención hacerte padecer.
-La voz de Lucifer volvió al averno. El demonio, presa del desencanto, empezó a descender por
la montaña. Y el ángel, aliviado y enternecido
por la mala suerte del demonio, le pregunto a su rival:
-¿Adónde vas ahora ?
-¡Qué te importa!
-Venga, no te lo tomes así, ya tendrás otra oportunidad…
-¡Seguro! Ahora mismo voy en busca de la cabra, a ver sí a ella le puedo robar el alma.
-Bueno, lo siento, espero que tengas suerte con la cabra.
-¿Es que no vas a intentar
impedírmelo?
-No, yo me quedo a observar
el sol y las flores.
-¿¡Es que no te importa lo
que le pueda pasar a la cabra!?
-Claro que me importa, pero yo sólo sigo los
deseos de Dios, y Él me dijo que
viniera hoy aquí, a observar el amanecer, el sol y las flores de montaña, porque me dijo que
observando la majestad de su naturaleza divina, hoy mismo salvaría tres
almas.
-El demonio ya iba bastante lejos, pero no pudo dejar de
ver que el ángel lloraba viendo las flores y el sol.
-¿Y hora por qué lloras? – le gritó desde lejos.
-Porque sólo he salvado dos almas. La mía y la del escalador.
-¡Deja de llorar, tonto, que ya has salvado tres
almas! ¡Hoy me ha salido tan mal
las cosas, que no pienso molestar a la cabra!
El ángel daba gracias a Dios, sin ver que el demonio, que bajaba a toda prisa por la montaña tapándose la cara para que
nadie lo viera llorar, iba perdiendo los
cuernos y la cola, al tiempo que de su
espalda empezaban a brotar unas alas»
Siempre estarás a tiempo dejar que se encienda esa chispa de Luz Divina de tu interior y que de tu espalda broten esas bellas y hermosas alas
de Ángel.
De “Isis Alada”
Agradecimientos a mi hija, Nas Amizu, por su colaboración en este
trabajo.
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