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sábado, 6 de septiembre de 2014

El banco del espíritu POR DAVID TOPÍ



El banco del espíritu no es un banco cualquiera, no tiene sucursales, pero está en todas partes, no tiene clientes, pero todos tenemos cuenta en él, no ofrece créditos, pero regala activos sin pedir nada a cambio. El banco del espíritu no está dirigido por ejecutivos, sin embargo nunca falla en sus decisiones, tampoco regala objetos para el hogar si haces un depósito a largo plazo, pero siempre devuelve aquello que requieres cuando lo necesitas.
En el banco del espíritu la moneda de cambio, de depósitos, de préstamos e intereses son las buenas acciones de la gente. No hay una cuenta privada, sino una global, de la que todos somos co-titulares, por eso, cuando alguien hace una buena acción, un favor, una ayuda, un apoyo, a otro co-titular, la cuenta del banco crece, y cuando alguien necesita ayuda, favores y apoyos, el banco mismo detecta la forma de devolverte o prestarte parte del capital que hay depositado en la cuenta global, que ha sido creada por todos.
Esta cuenta, en general, tiene pocos activos, así que, constantemente, el banco necesita para funcionar bien, de forma autónoma, que los co-titulares depositen buenas acciones, ya que la cuenta corriente representa el espíritu global de los hombres y mujeres co-titulares del saldo. El banco no requiere que pagues cada vez que te haga falta que el universo te eche una mano, cuando tú necesitas una buena acción de alguien, en un momento determinado de tu vida, ya que simplemente funciona por las leyes cósmicas del recibir lo que se ha dado, de cosechar lo que se ha sembrado, y de sorprenderte de vuelta por lo regalado. El banco, tampoco funciona con buenas acciones interesadas, pues aquí no hay intereses ni premios extra por ayudar a los demás. No hay categoría de clientes VIP, ni de clientes morosos, así que tampoco hay letra pequeña. El banco se nutre solo de aquello que se hace desde el querer ayudar a los demás, desde el corazón, de aquello que se hace por otros desinteresadamente, sin pensar en que sacaré yo a cambio. Esas acciones son las que cuentan como activos en el banco del espíritu.
Nadie se queda nunca sin recibir ayuda del banco del espíritu, pues cuando no hay suficientes buenas acciones de los hombres y mujeres que mantengan la cuenta fuera de números rojos, sus activos provienen directamente de la misma vida, del universo, de la Creación, pero, por alguna extraña razón, el banco quiere que también dependa de los depósitos de sus co-titulares, y de su relación entre ellos, por eso, siempre, pone oportunidades a la gente para que se ayuden entre sí, y lo hagan de forma sencilla, sincera, y amable.
Tampoco el banco impone obligaciones a sus co-titulares de pagar nada a cambio de los préstamos dados. Ya veis, este banco es así de tonto, dirían los otros bancos (los terrenales, esos que te hacen firmar preferentes y seguros de vida y todas esas tonterías, como si la vida se pudiera asegurar o se pudiera cuantificar con números de un dinero que no existe). Y es que el banco del espíritu quiere que sea aquello que le dio nombre, ese espíritu, el común de la raza humana, el que se convierta en el mayor activo común del planeta, y, por eso, se empeña tanto en poner a todos, aquellos medios y oportunidades necesarias para que puedan beneficiarse y colaborar con el mismo. Siempre hay formas de depositar buenas acciones en el banco, y, cuando lo haces, el espíritu de la totalidad de los co-titulares se ilumina un poco más, y otros seres de otros planetas, que nos miran con telescopios muy grandes, ven brillar por momentos una luz en el cielo de su firmamento, y un niño, de otra galaxia, le dice a sus padres… “Mira papi, allá en la Tierra, otra persona acaba de depositar una buena acción en el banco del espíritu…”…”si, hijo, ese planeta es muy especial, porque todos los que habitan en él, en breve, van a convertirlo, gracias a sus aportaciones a su banco del espíritu, en la luz más brillante del universo”.



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