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lunes, 15 de diciembre de 2014

HIJOS DE LOS ELEMENTOS Por Daniel Jacob


 Somos hijos de los elementos: Tierra, Aire, Fuego, Agua y Éter.

Cada uno de esos elementos representa un nivel de “Uno Mismo” que es esencial para la completa TOTALIDAD que disfrutamos todos como Ciudadanos del Multiverso.
Aunque algunos de nosotros buscamos negar la presencia de uno o más de estos elementos dentro de nosotros, pagamos un alto precio cuando intentamos hacerlo.

El Elemento Tierra habla de la carne y las cosas físicas, naturales y mundanas.

El Aire alude a una corriente de vida en curso, a la energía que fluye y a un intercambio cooperativo con todas las cosas.

El Fuego habla de pasión, consumición, deseo y calidez.

El Agua responde al medio ambiente donde reside y que refleja, ya sea un mar tormentoso o una laguna en calma. Puede enfriar el calor de la pasión o impulsar el deseo, en oleadas, hacia su curso elegido.

El Éter/Espíritu subyace y conecta Todo con Todo, recordándonos siempre la Gran Unidad de la que partimos en nuestros viajes de vidas únicas y diferentes.

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Negar nuestra fisicalidad puede aminorar el dolor durante un tiempo.
Ese es el origen de lo que hemos aprendido a pensar como “normal.” (todo insensibilizado)* 
Negar nuestra fuerza de vida singular (“no puedo respirar”) proviene de forzarnos a hacer cosas que no deseamos hace o dejar de hacer las que SÍ queremos hacer.

Negar que tengamos necesidad, pasión o deseo hace que empalidezca lo que realmente anhela ser vibrante y cálido.
Negar nuestra respuesta natural a las situaciones de la vida también nos hace parecer “indiferentes”,  impasibles, lo que nubla nuestro semblante y bloquea nuestra capacidad de ser espejos los unos de los otros.

Negar al Espíritu, rehusarse a admitir que todos estamos conectados, es la sentencia más solitaria de todas…confinamiento solitario en un mundo lleno de rostros… y sin embargo, ninguno de ellos familiar, reconfortante o en paz. 

Este es nuestro tiempo de recolectar lo que ha sido desechado y olvidado y de reconectarnos con eso.
No nos debemos sorprender ni conmocionar cuando los “niños huérfanos” de nuestra consciencia regresan a casa al corazón y la mente.
Más bien, recibámoslos con alegría y buena disposición para escuchar atentamente las lecciones aprendidas mientras estuvieron ausentes.

Este es el momento. Despierten.
Ya es hora.

* Juego de palabras, normal y numb all (todo insensibilizado, adormecido) suenan casi igual. (N de la T)

Daniel Jacob – Facebook, 7.12.14

Traducción: Susana Peralta
Re-Publicado por “Isis Alada”


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