LA CREACIÓN DEL "YO OBSERVADOR"
Oír y ver cosas que están fuera de lo que nuestros sentidos
captan está empezando a ser algo más que común para una gran parte de la
población humana, desde aquellos que sienten la presencia de sus familiares
fallecidos con total nitidez y claridad, hasta aquellos que perciben
solapamiento entre realidades y cosas que están sucediendo que no tienen
demasiada lógica para la mente racional.
Es importante darse cuenta que son procesos que están yendo in
crescendo, y que seguirán así, al mismo tiempo que rompen las estructuras
rígidas de los sistemas de creencias de muchas personas que, hasta ahora, no
habían contemplado nunca la posibilidad de que algo más allá de lo que sus
sentidos físicos captan, pudiera tener una realidad objetiva.
El sistema de control está entrando en modo pánico, aunque suene
exagerado, porque no pueden abarcar con los métodos tradicionales todo lo que
se les está yendo de las manos. El solo hecho de que cada vez más personas
busquen alternativas saludables para mantener su sistema físico y energético en
buen estado, el solo hecho de que menos gente (pero aun mucha) crea en lo que
sale en las noticias, el solo hecho de que empiece a ser normal cuestionarse
todo lo que nos han explicado, son pasos hacia un cambio inevitable en las estructuras
de la realidad, que aun avanzando a ritmo de caracol, avanza sin parar.
Abriendo brechas a la consciencia
A nosotros, mientras esto sucede gracias a los cambios que se
dan en todas y cada una de las personas a nivel individual, nos toca seguir
desmontando lo que tenemos “aquí dentro”, que impide tomar el control de lo que
proyectamos “ahí fuera”. Para desmontar lo que tenemos en nosotros mismos, a
nivel de programación, de patrones limitadores, de creencias falsas, y un largo
etc. de componentes imbuidos en nuestra psique, hemos de seguir comprendiendo
cómo funciona esta, y sacando a la luz aquello que, de alguna manera, abrirá
alguna pequeña brecha para que flashes de consciencia pura, puedan alcanzar la
psique y nuestra mente, y encontrar pequeños huecos para manifestarse e ir
tomando el control del piloto automático que representa el programa ego, sus
múltiples facetas y Yoes, y los componentes de la personalidad que de estos
dependen.
Si en la entrada anterior habíamos hablado de que
nuestra esfera de consciencia fue completamente revertida para
obligarnos a desconectar la conexión interior con aquello que somos realmente,
lo que no habíamos dicho es que esta conexión se ha mantenido siempre latente,
pero inactiva, simplemente porque no se puede eliminar al 100%, sino es
sesgando por completo el enlace entre ser y cuerpo físico, algo que solo ocurre
al momento de la muerte.
Así, a pesar de no ser consciente de ello, siempre hay una forma
que, desde el interior de nuestra propia esfera de consciencia, nuestro Yo
Superior establezca un punto de conexión con uno de nuestros Yos, el Yo que
usualmente llamamos el “yo observador”, según la terminología de Gurdjieff, que
no era más que aquella parte de nuestra consciencia artificial, la que se
genera en la superficie de la esfera de consciencia y que da lugar a nuestra
“personalidad”, que es capaz de darse cuenta del caos y de los diferentes Yos y
subpersonalidades que existen en uno mismo, y, además, es capaz de darse cuenta
de la otra parte latente que espera ser conectada: el Yo Superior.
Así, cuando este “yo observador” está listo para poder hacer de
puente entre el ser y el resto de la personalidad, esta última parte de
nosotros empieza a recibir, a veces de forma esporádica, a veces tras haberlo
trabajado con técnicas de meditación, de introspección, o cosas por el estilo,
esa energía desde nuestro ser que empieza a formar un enlace que proporciona un
primer canal de conexión consciente entre la personalidad y el Yo Superior.
Construyendo al yo observador
Pero claro, para que aparezca el yo observador ¿qué hay que
hacer? Hay que observarse. Lógico, pero no fácil. ¿Porqué?
Porque para que uno de tus Yos o subpersonalidades sea capaz de
dirimir y darse cuenta de lo que estás pensando, sintiendo y haciendo en todo
momento, hay que dotarlo de poder para ello, lo cual significa que hay que
aplicar la fuerza de la voluntad para poder ponernos en modo “mirar hacia
dentro”, y esto, en la mayoría de personas, dura lo que dura el anuncio de la
tele que estamos viendo, o lo que tardamos en perder el control sobre el
programa ego que entonces nos salta a cualquier otro pensamiento, activando
las rutinas de causalidad, y sacándonos del estado
de la autobservación casi inmediatamente, ya que se siente amenazado por
procesos que están bajo el control de la voluntad supeditada al Yo Superior que
desea provocar cambios en la personalidad, para que esta reconozca la parte
interior y más elevada que poseemos, algo que va en contra de la programación
estándar que tenemos por defecto.
Bien, entonces, suponemos que durante una temporada hemos
conseguido auto observarnos y vamos dotando al yo observador de poder para
darse cuenta cada vez que hemos caído en un estado de automatismo inconsciente.
Cada vez que nos damos cuenta de eso, volvemos a tener, por unos segundos, el
control de nuestra existencia, luego la perdemos, luego la volvemos a
recuperar.
Así, poco a poco se forja el yo observador, que llega un momento
en que se convierte en uno de los yos o sub-personalidades más fuertes que
poseemos, y que ocupa entonces parte importante de la superficie de la esfera
de consciencia para poder ser aquella parte de nosotros que está más abierta a
la comunicación hacia “el interior” de uno mismo, mediante el enlace creado
desde el centro de la esfera de consciencia hacia la superficie de la misma.
Reforzando la conexión
A partir de aquí, y si esto se refuerza con el tiempo, el
trabajo personal y la constancia, el enlace se hace más fuerte, la consciencia
del Yo Superior puede acceder con más facilidad a la personalidad, y la
comunicación es más fluida.
La información y respuestas que siempre nos han hecho creer que
estaban ahí fuera, ahora son fácilmente accesible “aquí dentro”, pues a través
del enlace limpio, desprogramado, sin filtros, etc., entre el yo observador –
Yo Superior (es más complejo, pero lo simplificamos así), uno tiene acceso al
enorme repositorio de información que es la Creación como tal, y la totalidad
de lo que contiene.
Este proceso es vital, no se puede dar de otra forma para conseguir
una conexión directa y estable con lo más profundo de nosotros mismos, y es la
conexión más segura y protegida que existe una vez se han eliminado miedos,
topes, barreras, protecciones y programas que están insertados ahí para que
esto no se produzca ni se lleve a cabo.
La desprogramación y eliminación de todo eso es importante, pero
también requiere que en el extremo receptor haya una parte de la personalidad
lista, abierta y receptiva para enlazar al centro de la esfera de consciencia
por donde fluye ininterrumpidamente el flujo de información, energía y
conocimiento proveniente de esos otros niveles más elevados de la estructura
multidimensional que forma esto que llamamos “ser humano”.
http://davidtopi.com
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