VOLVIENDO AL CORAZON:
EL AVE FÉNIX, EL RENACER ESPIRITUAL:
Desde corazón el camino hacia el AMOR, hoy sé cuál es el camino.
Sé que Dios está allí esperándome y guiándome, porque soy su hijo, todos somos
sus hijos. Hijos de la Luz.
El ave Fénix o Phoenix, como lo conocían los griegos, es un ave
mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo
incandescente, de fuerte pico y garras. Se trataba de un ave fabulosa que se
consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus
cenizas. Según algunos mitos, vivía en una región que comprendía la zona del
Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África. Muy
presente en la poesía árabe.
Fénix ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual,
del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad. Según el mito,
poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas.
Para Claudio Claudiano (siglo IV), el último de los grandes
poetas romanos, comentaba: El Fénix es un ave igual a los dioses celestes, que
compite con las estrellas en su forma de vida y en la duración de su
existencia, y vence el curso del tiempo con el renacer de sus miembros. No
sacia su hambre comiendo ni apaga su sed con fuente alguna.
En la mitología china, el Fenghuang, aunque no tiene similitudes
con el Fénix, ha sido denominado el «Fénix chino» por algunos occidentales,
siendo una criatura con cuello de serpiente, el cuerpo de un pez y la parte
trasera de tortuga. Simboliza la unión del yin y el yang.
Según la leyenda cristianizada, el ave Fénix vivía en el Jardín
del Paraíso, y anidaba en un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la
espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió el nido del
Fénix, haciendo que ardieran éste y su inquilino. Por ser la única bestia que
se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones,
siendo el más destacado la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de
sus cenizas. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y
hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al
tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas,
resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría
cada quinientos años.
Y es de este renacer del cuerpo y del espíritu del "Ave
Fénix", que ha sido tan bellamente simbolizado y mitificado por la
humanidad, el que hoy traigo como referencia para una invitación muy especial,
la cual consiste es que reconozcamos en nosotros mismos la misma posibilidad de
renacer física y espiritualmente gracias al derecho que nos concede el “AMOR”.
El derecho que se nos da cuando somos capaces de reconocernos como hijos de
Dios.
Preguntémonos ¿Con que frecuencia caemos en comportamientos
rutinarios?; muchos de nosotros seguimos los mismos patrones y actuamos de
manera predecible, día tras día. Programamos nuestra mente y sólo continuamos
poniendo un pie delante del otro. ¿Cómo podrían ocurrir milagros si simplemente
marchamos mecánicamente por la vida, sin pensar ni estar conscientes?
Los hechos que tienen ese carácter de maravillosos o
extraordinarios, los podemos ver cuando estamos atentos de las coincidencias y
a los señalamientos que se presentan en nuestro camino y que atraen nuestra
atención hacia algo importante de nuestras vidas, atisbos de lo que ocurre más
allá de las distracciones cotidianas. Podemos ignorar esas señales y seguir
adelante o podemos prestarles atención y vivir el milagro que está
esperándonos.
Ahora, preguntémonos ¿De quién es la intención que está creando
toda esta actividad? En la realidad más profunda, el «yo» que organiza todos
estos sucesos es el «Yo» no circunscrito ó el «Yo» universal. El nombre que es
sobre todo nombre celestial y terrenal, es DIOS, El Amor, Él gran "YO SOY
EL QUE SOY."El apóstol Pablo nos dice que Jesús es el Señor, sobre todo,
de manera que todos los otros seres que están en el cielo y la tierra se
doblarán y le adorarán. Él es Dios. Él no es uno de los muchos dioses, sino el
único.
Esta fuerza ordenadora, coordina y sincroniza simultáneamente un
número infinito de acontecimientos. La “Inteligencia Infinita” o el “Yo
Universal” vuelve constantemente a sí misma, y se renueva y renueva su
creatividad, de manera que lo viejo nunca se queda estancado, sino que nace de
nuevo y a cada momento. Aunque la intención “Deseo” proviene del «yo»
individual, de cada uno de nosotros. Desde nuestra perspectiva pareciera que se
trata de la intención de un «yo» personal.
En cada lugar, cada ser podría estar pensando: «¡Es mi intención!,
es mi deseo» Todos y cada uno de nosotros creemos que nuestro «yo» personal es
el que está haciendo algo; no obstante, en un panorama más amplio, todas las
mentes individuales “Seres humanos, y cualquier ser viviente” damos lugar y
creamos a cada uno de los demás, a través de la intención de la mente no
circunscrita “Mente Universal”. Los árboles deben respirar para que yo pueda
hacerlo. Los ríos deben correr para que mi sangre pueda circular. La semilla
debe florecer, para poder alimentarnos.
Al fin y al cabo sólo hay un «Yo», exuberante, abundante,
eterno, rítmico e indivisible. Todas las divisiones son ilusorias. El «yo»
individual sólo alcanza la realización como «Yo» no circunscrito cuando ambos
se conectan. Entonces empezamos a percibir que sólo existe un «Yo» universal, y
cuando nos conectamos empezamos a experimentar confianza, amor, perdón,
gratitud, compasión, generosidad, rendición; si rendición, al no hacer.
Cuando confiamos, cuando nos asombramos de las pequeñas
maravillas que suceden a cada instante en nuestras vidas, y somos conscientes
de ellas porque estamos atentos, caminamos por la vida en forma consciente. Así
funciona cuando oramos, para agradecer o para pedir por una intención ó deseo
nuestro. Alfred Lord Tennyson, el gran poeta, dijo una vez: «La oración provoca
más cosas de las que soñamos». Pero no se trata de una oración producto de una
intención forzada; es la delicadeza, la sincronía, la rendición, la gratitud,
la confianza, el amor y la compasión lo que me permiten, a mí, el «yo»
individual, experimentar y convertirme en el «Yo» universal.
¿Qué pedirías si tu intención pudiera cumplirse en este momento?
Si tu intención es un deseo meramente personal y se orienta a la gratificación
individual, los «yoes» individuales y los universales pueden perder
sincronización. ¿Cuántas veces has oído a las personas decir que quieren ganar
la lotería? Eso puede ocurrir, pero sólo si la satisfacción de esa intención te
favorece a ti tanto como al propósito mayor.
Podemos preguntarnos a propósito de cada una de nuestras
intenciones: «¿Cómo me beneficiará y cómo beneficiará a todos con quienes tengo
contacto?» Si la respuesta es que provocará dicha y satisfacción auténticas en
mí y en todos aquellos en quienes influyen mis actos, entonces mi intención,
junto con la rendición a la mente universal, organiza su propio cumplimiento.
Existen tácticas para descubrir la intención pura y auténtica que constituye el
destino de tu vida, sin embargo, lo esencial es partir de un lugar de
conciencia sosegada y afianzada, crear una intención apropiada en el corazón y
dejar que el «Yo» individual se funda con el «Yo» universal para permitir que
la voluntad de Dios se cumpla a través de uno.
El significado no proviene de la coincidencia misma sino de ti,
de la persona que la experimenta. De nuestra ALMA, a la cual nos hemos referido
en varias oportunidades y de lo cual hemos dicho que es a quien se le concede
el derecho de vivir la experiencia de la dualidad “De la Luz y de la Oscuridad,
del Amor y del miedo” De hecho, sin nuestra participación, ningún suceso
tendría significado, el Universo entero carecería de significado. Somos
nosotros quienes damos significado a los acontecimientos y lo hacemos a través
de la intención (De nuestros deseos). Las coincidencias son mensajes del ámbito
no circunscrito, del “YO universal” que nos indican cómo actuar para hacer que
nuestros sueños (intenciones) se hagan realidad. Así pues, primero debes tener
una intención y entonces ponerte en contacto con tu ser espiritual. Sólo
entonces podrás utilizar las coincidencias para satisfacer tus intenciones
(deseos).
Tener una intención es fácil, tan fácil como formular un deseo.
Ser más espiritual es difícil. Muchas personas que se creen espirituales no se
han sumergido aún en el vasto océano de la fuerza espiritual; más bien, nadan
en la superficie alejadas de las profundidades de la experiencia universal. Así
pues que mi invitación es que trabajemos en la evolución de nuestro “Ser”
espiritual para que tengamos como el ave Fénix un nuevo renacer del cuerpo
(Cuidemos nuestro cuerpo físico y nuestra mente) y del espíritu, así se nos
conceda el valioso don, de la inmortalidad a través de la capacidad de renacer
de nuestras cenizas.
Os saludo hermanos y hermanas hijos de la luz Akatriel Ratzón Elyon
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