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domingo, 25 de octubre de 2015

EL SORPRENDENTE ENIGMA DE LA REENCARNACIÓN






LA REENCARNACIÓN (EL VOLVER)


A pesar de que mucho ya se dijo acerca de la reencarnación y que ya ha hecho correr ríos de tinta, se cree que ésta podría ser una de las varias formas de regresar un muerto a la vida. Sin embargo, quedó algo que decir. Se dirá, para empezar, que la religión católica no se refiere en ningún momento a la reencarnación. Como si no existiera. Promete a sus fieles, a la hora de la muerte, las interminables angustias del infierno, un purgatorio con posibilidades de pasar al Cielo o la Gloria eterna.
Extraños "recuerdos" florecen de vez en cuando en la mayoría de las personas. Se trata de unas imágenes "anteriores" cuya nitidez y emotividad son más fuertes que las meras fantasías habituales.
Forman legión los que creen en la reencarnación
Cientos de miles de personas creen en las existencias anteriores. Otras reconocen lugares y personas que jamás vieron en su presente vida. Se han logrado algunas supuestas reencarnaciones por medio de hipnosis, las llamadas regresiones en el tiempo. La única forma de comprobar la autenticidad de una reencarnación es investigando los archivos históricos, que no son siempre dignos de crédito, pero en muchas ocasiones la existencia anterior es tan lejana en el tiempo que ni siquiera archivos existían. No todos creen en estas experiencias, que consideran meras fantasías, ideadas por los sujetos o surgidos del subconsciente.
En 1960 inició trabajos en este sentido el Dr. Reina Kampmann, ya mencionado, psiquiatra de la universidad de Oulu, situada en el norte de Finlandia, utilizando 200 jóvenes cuya edad oscila entre los 12 y los 22 años. Les sugirió diversos hechos para que, una vez hipnotizados, salieran a relucir en su vida anterior. Sólo en la mitad de los casos resultó. Pensó que existe una habilidad especial para recordar hechos de una vida anterior y que la gente que la posee cuenta con características comunes, que no tienen los que carecen de ella. Los primeros son menos neuróticos, mejor adaptados sexualmente a la vida, menos sujetos a sufrir depresiones. Uno de los sujetos era una muchacha de 15 años, con aficiones artísticas. Con ella empezó a trabajar en 1968.
Una vez optimizada declaró que su nombre era Malina Bostojevski y que vivió en 1780. Recordó esta vida y otras cinco más al ser hipnotizada de nuevo un mes más tarde. Pero cuando la hipnotizó de nuevo el Dr. Kampmann en 1975 produjo vidas diferentes y ni una vez aludió a las seis otras existencias que había referido vivir cuando fue hipnotizada durante el año 1968. En una de estas vidas fue un niño de 7 años cuyo padre, de apellido Aitmatov, era capitán de una embarcación lacustre. El niño dio el nombre del lago y explicó que se ahogó en él. Al parecer, la joven había leído un libro, escrito por un tal Aimatov, en el cual perecía un niño ahogado.
Pero el récord de vidas anteriores lo tenía una estudiante de 19 años, con 8 existencias, en unas de las cuales fue Dorothov, hija de un posadero, que vivió en la Inglaterra del siglo XIII. Describió la vida en aquella época y cantó una canción en inglés medieval, que parecía auténtica. Fue también Karolina Prokofiev, quien vivió durante la revolución rusa, así como una muchacha china muerta al despeñarse en un barranco. Y también una niña de 7 años llamada Kaarin Bergstrom, muerta en 1939 durante un bombardeo. Kampmann descubrió que la joven había leído a la edad de 13 años, un libro de música inglesa que contenía la canción en cuestión. En cuanto a Prokofiev, así se llamaba un pariente de su madre. En las demás vidas, hubo libros de por medio.
En junio de 1983, una revista norteamericana publicó una entrevista con la actriz de cine Shirley McLaine en la que decía lo siguiente: en una de sus muchas existencias anteriores, cuando vivía en la Atlántida, donde era un gran filósofo, fue testigo del fin del continente. Esto aterró al buen hombre tanto que se quitó la vida, para no morir ahogado. Hubo gente en Hollywood que se lo creyó.
En el programa de televisión Two on on the Town, que pasaba en la ciudad de Los Angeles, sucedió algo curioso con su conductora, Melody Rogers, el 28 de mayo de 1985, cuando se trataba el tema de la reencarnación. Melody se prestó a ser hipnotizada ante las cámaras por la Dra. Thelma Moss, del instituto Neuropsiquiátrico, quien opinaba que las manías y temores sufridos por una persona no son más que la herencia dejada por su anterior encarnación, en especial si murió accidentalmente o sufrió una fuerte emoción. La mejor manera de resolver el problema es hipnotizar al paciente y realizar una regresión al pasado. Fue lo que se hizo con Melody, quien se supone estaba llena de fobias incomprensibles.
Encontrándose hipnotizada, rompió en sollozos y declaró que era una india que acababa de perder a su esposo. Quedó tan afectada que lo siguió sin tardar al otro mundo. A continuación explicó Melody que había estudiado medicina y que fue cirujano en el ejército británico bajo el nombre de John Robbins, en 1850. No pudo decir si utilizaba anestesia en las operaciones, pero sí que daba un vaso de aguardientes a sus pacientes. Se envío un equipo de investigadores a Londres, que consultaron en el Instituto Wellcome de Historia de la Medicina. Localizaron un John Robbins, que inició su carrera como cirujano militar en 1889 y llegó a ser coronel. Estuvo en Afganistán , Sudáfrica y Bechuanalandia, la actual Botswana, y murió el 23 de diciembre de 1912. ¿Era este médico militar el mismo mencionado por Melody? El apellido Robbins abunda en Inglaterra. No era difícil que hubiera vivido otro médico militar con el mismo apellido, en el mismo siglo.
La reencarnación no es una invención reciente
La reencarnación existió en los primeros años de la era cristiana, cuando llegaron a palestina sacerdotes budistas dispuestos a hacer labor proselitista e intentaron enseñar, entre otras cosas, el concepto de reencarnación, que fue aceptada por esenios y gnósticos, así como por filósofos como Orígenes, Plotino y los santos Agustín y Francisco y el propio Jesús. Sin embargo, no prosperó, en especial a partir de 583, cuando Justiniano pidió al sínodo de Constantinopla que determinase qué textos sagrados podían ser aceptados y cuáles rechazados. Al papa no parecía importarle esto demasiado, pero se impuso la opinión de Teodora, esposa de Justiniano: decidió que era mejor para el pueblo ignorante no creer en una reencarnación, sino en un paraíso y en un infierno al que iría a parar quien no obedeciera a las autoridades eclesiásticas.
Todo lo que se oliera a reencarnación, fue suprimido y nadie se atrevió a disentir de la opinión de Teodora, porque se la temía más que al Diablo. Sin embargo, el Nuevo Testamento conservaría algunas oscuras referencias a la reencarnación. En Mateo 11,14 Jesús se refiere a san Juan Bautista diciendo que “Elías va a llegar” y, en Mateo 17,12, dice Jesús que “llegó Elías sin conocerlo nadie”. ¿Sugiere esto que Juan fue la reencarnación de Elías?
Como puede verse, esto de la reencarnación no es una invención reciente, y es curioso observar que sea en la India, en algunos países de Asia y entre los esquimales donde se haya producido mayor número de casos, en los que no hubo jamás necesidad de recurrir al hipnotismo ni de hacer regresiones en el tiempo. Veamos el caso de Reena Gupta, quien no cumplía aún dos años de edad cuando dijo a su abuela que su esposo la había matado de una cuchillada en el vientre. Sucedió esa confesión en 1967, en Nueva Delhi. La niña pasaba el día en el balcón de su casa y cuando le preguntaban por qué, contestaba que esperaba ver pasar a sus hijos: tres niñas y un varón. Un día explicó a su tía Pshupa que el esposo se había accidentado al tratar de arrancar en su moto. Estas historias dejaron perplejos a los familiares de Reena.
En 1968 se escapó cuando la llevaban al mercado. Fueron a encontrarla hablando con una anciana que dijo conocer de sus tiempos de casada. La niña contaba la historia a todo el mundo. Alguien recordó entonces lo sucedido años atrás en el barrio de Manakpura, donde un hombre mató a su mujer. Se realizaron unas investigaciones y vino a hallarse a cierto Sardar Kishan Singh, padre de la mujer asesinada. Cuando este individuo y su mujer acudieron a casa de Reena, la niña los reconoció al instante. Visitaron también a Reena los dos hermanos de la víctima, cuyo nombre era Gardep Kaur y había sido asesinada el de 2 de junio de 1961.
Reena los reconoció también y los llamó por el apodo que tenían. Se supo a continuación que el esposo asesino se llamaba Surjet Singh y que fue condenado a cadena perpetua, pero que salió por buena conducta. En 1975 poseía un taller de reparación de bicicletas. Cuando supo de lo sucedido acudió a ver a Reena, quien se asustó. Temía que el hombre la matara de nuevo. Surget confirmó todo lo que la niña dijo, como por ejemplo que se molestó cuando ella se puso un día su jersey y que se peinó de manera diferente.
Se insistió en que pudo haber fraude, pero se averiguó que Reena no sabía nada de su presunto asesino y que las dos familias no tenían por qué conocerse, porque sus domicilios estaban muy alejados uno del otro. La única explicación posible era que Reena logró conocer un aspecto de su vida anterior. Pero fue solamente una vida, no cinco como en algunos casos presentados.
Otro caso de supuesta reencarnación protagonizada por hindúes sucedió un domingo de setiembre de 1974, pero no en la India, sino en el pueblo de Lotusville, cercano a Durban, en Sudáfrica. La señora Raltan salió de su casa con sus hijos, siendo la 10 de la mañana. Ella y su marido habían emigrado al lugar desde la India y pertenecían a la casta superior. Su hija de cuatro años Vashnee se puso a gritar de repente que se llamaba Sudima y que vivía en New Glasgow, suburbio de Durban, en compañía de cierto Kemla, en una casa pintada de azul, hecha de tablones. Decía que ella iba al río a lavar la ropa. Añadió que Kemla era su hermano y que ella tenía 8 años y era la hermana menor, que sufrió fuertes dolores estomacales un día y murió.
El caso fue estudiado por David Scott, de la Asociación Sudafricana de Investigaciones Psíquica, quien verificó todo cuanto podía haber de cierto. Estuvo en casa de Kemla y habló con la abuela, pero ésta declaró que jamás conoció a ninguna Sudima. Sin embargo, Vashnee supo contestar correctamente a todas las preguntas que se le hicieron sobre Kemla y la casa. Habló después de la abuela y de su hija muerta hacía 20 años, que se llamó en vida Anishta. Se enteró Scott que los sacerdotes Hindúes dan un nombre especial a los recién nacidos, que no es para el uso diario, y que en el caso de Anishta había sido Sudima, precisamente.
Ian Stevenson, profesor de psiquiatra de la universidad de Virginia, en Charlottesvile, publicó un informe sobre 79 niños de Estados Unidos que parecían recordar sus vidas anteriores. Stevenson es sin duda al especialista occidental que con mayor interés ha estudiado este fenómeno. Comparó los resultados con algunos casos de la India y vio que los niños norteamericanos daban mucha menos información. En la mayoría de los casos, en ambos países, los niños eran de corta edad y recordaban el aspecto más dramático de su anterior existencia: una muerte siempre violenta. En total, suman 1.600 los casos estudiados por el Dr. Stevenson, quién llegó a una importante conclusión: el 85% de las personas que afirmaban haber vivido una existencia anterior mencionaron que habían perecido de manera violenta, casi siempre asesinados.
Algunos ejemplos más de reencarnación
Por lo general, ilustra más sobre un fenómeno conocer ejemplos que empaparse de teoría, que no siempre conduce a resultados positivos. Hasta ahora, los casos expuestos podrían tener, salvo algunas excepciones, una explicación razonable, que podría entrar dentro del terreno científico. Lo malo de estos casos es que, por muchos que sean los elementos que se aporten, seguirán sin convencer a los escépticos, así como los exageradamente crédulos suelen creer con los ojos cerrados todo cuanto se les diga. Pero es necesario escuchar, de vez en cuando, a quienes han analizado este fenómeno paranormal a lo largo de los años.
La Dra. Helen Wambach es una de esas personas, como el Dr. Stevenson, que han procedido con admirable seriedad y han logrado un abultado archivo de casos. En el caso de esta especialista, los 1.000 casos archivados son de vidas recordadas por medio de la hipótesis. Contó con diversos voluntarios para proceder a una misma regresión en el tiempo, hasta el año 1850. Deseaba conocer su punto de vista sobre la vida en el lejano Oeste. De los 68 voluntarios que se prestaron a la prueba, 16 dijeron que habían vivido en aquella época y en aquel lugar. De los 51 proyectados a los tiempos de Jesucristo hubo 4 que aceptaron haber vivido entonces. Ningún voluntario enviado a los tiempos de Cleopatra admitió haber sido ella. Sólo comieron alimentos sencillos y apenas carne. Dijo finalmente la psicóloga que cualquiera puede ser enviado al pasado y descubrir una vida anterior.
La niña de 14 años Rita, que vivía en Uyo, Nigeria., 1973, sorprendió a sus padres al decir que no eran ellos, sino otros, los cuales vivían en Essien, a unos 45 kilómetros. Los padres de la niña creyeron que había enloquecido. Días más tarde, Rita tomó un taxi-bicicleta y se dirigió a la otra población. Se presentó en casa del reverendo Akpan como su hija, muerta 22 años antes, a la edad de 8. El hombre reconoció haber tendió una hija que había enfermado de gravedad, hacía 22 años, y que cuando era conducida al hospital en un taxi-bicicleta, cayó al suelo y se lastimó la quijada. Rita le mostró su cicatriz, en el mismo sitio, y el reverendo quedó asombrado. La niña preguntó entonces por su madre, que se hallaba en una granja cercana. Acudió a la granja y abrazó a la sorprendida mujer, a quien dijo que era su hija, muerta de niña 22 años antes.
Dolores Jay, 52 años, mujer de un pastor metodista de Elkton, Virginia, fue hospitalizada por éste en 1970 para curar las jaquecas que la aquejaban. Encontrándose la mujer en trance, se puso a hablar en alemán, un idioma que ella supuestamente desconocida. Declaró que se llamaba Gretchen Gottleieb y que era hija natural de un burgomaestre alemán asesinado cuando ella tenía 16 años de edad. Añadió que fue capturada y asesinada en un bosque por unos forajidos, en el siglo XIX, al ir a buscar un caballo para que su tío huyera de unos enemigos políticos. El Dr. Ian Stevenson, que estudió el caso, decía que siendo alemanes los abuelos de la señora Jay, pudo haber aprendido el idioma en su niñez y forjado inconscientemente aquella historia. Es un fenómeno que sucede con frecuencia añadió.
Joan Digdy, de 24 años de edad, trabajaba desde hacía diez años en las calles de Manhattan. Ejercía la prostitución. Un lunes de junio 1935 abandonaba el City Hall, después de ser severamente juzgada por trabajar en tan censurable profesión, cuando un vehículo la atropelló al cruzar la calle. Murió al instante. Transcurrieron 35 años. En el otoño de 1970, una educadora de la universidad de Columbia, cuyo nombre era Ann McCartey, fue conducida en una ambulancia al hospital de Long Island para ser tratada de lo que parecía una simple amnesia. Ann se había olvidado de quien era. Acababa de ser víctima de un rechazo amoroso que le produjo un fuerte trauma.
En el hospital le aplicaron un calmante y su actitud cambio de repente. Se irguió frente al médico y comenzó a cantar una canción de los muelles. El médico le ordenó sentarse, pero ella respondió que todavía no nacía el hombre que le diera órdenes a Joan Didby. Se acercó ella al espejo, para arreglarse el cabello. Al verse reflejada, lanzó un grito, llevó las manos al rostro y cayó desmayada. Es preciso decir que si el novio de Ann la rechazó no fue por guapa precisamente.
Durante las siguientes semanas, la mujer contó muchas cosas sobre la vida de Joan Digby que una dama no podía conocer. El médico indagó en los tributos y vino a descubrir que existió una joven de ese nombre, quién murió unas horas antes de venir al mundo la educadora a quien todos creían loca. licia del rosario quiles 




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