LOS
FUNDAMENTOS ESPIRITUALES DE LA MEDICINA – Omraam Mikhaël Aïvanhov
«El
espíritu es capaz de producir elementos químicos curativos. Pues bien, la
medicina no ha reconocido ni ha aceptado aún estos poderes del espíritu y en
eso consiste su error.»
Es formidable
pensar en todos los medios que hoy en día posee la medicina occidental, en los
progresos de la química, de la cirugía, en la utilización de radiaciones, etc.
Pero, ¿por qué en lugar de curarse, la gente está cada vez más enferma? Uno se
pregunta si realmente existe alguien sano en la Tierra; por otra parte, nos
damos cuenta de que cada día aparecen nuevas enfermedades. Por supuesto me
diréis que esas enfermedades han existido siempre, pero que, debido a nuestra
ignorancia, no se diagnosticaban y, en consecuencia, no se aplicaban los
cuidados necesarios. En parte es verdad, pero no del todo. Tampoco diré, como hacen
muchos, que esas enfermedades son debidas únicamente a la polución del aire y
del agua o a una alimentación artificial.
Es cierto que las
fábricas vierten sus desechos en el agua, que el aire está contaminado por toda
clase de gases y humos, que las verduras y las frutas se cultivan con abonos
químicos y que el aceite, el azúcar, la mantequilla, el pan, todo está
desnaturalizado, falsificado. Pero eso no es más que el aspecto material de la
cuestión; las verdaderas causas de la enfermedad se encuentran más allá, en la
manera de pensar, de sentir, de actuar. Y no se habla nunca de este aspecto, no
se explica nunca que tal pensamiento o tal emoción producen fermentaciones o
envenenamientos. Se intentan remediar las deficiencias con la ingestión de
algún medicamento, pero lo que no se sabe es que, en realidad, son los
pensamientos los que nos destruyen o nos vivifican.
Hace apenas veinte
o treinta años que Europa, a través de la medicina psicosomática, empieza a
darse cuenta de la importancia del psiquismo en las enfermedades; y a
considerar, por fin, la parte sutil del hombre. Sin embargo, ¡esta parte sutil
ha existido siempre! ¿Por qué pues, en muchos casos, los médicos se empeñan en
no ver más que la parte material, física? Hace cuarenta o cincuenta años, sólo
nos preocupábamos por el número de calorías necesarias para el buen
funcionamiento del organismo. No se hablaba más que de la cantidad de
proteínas, lípidos, glútidos y sales minerales que el hombre tenía que ingerir
en su alimentación. Después se descubrieron las vitaminas; y desde entonces, no
se habla más que de ellas, que en dosis minúsculas tienen una acción mucho más
poderosa que los prótidos, glúcidos, etc. Actualmente, el último descubrimiento
son las glándulas endocrinas, cuyas secreciones son sumamente sutiles; y las
hormonas, que son todavía más importantes.
Sin embargo, sea
cual sea su importancia, las glándulas endocrinas no son las responsables de
todo lo que ocurre en el organismo: Se limitan a ejecutar las órdenes que
se les da; y si están bloqueadas, si segregan en exceso, poco o mal, es porque
dependen de otras funciones mucho más sutiles que aún no han sido descubiertas
por los investigadores. Sí, todavía hay cosas por descubrir. Lo invisible manda
sobre lo visible, el mundo sutil da órdenes al mundo físico, el espíritu a la
materia. Pero los contemporáneos aún no lo han aceptado. ¡Creen que la parte
sutil, psíquica, depende de la materia, del cuerpo físico, y que los
pensamientos, por ejemplo, son segregados por el cerebro como la bilis es
segregada por el hígado! En realidad, es todo lo contrario, ya que los
pensamientos son entidades vivas. Pero ya os he hablado de esto y no volveré a
hacerlo.
El ser humano posee
en sí mismo los elementos capaces de oponerse a la enfermedad. Como prueba,
tenemos los casos en que enfermos condenados por los médicos han conseguido
curarse. ¿Cómo? Por la voluntad y el pensamiento. No todo el mundo lo consigue,
por supuesto, porque hay que tener desarrolladas ciertas facultades, pero es
posible. Os he hablado de ciertas plantas cuyas raíces no están en la tierra,
viven suspendidas en el aire, extrayendo su vitalidad de la atmósfera. ¿Cómo lo
han conseguido? Sí, hay plantas que, en semejantes condiciones,
son capaces de absorber todos los elementos que les son necesarios.
¡Cuánto más el ser humano! Los químicos dirán: «Se trata de procesos químicos,
siempre se trata de química…» Sí, sí; por supuesto, todo es química, ¡pero
la química obedece al espíritu! El espíritu es capaz de producir elementos
químicos curativos. Pues bien, la medicina no ha reconocido ni ha aceptado aún
estos poderes del espíritu y en eso consiste su error.
Sin embargo, hay
que reconocer que cada vez más, la medicina es consciente de los efectos
benéficos de la armonía sobre la salud. Va descubriendo paulatinamente que
muchos trastornos provienen de la disonancia que se ha instalado en la vida
interior de los seres humanos: Disonancia en sus pensamientos, en sus
sentimientos, etc. La medicina y la psicología han encontrado toda clase de términos
científicos para referirse a estos trastornos; mientras que yo continúo
teniendo un vocabulario sencillo, que explica muchas cosas: Yo llamo a todo
esto «disonancia». Si se observa como actúa la armonía y la desarmonía en todos
los terrenos, en todas las actividades, en todos los sectores de la sociedad,
sean cuales sean las palabras científicas de las que nos servimos para
expresarla, todo se reducirá siempre a estos dos términos: Armonía y
desarmonía; o bien, orden y desorden.
La medicina ha
realizado progresos considerables a través de los siglos, ha encontrado los
medios de vencer la peste, el cólera, el tifus, la tuberculosis, etc. Pero
todavía no consigue salvar a la humanidad de los trastornos del sistema
nervioso: ansiedad, angustia, nerviosismo, depresiones; los cuales actúan a su
vez desfavorablemente, sobre el organismo. Y, por otra parte, como sabéis, las
enfermedades varían. Si en el pasado resultaban afectadas ciertas partes del
cuerpo; en la actualidad, son otras las afectadas: El sistema nervioso o el
corazón, por ejemplo. Por supuesto, hay otras. No se trata siempre de
enfermedades incurables, pero están muy extendidas; y algunas son difíciles de
curar, como la poliomielitis, el cáncer, etc.
Sin embargo, estoy
muy contento de ver que en el ambiente médico se está produciendo un cambio y
que van apareciendo tendencias completamente nuevas que se acercan a nuestra
enseñanza. Y puesto que las teorías, los puntos de vista que hemos expuesto
corresponden a la Ciencia iniciática existente desde tiempos inmemoriales, ello
demuestra que la ciencia oficial retorna hacia las grandes verdades del pasado.
Últimamente ha
habido tantas reacciones en contra de los antibióticos y de la quimioterapia,
las cuales en ciertos casos han dado resultados negativos, que los médicos
están un poco confusos. Mucha gente se vuelve hacia la homeopatía porque se han
dado cuenta de que los médicos alópatas sólo se preocupan de la
enfermedad, olvidándose del ser humano con sus cualidades individuales y
específicas. También han visto que, matando los microbios o virus causantes de
la enfermedad, se aniquilan otros microbios que son útiles al organismo.
La medicina,
finalmente, ha acabado por comprender que las facultades psíquicas del hombre,
le hacen muy distinto a todos los demás seres vivientes. Ha observado que los
mismos medicamentos no actúan de igual manera en todas las enfermedades y que,
por lo tanto, no hace falta administrar la misma medicación a todos los que
padecen la misma enfermedad. Los buenos homeópatas estudian a cada persona en
detalle: su temperamento, sus deseos, sus estados psíquicos, y le administran
el medicamento que le conviene a cada quién y no a otra persona. Han constatado
que para cada enfermo hay que tener en cuenta también un conjunto de elementos
que ellos llaman «el terreno», mientras que hasta ahora la medicina también
había descuidado el medio en el que se propaga la enfermedad para estudiar
únicamente la enfermedad por sí misma.
Actualmente se
vuelve a los principios enseñados por Hipócrates. Hipócrates fue un médico
griego que había estudiado la ciencia médica en Egipto y en la India. Enseñaba
que, sobre todo, hay que darle al organismo la posibilidad de defenderse.
Porque el organismo, es decir, la naturaleza, sabe elaborar sus defensas preparando
espontáneamente elementos químicos capaces de neutralizar los agentes de la
enfermedad. Cuando un hombre desarrolla la resistencia de su organismo, está
tan bien armado que ante sus defensas el enemigo retrocede. La prueba está en
que, habiendo gente que durante las epidemias circulaban tranquilamente entre
los enfermos sin contagiarse jamás, otros sucumbían al mal a pesar de tomar
toda clase de precauciones. ¿Por qué? Porque en el caso de los primeros el
terreno no era favorable a la proliferación de los microbios. Las enfermedades
no atacan al hombre si ven que el fuerte está bien defendido.
Hipócrates
conseguía reforzar el organismo por medios naturales, ya fueran baños, tisanas
de hierbas, exposición al Sol, reposo, purificación, ayuno, etc. Mientras que
hoy, al ingerir cantidad de medicamentos que los debilitan, la gente impide que
su organismo se defienda porque, al emplear sólo remedios externos, no
desarrollan las fuerzas internas. La gente se precipita sobre los medicamentos
a la más pequeña indisposición; y eso, no es razonable. ¿Por qué no probar
antes un método natural? Por ejemplo, cuando os hayáis enfriado y
tenéis escalofríos, desnudaos y haceos fricciones enérgicamente
con una toalla o un guante de aseo o de crin. Y a continuación, volveos a
vestir y bebed varias tazas de agua caliente y abrigaos bien con unas mantas.
Sudaréis y, de esa manera, podréis restableceros. Probad mi método, es
sencillo, yo lo he experimentado muchísimas veces. No hagáis como la mayoría de
la gente que esperan a caer enfermos y entonces ya necesitan todo un arsenal de
medicamentos. No hay que esperar tanto. Y además, fijaos bien, tampoco
toméis cualquier cosa, ya que, entonces, vuestro organismo no conseguirá
enfrentarse a todos los ataques a los que se verá expuesto. Muchas anomalías
surgen a causa del abuso de productos farmacéuticos. Por esa razón, en vez de
continuar realizando experimentos muy avanzados en el terreno de la química,
hay que buscar en otras direcciones; hay que situar a los enfermos en condiciones
totalmente diferentes con el fin de despertar los poderes que yacen dormidos en
su interior.
El ser humano está
construido para poder neutralizar todo el mal que exista en él. Sólo le falta
el conocimiento, la voluntad; en una palabra, todo lo que es de orden
espiritual. Actualmente, por el contrario, todo el mundo reconoce
unánimemente que los antibióticos e incluso la radioterapia (rayos
ultravioletas, infrarrojos, los rayos de cobalto, etc.), tienen
efectos secundarios absolutamente perjudiciales. Pues sí, se han realizado
experimentos sin conocer demasiado las reacciones que se van a desencadenar. Y
es así como ciertos enfermos, sin ellos saberlo, sirven de conejos de indias.
También se utilizan animales, pero lo que es bueno para los animales no es
necesariamente bueno para el hombre. ¿Cómo podemos pensar que lo que da buen
resultado en un ratón o en un conejo, dará buen resultado en un ser humano? La
estructura del ser humano es totalmente diferente a la de los ratones y a la de
los conejos. Y además, tampoco tenemos derecho a matar a miles y miles de
animales para realizar experimentos. Ese es un crimen que la humanidad deberá
pagar algún día.
Si leéis el
Génesis, veréis que, hasta la época de Noé, Dios no permitió a los hombres
matar animales. A Adán y Eva, les dio solamente vegetales y frutas como
alimento. Más tarde, después de la salida del arca, como los hombres habían
perdido su inocencia o su luz, se les permitió matar animales para comérselos,
prohibiéndoles únicamente atentar contra la vida humana porque «la sangre del
hombre clama venganza». Pues bien, yo pienso que también la sangre de los
animales clama venganza y que muchas nuevas enfermedades tienen ese
origen.
Así pues,
actualmente, una parte de la medicina empieza a volverse hacia Hipócrates,
hacia la naturaleza. Por ejemplo, se están redescubriendo los beneficios del
agua de mar y se construyen cada vez más centros de talasoterapia cerca del
mar. Esta agua, posee todos los elementos necesarios al organismo, ya que
contiene los mismos elementos que la sangre. Gracias al agua de mar, los
egipcios curaron a Platón, los babilónicos, los chinos y los japoneses también
conocían esta terapia. Yo estoy completamente de acuerdo con este método, ya
que corresponde a nuestra enseñanza y también porque restablece el equilibrio
del hombre, al echar mano de este gran depósito inagotable que es la naturaleza
y facilitarle a su organismo todo cuanto necesita. Según los últimos
descubrimientos de la ciencia, ahora sabemos que, como todas las criaturas, el
organismo del ser humano proviene del mar, cuyos elementos se hallan en su
interior. Cuando se sumerge en el mar, su equilibro se restablece porque el
agua fue su elemento primordial.
También es muy
bueno beber agua de mar. Es como si se operara una verdadera transfusión.
«Pero, me diréis, ¿no se pueden tomar tales elementos en píldoras fabricadas en
unos laboratorios?». No, no es lo mismo porque, en el mar, esos elementos están
vivos y el organismo los absorbe y los asimila mejor. Todo lo que el hombre
ha producido en una fábrica o en un laboratorio, no es tan aconsejable. Ciertas
personas pretenden que los minerales contenidos en el agua del mar se deben a
las lluvias, los ríos y todas las aguas que han atravesado las diversas capas
de la Tierra, pero las últimas investigaciones han demostrado que el yodo, el
boro y otros elementos muy poco corrientes que se han descubierto en el mar, no
se encuentran en la Tierra; todavía se ignora su origen.
Lo ideal sería
poder tomar baños de agua de mar caliente para que, de esa manera, el agua
penetrase mejor en la sangre, como se ha demostrado a través de los últimos
descubrimientos de la ciencia. A esta agua, se podrían añadir algas; ya que
estas también tienen un gran poder curativo. Mi abuela curaba de esta manera y,
por lo tanto, yo sé desde hace sesenta años que es posible restablecer la
armonía del organismo, tomando baños de agua caliente con hierbas. También es
bueno comer algas. Los japoneses comen muchas y eso les da una extraordinaria
resistencia. Daos cuenta de lo inconsecuentes que son los seres humanos…
Los que preconizan la talasoterapia se maravillan de los resultados que se
obtienen del agua de mar y de las algas, pero jamás se preguntan de dónde
provienen estas fuerzas y estas energías que transmite el mar. Olvidan siempre
lo esencial; ¡y lo esencial, es el Sol! Es él quien proporcional al agua del
mar y a las algas la vitalidad que luego extraen los humanos. Él es el
factor esencial; el agua del mar y las algas, no son más que transmisores. Si
el agua del mar no estuviera vivificada por el Sol, no reportaría ningún
beneficio.
En la manera de
razonar de los seres humanos; falta siempre lo esencial, porque no poseen la
verdadera sabiduría: Nunca piensan que todo lo que existe sobre la Tierra tiene
su origen en el Sol. Un árbol; por ejemplo, ¿qué es un árbol? No es más que un
depósito de rayos solares condensados. Si quemamos el árbol, toda esta luz
vuelve al Sol, liberando algunos gases, vapores de agua y un poco de
ceniza. Y el mar, como el árbol, no es más que un depósito de rayos solares. El
Sol mira el mar, lo llena de su vida; y al beber esta agua o al bañarse, se
recibe la vida que el Sol ha depositado en ella.
La fitoterapia y la
aromaterapia utilizan plantas. Se trata de una terapia que os recomendamos
igualmente. ¿Por qué? Porque las plantas también tienen la propiedad de captar
y de concentrar en su interior los elementos que provienen del Sol o de las
estrellas. Tengo una confianza absoluta en sus virtudes; y si se sabe la manera
de dosificarlas y combinarlas, no causan ningún perjuicio. Os recomiendo, pues,
que utilicéis lo más posible las plantas.
La quiropraxia fue
descubierta por un americano y, poco a poco, se ha extendido por todos los
países; pero en realidad, se trata de una ciencia muy antigua. Os recomiendo
también esta terapia; por otra parte, a menudo he hecho hincapié en la columna
vertebral, diciéndoos que muchas enfermedades provienen de algún defecto de la
misma: Una desviación, un nervio pinzado, una vértebra comprimida. Puesto que
los nervios nutren los órganos, no hay que intentar curar los órganos sin curar
primero los nervios de los que aquéllos dependen, y esos nervios pasan por la
columna vertebral. Los órganos están directamente ligados al cerebro por la
columna vertebral y es, pues, como un puente entre el cerebro y el resto
del cuerpo. Y si la columna vertebral no funciona correctamente, se producen en
consecuencia toda clase de anomalías. Es necesario restablecer la corriente,
ocupándose de los nervios que pasan por la columna vertebral. Los que han
estudiado esta ciencia, han curado muchas enfermedades; han conseguido incluso
curar la sordera que, en ciertos casos, es debida a una anomalía de la columna
vertebral.
El magnetismo
también es una terapia y, además, junto con la fitoterapia, una de las más
antiguas. Desde al antigüedad, los iniciados han curado a través del
magnetismo. Mirad lo que se dice en los Evangelios, que Jesús tocaba a los
enfermos y los curaba. ¿Cómo? Introduciendo en ellos una fuerza, su fuerza, un fluido
armónico perfecto. Como si introdujera la vida, y ¿qué es la vida? Exactamente
lo que hace una bocanada de aire puro cuando respiráis o una transfusión de
sangre: Restablecer el equilibrio del organismo. Cuando un iniciado toca a un
enfermo, realiza una verdadera transfusión de vitalidad, porque el iniciado
vive una vida armoniosa, una vida de plenitud, una vida divina. Es como si
diera su sangre, y el enfermo se restablece instantáneamente. El magnetismo es
la medicina más antigua, la de los iniciados que curaban por contacto o
simplemente mediante una mirada, por algunas palabras, sin tocar al enfermo. En
realidad, se trata del principio de inyección, ya que consiste en hacer
que algo penetre en el cuerpo.
Existen muchas
otras terapias. Algunos, antes de la guerra, se interesaron por la
celuloterapia. Curan, prolongan la vida o retrasan la vejez inyectando en el
cuerpo humano células trituradas de ciertos animales provenientes del bazo, del
hígado, de los ganglios, de los riñones, etc. La celuloterapia era ya conocida
hace siglos; Paracelso, la conocía también. Se sabe que todavía existen en
África o en América, tribus que comen ciertos órganos de animales para poseer
sus cualidades. Creen; por ejemplo, que para tener la fuerza y la audacia del
león, hay que comer su corazón, mientras que quien come el corazón de un
conejo, se vuelve miedoso. Evidentemente la celuloterapia produce resultados,
pero es una forma de magia negra; ya que comporta el sacrificio de criaturas
vivientes. Por lo tanto, es una terapia que no aconsejo. Ciertamente cura, pero
hay que encontrar otros sistemas. Voronoff; por ejemplo, realiza transfusiones
de glándulas sexuales, pero este método ha sido abandonado, porque al recuperar
su fuerza sexual por este medio, el hombre tornaba también a la animalidad.
Extraer células de animales para introducirlas en el hombre no es deseable; y
por tanto, no lo aconsejo.
Rechazo todo lo que
contradice la Ciencia que he estudiado (La Ciencia iniciática). La Ciencia
iniciática considera al hombre en su globalidad; y no solamente, una parte de
su ser: El hígado, el bazo o el corazón… Hipócrates decía que si existe
desorden en una parte del cuerpo, todo el organismo se encuentra perturbado. Es
necesario pues, restablecer la armonía general; y la parte afectada, será
curada por el propio organismo. De todas maneras, los comprimidos, las
inyecciones, los antibióticos, todos los medicamentos quedarán sin efecto; si
el ser humano no continúa alimentando el desorden en su interior, a través de
sus pensamientos y de sus sentimientos.
Tampoco estoy de
acuerdo con los métodos que separan los seres y las cosas de esta totalidad, de
esta unidad (Que es el universo), con el fin de estudiarlos. Ya que este
método, los mata. De esta manera no se llega a nociones correctas. Analizar,
disecar, es un mal sistema. He dicho a menudo que para estudiar las cosas, no
hay que cortarlas del árbol de la vida. Si se las separa, se destruye su
belleza, su luz, su irradiación, su vitalidad, se las reduce al estado de
cadáveres. No se sabe todavía estudiar la vida. También yo, algunas veces me
pongo a analizar, pero es para conduciros mejor hacia la síntesis; no me
detengo en el análisis, ya que el análisis por sí solo, no hace más que
disgregar.
Al desmontar un
reloj, podéis conocer todas sus piezas, pero entonces ya no funciona. Los
biólogos saben muy bien cuáles son los elementos que constituyen al hombre,
pero a partir de estos elementos son incapaces de crear un ser humano, un ser
que piense, que viva, que ande, que actúe. Los elementos están ahí, pero falta
lo esencial: la vida que conoce las dosis, las combinaciones y todas las
nociones necesarias para un buen funcionamiento del organismo. Hay que llamar a
la vida, pues sólo ella sabe cómo restablecer el equilibrio en el estómago, en
el cerebro, en los pulmones, en todas partes. Y puesto que los biólogos no se
ocupan de la vida, sino que se ocupan de la materia, no consiguen resultados
positivos. Mientras no se desprendan de su filosofía materialista y mecanicista
que separa las cosas de la unidad cósmica, no conseguirán salvar a los humanos
de la enfermedad. Su ideal es, por supuesto, muy noble; hacen grandes
sacrificios, tienen una inteligencia y unas capacidades extraordinarias, pero
su filosofía es errónea, por lo cual, muchas cosas todavía siguen fuera de su
alcance.
Todo lo que os
revelo, está en armonía con esta grandiosa filosofía que me ha sido transmitida
y que el mundo entero adoptará algún día. La ciencia se ve ya obligada a volver
cada vez más hacia las verdades del pasado. Así, por ejemplo, durante largo
tiempo los químicos se han burlado de los alquimistas que pretendían
transformar el plomo en oro, y después han descubierto que, puesto que el átomo
de plomo tiene 82 electrones y el del oro 79, si se le suprimen tres electrones
al plomo, se obtiene oro. Desgraciadamente, no se puede fabricar este oro en
gran cantidad, ya que todavía es inestable y los procesos de fabricación son
extremadamente costosos. La ciencia oficial empieza, pues, a tambalearse;
empieza, poco a poco, a interesarse en la frenología, en la telepatía, en la
radiestesia, y pronto reconocerán también la astrología. Un día veréis, oiréis
y leeréis en todas partes estas verdades que hemos enunciado hace ya tiempo. La
ciencia se dará cuenta cada vez más de que los antiguos, sin telescopios ni
microscopios, habían realizado grandes descubrimientos (¿Quién los instruía?…).
Y así, se pondrán a estudiar seriamente todo lo que han enseñado los iniciados;
será una gran conmoción. Entonces, todo se derrumbará. Se enseñará la ciencia
de la vida, la síntesis y, en ese momento, el Reino de Dios será posible. Pero
mientras no sea derribada la fortaleza de la ciencia oficial materialista y se
reemplace por la Ciencia de los Iniciados, el desorden continuará.
Ahora os voy a
mostrar por qué la medicina preconizada por la Ciencia esotérica sobrepasa a
las demás. Puesto que generalmente los médicos han estudiado en las facultades,
donde siempre hay que dar prioridad al aspecto físico, descuidan los
pensamientos, los sentimientos, el comportamiento, la manera de vivir, cuando
esto es precisamente lo que debiera ocupar el primer lugar. La verdadera
terapia es nuestra forma de vivir; las demás ocupan el segundo, tercer o cuarto
lugar…
La medicina
psicosomática estudia el lazo que existe entre el psiquismo y el cuerpo físico,
la manera en que se acentúan el uno sobre el otro. La medicina psicosomática
gana terreno, lo cual está muy bien, pero su eficacia sería mayor si sus
teorías estuviesen fundadas en una filosofía, en una verdadera visión de
conjunto. Esta visión de conjunto tiene como punto de partida al ser humano, ya
que éste es la base de todo. No podrá realizarse ningún progreso verdadero en
cualquier terreno, ya sea científico, económico, social, psicológico, médico, en
tanto no se reconozca la estructura del ser humano, las fuerzas que residen en
su interior, así como su relación con el universo, de acuerdo a lo que la
Ciencia esotérica ha estudiado desde hace miles de años.
Muchos científicos
consideran al hombre como una máquina; durante largo tiempo lo han comparado a
una pieza mecánica, sin sospechar que existen en su interior fuerzas, entidades
e inteligencias absolutamente desconocidas, capaces de producir nuevos
elementos en el organismo. Ignoran que el hombre posee cuerpos sutiles. No
saben qué es el pensamiento, ni la voluntad, ni mucho menos el alma y el
espíritu; por lo demás, desconocen los poderes que éstos contienen.
Entonces, ¿cómo pueden imaginar que con todas estas lagunas curarán al ser
humano? Es imposible. Por supuesto, el plano físico es importante, pero hay que
mirar más arriba, donde están otras existencias, otras entidades. Lo que os
digo se basa en un conocimiento verdadero y la humanidad se verá obligada un
día a aceptarlo. El ser humano es algo más de lo que se ve y se toca; él no se
conoce y la medicina tampoco le conoce a él. Sí, nuestra medicina aún trabaja
sobre seres que no conoce, ¿cómo puede entonces conseguir grandes resultados?
Lo primero que hay
que saber es que más allá del cuerpo físico, el hombre posee otros cuerpos de
naturaleza sutil: el cuerpo etérico que impregna el cuerpo físico y que es
portador de la vitalidad y de la memoria. Luego está el cuerpo astral, es
decir, el cuerpo de los sentimientos y de las emociones. Luego el cuerpo
mental… Os he hablado a menudo de estos diferentes cuerpos: etérico, astral,
mental, causal, búdico y átmico, de manera que hoy no volveré a hablaros de
ellos. Tomad por ejemplo a alguien cuyo cuerpo etérico no se encuentra
correctamente ensamblado al cuerpo físico por su punto de unión. Ese alguien
sufre enfermedades y, sin embargo, los médicos no ven nada porque el cuerpo
físico se mantiene perfectamente normal. Pues sí, aún no se sabe cómo actuar
sobre el cuerpo etérico. Mientras los médicos desconozcan la existencia de los
cuerpos sutiles del hombre, no deben esperar la curación definitiva de las
enfermedades.
Así pues,
primeramente hay que estudiar al ser humano, ya que el hombre es la clave del
universo y, mientras no poseamos esta clave, nos encontraremos frente a
problemas insolubles. En la actualidad, es necesario que los investigadores den
prioridad al hombre y lleguen a descubrir toda esta parte invisible: su aura,
sus emanaciones, sus vibraciones, los intercambios que realiza con todas las entidades
que pueblan la naturaleza y los diferentes mundos, el poder que posee de
desplazarse a través del espacio, de captar distintas ondas, de ver y actuar a
distancia… Y entonces, todo cambiará. Si nos ocupamos del hombre, nos
encontraremos en el corazón de las cosas; ya que el hombre es verdaderamente la
clave de todos los misterios.
Podéis preguntaros
ahora a qué terapia debéis dar prioridad. Todas las que acabo de enumerar, la
quimioterapia, la fitoterapia, la talasoterapia, la quiropraxia, no son
las más importantes. La mejor terapia consiste en pensar, sentir y actuar en
armonía con las fuerzas y entidades luminosas de la naturaleza y del universo
entero. El hombre debe pues conocer esas fuerzas, esas entidades y sintonizarse
con ellas; ésta es la primera medicina. Naturalmente no rechazo las demás y, en
el caso de que un enfermo esté muy grave, evidentemente no es el momento de
ponerse a predicar explicándole que debe cambiar su manera de vivir. En ese
caso, es necesario actuar deprisa, administrar antibióticos, realizar una
transfusión sanguínea o incluso, operar. Pero hay que saber que la mejor
medicina consiste en controlar la manera en que vivimos; es decir, nuestra
manera de alimentarnos, de pensar, de sentir, de creer, de amar…
He aquí por qué es
tan importante que, en lugar de centrarse en la enfermedad, se empiece a
estudiar la salud, los factores de los que depende, ya sean la respiración, la
nutrición, la conducta, etc., y se enseñen a todo el mundo las leyes que
aseguran su conservación. A partir de ese momento, no será necesario gastar
miles de millones en la construcción de laboratorios de investigación ni
hospitales, como nos vemos obligados a hacer en la actualidad.
Desgraciadamente,
cuando escuchamos a médicos entrevistados por la radio o la televisión, nunca
hablan de la manera de vivir. Hablan de nuevos tratamientos, de vacunas,
de rayos, de operaciones, etc. Y entonces la gente tiene la impresión de que
puede vivir de cualquier manera, sin respetar ninguna regla y cometiendo cualquier
exceso. ¿Qué importancia puede tener? La medicina encontrará un medio de
curarlos y de permitirles continuar su existencia desordenada. Y así, los
gobiernos se verán obligados a gastar sumas fantásticas para curar a la gente
hasta que finalmente se descubra que lo más importante era muy sencillo:
mejorar la manera de vivir.
Evidentemente no
podemos dejar de admirar a ciertos médicos, sus descubrimientos, sus
sacrificios. ¡Eso es extraordinario! Sin embargo, hay que decir que muchos de
sus esfuerzos no han servido de mucho porque no han sabido en qué dirección
investigar. Ciertas personas me objetarán que si la salud o la enfermedad
dependieran hasta tal punto de la manera de vivir, los niños no deberían estar
enfermos, ya que no han tenido tiempo de tener malos pensamientos, malos
sentimientos, ni de cometer malas acciones. Aparentemente es así, pero
solamente para aquellos que ignoran que el ser humano retorna más de una vez a
la Tierra. Si un niño está enfermo, se debe a la manera en que ha vivido en sus
existencias anteriores. Sin haber estudiado la Ciencia Iniciática, no se
puede razonar sobre las verdaderas causas y se llega a conclusiones erróneas.
Existe una regla que es siempre válida: dar prioridad a la manera de vivir, de
pensar, de sentir y de actuar. Sin comprender esto, no solamente no
solucionaréis nada en esta existencia, sino que crearéis condiciones muy
negativas para vuestras próximas encarnaciones. Así pues, aceptad todas estas
verdades enseñadas por los grandes iniciados. Decíos: «Puesto que existen cosas
que no alcanzo a entender, confiaré en la Ciencia divina y daré prioridad a la
manera de vivir». A continuación, podéis añadir todas las terapias que queráis.
Sin embargo, insisto: dad prioridad a la forma de vivir.
Existe además una
terapia que he mencionado indirectamente hace un momento, y es la terapia del
Sol. Un día, la humanidad entera se volverá hacia el Sol, que es una fuente
inagotable, y el Sol realizará las curaciones más completas previa
transformación de la manera de vivir, que será la primera terapia. Cuando la
humanidad viva según las reglas divinas, no necesitará ya de clínicas ni de
hospitales. Actualmente, sólo se habla de construir nuevos hospitales, ya que
cada vez hay más enfermedades y más enfermos. Eso se debe a que los hombres
viven y piensan cada vez peor. Cada vez son más instruidos y saben más, pero
cada día están más enfermos. Lo cual es inquietante porque, aunque por un lado
existe una evolución, por otro se está produciendo -¿cómo lo
llamaríamos?- un derrumbamiento. Y no se pondrá remedio a esta situación con
elementos materiales, ya que Dios no ha concedido una eficacia absoluta sobre
la materia. La materia es siempre un paliativo.
Damos al cuerpo
físico los alimentos y bebidas que necesita; pero el ser humano no es solamente
un cuerpo: También es un alma y un espíritu, y no puede alimentarse el alma y
el espíritu con carne, verduras u hormonas. Sin embargo, la ciencia no ha
previsto nada para responder a las necesidades del alma y del espíritu, y éstos
se hallan hambrientos, sedientos y sufren. Por esta razón, vemos tanta gente a
quienes aparentemente no les falta nada, tienen un trabajo, una familia, una
casa, un coche, pero en su interior se sienten insatisfechos, vacíos. Lo que
prueba que han olvidado su alma, y en cuanto a su espíritu, ¡no vale la pena ni
nombrarlo! La futura medicina se verá obligada a tomar en consideración todas
las necesidades del ser humano, incluso las del alma y las del espíritu, para
poder aportarle los elementos que le faltan.
Así pues,
comprendedme bien: nuestra Enseñanza no os proporcionará casas, ni coches, ni
vestidos, pero en ella encontraréis todo lo que llenará vuestra alma y vuestro
espíritu. Y cuando el alma y el espíritu se hallen colmados, actuarán sobre el
cuerpo, desencadenando en él nuevos procesos. Entonces, aunque no vaya muy bien
vestido o no haya comido demasiado bien, el cuerpo funcionará con valentía, con
la cabeza erguida. Sí, nuestra enseñanza os proporciona los elementos más
preciosos e indispensables para vuestro equilibrio y vuestra felicidad.
Se sabe que muchos
enfermos podrían ser curados con unas buenas palabras del médico, pero como
tiene prisa, se contenta con hacer una receta y se va. Para muchos médicos, el
amor, la esperanza, el dar ánimos, no tiene ninguna importancia; llegan incluso
a matar a algunos enfermos al decirles que no tienen curación, que les queda
sólo algunos meses o algunos días de vida. Sin embargo, ciertos médicos se dan
cuenta de que deben mantener intercambios amistosos con el enfermo porque saben
perfectamente que la curación no proviene únicamente de las medicinas.
Antiguamente muchos
médicos eran apóstoles, mientras que en la actualidad no son más que
mercenarios. En Estados Unidos ocurre que el enfermo no va al médico; son las
máquinas electrónicas las que realizan el diagnóstico y, según sean los
resultados, el enfermo ve o no ve al médico, el cual puede enviarle la receta
por correo. Cada vez hay menos contacto humano, todo se mecaniza y el amor
desaparece; ahora bien, precisamente lo que cura es el amor.
Sin embargo, un día
todo cambiará, y los hombres descubrirán que es el amor, la confianza y la
esperanza; y lo que les falta y enferman es a causa de las dudas, las
sospechas, los conflictos y la desarmonía. Por esta razón, insisto: la medicina
más eficaz es vuestra manera de vivir. Por supuesto, puedo decir que esto no
actúa tan deprisa como un medicamento. Cuando tomáis un comprimido, casi
inmediatamente podéis notar los resultados. Pero, ¿son verdaderos esos
resultados? La medicina que yo preconizo es lenta, pero es la más segura y, a
la larga, la más eficaz. Pero supone que el hombre acepte una filosofía
correcta y verídica que lo abarque todo, ya que el resto depende de nuestros
pensamientos. Cuando hablo de filosofía, sobrentiendo la única filosofía que no
es el resultado de tinglados intelectuales, sino la descubierta por los grandes
iniciados con sus extraordinarias facultades de clarividencia y desdoblamiento.
Y puedo decíroslo:
el Cielo me ha elegido para ser uno de los herederos de esta filosofía divina.
Sin ella, no puede conocerse el camino y se hiciera lo que se hiciese, nos
perderíamos. Por esta razón, sitúo en primer lugar esta filosofía que nos
enseña cómo vivir en armonía con todas las fuerzas y todos los mundos, para que
ya no existan en nuestro interior más luchas y contradicciones. También nos
revela cómo está construido el hombre y qué intercambios deben realizar su alma
y su espíritu con las fuerzas de la naturaleza. Como en el caso de la
respiración: la respiración también es un intercambio indispensable y, si el
hombre se ve privado de ella, muere. De igual manera morirán su alma y su
espíritu si no respiran, es decir, si no realizan intercambios con el cosmos.
Así pues, pensad en
uniros con las fuerzas de la naturaleza: entonces tendréis una luz que os hará
ver el universo como una construcción, un edificio formidable donde todo está
unido, desde la cima hasta la parte más baja; y en ese momento, podréis
restablecer muchas cosas en vuestro interior. ¿Por qué no apreciáis el valor de
las verdades que os doy? ¿Acaso se debe a que no soy un personaje célebre ni
reconocido? Lo que a mí me interesa, es conocer la verdad. He consagrado a ello
toda mi vida. El resto, la celebridad, la gloria, no me interesan demasiado.
Por otra parte, estas llegarán sin que yo lo quiera, ya que cuando poseéis la
verdad, tarde o temprano es reconocida. Y si estáis en un error, acabarán
también por darse cuenta; y aunque os hayan aplaudido, un día u otro os
olvidarán. No, no; yo trabajo por algo, que no será nunca olvidado ni
reemplazado.
Lo más importante
es pues, aprender la manera correcta de vivir, la manera correcta de pensar,
sentir y actuar. En otras conferencias, al explicaros el proceso de formación
de las plantas, de los peces; e incluso del niño en el seno de la madre. Os he
hablado de la ley de afinidad, y os he mostrado de qué manera el hombre se une
a través de sus pensamientos y sentimientos a las regiones, a las entidades, a
las fuerzas, a los elementos del espacio que le corresponden, y acaba por
atraerlos4. Sí, el hombre atrae aquello alo que se ha unido, es algo
irremediable y así se explican la salud y la enfermedad, la fuerza y la
debilidad, la inteligencia y la estupidez, la belleza y la fealdad, etc. Se
trata, de elementos que han sido atraídos.
Así pues, si os
encontráis en dificultades, sin duda es debido a que en el paso, habéis
perturbado el orden de las cosas con vuestra ignorancia; pero ahora, gracias a
esta filosofía iniciática que os enseña a trabajar con vuestros pensamientos y
deseos, podéis uniros a entidades y regiones más espirituales; construyendo
así, un cuerpo con todas las cualidades que deseéis: Salud, fuerza, belleza… En
esto, consiste el secreto de la resurrección. Si aceptáis comprender y
aplicar esta ciencia de la vida, no solamente poseeréis el poder de protegeros
de la enfermedad; sino también, el de reconstruir vuestro cuerpo como queráis.
Puede ocurrir; por supuesto, que de momento el cuerpo oponga resistencia a
vuestros esfuerzos, debido a que durante siglos habéis trabajado
inconscientemente en deteriorarlo, y ahora necesitaréis mucho tiempo para
restablecer su salud. Sin embargo, lo que os digo es completamente cierto. Seis
o siete años de estudios, son suficientes par obtener el diploma de médico; pero
para poseer la ciencia de la vida, son necesarios millares de años. ¡Eso os
dará una idea de lo vasta que es!
Una vez
comprendidas las necesidades del alma y del espíritu, se comprenderá también
que es necesario despertarlas para poder realizar un trabajo. El resto, depende
de esta actividad del alma y del espíritu; porque es ahí, en el ama y en el
espíritu, donde se encuentran las causas; lo demás, son consecuencias. Así
pues, al saber que se ha conseguido alcanzar la región de las causas (Allá
donde las fuerzas se desencadenan), se vive en paz, se está seguro, ya que se
conocen las consecuencias que se derivarán. De esta manera, pueden eliminarse
las enfermedades psíquicas: Dando al hombre el conocimiento y la certeza. Si un
ser se siente desorientado, angustiado, vacío, es porque no se une
conscientemente a través de su alma y espíritu, a las fuerzas luminosas.
Pero cuando aparece la luz, ésta le demuestra que está unido a la inmensidad, a
la eternidad, que puede comulgar con las fuerzas cósmicas; y con ello,
transformar su vida. En ese momento, la certeza y la alegría le acompañan.
Mientras la gente no tenga las ideas claras, es prácticamente inútil intentar
sanarla. Hay que clarificar sus ideas, y hay que hacerlo desde la infancia.
Sólo se puede ayudar a los humanos a resolver sus problemas físicos y
psíquicos, mostrándoles su verdadera naturaleza, la manera en que están ligados
al Árbol de la vida y cómo pueden extraer fuerzas de él para trabajar y
transformarse.
Así pues, no lo
olvidéis: lo esencial es la filosofía y la manera de vivir, pero en el terreno
físico debe darse prioridad al Sol. Algún día, la ciencia estudiará la manera
en que puede curarse por medio del Sol; en qué momento, cuánto tiempo hay que
exponerse al Sol, la manera de exponer al Sol agua en botellas de diferentes
colores y a qué hora beberla y cómo, y con la ayuda de aparatos, cómo extraer
del Sol todos los elementos curativos que contiene. ¡Será algo fantástico! De
momento, la ciencia no concede al Sol una gran importancia porque sólo se
interesa por la materia, por los elementos químicos. Sin embargo, si el agua de
mar, las algas, las hierbas, los árboles e incluso las piedras y los cristales
curan, es porque extraen su fuerza curativa del Sol. El Sol será lo último
que se valore, pero cuando se descubra su importancia, nos veremos obligados a
darle prioridad. Nos alimentaremos del Sol, respiraremos el Sol e incluso
escucharemos su música porque tendremos aparatos capaces de captarla. Sí, la
música más bella proviene del Sol. Y también los mejores mensajes. Se
escucharán, pues, las emisiones del Sol. ¿Os preguntáis si hablo en serio? Pues
sí, os estoy hablando muy en serio.
Así pues, para mí,
la terapia del porvenir será la terapia solar: contemplar la salida del Sol,
unirse a él, concentrarse en él para recibir todas las partículas que nos
envía. La ciencia no conoce aún las partículas etéricas que contienen los rayos
del Sol. Sin embargo, aunque no haya llegado todavía a admitir el lado más
sutil de la materia, la medicina ya ha descubierto que los elementos
imponderables son los más importantes en el organismo y para el organismo.
Después de haber intentado curar los trastornos digestivos, circulatorios,
respiratorios, alimenticios, ocupándose de los propios órganos, ha acabado por
descubrir que son las secreciones imperceptibles de las glándulas endocrinas
las que excitan o bloquean las funciones de los órganos. Pero esto, no es todo.
El sistema endocrino no es el último descubrimiento, ya que las glándulas
endocrinas dependen ellas mismas de centros más y más sutiles hasta llegar al
pensamiento. Así pues, todo sucede como si en el pensamiento hubiera unas
glándulas que gobernaran al conjunto del organismo. Desde el pensamiento hasta
los órganos, existe todo un sistema jerarquizado que la ciencia descubrirá
algún día. Sí, yo creo que las glándulas endocrinas no son las más importantes
porque dependen a su vez de otras funciones. A través de sus pensamientos y de
sus sentimientos, el hombre actúa sobre su sistema glandular y, si su organismo
está enfermo o se restablece, si crece o deja de crecer, si adelgaza o engorda,
las glándulas endocrinas no son las únicas responsables.
Sin embargo,
resulta interesante ver que ahora la ciencia trabaja con elementos cada vez más
sutiles. En medicina, por ejemplo, la homeopatía utiliza medicamentos hasta la
31 dilución centesimal. Podríamos creer que ya no queda nada, pero sí, todavía
hay algo que actúa.
Los físicos también
descubren aspectos cada vez más sutiles en la materia. Después de los protones
y los neutrones, se descubrieron los mesones y los neutrinos. Cuando hayan
llegado a los elementos etéricos, descubrirán partículas y energías todavía
desconocidas que provienen del Sol y, entonces, se desarrollará una nueva
ciencia en torno a los rayos solares. E incluso, en lugar de ir a buscar
vitaminas a las farmacias, se tomarán directamente del Sol. Las vitaminas que
se encuentran en las farmacias no pueden ser asimiladas perfectamente por el
organismo, por lo tanto, vale más tomarlas en las frutas y verduras, donde el
Sol las ha depositado. Aún no se conocen todas las propiedades que poseen
las verduras más corrientes tales como las cebollas, los berros, los rábanos,
etc. Tampoco se sabe que hay que comer las hojas de los rábanos, ya que son
sabrosas y más nutritivas que los mismos rábanos. Y los nabos, también son
excelentes.
Para acabar,
quisiera deciros que si conocéis la manera de respirar, beber y comer,
ingeriréis vitaminas de todas partes allá donde el Sol las haya depositado,
pues lo más importante es el estado psíquico en que recibís las cosas. Si no
estáis en buen estado, podéis llegar a ingerir vitaminas durante todo el día
sin conseguir reforzar vuestro organismo. E incluso quizá os provoquéis algún
trastorno digestivo o circulatorio. Los médicos no insisten nunca sobe la
importancia del estado de conciencia, de la actitud interna que deberíamos
manifestar hacia las cosas. Por esa razón, los medicamentos que prescriben
pierden su eficacia. Así pues, he aquí un punto esencial: la actitud con que
recibimos las cosas.
Muchos dicen:
«Maestro, cuando estamos con usted pensamos, sentimos y actuamos de otra
manera; los problemas desaparecen, todo va bien. Pero cuando nos alejamos algún
tiempo ya no es lo mismo, nos volvemos a encontrar con la prosaica realidad, ya
no tenemos la misma convicción y no queda nada de lo que nos ha dicho». Y
yo respondo que yo también he tenido estas experiencias cuando era joven
con mi Maestro Peter Deunov. Pero si estoy ahora con vosotros, no sólo es para
induciros a aceptar ciertas verdades, sino también para induciros a realizar el
esfuerzo necesario para mantenerlas el mayor tiempo posible. ¿La vida es dura…?
¡A quién se lo decís! Hay que luchar, enfrentarse continuamente y ello nos
fatiga. Lo sé, la vida es muy difícil. De momento no os explicaré por qué la
vida es así, pero yo estoy con vosotros para haceros comprender que, si
aceptáis la luz de las enseñanzas, llegaréis a ser más fuertes, más valientes
y, entonces, la paz y la esperanza se instalarán en vuestro interior.
Así que, cuando
volváis a casa, esforzaos en mantener vivas en vosotros estas verdades que
habéis recibido, no las olvidéis. Decíos: «sé que nunca podré escapar a las
realidades de la vida cotidiana, pero debo empeñarme en estar bien atento el
día en que aparezcan las debilidades, los desánimos y los pensamientos
negativos. Pase lo que pase, no cederé, no bajaré la guardia. No perderé mi
llama, mi entusiasmo, mi esperanza.» Sí, agarraos con fuerza las verdades que
os doy, tomad algunas bocanadas de oxigeno y, a continuación, enfrentaos con la
realidad. En ese momento, os volveréis fuertes y poderosos, llegaréis a ser una
fuente de vida. ¿No es mejor así?
Muchas personas
dicen: «¡Ah, ya comprendo! Desde ahora, seré fuerte. ¡Vais a ver quien soy yo!»
Pero cuando se presentan las dificultades, se rinden. Después, cuando vuelven
aquí, por supuesto se sienten avergonzados de haber sido tan débiles, y se
enderezan nuevamente diciendo «¡Vais a ver quien soy yo!» ¡Sí, hasta la próxima
vez…! Así pues, lo más prudente es no volver aquí hasta que os convirtáis en
seres inquebrantables. En eso consiste la enseñanza, en llegar a ser
inquebrantables y en recordar, pase lo que pase, que sois inmortales y que Dios
ha puesto en vosotros todas las posibilidades. Si lo olvidáis, estáis perdidos.
Así pues,
comprendedme bien. Diréis: «Le comprendemos, le comprendemos…» No, aún no
habéis alcanzado la compresión que yo pretendo. Comprenderme significa
permanecer inmutables en vuestras convicciones. Algunos lo sois, sí, pero los
demás… A partir del momento en que se encuentran sumergidos nuevamente en los
torbellinos de la existencia, se dejan influir por la mentalidad materialista
que sólo piensa en asegurar el bienestar y el éxito material; sin tomar en
consideración, las necesidades del alma y del espíritu.
Creedme, tenéis que
desprenderos de esta filosofía materialista porque os debilitará,
os embrutecerá. Si queréis una prueba, mirad: Cuando le metemos a un ser
humano en la cabeza que no es más que materia, que el alma no existe, que no
hay vida después de la muerte, ¿qué se puede esperar entonces de él? No hay que
extrañarse si comete cualquier crimen. Lo más grave es que, a través de esas
ideas, le destruimos la voluntad de realizar algo sublime; destruimos en él el
poder del espíritu. En definitiva, lo matamos. Mientras que si le hacemos tomar
conciencia de que tiene un espíritu, que él es espíritu y que, dándole al
espíritu la posibilidad de manifestarse, conseguirá realizar grandes cosas, le
estamos dando verdaderos poderes. Su cuerpo empezará a obedecerle, a acomodarse
a sus decisiones, y ya no sucumbirá frente a las privaciones, las desgracias,
las enfermedades… Avanzará porque es fuerte, poderoso y, entonces, será capaz
de arrastrar al mundo entero. Pero si adopta la filosofía materialista, no será
nada. En eso consiste el peligro de dar prioridad al cuerpo físico, a la
materia, al lado externo y objetivo. La extensión del mal por supuesto, no se
ve enseguida, pero, poco a poco, el ser humano se debilita y finalmente muere.
Releed la conferencia sobre la fuerza del espíritu y encontraréis, todos los
elementos para avanzar y vencer las dificultades. Pues sí, actualmente hay que
adoptar la filosofía del espíritu. No escuchéis a los débiles ni a los
embrutecidos, que os conducirán hasta el polvo. Es cierto, somos materia,
polvo, pero sólo en parte; la otra parte, es celestial.
Lo único que me
interesa es esta filosofía que os transmito pacientemente y que pone a vuestro
alcance todas las posibilidades de desarrollo hasta el infinito. Aquellas
filosofías que no reconocen en el hombre la posibilidad de evolucionar hasta el
infinito, no pueden transmitirle el verdadero sentido de la vida.
OMRAAM
MIKHAËL AÏVANHOV
Libros
del autor: amzn.to/2YibuVZ
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