La quimioterapia y La radiación hacen también que el campo aural
se resquebraje como el cristal, lo que origina muchos residuos en el campo que
deben ser eliminados.
LO QUE HARÁ EL SANADOR A DIFERENCIA DEL MÉDICO O EL TERAPEUTA
Si considera la posibilidad de acudir a un sanador, le conviene
saber que los sanadores trabajan en un contexto muy distinto al de los médicos.
Los dos pueden complementarse si se mantienen los canales de comunicación
abiertos y se establece un clima de confianza. Puesto que creo que en el futuro
muchos médicos y sanadores trabajarán juntos en beneficio de todos, he
consagrado el capítulo siguiente a esta perspectiva.
Muchos pacientes acuden a un sanador para pedirle los mismos
servicios que ofrecen los médicos. La mayoría de nosotros vemos la enfermedad
bajo el prisma del sistema médico establecido en nuestra sociedad occidental.
La gente está tan acostumbrada a acudir a un médico para
librarse de una dolencia concreta, que esperan de la tarea curativa que mitigue
el dolor y cure también una enfermedad específica.
Lo primero que los sanadores deben hacer cuando reciben la
visita de un paciente con esa visión es educarle acerca de qué se ofrece y qué
no se ofrece.
Para verlo más claro, empecemos por la estructura básica de una
visita a la consulta de un médico, para compararla con lo que ocurre cuando
usted acude a un sanador.
1. El médico examina al paciente en una sala de reconocimiento.
2. El médico ordena la realización de unas pruebas que ayudarán
a determinar cuál es el trastorno.
3. Tras el examen, el paciente y el médico se reúnen en otra
sala, «el despacho del médico», donde el médico se sienta detrás de una mesa y
habla de lo que considera que es el problema. El médico hace lo que puede por
el paciente hasta que llegan los resultados de las pruebas.
4. El paciente concierta otra cita para después de las pruebas.
5. En esta cita, el médico efectúa otro examen, facilita los
resultados de las pruebas y da un diagnóstico. El médico prescribe un método de
tratamiento basado en el diagnóstico o determina la realización de más pruebas
si las primeras no son concluyentes.
6. El tratamiento suele consistir en una medicación o
intervención quirúrgica para resolver el problema.
Cuando los pacientes acuden a un sanador, muchas veces esperan
que se sigan los mismos seis pasos.
Desean un examen psíquico.
Piden al sanador que elimine (aparentemente de un modo mágico)
su problema, tal y como las píldoras y la cirugía resuelven algunos problemas físicos.
Mucha gente espera una visita posterior a la curación en la que
el sanador dará un diagnóstico y un pronóstico del tiempo que llevará «eliminar
el problema».
La mayoría de sanadores no utilizan la estructura de seis pasos
cuando trabajan con sus pacientes.
Por lo general, se habla muy poco, no hay pruebas, no hay
diagnóstico, no se prescribe ninguna medicación, y muchas veces no se da
explicación alguna sobre lo que ha ocurrido antes de la curación, lo que ocurre
durante ella, o lo que ocurrirá después.
Los pasos de una sesión curativa son muy simples.
1. Los sanadores suelen empezar por una breve charla con el
paciente sobre el motivo de su visita. Algunos sanadores se limitan a pedir al
paciente que entre, se quite los zapatos y se tienda en la camilla de curación
o se siente en una silla.
2. El sanador trabaja con el paciente, tocándole o sin tocarle,
según las técnicas curativas que utilice. El sanador puede facilitar alguna
explicación. Tal vez se produzca algún diálogo durante la curación.
3. El sanador termina, abandona la sala y pide al paciente que
descanse unos minutos antes de incorporarse.
4. Posteriormente, se habla muy poco, y el sanador pide al
paciente que regrese en el momento oportuno.
Muchos pacientes quedan decepcionados por su primera experiencia
curativa, por cuanto no comprenden qué ha ocurrido.
Se sienten más relajados y probablemente mejor, y quieren saber por
qué.
Tal vez regresan a su trabajo con todo un cúmulo de
interrogantes, todos ellos basados en el sistema de enfermedad (y en la
metafisica M-1) aceptado en la sociedad occidental.
Pueden plantearse preguntas como éstas: «¿Qué enfermedad tengo?»
«¿Tengo un tumor? ¿Qué clase de tumor?» «¿Puede usted quitármelo?» «¿Cuántas
curaciones requerirá?» «¿Cuánto me costará?» «¿Tengo las trompas de Falopio
obstruidas y me impide quedar embarazada?
Abralas, por favor.
Los médicos dicen que no pueden.»
Después de una curación, los pacientes dicen cosas como:
«Bueno, en realidad no me siento muy distinto, pero sí más
relajado.» «¿Qué me ha hecho?» «Ahora cuénteme exactamente qué ha hecho.» «¿
Cuánto durará? » «¿Se ha marchado? ¿Volverá?» «¿Debo volver? ¿Cuántas veces más?»
Todas éstas son preguntas importantes y válidas que requieren
una respuesta, pero emanan del sistema médico y de cuidado de la salud vigente
hoy en día en nuestra sociedad.
Para responderlas de un modo significativo para el paciente, el
sanador debe instruirle en una perspectiva distinta de la salud y la
enfermedad.
Independientemente de si los sanadores están familiarizados o no
con el contexto científico holográfico y la metafísica M-3 que se han expuesto en el capítulo 3, su
cometido principal es holístico: ayudar a los pacientes a crear salud en todas
las áreas de la vida.
Lo hacen limpiando y equilibrando la energía del paciente,
esforzándose por alinear su intención de sanar, y ayudando al paciente a
conectarse con el núcleo más profundo de su ser, fuerza creativa y conciencia
interna.
Dirigen energías curativas hacia el sistema energético del
paciente.
Muchos sanadores trabajan totalmente por intuición, dejando que
sus manos se muevan con plena libertad.
No ofrecen explicación alguna sobre lo que aqueja al paciente ni
sobre lo que acontece durante la curación.
Es por ello que la denominan «curación por la fe».
Otros tratan de ofrecer unas explicaciones que tal vez no tienen
ningún sentido para el paciente.
Algunos disponen de sistemas de conocimiento totalmente
planificados. Tales sistemas pueden ser conocidos por otros sanadores, como el
sistema de acupuntura, mientras que otros pueden haber sido desarrollados
personalmente por el sanador y son específicos para él.
Describen qué ocurre en el paciente y cómo funciona la curación.
Tales explicaciones pueden resultar complejas para el paciente, que no está
instruido en el sistema concreto que utiliza el sanador.
Para educar a los pacientes, yo siempre busco un terreno de
comprensión común en el que conversar.
Luego explico lo mejor que puedo el proceso curativo, que
equivale a iniciarse en la curación.
Digo a mis pacientes que la curación seguirá desarrollándose en
su interior, y les explico hasta qué punto afectará su vida.
Recuerdo una sesión con una paciente nueva llamada Liz, que
padecía una úlcera y quería eludir la cirugía. Liz entró en mi despacho y dijo:
«Ahora dígame exactamente qué hace usted».
Quedé un momento perpleja ante aquella pregunta, y pensé: «Me
pregunto si planteó la misma cuestión a su cirujano, y qué le respondería
éste». Sin duda, tardaría años en explicar con exactitud qué es lo que hago.
Una paciente como Liz debería ser reeducada por completo en la
visión holográfica de la realidad, en las causas de la enfermedad desde esa
perspectiva, en el sistema energético humano, en las técnicas terapéuticas, y
en las técnicas curativas. De modo que me interrogué a mí misma:
«¿Cuál es la pregunta profunda que Liz me plantea? ¿Qué desea
saber en realidad?». Obviamente, Liz trataba de asumir la responsabilidad sobre
su salud y su curación.
Deseaba sinceramente llegar a comprender qué podía esperar de
las sesiones curativas. Quería saber qué podía darle yo. Su pregunta venía a
decir:
«¿Cuáles son las posibles consecuencias de las sesiones curativas?».
Ella no tenía idea de la amplitud que podía tener el efecto. No sabía hasta qué
punto todo dependía de ella y de su aceptación del cambio personal en la vida.
No sabía que el campo energético humano existe y afecta el cuerpo fisico. Y,
por encima de todo, ignoraba que podía curarse a sí misma con su intención de
sanar (nivel del hara) y con su fuerza creativa interna (nivel de la estrella
del núcleo).
Mi reto consistía en cubrir un vasto espectro de conocimientos
en unos minutos. Busqué una analogía sencilla con la que empezar y recordé cómo
funciona una radio. Por supuesto, dispondría de tiempo para brindar
explicaciones más detalladas durante las sesiones curativas que seguirían. De
modo que dije:
«¿Ha oído hablar del campo energético humano, o aura?». «No»,
respondió Liz. «Bueno, hay un campo de energía que rodea el cuerpo y penetra en
él. Está estrechamente relacionado con su salud.
Cuando usted enferma, es porque el funcionamiento normal de ese
campo ha sido perturbado. Lo que yo hago es volver a alinear ese campo,
cargarlo y repararlo. Se parece un poco a la acupuntura.
¿Ha oído hablar de eso?»
Dijo Liz:
«Sí, he oído hablar de eso, pero no sé mucho sobre ello».
«Bueno, la acupuntura es una antigua técnica curativa de Oriente, que trabaja
equilibrando el campo energético, el cual suministra bioenergía a los diversos
sistemas de su cuerpo. Esa energía es muy potente. De hecho, aportamos más
energía al cuerpo mediante ese campo que comiendo.
¿Se ha dado cuenta de que en los días de sol usted tiene más
energía que en los días nublados? Eso se debe a que el sol carga la energía
presente en el aire. Luego la absorbemos a través de nuestro sistema
energético.
En nuestra cultura, no pensamos demasiado en ello porque nos
concentramos prioritariamente en el cuerpo fisico. Pero en China, Japón y la
India se sabe que es muy importante para nuestra salud.
Sus sistemas se basan en el conocimiento de esos campos de
energía vital.»
Liz replicó:
«¿De dónde procede esa energía?». «La fuente de esa energía
reside dentro y alrededor de usted -respondí-.
Es como las ondas de radio, que están siempre en el aire. Usted
sólo necesita saber cómo recibirlas para beneficiarse de ellas. Conecte la
radio y sintonice la emisora que desee. Su campo de energía es como una radio.
Mi misión consiste en repararla y ayudarle para que aprenda a sintonizarla
mejor. Yo le ayudaré a abrir y equilibrar sus ckakras.»
«¿Mis qué?
¿Mis chakras?»,
preguntó Liz.
«Los chakras de su aura son sus receptores de energía
-expliqué-. Parecen torbellinos de energía que, en virtud de su giro, absorben
energía como lo haría un remolino.
Una vez que la energía se ha introducido en su cuerpo, fluye a
través de las líneas energéticas de su campo hacia sus órganos. Cuando se
registra un trastorno en su campo, sus órganos no reciben la energía que
necesitan y se debilitan, lo que termina por permitir el acceso a las
infecciones u otros problemas físicos. » «Esto parece bastante simple -admitió
Liz-.
¿De modo que usted viene a decir que podría haber contraído esta
úlcera porque mis líneas energéticas se han debilitado?» «Es, claro está, algo
más complejo que esto, pero ésa es la idea a grandes rasgos.
El modo en que usted reacciona a las situaciones de estrés puede
apreciarse en su campo.
Habitualmente, usted distorsiona su campo de tal forma que
extrae energía sana de la región del estómago y atrae energías inadecuadas y,
por lo tanto, insanas hacia su estómago.
En cuanto hayamos reequilibrado su campo, podrá percibir las
energías adecuadas y sanas en esa zona.
Ahora, lo que usted experimenta como "normal" no es
saludable para usted.» «¿Qué quiere decir con eso?» «Centre su conciencia en su
estómago», sugerí. «Lo noto igual que siempre.» «Después de la curación, lo
notará muy distinto -dije-. Entonces comprenderá lo que quiero decir. Es algo
que usted debe experimentar. Es una experiencia sutil, pero muy intensa en lo
que concierne a la salud.
Con el tiempo, aprenderá a mantener el equilibrio oportuno de
energías en su organismo, y podrá conservar un nivel de salud más elevado. Así,
cuando yo reequilibre su campo, la energía fluirá correctamente hacia sus
sistemas corporales, y restablecerá su salud.
Podrá aprovechar todos los campos energéticos que le rodean. Yo
llamo a esos campos energéticos "campos de salud universal". Están al
alcance de todo el mundo. No sólo están disponibles para su salud física, sino
también para su salud emocional, mental y espiritual. De modo que ahora, cuando
yo trabaje con sus campos, trabajaremos también con sus aspectos emocionales,
mentales y espirituales que tienen relación con el hecho de haber contraído una
úlcera.
Como ve, no se trata tan sólo de una cuestión fisica.
Todo aquello que esté curado personalmente para usted sanará
también cualquier aspecto de su vida con el que esté conectado.»
«¿Qué quiere decir con eso? –
preguntó Liz-.
¿A qué conexiones se refiere?» «Desde el punto de vista del
sanador -proseguí-, todo está conectado con todo lo demás.
Es la perspectiva holística.
Significa que su úlcera, que es consecuencia de un exceso de
acidez en su estómago debido a su reacción al estrés, no sólo afecta a su
digestión y nutrición, sino que es una señal que me indica que probablemente
usted experimenta tensión en todos los aspectos de su vida que tienen que ver
con la "digestión" o la nutrición personal.
En otras palabras,
incluso cuando alguien le da algo, a usted le cuesta trabajo aceptarlo y dejar
que le haga bien.» «Esto me resulta familiar, pero no veo cómo podría
relacionarse con una úlcera»,
replicó ella.
«Sí, bueno, empecemos desde donde estamos ahora, y dejemos que
sus experiencias sigan su curso. Ya nos ocuparemos de las conexiones a medida
que se presenten.
Entonces se las explicaré con mayor claridad.» «¿Cuánto tardaré
en restablecer la salud?», inquirió Liz. «El número de
sesiones necesarias depende de cómo responde su organismo a la curación, hasta
qué punto (usted) puede asumir el cambio, y cuánto tiempo es capaz de mantener
ese cambio.
El cambio no resulta siempre fácil, ¿sabe?, porque afecta a
todas las áreas de su vida, como ya he dicho.
Se requiere algún tiempo para integrar los cambios. Tenga en
cuenta que queremos llegar a la causa más profunda de la úlcera, no sólo a la
úlcera.
Queremos que usted sea capaz de aceptar y disfrutar todo aquello
que reciba.
Queremos averiguar por qué no cree usted que está bien.» «Creo
que está bien recibir -repuso ella-.
Pero es cierto: siempre me siento en deuda con la persona que me
ha dado algo. No me gusta deber a nadie. ¡Vaya!, no sabía que esto tuviera
tanta importancia. ¿Cree que su técnica dará resultado?» «Trabajar con el campo
energético humano es, de hecho, más efectivo en determinadas enfermedades que
nuestra medicina convencional -respondí-. Por lo general, recibo a gente
aquejada de enfermedades con las que nuestro sistema médico no tiene demasiado
éxito; personas con cáncer, colitis, trastornos inmunitarios, virus, jaquecas,
etc.» «Bien, me alegro de estar aquí. Parece interesante. Empecemos.» Liz
deseaba saber en qué consistía todo el proceso curativo, y pudimos comunicarnos
con claridad. Esto le ayudó mientras avanzaba por el proceso curativo. Al cabo
de varias semanas trabajando juntas, su úlcera desapareció y ella recuperó la
salud. No sólo eso, sino que también cambió de profesión e inició una nueva
relación. Las aptitudes de un sanador Logré introducir a Liz en el enfoque
holístico describiéndolo con términos sencillos. Como sanadora, trabajo desde
una perspectiva más amplia para tratar la enfermedad.
Coincido con los médicos en que una infección causada por un microorganismo
puede ocurrir, y que generalmente una medicación puede eliminarla. Pero, desde
mi punto de vista, el microorganismo no es la causa. Los sanadores saben que
una debilidad o un desequilibrio en el sistema fisico-energético de un paciente
permitió una invasión de microorganismos que evolucionó en forma de enfermedad.
La invasión de microorganismos es también un síntoma.
La causa debe afrontarse desde el punto de vista holístico u
holográfico para poder restaurar la verdadera salud. El sanador se preocupa más
por el equilibrio subyacente de energías, intención y conciencia que sustenta
la salud o que se desequilibra y da lugar, con el tiempo, a la enfermedad. Los
sanadores deben poseer la capacidad de trabajar con todos esos aspectos de la
constitución humana de un paciente. Se ocupan de curar el cuerpo fisico y
procuran sanar también los aspectos emocionales, mentales y espirituales del
paciente. Las herramientas y la formación de un sanador son muy distintas a las
de un médico.
Aunque los sanadores más aptos probablemente son capaces de
acceder a la información sobre una dolencia, incluso de designar ésta y sugerir
una medicación apropiada que correspondería al diagnóstico de un médico, no es
ésa su preocupación principal.
Los sanadores consideran esa información como parte de la
descripción de la «manzana de Pribram», no como la realidad principal ni como
algo de importancia fundamental. De hecho, para ellos es poco menos que ilegal
efectuar esa clase de diagnóstico. Este derecho ha sido reservado a las almas
valerosas y consagradas que se han graduado en las facultades de medicina.
Liz no me pidió ningún diagnóstico; en cambio, fue ella quien me
lo facilitó a mí. Rellenó el formulario de ingreso de clientes, donde se pide
el historial clínico del paciente. Yo comprobé la información que ella me había
dado.
Mediante la EPS, pude ver que parte del tejido estomacal estaba
desgarrado, y que los tejidos que quedaban en esa zona estaban inflamados.
Mostraban un color rojo.
A partir de la información obtenida a través de la EPS, también
llegué a la conclusión de que Liz tenía una úlcera. Sin embargo, en mi calidad
de sanadora, yo no diagnóstico más que usted, cuando puede comprobar con sólo
mirar que alguien se ha producido un corte o se ha roto un brazo.
Cómo trabajan los sanadores con el campo energético humano.
Hay técnicas curativas específicas para cada nivel del campo
energético humano. Yo, por lo general, me concentro en los niveles inferiores
del campo de un paciente cuando trabajo, empezando por el primer nivel. El
trabajo incluye la percepción, limpieza, equilibrado, reparación y carga del
campo.
Las más de las veces, cada capa debe tratarse por separado para
garantizar la curación de todos los niveles. Una curación integral debe incluir
la curación de todos los niveles del campo, o de todos los cuerpos energéticos
además del físico. Así pues, recorro los niveles de los campos energéticos del
paciente que corresponden no sólo a su naturaleza física, emocional y mental,
sino también a su naturaleza espiritual y a sus creencias básicas en la
realidad.
Todo ello debe ser equilibrado.
Para conseguirlo, el sanador ahonda en el campo de salud
universal contenido en el universo holográfico. Si no se hiciera así, el
paciente podría crear perfectamente la misma u otra dolencia.
Los sanadores suelen nacer con el talento de aprender a percibir
y trabajar con el campo energético. Ese talento no es distinto al que posee
otra persona para la música, las matemáticas o los negocios.
La mayoría de sanadores han recibido una formación, al igual que
otros profesionales, para convertir esos talentos innatos en un arte curativo.
Esta formación enseña al sanador a desarrollar la elevada
percepción sensorial, con la que percibe los niveles del campo energético
humano y, a largo plazo, los niveles del hara y de la estrella del núcleo
ocultos bajo el aura.
Esto incluye,
probablemente, una formación para aprender a canalizar.
A través de la práctica diligente de múltiples ejercicios
diseñados para incrementar la sensibilidad de sus sentidos, los sanadores
aprenden a usar esos sentidos más allá del alcance normal de la percepción
humana.
Muchos sanadores pueden sentir, oír y ver ese campo de energía,
así como intuir más información al respecto. Además de percibir el campo, el
sanador también puede aprender muchas cosas sobre cómo trabajar con el campo
para sanar mediante sus niveles, así como sobre anatomía humana, fisiología,
psicología, patología y ética de la curación.
Gracias a la elevada percepción sensorial, los sanadores distinguen
los múltiples niveles del campo energético humano. Puesto que cada capa de ese
campo de energía penetra también en el interior del cuerpo, los sanadores
perciben asimismo el campo que hay dentro del cuerpo humano.
Los sanadores más experimentados desarrollan también la
capacidad de percibir el campo energético de todo el cuerpo, de una sola
célula, y a veces incluso de las partículas más pequeñas. Con el uso de la EPS,
los sanadores pueden acceder a una gran cantidad de información para utilizarla
en el proceso curativo. Por encima de todo, la principal herramienta de los
sanadores es el amor.
Toda curación se efectúa en el contexto del amor. Yo creo que el
amor es el tejido conjuntivo del universo. Lo mantiene todo cohesionado. El
amor puede curarlo todo.
Los sanadores no sólo trabajan desde una posición de amor, sino
que enseñan a sus pacientes a amarse a sí mismos. A medida que avancemos por
este libro, se verá cada vez mejor la importancia que tiene el amor.
Quererse a sí mismo es una ocupación de jornada completa. La
mayoría de nosotros tenemos mucho que aprender en lo que se refiere a este
aspecto. Las sesiones curativas de Liz progresaron lentamente a través de los
niveles de su aura.
Su tercer chakra, situado en la zona del estómago, estaba desgarrado.
Yo lo reparé, y su úlcera empezó a cicatrizar.
En el nivel emocional, ese chakra está vinculado a la relación
con otras personas y a la capacidad de recibir nutrición de ellas de un modo
saludable.
Sus relaciones se volvieron más estrechas y más satisfactorias a
medida que trabajábamos para enseñarle a mantener un equilibrio saludable de la
energía en esa zona de su cuerpo.
En un nivel más profundo de la psique, ese chakra está
relacionado con quien es usted en el universo, con su lugar en la Tierra y en
esta vida.
En cuanto esos niveles de su campo se estabilizaron de una forma
sana, Liz adquirió más seguridad en sí misma.
La mecánica de una sesión curativa La mecánica de una sesión
curativa es bastante simple desde el punto de vista fisico. Claro que varía
según cada sanador.
La mecánica que describiré a continuación es la que siguen los
hombres y mujeres que se han graduado en la Barbara Brennan School of Healing.
Si usted ha decidido someterse a las manos curativas de uno de
estos graduados, primero le pedirán que rellene un formulario de ingreso,
generalmente describiendo su historial clínico y las molestias que le aquejan.
El sanador le entrevistará para hacer que se sienta cómodo y
para encontrar un terreno de comunicación común en el que hablar. Una pregunta
habitual será: «¿Por qué está usted aquí? ¿Qué pretende conseguir?».
A partir de su respuesta, el sanador no sólo averiguará qué es
lo que usted quiere, sino que empezará a descubrir su nivel de experiencia con
la tarea curativa.
Mientras el sanador le escucha y encuentra un campo común de
comprensión, utiliza también la EPS para explorar su campo energético con el
fin de percibir desequilibrios, desgarramientos, estancamientos y agotamientos.
Observará su flujo de energía en constante variación mientras
usted habla.
Relacionará esos cambios con su estado psicológico mientras
usted describe sus problemas.
Leerá su cuerpo físico con la visión normal para descubrir el
entorno psicológico de su infancia a partir de su estructura y lenguaje corporales.
Escrutará también su nivel fisico con la EPS para comprobar la
alineación estructural interna y las funciones orgánicas.
El sanador suele dedicar de diez a quince minutos a este sondeo
para encontrar las principales zonas de conflicto en su cuerpo y en el sistema
energético.
A veces, compartirá esta
información con usted si está lo bastante seguro de ella y si entiende que el
hecho de facilitársela no interferirá en su proceso curativo.
En otras palabras, le hablará en términos que no le asusten, no
interrumpan su flujo energético ni disminuya su capacidad de absorber energía.
Toda esta información se integra en un modelo holográfico,
puesto que todos los niveles de funcionamiento se afectan unos a otros.
Tras obtener una visión general, el sanador le pedirá que se
quite los zapatos y los calcetines y se tienda en la camilla de tratamiento. No
debe quitarse nada más.
A veces, las joyas o los cristales pueden interferir en su
campo, y el sanador le pedirá que se los quite. El sanador procede simplemente
a colocar las manos sobre los pies de usted y envía energía a través de su
cuerpo.
Va subiendo lentamente por el cuerpo, situando las manos en
posiciones clave y usando diversas técnicas curativas, según lo que la EPS ha
revelado sobre su condición. Por supuesto que, con la ayuda de la EPS, el
sanador observa siempre los efectos que provoca en los campos energéticos de
usted.
(También observa y regula cuidadosamente su propio campo, una
parte muy importante de la formación curativa.), El sanador prosigue con este
sondeo con EPS para comprobar cómo recibe usted la curación y para obtener una
información más detallada sobre los cambios que ocurren en su campo durante la
curación.
Con el uso de la EPS, el sanador puede cerciorarse de que todos
los cambios necesarios se están cumpliendo y que no se descuida nada. A medida
que avanza la curación, se hace mucho más intensa.
Se vierte cada vez más energía en su sistema, y usted
probablemente ingresará en un estado muy profundo de relajación, que contribuye
al proceso curativo en gran medida. En ese momento, su cerebro se sincroniza
con el del sanador.
Ambos están sintonizados en potentes ondas alfa (8 Hz), el
estado curativo. Otras informaciones obtenidas mediante la EPS incluirán la
dieta, las vitaminas, los minerales, las hierbas o incluso los medicamentos que
podría prescribir un médico en caso necesario.
La EPS manifiesta también problemas psicológicos que
contribuyeron a provocar la enfermedad. Revela traumas infantiles, sus imágenes
de cómo cree que es la realidad, y en último término su sistema de creencias,
que es la causa básica que mantiene su enfermedad intacta.
El sanador trabaja directamente con todo esto a través de su
campo de energía. Durante la curación, el sanador recurrirá también a la EPS
para recibir orientación de los maestros espirituales, guías o ángeles de la
guarda.
Esta orientación se transmite de formas muy diversas. Los guías
pueden decir al sanador qué debe hacer a continuación; pueden decirle dónde
buscar las dificultades físicas que usted padece; o incluso pueden designar la
enfermedad que usted tiene.
Los guías suelen contar al sanador la causa del problema desde
la perspectiva física y psicológica. Los guías pueden hablarle directamente a
través del canal del sanador. Cuando esto ocurre, la conversación que sigue es,
generalmente, muy tierna y personal, que le conduce a una comprensión más
profunda de lo que le está pasando, por qué está ocurriendo desde la
perspectiva de la causa, y las profundas lecciones espirituales y vitales que
implica.
Tales conversaciones son siempre solidarias y veraces, y no
expresan promesas falsas si el canal está expedito. Los guías también trabajan
directamente a través de las manos del sanador para curarle.
La restante información obtenida mediante la EPS se transcribe a
mano o a máquina para que usted pueda utilizarla en el futuro.
Habitualmente se requieren varias sesiones para llegar hasta la
causa alojada en el sistema de creencias. Para cuando el sanador ha progresado
a través de todas las capas del campo y ha puesto fin a la curación,
probablemente usted estará sumido en un estado de profunda relajación y
serenidad.
Muchos sanadores le invitarán a descansar en la litera durante
diez a treinta minutos para dejar que los campos se estabilicen. Esto le
permite sacar el máximo beneficio de la curación, y hace que ésta se integre en
su sistema energético.
El sanador suele responder entonces a un mínimo de preguntas,
puesto que para plantear una pregunta racional usted debe salir del estado
curativo de ondas cerebrales alfa y acceder al estado «racional» de ondas
cerebrales beta, que detendrá el proceso curativo.
Cuando yo practicaba la curación, advertía siempre a mis
pacientes antes de iniciar el proceso sobre este importantísimo período de
relajación poscurativa, y les incitaba a formular todas sus preguntas al
principio de la curación, antes de que se produjera la conexión alfa.
Luego, el sanador le pedirá que regrese en el momento oportuno y
le garantizará que el resto de sus preguntas tendrán respuesta en esa próxima
sesión.
Preguntas y respuestas comunes
¿Puede un paciente resistirse a una curación? ¿Cómo?
Muchas veces, las personas se resisten al proceso curativo
tratando de controlar la situación con una mente hiperactiva. Esto es fácil de
hacer. Lo único que debe hacer el paciente es forzar una mente muy activa y
negarse a relajarse y a dejar que la curación tenga efecto.
Si los pacientes fuerzan su cerebro para que se mantenga racional, no accederán al estado
alfa, 8 Hz, el estado curativo. En lugar de eso, permanecerán en un estado
normal de ondas cerebrales activas, u ondas beta.
(Los pacientes, naturalmente, pueden hacer esto en cualquier
momento, en presencia o no de un sanador.) Si persisten en ese estado,
interferirán en los procesos curativos normales en su cuerpo.
Cuando la mente racional del paciente abandona su actividad y
sus ondas cerebrales acceden al estado alfa, puede someterse a su proceso
curativo natural, reforzado por el sanador.
¿Cómo se distribuyen las sesiones curativas?
Las sesiones curativas suelen programarse una vez a la semana, y
duran una hora o una hora y media, a lo largo de varias semanas. A veces, sobre
todo para los problemas de espalda, yo sólo trabajo con mis pacientes si pueden
acudir dos veces por semana.
Esto se debe a que existe tanta tensión en la espalda a causa de
la actividad diaria normal, que los pacientes inevitablemente se cansan,
presentan un bajo índice de azúcar en la sangre, experimentan una última
reanimación, y vuelven a acumular tensión en la espalda antes de que termine la
semana.
Observé que la dieta es también muy importante en los problemas
de espalda. Mis pacientes sólo volvían a acumular tensión en la espalda cuando
trabajaban en exceso y comían poco, siendo el nivel de azúcar en la sangre muy
bajo.
Yo les aconsejaba que llevaran una bolsa con nueces y frutos
secos, que comieran más a menudo, y que tomaran comidas completas. ¡Es
sorprendente la cifra de personas hipertensas y desnutridas que nuestra
opulenta sociedad genera!
La distribución de sesiones para los pacientes aquejados de
cáncer que están sometidos a quimioterapia o a terapia de radiaciones deberían
ser, al menos, de una vez por semana, y siempre inmediatamente después de un
tratamiento, aunque éste sea diario.
La quimioterapia y la radioterapia originan residuos en el
cuerpo físico así como en el campo energético.
Los residuos de la quimioterapia se componen de las propias
sustancias químicas, además de los tejidos que mata.
El cuerpo debe librarse de ambos. La quimioterapia
produce un bioplasma de baja frecuencia, mucoso, oscuro y denso en el campo
aura ( que no sustenta la vida. Retarda e interfiere en el funcionamiento del campo aural,
causando considerables molestias en el paciente.
La radiación produce asimismo residuos en el cuerpo físico
porque no sólo mata las células, sino que altera los procesos biológicos
normales que ocurren en muchas células próximas a las que mueren.
Esto genera una gran cantidad de productos de desecho que hay
que eliminar también.
La radiación quema el campo aural, como si se aplicara un
calcetín de nilón a una llama.
Este daño debe ser reparado.
La
radiación hace también que el campo aural se resquebraje como el cristal, lo
que origina muchos residuos en el campo que deben ser eliminados.
Cuanto más pronto limpie el sanador los residuos causados por la
quimioterapia o la radioterapia, menores serán los efectos secundarios.
¿Cuánto tiempo requiere?
La duración de una serie de sesiones curativas depende de la
gravedad del problema, del tiempo durante el cual el paciente ha sufrido el
problema, y los efectos a largo plazo de la curación.
Por lo general, el paciente nota intensamente los efectos de la
curación durante unos tres días. Luego el sistema energético empezará a
reanudar su vieja disfunción habitual hasta cierto punto.
En qué grado y por cuánto tiempo el sistema energético del
paciente puede mantener un estado tranquilo y equilibrado es completamente
individual y depende de tantos factores, que sería imposible enumerarlos todos
aquí. Por supuesto que la severidad del problema, las circunstancias de la vida
del paciente, el autocuidado del paciente y su capacidad de llevar a cabo las
actividades y dietas necesarias, y las aptitudes del sanador forman parte de
esos factores.
A cada sesión curativa exitosa, el sistema energético del
paciente recupera una parte cada vez mayor de su configuración sana original.
Los viejos hábitos de distorsión van desapareciendo gradualmente.
El ritmo en el que pueden ocurrir los cambios permanentes
depende por completo del individuo. Baste con decir que algunos pacientes
terminan al cabo de una sola sesión curativa, mientras que otros lo hacen al
cabo de varios meses de curación.
A medida que el proceso curativo avanza, resulta cada vez más
fácil para el sanador determinar el tiempo que llevará, porque el sanador
observa la extensión de los cambios y el tiempo que persisten después de cada
sesión curativa.
En ocasiones, un sanador más experimentado facilitará la
duración aproximada de la serie curativa mediante orientación en el transcurso
de la sesión inicial. El proceso curativo puede prolongarse quizá durante
semanas, meses o años.
En muchos casos, su duración depende del grado de salud que
acepte el paciente. El mayor objetivo espiritual del sanador
Muchos pacientes desean continuar el proceso curativo mucho
después de que la molestia original haya desaparecido, porque el grado de
«salud» con el que se habían conformado antes de acceder a una situación
curativa ya ha dejado de ser aceptable.
Esto ocurre porque la curación no sólo educa a los pacientes,
sino que les ayuda a efectuar conexiones mucho más intensas con sus anhelos
internos. En tal caso, el proceso curativo se torna un proceso de evolución
personal y de liberación de creatividad. Se convierte en una experiencia espiritual.
Desde el punto de vista holográfico, esto significa que el
sanador trabajará con la conexión entre el individuo dentro de un sistema, esto
es, dentro del sistema supremo, el Ser Universal. En este nivel, un estado de
salud inaceptable se entiende como una desconexión aparente o un desequilibrio
con respecto al todo o lo divino.
Esto conlleva varios interrogantes:
«¿Cuál es la relación del paciente con Dios, el cosmos o el Ser
Universal?» «¿De qué modo sus creencias le han llevado a la experiencia de la
desconexión respecto a su conexión esencial con el Ser Universal?» «¿Cómo ha
olvidado quién es, y cómo esa forma de vivir que se deriva de ese olvido le ha
desequilibrado y le ha hecho vulnerable a las infecciones?». Los sanadores
trabajan directamente con el campo energético del paciente para equilibrarlo
con la realidad espiritual suprema a la que el paciente puede abrirse. El mayor
objetivo del sanador consiste en ayudar a sus clientes a conectarse con la
realidad espiritual más elevada posible.
Lo hacen de maneras muy prácticas, subiendo por cada peldaño de
la escalera desde la humanidad física básica, pasando por el nivel de la
personalidad del campo energético humano, por el nivel del hara de la
intencionalidad, hasta la divinidad presente dentro de cada ser humano, la
esencia del núcleo.
El sanador busca en primer lugar la naturaleza exacta de los
modelos del campo energético del paciente que expresan los distintos aspectos
de su ser.
Dado que esos modelos actúan holográficamente para afectarse
unos a otros y al cuerpo físico, el hilo de investigación del sanador cubre los
modelos globales físicos y energéticos que corresponden a la salud emocional,
mental y espiritual del paciente.
El sanador ayuda al paciente a afrontar su intención respecto a
su salud y a su objetivo en la vida.
Una de las tareas principales que el sanador debe acometer es la
de ayudar a los pacientes a encontrar la causa de su dolencia.
¿Cómo provocan los pacientes esa enfermedad en sí mismos?
Todas estas áreas de investigación y curación son necesarias
para restablecer la salud por completo y para prevenir le recurrencia de la
enfermedad, o la posibilidad de contraer otra.
El sanador y el paciente trabajan juntos para explorar esas
áreas. En último término, el sanador y el paciente se enfrentan cara a cara con
la causa fundamental de la enfermedad del paciente.
Los sanadores preguntan:
«¿Cuáles son las creencias del paciente sobre la divinidad que
contribuyen a retener esta enfermedad?» «¿Cómo puede ver a Dios como una autoridad
negativa que le castiga en lugar de amarle?» «¿Cómo ha asumido este individuo
el castigo que cree que Dios ha ordenado para él?» «¿Cómo se auto-inflige el
castigo este paciente, entendiendo que es Dios quien se lo ha asignado?».
Nos referimos aquí no sólo a aquello que los individuos crean
para sí mismos como un castigo, sino también del modo en que conocen ciclos
mayores de eventos que no parecen estar inmediatamente conectados con su
creación individual.
Esos ciclos mayores son los efectos a largo plazo puestos en
marcha en épocas pasadas, o «ciclos kármicos», así como los eventos que se
producen como consecuencia de la creatividad colectiva de la humanidad.
Cada individuo tiene la opción de afrontar esas experiencias con
expectativas de un castigo por alguna acción terrible en el pasado, en lugar de
como una lección elegida por el ser supremo con la intención de aprender y
madurar.
El sanador ayuda a sus clientes a abrir un pasillo hacia las
energías creativas más profundas de su núcleo, a partir de las cuales crearán
sus experiencias de la realidad.
Las limitaciones éticas de un sanador. Nos quedamos con este
interrogante tan práctico acerca de las limitaciones éticas.
Esta pregunta incluye un amplio abanico de aspectos, y sus
respuestas dependen del sanador implicado.
Veamos algunas de ellas.
Personas
sin preparación que se autodenominan sanadores.
En primer lugar, es muy importante que los sanadores sean
conscientes de su nivel de capacidad y sean honestos al respecto.
Una de las cosas peores que he visto sucede muy a menudo.
Las personas muy enfermas acuden a un sanador o a un círculo de
curación y allí les dicen que ya están curadas.
Los sanadores llegan a esta conclusión porque han notado tanta
energía y han obtenido una experiencia espiritual tan intensa de la curación,
que asumen que significa que el paciente ya está curado.
En ocasiones, esas personas incluso reciben una orientación que
lo confirma. Incluso pueden llegar a aconsejar a los pacientes que interrumpan
tratamientos de los que los sanadores no saben nada.
Están totalmente convencidos de que están en lo cierto y de que
su orientación es veraz.
Esos
sanadores están fuera de la realidad.
No están en contacto con sus pacientes ni con la condición de
éstos.
Se han «maravillado» de su propio récord energético y se han
desconectado del paciente en el proceso.
Esto es
muy serio.
Es una huida hacia la negación, porque esos sanadores son
incapaces de afrontar la realidad de la vida, del dolor y de la muerte. Es un mal uso de la espiritualidad y la curación
para negar su propio miedo.
No hay nada malo en un círculo de curación que aporte amor,
esperanza y apoyo a las personas que se han aislado en el miedo con su
enfermedad. Pero es importante ceñirse a la realidad acerca de la cantidad de
amor, esperanza y apoyo que requieren esas personas.
No se trata de una intervención única.
Es un proceso largo y gradual.
Los grupos de apoyo y los talleres de Bernie Siegel, doctor en
medicina, y Louise Hay dan fe de la intensa y positiva eficacia de tales
grupos.
Cobrar o no cobrar. He observado que existe una tendencia
mundial a entender como un error el hecho de que los sanadores perciban dinero.
Este prejuicio puede encontrarse en Gran Bretaña, Rusia, Europa,
el Sureste asiático y Estados Unidos.
Yo creo que existen dos formas de afrontar esta cuestión.
Depende de la formación y la experiencia del sanador.
Si los sanadores se han formado en una tradición religiosa como
el movimiento carismático cristiano, las curaciones se efectúan en el servicio
eclesiástico, y a menudo se aceptan donativos.
Desde mi punto de vista, me parece justo.
Si, en cambio, los sanadores se han sometido a una meticulosa
formación a largo plazo -de cuatro años como
mínimo, en mi opinión-, tienen derecho a
cobrar.
Esta clase de formación incluye anatomía, fisiología,
psicología, ética y profesionalización de la práctica, así como el desarrollo
de la EPS y de técnicas curativas.
Es a través de este tipo de formación que los sanadores
adquieren una condición profesional lícita en nuestro sistema de cuidado de la
salud.
Esos sanadores tienen derecho a percibir unos honorarios
profesionales normales, lo mismo que los psicoterapeutas, masajistas,
enfermeras que asisten a domicilio, fisioterapeutas y médicos.
Esos honorarios deberían mantenerse dentro de los límites de los
de cualquier terapeuta.
Una política de no remuneración para tales profesionales no
obedece más que a un prejuicio.
Si esos sanadores no cobrasen, tendrían que trabajar todo el día
en un oficio que les aportara un respaldo económico, y sólo dedicarían el
tiempo sobrante a la curación.
Esto no haría más que mantener los servicios curativos bajo
mínimos.
Diagnósticos no, por favor
Los sanadores no deberían diagnosticar y no pueden prescribir
medicamentos. No han recibido una formación en ese sentido.
Por otro lado, un sanador puede recibir orientación sobre qué
medicamento podría ser beneficioso.
El paciente puede transmitir esa información a un médico para
que la verifique. (Véase el capítulo 6 para una explicación detallada sobre la
cooperación sanador-médico. )
¿Tienen los sanadores la responsabilidad de decir todo lo que
saben?
Ésta es una pregunta que me preocupó de veras al comienzo de mi
práctica.
Al principio, simplemente ofrecía toda la información que
recibía a través de mi canal a la persona implicada.
Pensaba que no era mi trabajo discriminar.
Aquello que yo recibía, lo facilitaba a los demás.
Con esta actitud, no tardé en tener problemas.
Asustaba a la gente.
En realidad no querían saber nada, aun cuando declaraban lo contrario.
No estaban preparados para oír la respuesta.
Recuerdo que en 1978 asistí a una conferencia sobre curación en
Washington.
Un miembro del público sabía que yo tenía EPS y que podía ver
sus vértebras cervicales.
Me persiguió durante todo el fin de semana, pidiéndome sin cesar
que le dijera qué aspecto tenía su cuello. Por último, me senté en los peldaños
de un ancho pasillo del hotel y dibujé la desalineación de su cuello.
El hombre quedó en silencio y se marchó con el dibujo. Le vi dos
semanas después en otra conferencia, y me dijo que había pasado varios días muy
inquieto tras el incidente.
No había visto nunca un dibujo de la desalineación de los huesos
del cuello, y no comprendía el significado de ese trastorno. Yo no me había
molestado en explicarle cómo podía resolver su problema y decirle que no era
grave.
En otro caso, una de mis mejores amigas, Cindy M., de
Washington, D.C., estaba estudiando en la ciudad de Nueva York durante unas
semanas y decidió someterse a una curación.
Se quejó de un cierto dolor en el pecho.
Durante la curación, observé su pecho con EPS y vi una forma de
un color gris metálico que parecía un triángulo tridimensional.
Al mismo tiempo, mi guía Heyoan se inclinó sobre mi hombro
derecho y dijo:
«Tiene cáncer y morirá».
Tuve una discusión privada con Heyoan.
Estaba ofendida por el hecho de que él pudiera saber acerca de
una muerte inminente y, peor aún, de que me lo anunciara. Ni decir tiene que lo
guardé en secreto. Después de la sesión, asistí a una fiesta de cumpleaños.
Me sentía tan trastornada, que tuve que marcharme muy pronto.
No sabía qué hacer.
¿Estaba equivocado mi guía? ¿Era posible recibir el anuncio de
la muerte de una persona? ¿Contribuiría a precipitarla si pensaba en esos
términos mientras administraba curación a Cindy M.? ¿Qué debía aconsejarle?
Más tarde consulté con varios sanadores expertos que conocía
para averiguar si esto era posible. Me contestaron que sí. Hice lo único que
podía hacer.
Dije a Cindy que abandonara sus estudios, fuera a casa, dedicara
tiempo a su marido y acudiera a un médico para hacerse mirar el pecho.
Ella acudió a dos sesiones más antes de marcharse de Nueva York.
En cada sesión, yo veía la misma forma oscura en su pulmón, y Heyoan se
inclinaba sobre mi hombro derecho y decía:
«Tiene cáncer y morirá». Le insistí que se fuera a casa. No le
conté la revelación de mi guía. Por último, Cindy hizo lo que yo le pedía.
Las pruebas eran claras.
Asumí que mi guía estaba
equivocado. Pero ella se puso peor. Al cabo de cuatro meses y tres exploraciones
asistidas por ordenador, los médicos del George Washington Hospital encontraron
el tumor, del mismo tamaño, la misma forma e idéntica ubicación.
Dijeron que era un coágulo sanguíneo. Una vez más, di gracias a
Dios de que mi guía se hubiera equivocado.
Cindy no respondió al tratamiento, y empeoró.
La abrieron y descubrieron un mesotelioma, un cáncer de pulmón
que no sabían cómo curar.
Cindy murió ocho meses más tarde.
Unos tres días antes de su muerte, cuando yo estaba en
Washington para ayudar a Cindy a despedirse de sus amigos, ella me llamó a su
habitación poco después de haber ido al baño.
Me dijo:
«Me debes media verdad. ¿Qué era?».
Le expliqué por qué no le había dicho lo que vi la primera vez
que acudió para someterse a una curación.
Ella respondió:
«Gracias por no decírmelo antes. No estaba preparada. Ahora sí
lo estoy». Aprendí que, como sanadora, y al igual que cualquier profesional,
puedo acceder a una «información privilegiada».
Esta información debe manejarse profesionalmente, bajo un código
ético que incluye la persona adecuada y el momento oportuno.
Ahora sólo brindo «información privilegiada» que recibo a través
de mi guía cuando éste me dice que lo haga, y a quien me indica el guía.
Cuándo los sanadores deberían inhabilitarse Todos los sanadores
se topan con circunstancias en las que deberían inhabilitarse a sí mismos. Es
muy importante que esto lo entiendan tanto los sanadores como los pacientes.
Significa que cualquier sanador al que usted acuda podría tener
que inhabilitarse. Una señal que identifica a los buenos sanadores es que
aseguran que están capacitados para tratarle antes de aceptarle como paciente.
Tal vez no lo comenten abiertamente con usted si no existe
ningún problema. Pero por lo general, al término de la primera sesión, sabrán y
le dirán si hay algún problema.
Las dos razones principales por las que los senadores se
inhabilitan son: su relación previa con un paciente o con el cónyuge de un
paciente y porque no están capacitados para ocuparse del caso.
En el primer caso, mucha gente cree que puede acudir a un
sanador que es, además, amigo suyo. Esto está bien, siempre y cuando los dos
sepan que cambiará su relación permanentemente.
Ambos deben tomar la decisión sobre qué es más importante: la
relación curativa o la personal.
Como quiera que la curación es un proceso tan intenso, si los
dos tratan de conservar su amistad personal tal y como era, en seguida llegarán
a un punto en que las sesiones curativas estarán en peligro o el proceso
curativo profundo se verá comprometido. También en los casos en que un marido y
su esposa quieren acudir al mismo sanador, si el proceso curativo se prolonga
durante algún tiempo pueden darse problemas de relación, debido a la intensidad
del cambio personal implicado en el proceso curativo.
Por este motivo, recomiendo que los sanadores utilicen las
mismas directrices que los terapeutas, que no aceptan a los dos miembros de un
matrimonio para tratarles individualmente.
Los sanadores deberían poder saber si están cualificados para
ocuparse de un caso concreto:
Esto podría tener alguna relación con el nivel de expectativa de
los pacientes. Si éstos esperan resultados milagrosos, el senador debe
informarles que las probabilidades son muy bajas. Sólo un uno por ciento de
los casos sanan al instante.
Algunos sanadores pueden no ser capaces de manejar determinadas
enfermedades, o tipos de casos. Podrían reaccionar a determinadas dolencias que
afectan su sistema energético de tal manera que puede provocarles una
enfermedad o dolor.
Quizá no sean capaces de trabajar con una persona que ha
recibido un diagnóstico «terminal» y, si es así, acompañar a alguien durante
todo el proceso hasta la muerte. Tal vez no sean capaces de trabajar con los
médicos implicados.
Es posible que conozcan a alguien que podría hacerlo mejor.
Si tienen prejuicios sobre un determinado tratamiento que sigue
el paciente, deberían admitirlo honestamente y deshacerse del prejuicio.
Si no pueden, deberían enviar al paciente a otro sanador.
Hace años, tuve que deshabilitarme en el caso de un joven que
estaba paralizado de la cintura hacia abajo.
Podía ver qué ocurría en su campo energético, pero no logré
provocar efecto alguno en él al cabo de hora y media de intentarlo.
No le cobré nada por la sesión y le mandé a su casa.
Dije que le llamaría si podía encontrar una forma de ayudarle, o
a alguien más capacitado que yo.
Unos años después, di con alguien a quien enviarle.
Cómo obtener una información directa sobre los resultados
esperados La mejor manera de obtener respuestas claras consiste en formular
preguntas directas.
Pregunte al sanador todo aquello que desee saber: forma parte de
su trabajo hallar una respuesta a partir de su método de curación.
Tal vez no sea la respuesta que usted quiere, pero debería ser
capaz de recibir una.
Pregúntele incluso acerca de su proporción de curas, si le
interesa saberlo.
El senador tiene que
responder con sinceridad.
¿Cuántos pacientes con la misma dolencia ha tratado ese sanador?
¿Qué resultados obtuvo?
Los sanadores han de tener una idea clara de qué es lo que
ofrecen. De este modo usted, el paciente, tendrá una idea clara de los
resultados que puede esperar y, en consecuencia, de los servi cios por los que
va a pagar.
Por supuesto que su curación depende de muchos otros factores,
pero usted tiene derecho a conocer la experiencia y los resultados de los
sanadores, el tiempo durante el que han ejercido su práctica y el tipo de
formación que han recibido.
Publicado por “Isis Alada”
Publicado por “Isis Alada”
del libro de
HÁGASE LA LUZ
MANOS QUE CURAN 2
BÁRBARA ANN BRENNAN
Barbara Ann Brennan es una sanadora, terapeuta y científica que
ha dedicado más de veinte años al estudio y exploración del campo de la energía
humana. Graduada en física atmosférica en la Universidad de Wisconsin, trabajó
como científica investigadora en el Goddard Space Flight Center de la NASA.
Estudió terapia bioenergética y energética nuclear en el Institute of
Psychophysical Synthesis y en la Community of the Whole Person de Washington,
D.C. Su primer libro, Manos que curan, ha sido reconocido como uno de los
textos fundamentales sobre curación alternativa. Es la fundadora y directora de
la Barbara Brennan School of Healing de East Hampton, Long Island
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