Impregnaciones
Patógenas.
Este es uno de los fenómenos
espirituales más simples y ocurre a menudo. Desde un punto de vista general
existen impregnaciones sombrías como existen impregnaciones luminosas, pero las
que aquí nos interesan, como patógenas, son las sombrías. Desde ese punto de
vista, una impregnación oscura es una huella espiritual provocada por una
emoción espiritual oscura en un momento dado.
Existe lo que llamamos marcas
históricas y aunque es difícil trazar una línea estricta de separación entre
ambas, es preferible establecer así su clasificación porque siempre se han
detectado las marcas asociadas a fenómenos muy graves, mientras que se suelen
detectar las impregnaciones en objetos, y siempre asociadas a emociones más o
menos momentáneas.
Para que quede más claro, no es
lo mismo un fusilamiento que una gran rabia en un día concreto porque no le
quieren subir el sueldo o porque ese día usted está irritadísima con tu marido.
Nada de lo que hacemos se
desvanece sin más. Todo queda impregnado. Realmente una potente emoción
concreta impregna objetos concretos. Y ahora veamos los aspectos técnicos:
Los parámetros de las
impregnaciones
Descripción. Son atmósferas emocionales
negativas que han quedado en aquellas cosas sobre las que estuvieron en
contacto. Aparecen principalmente sobre objetos trabajados manualmente, pero
también sobre objetos usados en sanación y, muy frecuentemente, sobre imágenes
religiosas de todo tipo (incluyendo pinturas enmarcadas). La impregnación se
produce cuando existe una fuerte emoción negativa persistente al menos durante
un rato —a veces, durante días.
Dimensiones. Son muy variables pero -y esto
es muy significativo- no dependen del tamaño del objeto sino de la intensidad
emotiva que las provocó.
Marca técnica. Se perciben solo por su alcance
y por tanto como halos sobre el objeto. En la práctica se detectan como
contornos cerrados aunque no tienen apariencia ni forma concreta, incluso para
las personas con videncia.
Marca sensible. Se nota un indefinible malestar
cuando nos acercamos a ellas. A veces ocurre que no las hemos sentido y solo
una detección ambiental correcta nos permite descubrir que existen y dónde se
hallan. Muchas veces las encontramos sobre objetos ,que Provocan aprensión en
personas sensibles.
Movimiento. No se mueven por sí mismas, pero
todo traslado del objeto impregnado lleva consigo su impregnación, a través de
lugares y años. Y a menudo, de largos siglos.
Energía. Siempre disminuyen la energía y
la bondad en los ambientes en losque participan.
Patogenia. Se trata de fenómenos patógenos
puesto que, en cualquier caso, pasan a formar parte del clima espiritual local
y por lo tanto de su bondad energética.
Alcance. Es límite patógeno de la
impregnación y depende de la intensidad de la emoción impregnada y tambien de
la sensibilidad personal.
Origen. Nada ocurre aisladamente. Esas
emociones entran en contacto con aquello que se está haciendo o con aquello que
está cerca, y allí se quedan, pues nada ocurre sin dejar huella. Generalmente
la impregnación es , por decirlo de algún modo, de capa única. Pero si el
objeto ha sido sometido a diferentes negatividades sucesivas, puede
acumularlas.
Existencia. Hasta el momento solo se las han
detectado manifiestas en la cuarta dimensión, y ocupando únicamente el sector
2.
Las impregnaciones se detectan
fundamentalmente sobre objetos, pero ese es un concepto muy amplio. Más de una
vez se han detectado impregnaciones en tejidos o en macizos de obra.
En la vivienda de una mujer que
había soportado años de sufrimiento a causa de su exmarido y de la retención de
sus dos hijas en un país árabe tuve que limpiar todas esas impregnaciones y le
propuse que ella misma ordenara la casa y lo limpiara todo como si lo limpiara
con Luz, pues a veces hay tanta relación entre lo que sentimos y lo que nos
rodea que debemos renovar esa relación. Y sin duda que hay malas vibraciones
que se quedan simplemente en el ambiente; es el caso típico después de una
fuerte discusión, por ejemplo. Pero si la impregnación se limita al ambiente,
suele desaparecer en la medida en que se ventila la estancia y tienen lugar
otros sucesos de más Luz. Ahora bien -y supongo que a todos nos habrá ocurrido-,
una cosa es ventilar una sala y otra que el planeta sea el mismo de antes. Nada
escapa, todo se queda. Lo que de verdad redime esa mala vibración -que ahora ha
pasado a formar parte del microclima espiritual del planeta- es siempre un acto
sincero de conciencia, una superación interior de ese mal rato para los demás y
para uno mismo. Veamos ahora otros aspectos.
Es notable que en ocasiones la
impregnación no se halle en eso que llamamos un objeto sino en una parte de él.
Conviene aquí añadir un comentario. La relación que mantenemos con objetos de
nuestros ancestros es muy personal. Puede suceder que una foto de familia sea
portadora de alguna información inquietante relacionada -por vía genética-con
personas concretas. Es decir, puede ser el marco, puede ser la foto o pueden
ser ambas cosas. O tal vez alguna de las personas de la foto fuera precisamente
la que impregnó el marco.
Me ha sorprendido algunas veces
detectar esas malas vibraciones en objetos de regalo. En ocasiones sin
intención y a veces con ella.
Si nos referimos a los cuarzos,
debemos advertir lo siguiente: todo material usado como neutraÍizador se acaba
cargando con las vibraciones que neutraliza. Y eso ocurre con cualquier
material. Tuve ocasión de comprobarlo con seguridad en la habitación de una
residencia de ancianos habitada por una amiga nuestra. Alguien le había
regalado una excelente drusa de cuarzo," una pieza de piedra de unos
ochenta centímetros de longitud llena de preciosos cristales puntiagudos que te
hacían preguntarte cuánto debía de valer aquello. Pero yo no podía acercarme a
menos de un metro y medio. La pieza vibraba negativamente. Sí, es cierto que el
cuarzo neutraliza. Pero precisamente por eso, se va cargando con lo que
absorbe. Y cuando ya está cargado a tope, se ha transmutado en un objeto dañino
que debe necesariamente ser limpiado; y hay dos maneras básicas de hacerlo,
bien por vía espiritual, bien por vía material. El procedimiento usual de la
vía material consiste en sumergir los cuarzos en un bol con agua y sal, poner
el bol al sol tres o cuatro horas y luego limpiar los cristales bajo el grifo.
Siempre se debe comprobar después el grado real de limpieza. La limpieza por
vía espiritual es común al resto de los fenómenos. Si lo anterior es cierto,
será fácil comprender el riesgo de contaminación que corren los objetos si son
usados como herramienta en las distintas terapias y permanecen algún rato en
contacto con los pacientes. Por ejemplo, el tejido de algunas camillas. En una
ocasión detecté esta afectación en sábanas de este tipo a pesar de hallarse
perfectamente lavadas y almacenadas durante meses. Es aconsejable usar sábanas
de papel.
¡Y no excluyamos nunca por
principio las imágenes u objetos religiosos! Sé de un caso, no tratado por mí,
en el que un crucifijo sobre el cabezal de una cama fue arrinconado en un
sótano: no se podía dormir bajo su figura. Con frecuencia existe acumulación de
negatividades sobre los objetos religiosos, o se multiplican las impregnaciones
por el uso de los mismos objetos rituales. ¿Alguien se ha parado a sentir su
propia respiración junto a los candeleros laterales en algunas iglesias? Se ven
un montón de velitas colocadas en hilera y te puedes acercar, poner una
limosna, prender una de las velas y hacer una petición. A veces, y en agradecimiento
por las supuestas o reales peticiones atendidas, las paredes alrededor muestran
piernas o manos de plástico, un barquito, una carta, una muleta, la cartilla de
un soldado que fue a la guerra... Pero a menudo las personas no realizamos
peticiones espiritualmente correctas. En realidad vamos a quejarnos de lo que
nos ocurre y a pedir (ya que tan desgraciasos somos, y suponemos que sin
merecerlo) que las Alturas se apiaden de nosotros. Yo no se qué hacen las
Alturas, pero lo cierto es que allí se respira, generalmente, mal. Y a veces es
peor.
Si nuestras oraciones van
dirigidas a seres como los angeles, o los arcángeles, en lugar de a santos que
fueron humanos algún día, creo conveniente exponer mi opinión acerca del
enfoque de esos rezos. Es cierto que al rezar movemos fuerzas celestiales, pero
esos seres angélicos que nos escuchan presentan las siguientes características:
están fuera de la tercera dimension, estan'fuera de nuestro tiempo y están mas
allá de nuestro dolor. Aunque también son servidores celestiales, en principio
son observadores neutros. Y les da absolutamente igual, si te arruinas, si te
suicidas o si matas a alguien: están totalmente fuera de tu contexto. Pero una
oración en conciencia puede mover los engranajes celestiales. Y los mueve. Por
eso todas las religiones del mundo coinciden en otorgarle a la oración un gran
poder. A pesar de ello, si al orar nos quejamos, o lo hacemos con miedo o con
derrota. nos situamos en el lado oscuro de la espiritualidad. Y no creo que ese
sea un buen sistema.
También se pueden considerar
impregnaciones las huellas que almas desencarnadas y ángeles de la Sombra dejan
en los sitios en los que se asientan. Sillones o camas en los que se ha
soportado una larga enfermedad deben tenerse en cuenta en este tipo de
detecciones, aunque no por la enfermedad ni por la duración: la impregnación
oscura se da cuando no existe aceptación sino amargura, rabia y resentimiento
hacia la enfermedad.
Si un objeto ha sido usado para
golpear o torturar a otros, mantendrá una horrible impregnación que no cederá
con el paso del tiempo. Un simple pedazo de madera -y este fue el caso de un
poste al que el péndulo acabó conduciéndome, puede guardar memoria de crímenes
horrorosos y contaminar con su presencia una estancia entera o más de una. En
aquel caso el madero se había empleado como poste de tortura durante la
Inquisición. Lo cito como ejemplo de impregnaciones tremendas que sin embargo
pueden residir en cosas a las que no llamaríamos objetos. Y acerca de lo
anterior, añado otro detalle. Un mes de noviembre, hace años, me pidieron ayuda
en un caso agudo de depresión. La persona en cuestión estaba mal y era la única
habitante de una casa cuya detección mostró un resultado negativo. Pero en
ambos sentidos se pudo realizar una sanación en la que, sorprendentemente, el
resultado final del ambiente en esa casa no llegó al 100%; quedó estancado en
un 70%. Mis detecciones mostraron con certeza que se debía al propio estado
anterior de la persona. Descubierto eso, la sanación pudo completarse. Existe
entre nuestro estado de ánimo y el ambiente en el que vivimos una vinculación
muy estrecha. Y a veces también podemos impregnar algo tan poco sólido como eso
que llamamos ambiente.
No quiero dejar de hablar de las
remanencias a las que famosos radiestesistas se han referido a lo largo del
siglo pasado. El fenómeno de remanencia consiste en señalar algo que se busca y
descubrir que estuvo ahí pero ahora no está. Para mí, las remanencias podrían
equivaler a imprgnaciones que se transmiten a una carta, un objeto, una calle o
una habitación. Pero cuando puede seguirse la pista de un asesino según las
remanencias que ha dejado en los lugares por los que ha pasado, m parece
demasiado sutil como para clasificarlo de simple impregnación. Ciertas averiguaciones
del padre Mermet, o las del capitán de marina vietnamita Vo Sum u otros
radiestesistas muy avanzados, solo pueden entenderse como la respuesta a
preguntas directamente espirituales y no como impregnaciones sobre la materia.
Personalmente no considero importantes desde el punto de vista patógeno las
llamadas ondas de forma. Cualquiera con un poco de sentido común y otro poco de
sentido estético las puede evitar si son dañinas. Pero hay formas que son en sí
mismas acusadamente patógenas. Recuerdo por ejemplo las negras rejas interiores
de la catedral de Sevilla, que me provocaron un inmediato rechazo. No obstante,
prefiero reflexionar acerca de los efectos de una forma que cualquier
radiestesista experimentado puede comprobar.
Añado finalmente que no todo es
Sombra en la vida. También hay muchas impregnaciones que nos aportan bienestar,
Luz. El oficio de la sanación nos llevará a veces a olvidarnos de eso, y más
cuando se trata de objetos casuales que vamos encontrando. Pero todo queda. Y
los objetos impregnados de Luz, también.
Por cierto, la antigua costumbre
de bendecir la mesa tiene la gracia de limpiar toda impregnación en los
alimentos que ingerimos, pues no tomamos solo hidratos de carbono, proteínas y
todo lo demás. Tomamos también todas las intenciones y emociones que se
acumulan en los alimentos desde que fueron semilla o embrión hasta que llegan,
a través de innumerables manos —y también de procesos muy diversos- hasta
nuestra mesa. Una vez le recriminaron al gran visionario norteamericano Edgar
Cayce, llamado «profeta durmiente», que tomara costillas de cerdo, cuando él
mismo recomendaba no corner apenas carne. Respondió: «De poco serviría yo si no
fuera capaz de elevar la vibración de este pobre pedazo de carne». A menudo
tomamos los alimentos que podemos o los que tenemos a mano. Pero parece ser que
no importa mucho si nuestra Luz está donde debe estar.
Fuente: Del libro“Domoterapia de Luz”, de Ferran
Renau.
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