Psicogeometría y Geometría
Sagrada
Siete Leyes de Creación.
Hay leyes en Geometría Sagrada que dan
sustento, forma y coherencia al sistema de la vida. Estas son siete y
comprenden: ley de vacuidad, ley de campo unificado, ley de autorecurrencia,
ley de polaridad, ley de contención, ley de distribución y ley de fractalidad.
Estas leyes son producto de la observación de las constantes que rigen el
proceso de creación de los toroides en el universo y, por lo tanto, de las
distintas manifestaciones de la vida y el eterno cambio y transformación hacia
el binomio muerte/vida.
1. PRIMERA LEY: Ley de vacío
La ley de vacuidad parte del hecho de
que todo en el universo surge de un punto cero, de un Ser adimensional,
adireccional, es decir, de un espacio que, potencialmente, puede serlo todo,
pero que no se ha manifestado. Desde un lugar no-manifiesto, la ley de vacuidad nos permite comprender que todo
parte del vacío y regresa al vacío. Aquí no nos referimos a un vacío como
cuando decimos que “me siento vacío por no tener rumbo ni destino en la vida”,
sino a un vacío fractal, un vacío luminoso, un vacío donde, en potencia, puedo
encontrar la totalidad de experiencias en el Universo. Por ejemplo, el vacío
ocupa aproximadamente el 98% del volumen del Universo, y la materia brillante
conocida como tal, el 2% restante.
La vacuidad (en sánscrito sunyata - shunyata) es sustrato dinámico de toda existencia. Cuando se
dice que las cosas son vacío, se sugiere una realidad última que no puede
clasificarse en categorías lógicas. Todos los fenómenos están, en esencia,
vacíos de toda sustancia propia, ya que, en un sentido, no son más que
manifestaciones pasajeras en una corriente de manifestaciones sin fin. Pero, a
pesar de que sunyata no tenga forma, lo impregna todo. El vacío, relacionado
con el número cero, tiene connotaciones enteramente receptivas. Para que pueda
concebirse la vida humana, una mujer debe ser capaz de mantener el vacío en su
útero; la concepción sólo puede ocurrir si se produce un espacio de vacuidad en
el contacto entre el cuerpo femenino y el masculino. Nuestro cerebro interactúa
con ese campo informacional que algunos llaman campo cuántico y otros, como el
físico cuántico estadounidense D. Böhm, el orden implicado. Los físicos
actuales hablan de un campo espacial y sinérgico en la Teoría Sinérgica del
renombrado (y desaparecido) científico mexicano J. Grinberg.
La ley del vacío o ley de vacuidad
implica que todo en el universo existe potencialmente, que el origen de la vida
sólo puede darse en el momento en que la conciencia crea un espacio negativo,
es decir, carente de toda información o sustancia y en esa carencia, en ese
espacio potencial, surge la vida.
En esta etapa del proceso de creación
se fija un lugar, un espacio donde se ancla un punto cero, un lugar donde la
energía va a implotar/explotar. Psicológicamente, cuando se trabaja
incorrectamente esta ley, la persona vive sin un punto de anclaje, sin un punto
de base, sin una vocación sobre la cual pueda volcar su vida. El primer paso,
entonces, es fijar un punto cero, un punto de implosión/explosión, un eje de
giro.
2. SEGUNDA LEY. Ley de unidad: campo unificado
A partir del cero, del vacío, por
contraposición surge la totalidad, el uno. El símbolo phi Φ codifica la
secuencia de la vida, el cero y el uno. En Física, se reconoce la existencia
del campo unificado como el fenómeno universal que demuestra la conectividad de
toda la materia y la energía, vía un medio de existencia física. En esta
disciplina, la teoría del campo unificado (aún en desarrollo) es un tipo de
teoría de campo que permite que todas las fuerzas fundamentales entre las
partículas elementales puedan ser escritas en términos de un sólo campo teórico-descriptivo.
El término de campo unificado fue
acuñado por el célebre ingeniero e inventor N. Tesla, cuando buscaba unificar
la teoría general de la relatividad con el electromagnetismo en una sola teoría
de campo. El llamado Modelo Estándar de las partículas físicas es una teoría
que describe tres de las cuatro interacciones fundamentales entre las
partículas elementales que crean la materia. Es la llamada teoría de campo
cuántico, desarrollada entre 1970 y 1973, que es consistente tanto con la
mecánica cuántica como con la relatividad. Sin embargo, la teoría del Modelo
Estándar aún no está completa pues no incluye la gravedad.
Para ello, los científicos tienen que
considerar un modelo de Geometría fractal con múltiplos y submúltiplos de phi,
como en cierta forma lo propone el Dr. estadounidense en física teórica, M.
Kaku, en la teoría de campo de cuerdas que incluye la base de toda sustancia.
El hiperespacio es una forma de espacio que tiene cuatro o más dimensiones. El
término aparece tanto en geometría como en la descripción informal de ciertas
teorías físicas. Las cuerdas están ensambladas en una estructura de súper
simetría que permite comprender por qué vivimos en un universo de 10 y/o 26
dimensiones, y por qué el universo de 10 dimensiones se partió en 4 dimensiones
espacio-temporales y 6 dimensiones nucleares,
(probablemente, la unidad se escindió en una partición áurea con dos sectores,
uno de 0.618 y el otro de 0.382).
En Física, las fuerzas entre los
objetos no son transmitidas directamente entre dos objetos, sino mediante una
entidad intermediaria llamada campo. Las cuatro fuerzas fundamentales están
mediadas por campos. Estas fuerzas, que buscan ser unificadas por los
científicos, son (de la más fuerte a la más débil): la fuerza nuclear fuerte,
la fuerza electromagnética, la fuerza nuclear débil y la fuerza gravitacional.
La fuerza nuclear fuerte es la
responsable de mantener unidos los quarks (unidades que se unen para formar
neutrones y protones en el núcleo del átomo) y las partículas de intercambio
que la median son los gluones. En la física de las partículas, los quarks son
los constituyentes fundamentales de la materia, junto con los leptones. A la
fuerza electromagnética la entendemos como la que actúa en partículas cargadas
eléctricamente y sus partículas de intercambio son los fotones. La fuerza
nuclear débil es la responsable de la radiactividad y es una interacción
repulsiva de corto rango que actúa en los electrones, neutrinos y quarks. Finalmente,
la gravitacional es una fuerza atractiva de amplio espectro que actúa en todas
las partículas con masa. Las partículas de intercambio de ésta última son
conocidas como gravitones.
La gravedad no se ha logrado incluir
en la teoría de campo unificado debido a la diferencia de estructura entre la
Relatividad General y las interacciones fuerte y débil. En la Física teórica
actual, se cree que una teoría cuántica de la relatividad general demanda ir
más allá de la teoría de campo con marcos de referencia, como es la teoría de
cuerdas o la gravedad cuántica con lazo (LQG, Loop Quantum Gravity). En esta
rama de la Física, la Geometría Cuántica forma una serie de nuevos conceptos
matemáticos que generalizan los conceptos de geometría, cuyo entendimiento es
necesario para describir los fenómenos físicos en escalas muy cortas.
D. Winter propone que el campo
fractal, basado en que la compresión de carga fractal o no-destructiva, al estar creada con la proporción áurea (y generar
puntos de implosión), es la simetría esencial, la causa de la creación de la
materia, la gravedad, la biología, la auto-organización, la simbolización, la conciencia y las experiencias
de iluminación. Debido a que todo el crecimiento biológico está limitado por su
habilidad para absorber energía, es evidente que la mejor manera para
comprimirla y nutrir a los organismos biológicos es por medio de la
fractalidad. Ya que la fractalidad es la Geometría perfecta para la compresión,
lo que define la vida es la Geometría perfecta de la distribución eficiente y
de la irradiación de energía.
Después de millones de años de
evolución, la Naturaleza encontró la simetría de la vida y ésta la encontramos
en el ADN, las plantas, las personas y las galaxias. Esta evolución está basada
en la Proporción Áurea Fractal. Esta proporción permite que se cree una
compresión y, por ende, que surja una distribución de carga. A tal proceso se
le llama el “campo fractal”. Ningún biofísico hoy en día podría imaginar otra
definición eléctrica de la vida y la conciencia: la perfecta maquinaria que
distribuye energía eficientemente.
Sin embargo, parece que los seres
humanos nos empeñamos en construir casas, ciudades, sistemas de pensamiento y
culturas donde el campo de carga o energía no es fractal y esto ocasiona que
las personas enfermen y no maduren. Metafóricamente, diríamos que el ser humano
es la única fruta que puede pudrirse sin madurar. Todo esto sólo porque algunos
biofísicos no han considerado que el único patrón de campo eléctrico que puede
nutrir el ADN es aquel que se asemeja a una rosa, técnicamente llamado patrón
de Pentaflor. La vida es la distribución de carga o energía que puede ser
comprimida gracias a su Geometría fractal.
La teoría de campo fractal brinda
poderosas soluciones para la mayoría de los problemas mundiales, como son la
creación de paz mundial, la agricultura, la Arquitectura, la Genética, el
biofeedback entre el corazón y el cerebro (bioretroalimentación para vincular
las ondas del cerebro con el corazón), el diseño urbano, el clima, la obtención
de energía, la curación de enfermedades, la salud celular. Ya que todo el
crecimiento biológico está limitado por su habilidad para absorber energía, es
evidente que la mejor manera de comprimir esta energía es usando fractales. La
definición de la vida la podemos entender gracias al concepto de fractalidad,
pues ésta es la Geometría de la compresión y la Geometría de la distribución.
M. Faraday, físico y químico
británico, observó que la capacidad eléctrica es a la gravedad lo que la
inductancia es al magnetismo. Si Faraday está en lo correcto, entonces la
energía almacenada en el capacitor está en la forma de un campo gravitacional.
T. Brown, físico estadounidense,
también encontró que en capacitores cargados ocurría una reducción del peso sólo
si la placa positiva está arriba de la placa negativa. Si la placa negativa
está sobre la positiva, entonces el dispositivo incrementa su peso. Brown
descubrió que un capacitor tiende a moverse en la dirección de la placa
positiva y que ocurre una pérdida de peso cuando las placas están
perpendiculares al gradiente local de gravedad. Finalmente, tiempo más tarde,
otro físico estadounidense, D. Davison observó que el cambio de peso es mayor
si un capacitor pequeño se anida en uno mayor. Sin embargo, añadimos nosotros
que, si este arreglo se hace anidando capacitores en la proporción áurea o con
proporciones de las 3 constantes geométricas o las 3 constantes matemáticas, se
facilita la recursividad de ondas para producir una óptima compresión de carga
y generar mayor gravedad. Dispositivos arreglados de esta manera producen un
efecto de campo iónico.
No es necesario tener un doctorado en
Física para comprender lo que se requiere en el campo unificado: geometría de
compresión. Es razonable pensar que si se comprime energía, se almacena la
inercia de esa energía (o carga), en lo que los físicos le llaman masa. Lo que
algunos físicos no pueden ver es que las ondas se valen de la recursión de phi
para mandar una parte de esa inercia a la velocidad de la luz, al punto de
implosión, para producir el monopolio magnético que Einstein nombró como
gravedad.
La Ley de Unidad Psicogeométrica
acepta que el universo está constituido por una sustancia única llamada energía
de punto cero. En Hidrodinámica, el fenómeno llamado óptima traducción de
vorticidad es donde la inercia de una línea (energía) se traduce en la fuerza
para formar espirales y crear materia o masa.
El primer movimiento que se realiza en
el campo unificado es el movimiento en espiral. Tal movimiento está simbolizado
por la lágrima del ojo de Horus y también se puede ver en el movimiento ondeado
de los bailes indígenas árabes o hindúes para reforzar la fecundidad en las
mujeres. Es también el movimiento que hace el agua para cargarse y producir
iones negativos. La sensación de exquisito bienestar que nos inunda cuando
damos un paseo por un parque después de que ha llovido, se debe justamente a la
presencia de iones negativos que son benéficos para la vida. Siendo esto
contrario al ambiente asfixiante que se produce en lugares cerrados con mucha
carga de contaminación electromagnética, aire acondicionado y poca vida
orgánica.
3. TERCERA LEY. Ley de auto-recurrencia o Tubo Toro
Ahora bien, existe una tercera ley, la
Ley de Autorrecurencia, que ocurre cuando la espiral áurea que surgió del vacío
completa un ciclo y recurre sobre sí misma. Es la espiral dorada que llega a
los límites impuestos por pi y comienza el giro para circunscribirse en la
esfera y llegar a torcerse y tocar el otro lado de la esfera. Es el momento en
el que se construye el toroide. Las ondas sinusoidales, es decir, los vórtices
toroidales, los agujeros de gusano o lo que también conocemos como la teoría de
supercuerdas, almacenan inercia cuando la onda-partícula recurre en el punto cero.
La onda-partícula también puede representar cualquier evento en nuestra
vida. Hasta que no llegue el momento en que una experiencia gire sobre sí
misma, hasta que una persona no se conozca a sí misma, no puede completar el
ciclo toroidal. Esto ocurre en muchos niveles, ya que el toroide cuando termina
un ciclo en sí mismo, comienza otro ciclo en una escala diferente de
percepción.
En Psicologeometría, esta ley la
entendemos como el ciclo que completa una experiencia para cerrarse sobre sí
misma, pero siempre dejando un hueco en el centro. El problema que puede surgir
aquí es cuando una persona cree que es una esfera sin darse cuenta que en
realidad es un toroide (donde todos los eventos están concatenados a todos los
demás) donde la realidad interior codifica la realidad exterior y viceversa,
cierra el ciclo y no se abre a recibir un nuevo ciclo toroidal.
4. CUARTA LEY. Ley de Polaridad o de Opuestos Complementarios
Existe otra ley más, La Ley de
Polaridad o de Opuestos Complementarios, que es crítica en la percepción
mecanizada que tenemos de un mundo dual. Somos herederos de una lógica
positivista que nos ha hecho creer, mediante enormes esfuerzos publicitarios,
que la realidad sólo puede ser de una u otra manera. Un sistema de pensamiento
positivista que genera, de manera irremediable, que se disparen rasgos de
escisión psíquica. Es esa estrechez de miras en la que lo bueno y lo malo están
siempre separados, que los opuestos son irreconciliables, que la luz existe sin
la oscuridad y el largo etcétera que sucede como producto de dicho pensamiento
maniqueo.
La lógica dialéctica, por el
contrario, es la doctrina de la unidad de los opuestos, aquella que los incluye
y que no puede ver la manifestación de un aspecto de la realidad sin el opuesto
inmediato. El acto mismo del conocimiento es la introducción de la
contradicción, dice la dialéctica Hegeliana.
Así como la ilusión que surge de la
Ley de Auto-recurrencia
es el sentirse completo y totalizado, sin darse cuenta de que las experiencias
no son esferas acabadas sino toroides con ciclos de movimiento interminable; en
esta ley surge la gran ilusión de los opuestos enemigos, contradictorios e
irreconciliables. La experiencia vista a dos bandos contrarios sin su relación
toroidal puede dar pie a fomentar nuestros rasgos psicóticos. En otras
palabras, estamos hablando de la ilusión de la escisión del ser.
Si consideramos los opuestos que se
unen para poder funcionar, recordemos que tenemos un lado implosivo y otro
explosivo en el toroide y, para que existan, se tienen que permitir a uno
implotar y al otro explotar. El lado explosivo es cuando la energía/materia va
del punto cero hacia el exterior, cuando se ve atraído hacia el norte, pero con
polaridad sur. Tiene distintas asociaciones semánticas, todas ellas referidas al
mismo proceso de explosión: es el yang, lo masculino, es desenvolvente, es lo
positivo, se mueve realizando un levogiro (gira en contra de la manecillas del
reloj), tiene el poder de la separación, genera calor y es la suástica que va
hacia la izquierda. También está asociado a la raza “adámica”, al color rojo y
a la fuerza eléctrica. Considerado como un movimiento que busca llevar la
Tierra al Cielo, la materia a la energía, busca la libertad, el caos, el
rompimiento del orden, busca generar muerte y transformación. Para un ser
humano el movimiento explosivo es la conquista material.
Cuando la onda se desplaza en sentido
explosivo, del centro hacia la periferia, haciendo el recorrido dentro del
toroide y logrando su punto de máxima expansión, llega a una zona de no retorno
(la parte más ancha del toroide), donde cambia su polaridad y comienza un ciclo
implosivo.
El lado implosivo es aquél que gira
del exterior hacia el interior, en un sentido convergente. Tiene asociaciones a
características femeninas, es biomagnético norte y le atrae el sur, es el yin,
envolvente, centrípeto, es lo negativo y se mueve realizando un dextrogiro
(gira a favor de las manecillas del reloj), tiene el poder de la unión y genera
frío. Tiene connotaciones de la raza “evaica”, se asocia con el color azul y
con la fuerza magnética. Podemos considerarlo como un movimiento que busca
llevar el Cielo a la Tierra, lo eléctrico a lo magnético. Lo que busca este
movimiento es restablecer el orden, despojarse de las “vestiduras” para pasar por
el punto cero.
“Es más fácil pasar un camello por el
ojo de una aguja que entrar un rico en el Reino de Dios”, dice la frase que
simboliza este proceso geométrico donde el reino de Dios es el vacío y conforme
el camino implota, se va estrechando, haciéndose único. La vida espiritual nos
lleva a la introspección y nos filtra hacia el centro de nuestro propio Ser. Su
misión es llevar la energía libre desordenada hacia el orden supremo y,
finalmente, disolverse en el punto cero. Por ejemplo, la suástica que encontramos
en el pecho de Buda es una suástica implosiva que gira hacia la derecha, pues
busca generar un camino de recogimiento del Ser para habitar el Vacío, la
Nada/Todo, la Semilla. Este camino es el desarrollo de la vida espiritual.
El punto cero puede ser llamado punto
de implosión o de explosión, dependiendo de la dirección de movimiento del
toroide. Este proceso recursivo es eterno y continuo, la ilusión de la
separación nos hace creer que no es así, pero veamos el siguiente ejemplo: una
persona nace, se ubica en el punto cero y comienza su recorrido explosivo en la
vida. Busca tenerlo todo, saberlo todo, abarcarlo todo, destruye el orden, vive
sus crisis de vida y rompe con lo establecido; puede terminar probando
cualquier tipo de sustancias tóxicas que le hagan explotar su coherencia
interna. Puede llegar a convertirse en una persona que destruya la vida.
Luego, llegado a un punto de máxima
irradiación de su experiencia, más o menos a la mitad de su vida, entre los 38
y los 42 años, de forma súbita cambia su polaridad y su vida se torna
implosiva. Comienza a importarle menos el poder, el sexo y el dinero y busca
con mayor fervor la vida introspectiva, la meditación, las prácticas
espirituales. Quizá hasta renuncia a sus posesiones o las regala para un fin
social. Con su dinero y saber, funda escuelas, instituciones de ayuda para las
personas con adicciones, ayuda a reforestar los bosques, etc. De tajo, su vida
se orienta hacia la introspección, comienza a dejar de comer en exceso, usa
sólo lo necesario, no desperdicia, respeta la vida, se manifiesta en contra de
las guerras, la opresión y el caos. Su vida se orienta hacia el amor, la
individualidad y la libertad. Esta vida es la vida de casi todos los místicos
de nuestros tiempos y tiempos lejanos. Una vida que dio el giro completo en el
toroide… pero, ¿cuál es la vida “correcta”? ¿La implosiva o la explosiva, la
espiritual o la material?
Pongamos otro ejemplo, una persona
religiosa dedicada desde su más temprana infancia a velar por el bien social, por
la humanidad, está dedicada a rezos, prácticas y desarrollo de la sabiduría
interior, hasta que vive una experiencia cumbre de Iluminación, entra al vacío
y se funde en ello. Habita por un instante el punto cero pero el ciclo no se
detiene ahí, continúa hacia un movimiento explosivo. Deja de importarle el
amor, las prácticas y los rezos y comienza a ver cómo hacer más productiva su
práctica meditativa o su religión, cómo lograr mayor rentabilidad de sus
prácticas terapéuticas. Se ve envuelto en una serie de circunstancias que lo
orillan a ser más astuto, más perspicaz. Crece en dinero, estatus, poder,
riquezas y comienza a querer acumularlo todo. Conquista otros territorios,
pudiendo incluso destruir a sus antiguos enemigos; elimina a todo aquel que piense
diferente a él, no por pensar distinto, sino porque su pensar diferente le
implica posibles pérdidas. Quiere abarcarlo todo, quiere imponer su dogma, su
fe, sus creencias a todo el mundo por medio de la muerte, la destrucción, el
fanatismo. Incluso amenaza a quienes se oponen a sus leyes de acumulación de
capital, a los místicos y ascetas que buscan una vida de renuncia. Los calumnia
pues la renuncia, la filosofía del no consumo capitalista y el ejercicio de una
vida natural con alimentación sustentable en pequeñas comunidades no es
rentable, no genera plusvalor. Quizá termina corrompiendo a menores o cobijando
empresarios corruptos, políticos sinvergüenzas. Hasta que muere, con su
conciencia explotada, pero sus bolsillos repletos de dinero y fama. Esta historia
puede ser la de cualquier sacerdote, religioso, místico, gurú o filósofo.
Lo que acabamos de describir es un
ejemplo del interminable ciclo toroidal, conocido en la Filosofía Hindú, como
la Rueda del Samsara. La Maya que es la ilusión de la polaridad
irreconciliable. Ahora bien, regresemos a la pregunta de ¿quién es el bueno,
quién el malo? Cada uno, identificado con su parte del toroide y su giro
explosivo o implosivo cree que esa parte es lo correcto, lo “bueno”, lo único
que debe existir. Ambos bandos que se creen poseedores de la última verdad, se
viven de manera incompleta pues es erróneo pensar que la vida puede existir sin
la muerte, o la fuerza eléctrica sin la magnética, o la luz sin la oscuridad, o
el frío sin el calor. Ambos criterios son sólo grados en la escala de
movimiento de la experiencia toroidal.
La separación de los opuestos es la
ilusión que sumerge al mundo en conflictos psicológicos y guerras inacabables.
El aspecto negativo de la muerte es la muerte por la destrucción misma. Sin
embargo, el aspecto positivo es la transformación, la transmutación por un
orden mayor, uno que comprenda mayores posibilidades. La vida, en su aspecto
positivo, es la posibilidad de compartir ordenadamente, pero en su aspecto
negativo, es el ansía de poseer, de querer tenerlo todo, de acumular.
Parece que quienes viven vidas
implosivas creen estar en lo correcto y ser los “buenos”, pero quienes viven
vidas explosivas también creen lo mismo. Y no importa ni para el uno ni para el
otro lo que el contrario diga, ellos son lo correcto, lo “normal”. La realidad
toroidal nos permite ver que ambos viven en la ilusión de la separación. Tanto
el místico empedernido que busca la gloria del Cielo negando la Tierra, y que
quizá vive como un parásito en el mundo material, como el neoliberal
desenfrenado que busca a toda costa el mayor lucro sin considerar consecuencia
espiritual alguna, viven cegados. Pero, ¿cómo salir de esta ilusión, de Maya,
de la Rueda del Karma/Dharma? En una vida, si se cree en ello, se puede matar a
una persona que en la vida siguiente lo mata a uno, ad infinitum. ¿Y luego?
¿Cuándo se rompe la ilusión de creer que vamos de la construcción hacia la
destrucción y que ambos procesos están separados?
Este proceso no es secuencial, no es
lineal como podemos creer. No es que primero uno pase de ser implosivo a ser
explosivo, sino que, al mismo tiempo, estamos siendo implosivos y explosivos…
¡sólo que no nos damos cuenta! Toda experiencia lleva, simultáneamente, un
componente de vida y otro de muerte, de luz y de oscuridad, de femenino y de
masculino. Para que una experiencia se consume, tiene que completarse el ciclo
implosivo/explosivo de forma simultánea. Es sólo nuestra conciencia limitada la
que nos hace creer que las cosas suceden lineal y secuencialmente.
Esta es la ilusión, la secuenciación
del proceso. Imaginemos que uno quiere hacer girar una dona implotando de un
lado pero sin que explote del otro… sólo tratar de hacerlo es tanto física como
psicológicamente imposible, y si se llegara a lograr, ¡desaparecería la
experiencia!
El camino para romper con la dualidad
es la irradiación. Una manzana no crece de arriba hacia abajo, irradia desde el
centro, desde su semilla. Se ubica en el centro y se expande, en simultáneo,
hacia todas direcciones. El Ser no crece por partes, el amor no puede ser
lineal o parcial. O se ama a todo lo que te rodea o no se ama. El amor es la
expresión de individuos en libertad que se irradia en todas direcciones. El
amor es el deseo de ser quien soy y de ayudar al otro a ser quien es. En última
instancia podemos decir que somos un fractal de Dios, del Absoluto. El Sol no
ilumina por sectores, no da su luz a ciertas partes del universo y a otras lo
oculta. No. El Sol irradia. El Ser irradia. Los cinco toroides verticales y los
trece horizontales irradian, a pesar de que no nos demos cuenta de ello, a
pesar de estar sumergidos en la ilusión de Maya.
El trabajo de cobrar conciencia de
este proceso es el trabajo de la aceptación de nuestras polaridades. Somos
sujetos repletos de contradicciones, ambigüedades y paradojas, y nuestro
trabajo no es borrar estas contradicciones. Debemos poder integrar los opuestos
en una misma función toroidal. El trabajo psicológico no es dejar de desear,
pues el dejar de desear es ya un deseo. Tampoco es borrar nuestro lado
“oscuro”, es decir, aquel que no aceptamos, sino que consiste en comprender, en
abrazar la polaridad, en unificar nuestra sombra. Lo único que nos impide
lograrlo es nuestra identificación, nuestra esclavitud, nuestra fidelidad en creer
que nuestra visión del mundo es la correcta, que nuestro estilo de vida es el
único y el “bueno”. En el momento en que soltamos ese apego primordial, damos
paso a que lo contrario se manifieste. A que la sombra, los rincones más
oscuros de nuestra psique surjan y en el surgimiento se incorporen. Es a través
de experimentarlo subjetivamente que uno crece en la asimilación de
contradicciones. No es una teoría, no es un postulado intelectual, sino una
vivencia que se experimenta con todas las entrañas de nuestro Ser.
Pensemos que la polaridad magnética y
eléctrica surge por el flujo de líneas convergentes y divergentes de puntos de
implosión y explosión y que a mayor diferencia entre un polo y el otro, a mayor
diferencia de potencial, mayor fuerza. La madurez de un ser humano puede
medirse por su capacidad para aceptar la Verdad, y la Verdad es una
contradicción asimilada. La Verdad es un punto de fricción, un punto donde
chocan dos fuerzas con la misma intensidad pero en sentido contrario. Freud
decía que en el inconsciente no hay “barra de la censura”, es decir, no hay
represión entre lo que creo que está “bien” y lo que está “mal”. En el
inconsciente confluyen, al mismo tiempo, lo implosivo con lo explosivo. En los
sueños, en los deseos sexuales, en la risa, no hay censura moral, se viven como
esencialmente contradictorios. De hecho, la risa, con la contracción muscular y
la liberación endocrina, es un mecanismo que utilizamos los seres humanos para
asimilar las contradicciones.
La suástica es un símbolo que
geométricamente representa la concentración de las fuerzas femeninas y
masculinas, terrestres y celestes, en torno a un punto de atención. Puede tener
sus brazos girando hacia la derecha o hacia la izquierda y esto nos habla de un
giro implosivo o explosivo. Es una cruz que tiene cuatro brazos acodados como
la letra gamma mayúscula del alfabeto griego. Aquella que gira hacia la
izquierda y tiene sus brazos apuntando a la derecha, la svástica explosiva, fue
tomada por Hitler como emblema nacionalsocialista por ser el signo solar de los
antiguos arios.
Si observamos la base de operaciones
de la SS alemana, vemos la misma geometría aplicada al diseño arquitectónico,
por ejemplo. La suástica implosiva gira hacia la derecha, pero sus brazos lo
hacen a la izquierda y está asociada a las prácticas budistas. Sin embargo, su
uso se remonta a todas las culturas del mundo. Podemos observar el uso de este
importante símbolo en la cultura hopi, cristiana, tibetana, china, japonesa,
celta, islámica, hindú, azteca, griega, judía, entre otras.
Homologando esta imagen a la verdadera
imagen toroidal que la representa, la línea vertical simboliza lo espiritual,
mientras que la línea horizontal representa lo material. El punto de cruce es
el punto de anulación de fuerzas, y el círculo en torno al cual está inscrito
es el aumento máximo de intensidad que representa la constante de pi.
El símbolo taoísta del Yin/Yang es un
concepto surgido de la filosofía oriental, fundamentado en la dualidad de todo
lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales, opuestas
pero complementarias, que se encuentran en todas las cosas. Según esta idea,
cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su
existencia y que a su vez existe dentro de sí mismo. De esto se deduce que nada
existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud sino en una continua
transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se
le mira desde otro punto de vista. En este sentido, la categorización sólo lo
sería por conveniencia. Estas dos fuerzas, yin y yang, son la fase siguiente
después del Taiji o Tao, principio generador de todas las cosas, del cual
surgen.
El Tao como un Toroide, es de donde
surgen el yin y el yang, el aspecto implosivo y explosivo de todo lo existente.
El símbolo mismo del Yin/Yang es un toroide y a partir de los cortes que se
generan en cuatro cuadrantes, se le relaciona con los cuatro puntos cardinales
o las cuatro estaciones del año (siendo la inclinación de la Tierra de 23.5º la
causa de las cuatro estaciones). Incluso, a partir de este principio, se
originan la línea cortada yin y la línea completa yang, que dan paso a los 64
trigramas del I Ching, relacionados a los 64 codones del ADN. El símbolo maya
del Hunab Kun que representa la Totalidad, contiene el mismo principio de la
polaridad toroidal. Marcando cuatro direcciones o puntos cardinales, ofrece el
claro sentido del flujo implosivo/explosivo.
En la filosofía egipcia tenemos, por
un lado, la Escuela del Ojo Derecho de Horus que representa la información
concreta controlada por el hemisferio izquierdo del cerebro. Maneja números,
letras, palabras y en general la orientación masculina. Mientras que por el
otro lado la Escuela del Ojo Izquierdo de Horus representa la información
estética controlada por el hemisferio derecho del cerebro. Maneja la intuición
y la percepción sensorial.
El principio de la díada es la
polaridad. Cuando se contrasta surgen los matices y las diferencias a la luz de
lo opuesto. La paradoja de la díada es que mientras parece que nos separa de la
unidad, los polos opuestos que buscan atraerse nos recuerdan la unidad. La
díada une y separa, en simultáneo. El proceso de creación continúa por la
presencia de la polaridad. Entre mas opuestaes la polaridad mayor es la
atracción. Entre más diferencia de potencial exista entre dos polos, mayor será
la fuerza de unión.
Cuando el aire frío y seco penetra en
el aire húmedo y caliente, se originan tormentas o lluvias torrenciales. Un
rayo es una descarga eléctrica que golpea la tierra, proveniente de la
polarización que se produce entre las moléculas de agua de una nube
(habitualmente, las cargas positivas se ubican en la parte alta de la nube y
las negativas en la parte baja), cuyas cargas negativas son atraídas por la
carga positiva de la tierra, provocándose un paso masivo de millones de
electrones a esta última. Los polos de una batería necesitan ser negativo y
positivo para completar un circuito eléctrico. La guitarra, el violín o el
piano producen sonidos por la tensión producida por los extremos de sus
cuerdas. La díada, los pares de opuestos, son indispensables para comenzar con
un proceso creativo. De la confrontación entre la tesis y la antítesis puede
surgir la síntesis
Psicológicamente, tenemos
características masculinas y femeninas aunque seamos hombre o mujer. El grado
de ánima y ánimus determinan la forma de relacionarnos con el mundo. Un bebé es
creado por la unión de dos fuerzas opuestas, como el padre y la madre. El
lenguaje revela pares de opuestos como bueno/malo, sano/enfermo, amor/odio,
visible/invisible, izquierda/derecha, arriba/abajo, dentro/fuera,
creador/creado, ganancia/pérdida, etc. Sabemos que siempre que se quiera negar
una parte de la realidad, no se hace sino darle más fuerza; cuando una persona
no trabaja en aceptar su sombra, sus aspectos ocultos, tarde o temprano la
realidad le hará tener que verlos de frente y asumirlos. La unión de los
opuestos ocurre en el toroide o Mónada.
Hay díadas o pares complementarios
entendidos como aspectos psicológicos que existen en el ser humano y que
debemos observar como rasgos de nuestra personalidad.
Generalmente, las parejas se unen
buscando su opuesto. Una persona pasiva tenderá a buscar una asertiva. Quien
vive como jefe, buscará empleados; quienes se viven como víctimas, se acercarán
a victimarios. Una persona muy ahorradora, vivirá con una despilfarradora; un
integrador, con un excéntrico. Una persona muy reprimida en su sexualidad o en
sus emociones se inclinará por acercarse a otra apasionada. El promiscuo, con
el impotente; el maestro, con el alumno; el seguidor, con el líder; etc. Todos
vivimos aspectos de nuestra propia polaridad en diferentes niveles y
circunstancias, cuando la realidad nos devuelve un conflicto con una persona,
no hay sino que voltear a interiorizar y aceptar el aspecto aparentemente
negativo de uno mismo, para no provocar el conflicto en el exterior, ya que
éste es producto especular de nuestra guerra interna.
5. QUINTA LEY. ley de contención: Flor de la Vida
En el proceso de creación, luego de
estudiar las cuatro leyes inherentes al toroide (ley de unidad o vacío, ley de
auto-recurrencia, ley de polaridad) veremos la relación que ocurre cuando el
toroide comienza a conocer y experimentar su creación. Lo que hasta ahora
tenemos construido es un toroide hecho de la misma sustancia y que refleja, por
su movimiento, dos polaridades. Está circunscrito en una esfera y marca el
camino de creación del movimiento, la emoción, el pensamiento y el espíritu. Si
viéramos esto en plano, veríamos un círculo con un punto en el centro. A partir
de aquí, se construye un patrón llamado la Flor de la Vida, que representa la
duplicación de este toroide sobre sí. La ley que gobierna la Flor de la Vida es
la ley de la contención. Se dice que, a partir del cero o el vacío, el espíritu
se conoce a sí mismo.
En el toroide encontramos al espíritu
haciendo un giro en espiral áurea, siendo torcido por la esfera hasta que
genera una diferencia de potencial reflejado en la polaridad como la hemos
explicado. Es el camino que recorre el espermatozoide para llegar al núcleo del
óvulo. El óvulo como símbolo de la materia, lleva al espermatozoide como
símbolo de la energía en un recorrido toroidal para crear el cigoto. Una vez
creado el cigoto, que en Geometría Sagrada se le conoce con el nombre de Vesica
Piscis da paso al proceso de duplicación que en biología se le conoce como
reproducción mitótica celular.
Patrón del Génesis.
El patrón del Génesis narra seis días
de trabajo divino y uno de descanso. Gráficamente, lo entendemos como un
círculo central y seis círculos girando en torno a éste. Cuando realizamos el
trazado, somos conscientes de que la secuencia numérica binomial es la que
ampara este desdoblamiento. La ley de contención está basada en la duplicación
de los elementos. Es la creación de la tridimensionalidad. De hecho, es la
incubación en ella. El patrón de la Flor de la Vida es un símbolo que explica
los ejes x, y, z, es decir, el movimiento adecuado en la tridimensionalidad. Es
la malla que nos ata y estructura en el mundo material. Es lo que le permite a
la energía solidificarse como materia.
Si vemos la Flor de la Vida en plano,
se ve como una figura hexagonal envuelta en un círculo doble. Si la viéramos en
3D, encontraríamos un cubo perfecto. El cuadrado tiene como base la unidad y su
diagonal es √2, por tanto, es un símbolo que no permite la distribución y el
compartir de las emociones, pensamientos o acciones, sino su contención.
La secuencia numérica binomial
comienza con el vacío y la unidad, el cero y el uno, pero el tercer paso no es
la suma del anterior, sino la duplicación de la unidad. La secuencia se
construye 0,1,2,4,8,16,32,64..., y da pie a la base de la ingeniería que
utiliza la tecnología artificial. Las computadoras y todo instrumento artificial
se basan en esta secuencia. El lenguaje binario que se utiliza no es otra cosa
que un pequeño dispositivo llamado interruptor con posiciones de encendido y
apagado. Esto genera un universo infinito de posibilidades donde se logra
acumular mayor cantidad de valores en el menor espacio posible. En los ocho
primeros dígitos de la secuencia encontramos que podemos crear 64 valores
simplemente prendiendo o apagando alguno de los números. Pensemos en crear el
valor 19. ¿Qué haríamos? Prendemos la casilla sexta que tiene el valor 16,
luego prendemos la casilla tercera con el valor 2 y, por último, la casilla
segunda con el valor 1. Sumado, nos da el valor 19. Así podemos encontrar todos
los números entre el 0 y el 64 en las primeras ocho casillas.
La retícula que se crea a partir de
esta secuencia es lineal, secuencial y está basada en la duplicación. La ley de
contención, amparada en el símbolo de la Flor de la Vida, tiene connotaciones
enteramente masculinas por su función pero femeninas por su forma. Los círculos
que crean todo el conjunto tienen referencia hacia la feminidad por sus formas
de onda sinusoidal. La Flor de la Vida es una figura geométrica compuesta de
múltiples círculos, arreglados en una simetría hexagonal. El centro de cada
círculo se encuentra en la circunferencia que rodea cada uno de los demás. En
esta figura geométrica podemos encontrar, uniendo ciertos vértices, la forma
del Árbol de la Vida (que explica las leyes arquetípicas y los veintidós
psicotipos humanos), la Fruta de la Vida, los cinco sólidos platónicos, la
Estrella Madre o Estrella de Metatrón (que nos da la forma que tiene el llamado
“cuerpo de luz” del ser humano, bíblicamente conocido como el Merkabah o
Vehículo de Luz) y el Huevo de la Vida (vemos en él la Ley de Tres y la Ley de
Octava, origen de las progresiones musicales y del tiempo orgánico).
La Flor de la Vida representa la
fuerza que se encuentra en la división y en la especialización de actividades.
En la división de funciones, el cuerpo encuentra su multiplicidad de
capacidades. En la especialización, vemos reflejado el nivel de complejidad de
un organismo. Actualmente, una gran parte de nuestra cultura y civilización
gira en torno a la imagen de la Flor de la Vida, a la ley de acumulación. Este
es, pues, el símbolo de la acumulación que llevado a su extremo negativo puede
generar enfermedades inflamatorias o de irritación por la extrema fricción y el
calor que se desprende de ello, así como guerras y dominación en lo social. La
consecuencia de la acumulación en un cuerpo es el sobrepeso, o en una célula,
el cáncer. El cáncer puede ser entendido como la acumulación energética de
ciertos procesos motrices, emocionales, intelectuales o espirituales que no
saben cómo distribuirse y repartirse adecuadamente para poder organizarse y no
dañar al organismo.
El régimen geométrico de la
acumulación permea en todas las escalas posibles de nuestra sociedad. En lo
económico, se busca la mayor acumulación de capitales y la menor pérdida. En lo
arquitectónico, la forma que prevalece en las ciudades es el cubo. Personas
“cúbicas” que acumulan libros que no leen, recuerdos de antaño, cosas
inservibles, cacharros abandonados. Tan sólo repasemos la cantidad de cosas que
guardamos en nuestras casas y que jamás le hemos dado uso (y quizá ni lo
haremos). La acumulación de objetos nos brinda la falsa ilusión de sentirnos
protegidos, anclados al pasado.
También acumulamos emociones y
pensamientos inservibles y obsoletos en la psique. ¿Cuántas personas hay que
continúan creyendo que las enfermedades son generadas por un “virus” que viene
desde afuera a atacarlos? Hay quienes no logran concebir que vivimos en un
campo fractal, en un universo toroidal, donde el afuera y el adentro no están
separados como pudiéramos llegar a pensar. ¿Qué se utiliza a nivel mundial para
fomentar está ilusión?
Todos los medios posibles. Pero más
allá de los medios que se utilizan, se fomenta una ideología, es decir, aún
utilizando todos los medios para crear esta ilusión, si no fuera por la base
psicológica en la que está sustentado el neoliberalismo, no se podría crear
dicha ilusión. ¿Cuál es esta base psicológica? La acumulación o, peor aún, la
distribución caótica, sea de información, de emociones o de impulsos sexuales.
De cierta manera, los sistemas de vida
antinatural buscan que acumulemos conocimiento, que seamos tacaños y ariscos
con él. Que acumulemos dinero, posesiones, riqueza, pobreza, fama, estatus,
poder, espiritualidad, emociones, enfermedades y un largísimo etcétera. En la
Edad Media, y a veces no estamos muy lejos de ella, se vendían bonos para
ganarse el Cielo. Hoy en día, se venden todo tipo de prácticas y meditaciones
para trascender el cuerpo físico, ganarse el Nirvana, llegar a donde otros no
han llegado. Y por lo general, todo esto es oculto, siempre misterioso. Los
“iniciados” son iniciados porque han acumulado muchos méritos, porque están
cosechando lo que han sembrado. Nada más ingenuo e ilusorio. La iniciación o
Iluminación de profetas y gurús no ocurre por su acumulación, sino por el
siguiente paso, la siguiente ley: la distribución. Es la vía húmeda del Tarot
que sucede por transmisión inmediata de vida, en contraste con la vía seca, que
implica un incesante y paulatino trabajo, que puede o no, culminar en la meta
elegida. De hecho, la gran diferencia entre ambos caminos es el desapego al
resultado: doy lo mejor de mí, doy mi Ser en cada acto, emoción o palabra, y
genuinamente no espero nada a cambio; me desprendo del control por el
resultado, dirijo sin control, direcciono sin esfuerzo, habito mi centro en el
torbellino de la vida. Centro mi fuerza en la irradiación y, si el resultado es
acorde al deseo primigenio, qué bendición, pero si no lo es… ¡también qué
bendición!
Las escuelas que siguen el principio
de acumulación son aquellas que creen que el conocimiento es de unos pocos y
que no le pertenece a toda la humanidad. Creen que hay que hacer méritos e ir
ganando, poco a poco, los niveles de conciencia o de conocimiento; el
desarrollo es burocrático y está sometido al ejercicio del poder, a una
estructura jerárquica impositiva; el alumno es eso, un a-luminus, un ser sin luz al que el superior tiene que iluminar,
enseñar y guiar. El alumno necesita de un maestro y el maestro del alumno. No
puede avanzar el uno sin el otro, ya que, cuando el maestro avanza, tiene que
dejar a alguien en su lugar. Y es él quien decide quién se queda en ese
espacio.
Es el juego del poder cúbico. Son las
escuelas iniciáticas que guardan sus secretos hasta la tumba y prefieren,
algunas veces, morir con ellos en lugar de darlos a la humanidad. Dicen que
abrir el conocimiento a los no iniciados puede llegar a ser peligroso. Nada más
peligroso que compartir lo que han acumulado, sostienen. Para compartirlo,
disponen de redes de sociedades secretas que, con base en códigos complejos,
van encriptando la información. El alumno dedica toda su vida a descifrar esos
códigos y por el esfuerzo que le costó y el empeño que hubo que poner en ello,
no lo compartirá, a menos que otra persona haga un esfuerzo similar al suyo y
sane su ego herido. Son las escuelas donde existe un gurú sabelotodo, poderoso
e intocable y un grupo de personas que, carentes de identidad, se entregan a
continuar inflando el nutrido ego del supuesto maestro.
Es el pensamiento de colmena, el
pensamiento colectivo, no de individuos reunidos, sino de monopolio de
conciencia, por lo general con un bajo nivel de fractalidad, es decir, con un
sistema de pensamiento único, el ejercicio de sólo un tipo de sexualidad, una
forma de vivir las emociones o una dieta estricta y única. La baja fractalidad
ocurre por una falta de asimilación de las diferencias. Esto sucede en
cualquier sistema de vida, sea en las artes ocultas del misticismo o de la
Ciencia, de la Religión o la Medicina, de la Filosofía, la Psicología o cualquier
otra. No importa el credo, la postura es la misma: acumular y no permitir que
la información fluya libre y ordenadamente.
Veamos ahora algunos aspectos
constructivos y destructivos de la filosofía hexagonal. Un aspecto positivo de
ello podría ser que se aseguran los medios de acumulación de la información,
que el alumno cuenta con un tutor que lo confronta y enseña. El estudiante
tiene a quién referirse y no necesita voltear a verse a sí mismo, pues siempre
habrá un maestro que le entregue, dosificadamente, el conocimiento, dependiendo
de la evaluación que se haga de su crecimiento. El desarrollo de la voluntad,
el temple, la obediencia y la disciplina son aspectos invaluables de este nivel
geométrico. El desarrollo del egoísmo, la manipulación o la adoración podrían
llegar a ser aspectos destructivos de esta postura. La ley de acumulación o
contención permite crear estructuras sólidas y firmes en tanto se busque la
finalidad de conciencia de “colmena”. Las abejas, como cualquier ejército,
utilizan redes jerárquicas hexagonales para construir sus panales, hablando de
este criterio. Su organización es jerárquica y permite la suma especialización
de funciones. En la abeja reina existe toda la información de la colmena y de
los ríos de magnetismo de la tierra donde está ubicada, para indicarle a las
obreras cómo moverse en el campo.
El individualismo y no la
individuación es el valor del neoliberalismo, del capitalismo salvaje, del
sistema de pensamiento-emoción-acción que rige en el planeta. Quienes habitan esta geometría
piensan que poco importa el daño que haga al medio ambiente o cuántas personas
mueran, siempre y cuando el valor de mercado se mantenga al alza y no se
disuelva en su único valor real: la ilusión de seguridad. Pues, ¿qué puede ser
seguro en esta vida? Sólo el cambio.
6. SEXTA LEY. Ley de Distribución: Pentaflor
Como ya hemos adelantado, después de
la ley de acumulación continúa la ley de distribución. Esta ley está basada,
geométricamente, en la Pentaflor. Esta última es la imagen de poder más acabada
de la Geometría Sagrada. Refleja la vista superior de la molécula dodecaédrica
del ADN y es una imagen que nos sirve para generar punto de implosión y ordenar
la energía, las ondas y la materia de manera armónica. Es un símbolo construído
con diez espirales doradas ordenadas sobre un pentágono. Su base matemática,
como visto en capítulos anteriores, es la secuencia numérica Fibonacci o la
secuencia de la vida. Si graficamos esta ley observamos que, a partir de
cuadrados, vamos construyendo una red dorada que sale del vacío y regresa a él.
Hay muchas personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte que
reportan ver un túnel y que se sienten atraídas por el fondo del túnel. En el
momento de la muerte, tu memoria tiene que pasar por la ley de distribución y
escoger aquello que resuene con la vida. Es como un filtro que decide qué es
aquello que puede ser distribuible y aquello que no lo es.
Las escuelas de conocimiento basadas
en el principio de la distribución son enseñanzas no herméticas, expuestas y
abiertas. Se conocen sus fines, principios y medios, no operan en base a
jerarquías, sino que se organizan en base a redes, donde cualquier miembro del
grupo puede tener acceso a cualquier otro. No hay un maestro, gurú o sabelotodo
que dirija institución alguna pues el conocimiento y las experiencias están
disponibles para todos. No es que esta ley sea ideal. La ley hexagonal de la
Flor de la Vida y la ley pentagonal en la Pentaflor tienen sus propias
características. Por ejemplo, en las escuelas de enseñanza pentagonal, al no
haber un guía, el estudiante puede perderse en sus propias fantasías sobre el
trabajo interior. Al estar basado en el valor de la autodeterminación,
autosustentación, autodirección, el maestro utiliza la mayéutica para formular
sus aseveraciones y direccionar el camino. No hay recetas para llegar a ningún
lugar. De hecho, no hay lugar alguno a dónde llegar. Sólo se comparte y se
busca hacer que el conocimiento esté disponible para la mayoría, para
enriquecer entre todos un corpus teórico-práctico.
En este proceso, lo que puede ocurrir
es que no se comprenda que el conocimiento está cifrado en distintos niveles de
codificación. Al provenir de sistemas jerárquicos, existen también niveles de
interpretación de acuerdo al grado del iniciado. Por ello, el conocimiento, que
puede llegar a ser muy técnico y críptico, al llegar a las manos de cualquier
persona que no ha tenido todo el proceso de desarrollo, genera una
interpretación completamente errónea sobre determinado código. Aunque el código
de la Geometría Sagrada nos pertenece a todos, la ley de distribución no
permite que se solden vínculos a largo plazo. Algunas de las características
destructivas de esta ley es que se puede generar, entre las personas o los
elementos de la red, cierta desconfianza y recelo, pues puede llegar a no haber
un reconocimiento por el trabajo del otro, ya que se parte de la base que todo
es de todos. Incluso se puede llegar a la falta de solidez y compromiso en los
proyectos que se busca realizar. El compromiso es con el propio individuo, y se
busca crear una red de individuos que compartan y distribuyan libremente sus
experiencias e información. En este nivel, la responsabilidad, la habilidad
para dar una respuesta, le pertenece a cada quien.
En suma, a lo largo de los tiempos y
en resonancia con la ley de acumulación y la ley de distribución, han existido
dos grandes corrientes que dominan el quehacer del ser humano: el ocultismo y
la libre enseñanza. Sin importar la filosofía, el sistema de pensamientos o de
creencias, se puede adoptar la postura hexagonal, como la Flor de la Vida, y
tener la tendencia a acumular o, por el contrario, adoptar la Geometría de la
Pentaflor y distribuir el conocimiento. Pero, ¿qué estructura biológica resume
todas estas leyes? Aquella que ha sido capaz de ordenar la energía proveniente
de los rayos solares y cósmicos y convertirla en formas de vida, en información
viviente. En formas que son capaces de transformarse y transformar el ambiente.
Este dispositivo es el código de la vida: el ADN.
El ADN o ácido desoxirribonucleico es
un ácido nucleico compuesto de dos cadenas polinucleotídicas que se disponen
alrededor de un eje central formando una doble hélice, capaz de autorreplicarse
y codificar la síntesis de ARN. El ácido nucleico funciona como soporte físico
de la herencia en el 99% de las especies. La molécula, bicatenaria, está
formada por dos cadenas antiparalelas y complementarias entre sí. Su unidad
básica, el nucleótido, consiste en una molécula del azúcar desoxirribosa, un
grupo fosfato, y una de estas cuatro bases nitrogenadas: adenina, timina,
citosina y guanina.
Las siete leyes de Psicogeometría las
vemos reflejadas en el ADN de la siguiente manera: por el átomo de hidrógeno
que une los pares de bases nitrogenadas, discurre el vacío, en una onda que es
capaz de moverse más rápido que la velocidad de la luz. La estructura del ADN
es un rectángulo en el centro de donde se adhieren moléculas de fosfato
hexagonales y, luego, moléculas de azúcar pentagonales. El movimiento del ADN
en el núcleo celular busca ser un movimiento toroidal donde se implote/explote
la información del medio ambiente. El ADN es visto como un dispositivo de
transmisión y recepción de información capaz de autodirigirse y de “ver” a
través del espacio y el tiempo.
7. SÉPTIMA LEY. Ley de Fractalidad
La última ley, la de fractalidad, nos
dice que la suma de todas las partes se encuentra contenida en cada una de las
partes. Repasando lo expuesto en capítulos anteriores, un fractal es un patrón
o forma geométrica construida con tales partes y proporciones, que en su
conjunto, son idénticas al patrón total. Aunque se asocia la creación de
fractales a modelos matemáticos, el universo en su conjunto es un fractal.
Un fractal es un objeto geométrico
cuya estructura básica se repite en diferentes escalas y, en muchos casos, los
fractales pueden ser generados por un proceso recursivo o iterativo, capaz de
producir estructuras autosimilares independientes de la escala específica. Los
fractales son estructuras geométricas que combinan irregularidad y repetición
de estructura. Aunque muchas formas naturales tienen estructuras de tipo
fractal, un fractal matemático es un objeto que tiene, por lo menos, una de las
siguientes características: tiene detalles en escalas arbitrariamente pequeñas,
es demasiado irregular para ser descrito en términos geométricos tradicionales,
tiene autosimilaridad exacta o estadística y puede ser definido de forma
recursiva.
El problema con cualquier definición
de fractal es que existen objetos que uno quisiera llamar fractal pero que no
satisfacen ninguna de las propiedades anteriores. Por ejemplo, fractales de la
Naturaleza como nubes, montañas y vasos sanguíneos tienen límites inferiores y
superiores en detalle; no existe un término preciso para “demasiado irregular”;
existen diferentes maneras para definir “dimensión” con valores racionales; y
no todo fractal es definido recursivamente. Los fractales estocásticos están
relacionados con la teoría del caos. En efecto, los fractales, como los seres
vivos, satisfacen la mayor parte de las propiedades de la lista, pero algunos
de ellos carecen de alguna de las características y, sin embargo, entran en la
categoría correspondiente.
Algunas de las fórmulas matemáticas
para la creación de fractales son: Mandelbrot, Julia, Lindenmayer, Halley,
Quaternion y Biomorph. En 1993, el investigador estadounidense M. Theroux
incorporó el valor de phi en la creación de fractales, con ayuda del software
Fractint 17.2, y esto le permitió reproducir en realidad virtual, algunos
procesos biológicos. En este proceso logró incorporar la creación de
autosimilaridades (proceso que, al mismo tiempo que conserva la forma original
de la especie, le permite evolucionar para que pueda interactuar con su medio
ambiente).
Los patrones fractales han sido
encontrados en el flujo del tráfico, en la música, en la cardiología, en la
electrónica, en la meteorología, etc. Todos los fractales están hechos de
retroalimentación positiva sin importar el medio. No son estables ni estáticos.
Se balancean en el filo del caos. Un mínimo contacto y pueden volar en giros
atrevidos, al igual que un fuerte tirón puede no moverlos. La predicción no
está asegurada y, por supuesto, los deterministas se sienten incómodos con los
fractales. El universo consiste en una serie de cuerpos espirales de tamaño
diminuto, cada uno hecho de la eyección de plasma y modulado por un efecto
espacial Coriolis: un universo fractal rotativo, comenta el investigador
estadounidense H. Colin.
Gracias al advenimiento de la
Geometría de los fractales, varias ciencias particulares pueden hoy tomar sus
conceptos y aprovecharlos en sus respectivas áreas de conocimiento. Está
surgiendo de este modo una compleja matriz científica que puede servir para
hacer de soporte a todas las ciencias particulares, una suerte de Ciencia
Madre. Las ciencias sociales, por ejemplo, pueden utilizar muchos conceptos
abstractos de los fractales y de la teoría del caos, proponiendo nuevas teorías
o profundizando en las clásicas, pero enriquecidas por el nuevo paradigma.
K. Marx realizó intuitivamente el
análisis fractal de la economía política, estudiando la mercancía como la pieza
raíz (la ecuación fundamental), de la cual se obtenía el “árbol” completo de la
sociedad capitalista. En ese sentido, Marx veía el germen del sistema
capitalista en su partícula económica celular, la mercancía, mínima expresión
de la cual emanan todas las contradicciones sociales que luego se iteran a
través de todo el sistema, preñándolo de su esencia contradictoria. La mercancía
es la quintaesencia de la sociedad en la que vivimos. Un sistema simple (la
mercancía) repercute (recursividad) y se despliega de tal forma que termina
siendo un sistema complejo que es cualitativamente diferente de la partícula
que le dio la información.
Si el aleteo de una mariposa en Pekín
puede desencadenar un huracán en Miami, como postula la Teoría del Caos, ¿no
puede una crisis económica repercutir en todo el sistema? Vemos confirmar esta
teoría en las crisis que generan ciertas economías particulares (nacionales)
sobre el conjunto de la economía mundial. De cualquier modo, una extrapolación
demasiado esquemática de la geometría fractal a las ciencias sociales será
siempre una utopía, ya que la sociedad no es una abstracción matemática.
En las matemáticas priman los entes
estáticos, ideales: los números. Con una ecuación sumaria, o parámetros fijos,
una computadora puede deducir una estructura, como pasa en el caso de las
imágenes digitales que representan ecuaciones fractales. Sin embargo, una
sociedad no puede hallar una ecuación sumaria que genere una estructura
determinada, por el simple hecho de que los pilares de una sociedad son más
elásticos que simples coordenadas ideales. Entonces se da lo que la teoría del
caos denomina sensibilidad extrema a los estados iniciales de un proceso, que
pueden redundar en cambios drásticos.
De este modo, en las ciencias sociales
priman los elementos móviles, la sociedad en un movimiento incesante. Sin
embargo, el análisis del “ADN social”, o sea, todas sus tendencias internas de
desarrollo, pueden ser estudiadas siguiendo los parámetros de esta teoría, que
no es otra cosa que una teoría integral del desarrollo, del devenir. Dicho de
otra manera, es una forma novedosa que puede tomar el método dialéctico que
funda Marx, sobre la base de Hegel y Heráclito.
La ciencia tiene la predicción como
uno de sus usos. Predecir determinadas leyes que se cumplan a cabalidad, con lo
que el futuro sería previsible desde la razón. Muy diferente a la predicción
esotérica, este tipo de predicción científica se da con base en el estudio de
las condiciones iniciales de un fenómeno. Allí se trata de observar sus
principales tendencias vitales que se cristalizan en un tipo de desarrollo. Dos
ejemplos: Newton, con su teoría de la gravedad, estableció leyes que
permitieron resolver y predecir fenómenos que antes eran imposibles de
estudiar. Otro ejemplo lo tenemos con el avance de la Biología Genética, ya
que, con el estudio del genoma humano, lo que se está tratando de hacer es obtener
las leyes que rigen el desarrollo del ser humano.
Marx también estudió otras ecuaciones
sumarias que engendraban a la estructura capitalista mundial. Una de ellas era
la propiedad privada de los medios de producción. Estudiando esta forma legal
de cómo se relaciona la sociedad, halló cómo se desarrollaría este fenómeno
histórico. Y llegó a la conclusión de que la propiedad privada tendía al
monopolio, a lo que hoy llamaríamos fusión de empresas. Pero no pudo determinar
exactamente el porvenir del sistema, ya que el capitalismo no tiene un ADN que
permita predecir con exactitud su desenvolvimiento diacrónico, histórico. Por
ello, las ciencias sociales se baten entre las ciencias duras y las blandas. No
llega a ser una “ciencia dura” por esta imposibilidad de hallar leyes precisas,
como en el caso de las ciencias exactas, pero puede hallar leyes elásticas, que
acerquen al objeto de estudio sin renunciar a la ciencia. El método que puede
servir para ello es la teoría del caos y los fractales
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