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jueves, 8 de octubre de 2015

LAS TÉCNICAS DE CURACIÓN EN NUESTROS DÍAS



LAS TÉCNICAS DE CURACIÓN EN NUESTROS  DÍAS

«El verdadero acto del descubrimiento no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojosMARCEL PROUST

Introducción

MI PERSPECTIVA PERSONAL COMO SANADORA

Yo he practicado la curación durante unos quince años. Y he enseñado técnicas curativas durante trece años más. Algo que sé con absoluta certeza es que la curación y la enseñanza deben afrontarse con amor, humildad, valor y energía si queremos que sean efectivas. La curación y la enseñanza deben efectuarse a la luz de las verdades espirituales más profundas. Cuando viene a verme un paciente que necesita curación, soy consciente de que la necesidad más profunda que tiene cualquier persona es la de encontrar el camino a casa, a su verdadero ser, a lo divino que contiene en su interior. No importa qué es lo que le aqueja. La necesidad interna y profunda es siempre la misma. Al abrir el camino hacia el verdadero ser, los pacientes se curan solos. Todos los sanadores y educadores deben dirigir su discurso. Para llegar a ser un sanador eficaz, se requiere mucho autodesarrollo, auto-transformación y formación. La humildad y la meticulosa sinceridad con uno mismo son de suma importancia. Lo más dificil de la formación en las técnicas curativas no son las técnicas en sí, sino la evolución personal por la que hay que pasar para estar preparado para aprenderlas. Entonces las técnicas se aprenden con toda naturalidad. Por ejemplo, en mis años de enseñanza, he visto principiantes tratando de aprender técnicas avanzadas antes de estar espiritualmente preparados para acceder a la experiencia espiritual profunda que está conectada con la técnica. La consecuencia de ello es mucha fantasía y, en ocasiones, daños temporales en el campo energético de los demás alumnos. En otros casos, he visto personas que han participado en un taller de fin de semana, se han atribuido el título de sanadores, y han iniciado una práctica curativa. Muchas veces, esas personas efectúan curaciones ineficaces y pronósticos fantásticos. Algunas llegan incluso a anunciar curaciones prodigiosas en pacientes muy enfermos que terminan en el hospital. El núcleo de la curación no consiste en las técnicas, sino en los estados de los que emanan esas técnicas. Cuando yo empecé a practicar la curación, por ejemplo, conseguía menos cosas en una sesión de hora y media que las que consigo ahora en cinco minutos, porque ahora puedo acceder a estados espirituales mucho más profundos y energéticos, que transmiten miles de veces más energía curativa no invasora que es extraordinariamente adecuada a las necesidades del paciente. Cada vez que un cliente acude a un sanador en busca de curación, ha de tener en cuenta que la necesidad más intensa que todos tenemos es la de dar con el camino a casa, a nuestro verdadero ser, a lo divino que tenemos dentro. Las necesidades internas y profundas de todos los pacientes son siempre las mismas. Al abrir el camino hacia el verdadero ser, los pacientes se curan solos. Los sanadores no obran milagros. Todo cuanto la curación puede hacer es lo que el cuerpo humano puede hacer. Puede hacer mucho, y hay cosas que no puede hacer. Que yo sepa, ningún ser humano ha regenerado nunca un miembro... hasta ahora. Pero apuesto que toda enfermedad que haya sido tachada de «terminal» ha sido curada o ha «remitido espontáneamente» merced a una persona, por lo menos. «Terminal» es el estado actual de la condición humana. Todos «moriremos». Mejor dicho, nuestro cuerpo fisico morirá. Pero esto no implica que nosotros moriremos «dejando de existir» o incluso perdiendo la conciencia durante largo tiempo. Lo más dificil de la muerte fisica puede ser el miedo al encuentro con lo desconocido, a la separación respecto a los seres queridos y, en algunos casos, al dolor fisico asociado a la muerte. Digo estas cosas a partir de la experiencia vital obtenida mediante lo que yo llamo «elevada percepción sensorial». Mucha gente lo llama «ser médium». Yo prefiero la expresión «elevada percepción sensorial, que designa el desarrollo de los sentidos más allá del alcance ordinario en que los usan la mayoría de seres humanos. No es tan extraordinario. Los cinco sentidos pueden extenderse más allá del alcance normal a través de un buen aprendizaje y práctica. Como en el caso de cualquier otra aptitud, algunas personas tienen más talento que otras. Cuando usted desarrolle la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto más allá del alcance normal, descubrirá un mundo nuevo. Se requiere un poco de práctica, pero si se concede el tiempo suficiente, usted puede integrar este nuevo mundo en su vida. Por supuesto que su vida cambiará, pero siempre lo hace de todos modos. Cuando se utiliza la elevada percepción sensorial, una persona puede ver campos de energía rodeando e interpenetrándolo todo, incluso el cuerpo humano. Estos campos de energía están íntimamente relacionados con todas las funciones vitales y cambian constantemente según cada función vital, incluidas las funciones fisica, mental y espiritual. El campo energético humano, o aura, se compone de siete niveles de energía, como ya hemos visto. Cada nivel presenta unas pautas de energía variables que vibran con la fuerza vital. Cada nivel está integrado por vibraciones más altas que aquel que rodea e interpenetra.
Esas pautas cambian con la salud, la enfermedad y el proceso de la muerte. Cuando aprendemos sobre el campo energético humano y lo observamos por un tiempo, surge una nueva idea. El campo energético humano no es sólo un campo de energía. Es la persona. De hecho, es más la persona que como lo es el cuerpo fisico. Los niveles del campo energético humano son, en realidad, cuerpos de energía. Son usted. Usted es energía. Usted no está en su cuerpo fisico; su cuerpo fisico está en usted. Así pues, desde esta perspectiva, cuando usted muere, sucede algo muy distinto. Yo puedo «ver» una persona después de abandonar su cuerpo fisico en el momento de la muerte. Las personas que acaban de morir aún conservan algunos de esos cuerpos de energía. Se componen de los cuatro niveles más altos de sus cuerpos de energía, sin un cuerpo fisico en su interior. Los tres niveles inferiores, que mantienen el cuerpo fisico en su lugar, se disuelven en el proceso de la muerte. Para mí, la muerte es una transición. Es un gran cambio. Es un renacimiento en otro plano de la realidad. A menos que hayan sufrido una enfermedad muy larga, las personas suelen mostrarse bastante sanas poco después de morir. En los hospitales, suelen descansar «al otro lado» de la cortina que separa lo que denominamos normalmente la vida y la muerte. Para mí, esa cortina es ilusoria; tan sólo separa nuestro ser fisico de nuestro ser espiritual más elevado, que no muere en la muerte fisica. Desde este punto de vista, podemos contemplar la muerte fisica como la cortina que separa quien creemos ser de quien somos en realidad. Todas estas cosas pueden parecer extravagantes, pero, si quiero mantenerme fiel a mi realidad, debo decirlas. Son reales para mí. Si no lo son para usted, no trate de meter a la fuerza mi experiencia dentro de su realidad. Usted debe construir su propia realidad a partir de su experiencia. En esa construcción, considere la posibilidad de que la vida es un misterio más grande del que conoce, y que independientemente de lo que la muerte represente para usted, existe la posibilidad de que sea una sorpresa ciertamente prodigiosa. Otro aspecto de la elevada percepción sensorial consiste en percibir guías espirituales o ángeles de la guarda. Este nivel de realidad se revela cuando uno abre la elevada percepción sensorial al cuarto nivel del campo energético humano y a los niveles superiores. Al principio, pensé que tenía una visión o me imaginaba algo. Yo me disponía a efectuar una curación, y un ángel entraba en la habitación. Sabía que eran ángeles porque tenían alas. A los que no disponían de alas, les llamaba «guías». Pronto introdujeron sus manos a través de las mías mientras yo trabajaba con mis pacientes. Podía ver y sentir sus manos mientras trabajaban. Luego empezaron a decirme dónde había de colocar mis manos, y qué hacer en el transcurso de una curación. Seguí aferrada a la idea de que era tan sólo una visión. Por supuesto, mis pacientes se ponían bien cuando yo hacía lo que mis guías me indicaban. Se produjo un gran cambio cuando decidí plantear preguntas a los guías. Me respondían cosas que yo no conocía ni podía saber. Nuestras interacciones habían establecido una relación entre nosotros. Yo podía ver, sentir, oír, oler, tocar e interactuar con ellos. Se habían convertido en algo tan real para mí como cualquier ser dotado de un cuerpo fisico. Esto requiere una cierta adaptación. No puede hacerlo todo el mundo, al menos no de inmediato. Si los ángeles de la guarda y los guías espirituales no forman parte de su realidad, considere la posibilidad de que pudieran hacerlo. Quedaría gratamente sorprendido al ver cómo sus esfuerzos cotidianos se vuelven más cómodos aceptando la posibilidad de obtener ayuda con sólo pedirla y aprendiendo a reconocer la ayuda en cuanto llega. Usted puede hacer esto, aun cuando no pueda ver, oír, hablar con esos guías o sentirlos. Es una forma de abrir una puerta a la posibilidad de llegar a percibirlos. Eso es lo que yo hice, y dio resultado. Al cabo de algún tiempo, me hice amiga de un guía concreto que me ha acompañado durante muchos años. Se llama Heyoan. Dice que no tiene género, pero me gusta referirme a él en masculino. He pasado muchos años sanando con Heyoan y con los guías de cada paciente que entran en la habitación junto con el paciente. Ahora, Heyoan y yo impartimos las clases de curación. Yo explico durante un rato, luego accedo a un estado de transformación y «canalizo» a Heyoan. Esto significa que Heyoan imparte una serie de enseñanzas a través de mí. Esto confiere a todos mis alumnos un nivel de comprensión espiritual mucho más elevado que si me dirigiera a la clase sin «canalizar». En cada clase surge una información nueva, que se añade a toda la que se ha transmitido previamente. Heyoan ha contribuido a varias meditaciones para la curación, que encontrará a lo largo de este libro. Si, por otro lado, los ángeles de la guarda o guías no son una realidad para usted o no los considera aceptables, quizá prefiera referirse al fenómeno de la orientación espiritual como «obtención de información de un alter ego», «lectura mental» o simplemente «lectura psíquica». Para mí, lo importante no es la metáfora de la realidad que usted emplee para designar este fenómeno, sino la utilidad de la información que se obtiene mediante los estados de transformación de la conciencia. A medida que se comprenda mejor este fenómeno, estoy segura de que encontraremos mejores metáforas con las que describirlo. Desde una perspectiva holística, según la cual todos consistimos en campos energéticos en los que reside nuestro cuerpo fisico, ¿qué es la curación? Es apartar el velo entre nuestra personalidad y nuestro núcleo divino interno. Es apartar el velo entre quienes creemos que somos y quiénes somos en realidad. Es apartar el velo entre la vida y la muerte. Si un paciente acude a mí para preguntarme: «¿Voy a morir?», o «¿Significa la curación que voy a mejorar fisicamente?», le doy una respuesta acorde con el contexto del núcleo divino interno del paciente y de la realidad espiritual que ya he descrito anteriormente. La persona mejora ya muera o no, y la muerte es muy distinta en el contexto arriba expuesto. Si un paciente pregunta: «¿Volveré a ser el mismo?», la respuesta es no, pero se da en el contexto de la vida como un cambio personal constante. Si me preguntan: «¿Voy a mejorar?», la respuesta, dentro del contexto mencionado, es siempre afirmativa. Porque la vida es siempre un avance hacia la unificación con el todo divino. La respuesta a «¿Volveré a andar?» suele ser: «No lo sé, pero es posible. Nada es imposible».
PREGUNTA:
¿Qué puedo hacer con ese espantoso dolor?
BARBARA: La curación suele mitigar la intensidad del dolor, pero no dude en tomar calmantes; son también una bendición de Dios. Los ejercicios de relajación y visualización contribuyen a reducir el dolor. El auto-rechazo y la autocrítica incrementan el dolor. Sea indulgente consigo mismo. Usted no ha fallado. Es una lección de la vida. No se trata de un castigo. Dedique varios minutos al día a realizar los ejercicios de respiración, color y auto-amor que se describen en la Cuarta Parte.
PREGUNTA:
Estoy aterrorizado. Ayúdeme. Dígame qué debo hacer.
HEYOAN, mi guía, dice:
* * * Dejad que el miedo sea vuestro aliado. El miedo tiene mucho que enseñaros. El miedo es la experiencia de estar desconectado de quiénes sois en realidad; es lo contrario del amor. El miedo puede ser un aliado si dejáis que lo sea, y limitaos a decir: «Tengo miedo». Al hacerlo continuamente, empezaréis a daros cuenta de que el miedo viene a ser un sentimiento. «Tengo miedo» se convierte en «Siento miedo». Es la reacción de retener sentimientos porque creéis que vienen demasiado rápido. Esos sentimientos se basan en un gran número de supuestos de lo que podría ocurrir. La mayor parte del miedo no procede de lo que ocurre ahora, sino de lo que podría suceder. Si sois capaces de permanecer en el momento presente, el miedo no os encontrará. El miedo es la proyección en el futuro de algo que aconteció en el pasado, a través de una enorme lente de aumento. Así pues, cuando vosotros tenéis miedo, no estáis en la realidad. Pero en lugar de negar lo que sentís, decid lo que sintáis en ese momento. Este simple acto os llevará al momento presente y, en consecuencia, os preservará del miedo. * * *
PREGUNTA:
¿En qué será distinta mi vida?
BÁRBARA:
 Puesto que usted está enfermo, tal vez no pueda desempeñar su función dentro de lo que entendía como el objetivo de su vida. Es necesario que cambie su autodefinición. Conviene concentrarse en valores internos en lugar de en objetivos externos. Éstos ya volverán más adelante. Ahora es el momento de sanar lo interno. Aquello en lo que consiste su vida empezará a tener un significado personal mucho más profundo para usted. Se hará una idea del valor inapreciable de la vida en sí que no había conocido antes. Y obtendrá amor. Esto es siempre una lección inherente a la enfermedad. Su vida se verá afectada en muchas más formas de las que se imagina ahora. Ha llegado el momento de empezar a rendirse al proceso de la curación y a dejarse llevar por su sabiduría superior, que está conectada con lo divino. Un paciente suele acudir primero a un sanador con la esperanza de hallar remedio al dolor o a un determinado síntoma, o de restablecerse de una afección específica, tal vez de librarse de un tumor. Y el paciente recibe siempre mucho más que eso. El objetivo del sanador no es sólo eliminar el dolor en la pierna o el tumor, sino también trabajar con el paciente para encontrar y curar la causa-raíz del síntoma o la enfermedad original. Esa causa se hallará en un nivel más profundo del ser interno del paciente. En mi calidad de sanadora profesional, he presenciado toda clase de curaciones. Al principio vi cosas que me sorprendieron. Más tarde, comprendí que formaban parte del proceso natural de la curación. A medida que se abren los pasillos internos que conducen a las profundidades del ser interno, la experiencia vital del paciente cambia. Como cambia también el resto de su vida. Todos hemos oído hablar de personas que, tras experimentar una enfermedad, han cambiado de profesión. No lo han hecho porque la enfermedad se lo haya exigido -por ejemplo, porque ya no fueran físicamente capaces de conducir un camión-, sino porque han dado con un objetivo distinto. Desean cambiar. La «simple» curación de una dolencia puede acarrear cambios espectaculares. Las relaciones personales cambian. Algunas curaciones inducen al matrimonio; otras llevan a la disolución de matrimonios que no aportaban nada a los cónyuges. En otros casos, una enfermedad implica la culminación de toda una fase de la vida. Entonces, el paciente cambia casi todo: su profesión, su casa, residencia geográfica, amigos, pareja... Algunas curaciones arreglan largas escisiones entre los miembros de una familia. A través de la curación, las personas adquieren un respeto y una confianza mucho mayores por su propio conocimiento interior. Mucha gente se refiere a esto como un «renacimiento».


Del libro

Hágase la Luz - (Light Emerging. The Journey of Personal Healing) Ó1993, Barbara Ann Brennan Ilustraciones: Thomas J. Schneider y Joan Tartaglia Traducción Jordi Vidal Cubierta: Geest/Hoverstad Digitalizador: @ He




1 comentario:

Unknown dijo...

que verdad el sanar .es cambio de vida de actitud .de todo que me causa dolor .en otras palabras
me enfermo por falta de Amor .nuestro caminar en la vida es Amar.gracia por semejante relato

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