LAS TÉCNICAS DE CURACIÓN EN NUESTROS DÍAS
«El verdadero acto del descubrimiento no consiste en encontrar
nuevas tierras, sino en ver con otros ojos.» MARCEL PROUST
Introducción
MI PERSPECTIVA PERSONAL COMO SANADORA
Yo he practicado la curación durante unos quince años. Y he
enseñado técnicas curativas durante trece años más. Algo que sé con absoluta
certeza es que la curación y la enseñanza deben afrontarse con amor, humildad,
valor y energía si queremos que sean efectivas. La curación y la enseñanza deben
efectuarse a la luz de las verdades espirituales más profundas. Cuando viene a
verme un paciente que necesita curación, soy consciente de que la necesidad más
profunda que tiene cualquier persona es la de encontrar el camino a casa, a su
verdadero ser, a lo divino que contiene en su interior. No importa qué es lo
que le aqueja. La necesidad interna y profunda es siempre la misma. Al abrir el
camino hacia el verdadero ser, los pacientes se curan solos. Todos los
sanadores y educadores deben dirigir su discurso. Para llegar a ser un sanador
eficaz, se requiere mucho autodesarrollo, auto-transformación y formación. La
humildad y la meticulosa sinceridad con uno mismo son de suma importancia. Lo
más dificil de la formación en las técnicas curativas no son las técnicas en
sí, sino la evolución personal por la que hay que pasar para estar preparado
para aprenderlas. Entonces las técnicas se aprenden con toda naturalidad. Por
ejemplo, en mis años de enseñanza, he visto principiantes tratando de aprender
técnicas avanzadas antes de estar espiritualmente preparados para acceder a la
experiencia espiritual profunda que está conectada con la técnica. La
consecuencia de ello es mucha fantasía y, en ocasiones, daños temporales en el
campo energético de los demás alumnos. En otros casos, he visto personas que
han participado en un taller de fin de semana, se han atribuido el título de
sanadores, y han iniciado una práctica curativa. Muchas veces, esas personas
efectúan curaciones ineficaces y pronósticos fantásticos. Algunas llegan
incluso a anunciar curaciones prodigiosas en pacientes muy enfermos que
terminan en el hospital. El núcleo de la curación no consiste en las técnicas,
sino en los estados de los que emanan esas técnicas. Cuando yo empecé a
practicar la curación, por ejemplo, conseguía menos cosas en una sesión de hora
y media que las que consigo ahora en cinco minutos, porque ahora puedo acceder
a estados espirituales mucho más profundos y energéticos, que transmiten miles
de veces más energía curativa no invasora que es extraordinariamente adecuada a
las necesidades del paciente. Cada vez que un cliente acude a un sanador en
busca de curación, ha de tener en cuenta que la necesidad más intensa que todos
tenemos es la de dar con el camino a casa, a nuestro verdadero ser, a lo divino
que tenemos dentro. Las necesidades internas y profundas de todos los pacientes
son siempre las mismas. Al abrir el camino hacia el verdadero ser, los
pacientes se curan solos. Los sanadores no obran milagros. Todo cuanto la
curación puede hacer es lo que el cuerpo humano puede hacer. Puede hacer mucho,
y hay cosas que no puede hacer. Que yo sepa, ningún ser humano ha regenerado
nunca un miembro... hasta ahora. Pero apuesto que toda enfermedad que haya sido
tachada de «terminal» ha sido curada o ha «remitido espontáneamente» merced a
una persona, por lo menos. «Terminal» es el estado actual de la condición
humana. Todos «moriremos». Mejor dicho, nuestro cuerpo fisico morirá. Pero esto
no implica que nosotros moriremos «dejando de existir» o incluso perdiendo la
conciencia durante largo tiempo. Lo más dificil de la muerte fisica puede ser
el miedo al encuentro con lo desconocido, a la separación respecto a los seres
queridos y, en algunos casos, al dolor fisico asociado a la muerte. Digo estas
cosas a partir de la experiencia vital obtenida mediante lo que yo llamo
«elevada percepción sensorial». Mucha gente lo llama «ser médium». Yo prefiero
la expresión «elevada percepción sensorial, que designa el desarrollo de los
sentidos más allá del alcance ordinario en que los usan la mayoría de seres
humanos. No es tan extraordinario. Los cinco sentidos pueden extenderse más
allá del alcance normal a través de un buen aprendizaje y práctica. Como en el
caso de cualquier otra aptitud, algunas personas tienen más talento que otras.
Cuando usted desarrolle la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto más
allá del alcance normal, descubrirá un mundo nuevo. Se requiere un poco de
práctica, pero si se concede el tiempo suficiente, usted puede integrar este
nuevo mundo en su vida. Por supuesto que su vida cambiará, pero siempre lo hace
de todos modos. Cuando se utiliza la elevada percepción sensorial, una persona
puede ver campos de energía rodeando e interpenetrándolo todo, incluso el
cuerpo humano. Estos campos de energía están íntimamente relacionados con todas
las funciones vitales y cambian constantemente según cada función vital,
incluidas las funciones fisica, mental y espiritual. El campo energético
humano, o aura, se compone de siete niveles de energía, como ya hemos visto.
Cada nivel presenta unas pautas de energía variables que vibran con la fuerza
vital. Cada nivel está integrado por vibraciones más altas que aquel que rodea
e interpenetra.
Esas pautas cambian con la salud, la enfermedad y el proceso de
la muerte. Cuando aprendemos sobre el campo energético humano y lo observamos
por un tiempo, surge una nueva idea. El campo energético humano no es sólo un
campo de energía. Es la persona. De hecho, es más la persona que como lo es el
cuerpo fisico. Los niveles del campo energético humano son, en realidad,
cuerpos de energía. Son usted. Usted es energía. Usted no está en su cuerpo
fisico; su cuerpo fisico está en usted. Así pues, desde esta perspectiva,
cuando usted muere, sucede algo muy distinto. Yo puedo «ver» una persona
después de abandonar su cuerpo fisico en el momento de la muerte. Las personas
que acaban de morir aún conservan algunos de esos cuerpos de energía. Se
componen de los cuatro niveles más altos de sus cuerpos de energía, sin un
cuerpo fisico en su interior. Los tres niveles inferiores, que mantienen el
cuerpo fisico en su lugar, se disuelven en el proceso de la muerte. Para mí, la
muerte es una transición. Es un gran cambio. Es un renacimiento en otro plano
de la realidad. A menos que hayan sufrido una enfermedad muy larga, las
personas suelen mostrarse bastante sanas poco después de morir. En los
hospitales, suelen descansar «al otro lado» de la cortina que separa lo que
denominamos normalmente la vida y la muerte. Para mí, esa cortina es ilusoria;
tan sólo separa nuestro ser fisico de nuestro ser espiritual más elevado, que
no muere en la muerte fisica. Desde este punto de vista, podemos contemplar la
muerte fisica como la cortina que separa quien creemos ser de quien somos en
realidad. Todas estas cosas pueden parecer extravagantes, pero, si quiero
mantenerme fiel a mi realidad, debo decirlas. Son reales para mí. Si no lo son
para usted, no trate de meter a la fuerza mi experiencia dentro de su realidad.
Usted debe construir su propia realidad a partir de su experiencia. En esa
construcción, considere la posibilidad de que la vida es un misterio más grande
del que conoce, y que independientemente de lo que la muerte represente para
usted, existe la posibilidad de que sea una sorpresa ciertamente prodigiosa.
Otro aspecto de la elevada percepción sensorial consiste en percibir guías
espirituales o ángeles de la guarda. Este nivel de realidad se revela cuando
uno abre la elevada percepción sensorial al cuarto nivel del campo energético
humano y a los niveles superiores. Al principio, pensé que tenía una visión o
me imaginaba algo. Yo me disponía a efectuar una curación, y un ángel entraba
en la habitación. Sabía que eran ángeles porque tenían alas. A los que no
disponían de alas, les llamaba «guías». Pronto introdujeron sus manos a través
de las mías mientras yo trabajaba con mis pacientes. Podía ver y sentir sus
manos mientras trabajaban. Luego empezaron a decirme dónde había de colocar mis
manos, y qué hacer en el transcurso de una curación. Seguí aferrada a la idea
de que era tan sólo una visión. Por supuesto, mis pacientes se ponían bien
cuando yo hacía lo que mis guías me indicaban. Se produjo un gran cambio cuando
decidí plantear preguntas a los guías. Me respondían cosas que yo no conocía ni
podía saber. Nuestras interacciones habían establecido una relación entre
nosotros. Yo podía ver, sentir, oír, oler, tocar e interactuar con ellos. Se
habían convertido en algo tan real para mí como cualquier ser dotado de un
cuerpo fisico. Esto requiere una cierta adaptación. No puede hacerlo todo el
mundo, al menos no de inmediato. Si los ángeles de la guarda y los guías
espirituales no forman parte de su realidad, considere la posibilidad de que
pudieran hacerlo. Quedaría gratamente sorprendido al ver cómo sus esfuerzos
cotidianos se vuelven más cómodos aceptando la posibilidad de obtener ayuda con
sólo pedirla y aprendiendo a reconocer la ayuda en cuanto llega. Usted puede
hacer esto, aun cuando no pueda ver, oír, hablar con esos guías o sentirlos. Es
una forma de abrir una puerta a la posibilidad de llegar a percibirlos. Eso es
lo que yo hice, y dio resultado. Al cabo de algún tiempo, me hice amiga de un
guía concreto que me ha acompañado durante muchos años. Se llama Heyoan. Dice
que no tiene género, pero me gusta referirme a él en masculino. He pasado
muchos años sanando con Heyoan y con los guías de cada paciente que entran en
la habitación junto con el paciente. Ahora, Heyoan y yo impartimos las clases
de curación. Yo explico durante un rato, luego accedo a un estado de
transformación y «canalizo» a Heyoan. Esto significa que Heyoan imparte una
serie de enseñanzas a través de mí. Esto confiere a todos mis alumnos un nivel
de comprensión espiritual mucho más elevado que si me dirigiera a la clase sin
«canalizar». En cada clase surge una información nueva, que se añade a toda la
que se ha transmitido previamente. Heyoan ha contribuido a varias meditaciones
para la curación, que encontrará a lo largo de este libro. Si, por otro lado, los
ángeles de la guarda o guías no son una realidad para usted o no los considera
aceptables, quizá prefiera referirse al fenómeno de la orientación espiritual
como «obtención de información de un alter ego», «lectura mental» o simplemente
«lectura psíquica». Para mí, lo importante no es la metáfora de la realidad que
usted emplee para designar este fenómeno, sino la utilidad de la información
que se obtiene mediante los estados de transformación de la conciencia. A
medida que se comprenda mejor este fenómeno, estoy segura de que encontraremos
mejores metáforas con las que describirlo. Desde una perspectiva holística,
según la cual todos consistimos en campos energéticos en los que reside nuestro
cuerpo fisico, ¿qué es la curación? Es apartar el velo entre nuestra
personalidad y nuestro núcleo divino interno. Es apartar el velo entre quienes
creemos que somos y quiénes somos en realidad. Es apartar el velo entre la vida
y la muerte. Si un paciente acude a mí para preguntarme: «¿Voy a morir?», o
«¿Significa la curación que voy a mejorar fisicamente?», le doy una respuesta
acorde con el contexto del núcleo divino interno del paciente y de la realidad
espiritual que ya he descrito anteriormente. La persona mejora ya muera o no, y
la muerte es muy distinta en el contexto arriba expuesto. Si un paciente
pregunta: «¿Volveré a ser el mismo?», la respuesta es no, pero se da en el
contexto de la vida como un cambio personal constante. Si me preguntan: «¿Voy a
mejorar?», la respuesta, dentro del contexto mencionado, es siempre afirmativa.
Porque la vida es siempre un avance hacia la unificación con el todo divino. La
respuesta a «¿Volveré a andar?» suele ser: «No lo sé, pero es posible. Nada es
imposible».
PREGUNTA:
¿Qué puedo hacer con ese espantoso dolor?
BARBARA: La curación suele mitigar la intensidad del dolor, pero
no dude en tomar calmantes; son también una bendición de Dios. Los ejercicios
de relajación y visualización contribuyen a reducir el dolor. El auto-rechazo y
la autocrítica incrementan el dolor. Sea indulgente consigo mismo. Usted no ha
fallado. Es una lección de la vida. No se trata de un castigo. Dedique varios
minutos al día a realizar los ejercicios de respiración, color y auto-amor que
se describen en la Cuarta Parte.
PREGUNTA:
Estoy aterrorizado. Ayúdeme. Dígame qué debo hacer.
HEYOAN, mi guía, dice:
* * * Dejad que el miedo sea vuestro aliado. El miedo tiene
mucho que enseñaros. El miedo es la experiencia de estar desconectado de
quiénes sois en realidad; es lo contrario del amor. El miedo puede ser un
aliado si dejáis que lo sea, y limitaos a decir: «Tengo miedo». Al hacerlo
continuamente, empezaréis a daros cuenta de que el miedo viene a ser un
sentimiento. «Tengo miedo» se convierte en «Siento miedo». Es la reacción de
retener sentimientos porque creéis que vienen demasiado rápido. Esos
sentimientos se basan en un gran número de supuestos de lo que podría ocurrir.
La mayor parte del miedo no procede de lo que ocurre ahora, sino de lo que
podría suceder. Si sois capaces de permanecer en el momento presente, el miedo
no os encontrará. El miedo es la proyección en el futuro de algo que aconteció
en el pasado, a través de una enorme lente de aumento. Así pues, cuando
vosotros tenéis miedo, no estáis en la realidad. Pero en lugar de negar lo que
sentís, decid lo que sintáis en ese momento. Este simple acto os llevará al
momento presente y, en consecuencia, os preservará del miedo. * * *
PREGUNTA:
¿En qué será distinta mi vida?
BÁRBARA:
Puesto que usted está
enfermo, tal vez no pueda desempeñar su función dentro de lo que entendía como
el objetivo de su vida. Es necesario que cambie su autodefinición. Conviene
concentrarse en valores internos en lugar de en objetivos externos. Éstos ya
volverán más adelante. Ahora es el momento de sanar lo interno. Aquello en lo
que consiste su vida empezará a tener un significado personal mucho más
profundo para usted. Se hará una idea del valor inapreciable de la vida en sí
que no había conocido antes. Y obtendrá amor. Esto es siempre una lección
inherente a la enfermedad. Su vida se verá afectada en muchas más formas de las
que se imagina ahora. Ha llegado el momento de empezar a rendirse al proceso de
la curación y a dejarse llevar por su sabiduría superior, que está conectada
con lo divino. Un paciente suele acudir primero a un sanador con la esperanza
de hallar remedio al dolor o a un determinado síntoma, o de restablecerse de
una afección específica, tal vez de librarse de un tumor. Y el paciente recibe
siempre mucho más que eso. El objetivo del sanador no es sólo eliminar el dolor
en la pierna o el tumor, sino también trabajar con el paciente para encontrar y
curar la causa-raíz del síntoma o la enfermedad original. Esa causa se hallará
en un nivel más profundo del ser interno del paciente. En mi calidad de sanadora
profesional, he presenciado toda clase de curaciones. Al principio vi cosas que
me sorprendieron. Más tarde, comprendí que formaban parte del proceso natural
de la curación. A medida que se abren los pasillos internos que conducen a las
profundidades del ser interno, la experiencia vital del paciente cambia. Como
cambia también el resto de su vida. Todos hemos oído hablar de personas que,
tras experimentar una enfermedad, han cambiado de profesión. No lo han hecho
porque la enfermedad se lo haya exigido -por ejemplo, porque ya no fueran
físicamente capaces de conducir un camión-, sino porque han dado con un
objetivo distinto. Desean cambiar. La «simple» curación de una dolencia puede
acarrear cambios espectaculares. Las relaciones personales cambian. Algunas
curaciones inducen al matrimonio; otras llevan a la disolución de matrimonios
que no aportaban nada a los cónyuges. En otros casos, una enfermedad implica la
culminación de toda una fase de la vida. Entonces, el paciente cambia casi
todo: su profesión, su casa, residencia geográfica, amigos, pareja... Algunas
curaciones arreglan largas escisiones entre los miembros de una familia. A
través de la curación, las personas adquieren un respeto y una confianza mucho
mayores por su propio conocimiento interior. Mucha gente se refiere a esto como
un «renacimiento».
Del libro
Hágase la Luz - (Light Emerging. The Journey of Personal
Healing) Ó1993, Barbara Ann Brennan Ilustraciones: Thomas J. Schneider y Joan
Tartaglia Traducción Jordi Vidal Cubierta: Geest/Hoverstad Digitalizador: @ He
1 comentario:
que verdad el sanar .es cambio de vida de actitud .de todo que me causa dolor .en otras palabras
me enfermo por falta de Amor .nuestro caminar en la vida es Amar.gracia por semejante relato
Publicar un comentario