Historia de la Bebita Lyla - Evento Kryon en
Historia de la Bebita
Lyla
Entonces estamos bastante seguros de que era en enero
de 2012, o tal vez febrero de 2012, pero fue en 2012. Era mi primera vez aquí y
la primera vez que me encontraba con Cheryl, y en este salón tan bien
recibida, el escenario estaba en la otra punta, donde hoy estaba su
comida.
A una hora de empezar ese sábado se me acercó
una mujer y estaba como... desolada. Dijo: “Tengo una amiga que tiene una bebita, que está en el hospital, ella tuvo un
derrame, y yo sé que usted está dando sesiones aquí, de modo que me pregunto si
vería al bebé,” y yo había hecho
mucho trabajo con nuevas mamás y bebés, post parto, recién nacidos. Pero nunca
con alguien que hubiera tenido un derrame, yo no sabía qué pasaba, todo me
venía por intermedio de esta mujer. Yo dije “Espíritu, ¿qué quieres que yo
haga?” Y lo que oí fue: “Haz que ella te llame.” De modo que dije eso: “Dile que me llame.” De modo que al fin
del día fui a mi cuarto y había un llamado. Escuché el mensaje y en ese momento
obviamente con el corazón roto y llorando, pidió si por favor, por favor, podía
ver a su hijita que en ese momento tenía tres días de nacida, no, cuatro.
Entonces, antes de proceder, pedí: “¿Qué debo hacer con esto, Espíritu? Dime qué hacer. Lo que oí fue: “Haz que te traiga el bebé aquí.” Esto me recordó - algunos de ustedes han leído
el libro “El Viaje a Casa” - y uno tiene el mapa que dice “ahora estás aquí” y no hay otros
lugares excepto aquí, no estás más allá. Entonces, mis instrucciones eran para
un pequeño momento cada vez. De modo que dije: “Que traiga aquí el bebé” La llamé y ella
estaba muy agradecida; ella lloraba y yo también, de modo que la hice venir al
día siguiente con su esposo; la mamá, el papá y el bebé pequeñito y uno se daba
cuenta de que apenas lo estaban soportando.
La mamá tenía programada una cesárea, se iban a
casa el día siguiente, el bebé estaba ya vestido, la mamá también, y el papá
fue a buscar el coche y la bebita empezó a tener convulsiones, y en el cuarto
no había nadie más que la mamá y la bebita, la madre empezó a gritar, la
enfermera llamó a un médico a los gritos, ¡tomó al bebé y se fue! Y no se sabía, no se
sabía qué pasaba.
De modo que, cuando finalmente la trajeron de vuelta,
estaba conectada y medicada, y le habían sacado radiografías del cerebro,
escaneos, y aquí, en la base del cerebro había manchas de ambos lados. Se
imaginan, un bebé pequeñito, grandes manchas oscuras. El peor escenario: tal
vez una parte del tronco cerebral estaba muerto.
Y yo sostenía esta bebita pequeñita, bellísima, que
parecía perfecta, en mis brazos y pensaba: “Bueno, Espíritu, muy bien, ¿y ahora qué?” Porque ella parecía estar bien, y yo trataba de ser
optimista en que no era solo mi deseo de que yo quería que estuviera bien,
realmente quería eso. Y eso parecía; su cráneo, su cuerpo, su color, todo
parecía perfecto.
Y dije: “Muy bien, ¿ahora qué? Estas personas no me conocen, no saben nada de
Kryon, no saben nada ni han estado ni un momento en este salón que haya dado
comienzo a este proceso.” ¡Y estaban desesperados! Pero también confiaban en que la comunidad
médica no sabía qué decirles, no sabía qué hacer, no podía ofrecerles nada. De
modo que allí estábamos. Y cuando tuvimos esa reunión, el escenario estaba
realmente muy alto, había que subir con escaleras. De modo que subí al
escenario con la mamá, el papá y la bebita, y en todo el salón comenzó una
oleada de hermosa energía a medida que yo contaba la historia. Los padres
ya estaban muy agradecidos, todos llorábamos, y lo que hicimos fue decir tres “Aum” y - no lo recuerdo
exactamente, tal vez alguno de ustedes sí lo recuerde mejor - creo que nos
pusimos de pie y cantamos los tres “Aum” y entonces las personas en el auditorio empezaron a
decir cosas sobre lo que veían para el futuro de esta niñita, lo que veían para
ella. Uno decía, “La veo corriendo en el
césped” y otro “La veo juntando flores” y yo dije: “La veo diciendo ‘Papá, ¿me prestas las llaves
del coche?’
(todos ríen). Y la gente
seguía diciendo eso, y estaban creando esta realidad futura intencional de
salud y bienestar para esta niñita. Me dan grandes escalofríos cuando cuento
esto.
De modo que todos ustedes que estuvieron aquí ese día
y están aquí ahora, fueron partícipes de la sanación de Lyla, la bebita;
ya tiene casi seis años y es hermosa, ¡hermosa! Como un ángel.
Un ángel.
Y cada dos años, entre lágrimas, recibo una nueva foto
enviada por su mamá, y nos saludamos. La última vez que estuve aquí casi la
íbamos a traer, pero ella tenía, creo, un partido de fútbol o algo así. Para
ella, eso es su vida, no está conectada con lo que pasó aquí, de modo que les
vuelvo a agradecer a todos los que levantaron su mano y a quienquiera que
me preguntó por esto, ¿quién fue que me
preguntó sobre esto hoy? Muchas gracias
por preguntar, porque todos compartimos aquel suceso asombroso, y ahora todos
los presentes lo comparten; sucedió aquí, justo aquí, en este salón. Y ese es
el poder de la intención, la intención colectiva.
La energía que podemos reunir puede cambiar a una
persona o puede cambiar al planeta. A ambos. Todo eso. Todo el tiempo. Y
empieza aquí con esa intención colectiva amorosa.
Desgrabación y
traducción: M. Cristina Cáffaro
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2 comentarios:
Maravillosa historia
Gracias por compartirla, es inspiradora
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