Cuando un animal se va de tu lado, no se marcha
del todo
Cuando un animal se va
de tu lado, no se marcha del todo. En tu mente aparece reiteradamente el recuerdo de todas las cosas que
os unen. Recuerdos de paseos por el parque. De salidas en grupo. De la alegría
con la que te recibía al llegar a casa. De confidencias. De complicidad y apoyo. De tardes de
invierno debajo de una manta compartiendo lecturas.
Llegan a tu memoria los recuerdos de los primeros
tiempos. Quizá lo complicada que fue la adaptación. Los primeros pasos como
compañeros de fatigas. Las primeras salidas. Los primeros cariños. Las primeras
trastadas. Los primeros enfados.
Al comienzo es duro. Todo tu entorno te lo recuerda y
no paras de pensar que las cosas podrían haber sido diferentes. Alguien te dice
que lo mejor es buscar un nuevo compañero. La idea se te hace impensable.
Imposible. Jamás podrán ocupar su lugar.
Cuando un animal se va
de tu lado, no se marcha del todo. En tu corazón permanece el recuerdo de ese ser querido con el que
has compartido alegrías, tristezas, sinsabores. No te paras nunca a
pensar que, quizás algún día, sea el último. La última sonrisa. El último
abrazo. El último cariño. El último día que te devuelve la mirada de fiel y
leal amigo.
La tristeza no es buena compañera
La tristeza es enorme y piensas que nunca vas a poder
superarlo. Pero un buen día amanece y te das cuenta que el recuerdo
sigue ahí, pero ya no duele tanto. El dolor es soportable. El recuerdo
infinito.
Dejar que la tristeza te aplaste y que el vacío que
siente tu corazón y tu alma te desborde únicamente puede hacer más oscuro el
túnel en el que estás
Cuando un animal se va
de tu lado, no se marcha del todo. Quizá vuelvas a encontrarle en otras circunstancias o en otro momento
de tu vida. Es posible también que ese reencuentro no se produzca porque ya no
está o porque no vuelve a cruzarse en tu camino. Pero tiene presencia en tu
corazón. Como una huella indeleble que siempre va a acompañarte.
El el compañero más fiel que nunca has tenido. El que
está contigo en todos los momentos. Nunca está cansado. Siempre te apoya. Sea
como sea. Si estás triste, te da su apoyo incondicional. Si estás contenta, lo
celebra contigo. No te abandona en ningún momento.
Es una relación de beneficio mutuo
Tú le dejas darte cariño, pero él también necesita del
tuyo. Porque ese amigo fiel tiene sentimientos y emociones. Un animal
es el mejor profesor de inteligencia emocional. Sabe expresar
perfectamente las emociones básicas: sorpresa, ira, asco, miedo, tristeza,
alegría. No necesita las palabras. Es el ejemplo perfecto de expresión
corporal.
Un animal es la mejor medicina para la soledad. El mejor maestro de la asignatura de
responsabilidad. El mejor entrenador para ayudarte a entender tus propias
emociones.
Cuando alguien se va
de tu lado, no se marcha del todo. Porque ese alguien forma parte de tu familia. De tu vida. Quizá te ha
acompañado desde tus primeros años y ha vivido contigo tus primeros desengaños, tu primer empleo, tu primer beso.
Recuerda siempre los momentos bonitos y dulces pasados
y agradece todo el tiempo compartido
Es posible que algunas personas no entiendan que
puedas sentirte así. Al fin y al cabo, no es una persona. Pero tú sabes
que únicamente le hace falta vocalizar para ser humano. Porque no
necesitáis del lenguaje hablado para entenderos. Porque
tenéis un código en el que no son necesarias las palabras. Porque siente,
piensa y se comporta mejor que algunas de las personas que conoces.
Sea como sea tienes que seguir adelante. Por eso,
cuando un animal se va de tu lado, no se marcha del todo. El
aprendizaje que te ha dado y el amor incondicional que te ha ofrecido lo
tendrás para siempre.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
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1 comentario:
muy cierto aun recuerdo a mis amigos peludos , incluso los que tuve en la infancia y hoy ya tengo 60 y los sigo recordando,
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