EXTRATERRESTRES EN EL VATICANO (I) (II) (III)
El hecho que
narro a continuación es de una enorme importancia en el estudio y
enjuiciamiento de todas las religiones y del propio fenómeno ovni. Lo
transcribo tal como aparece en mi último libro “Iglesia ¡despierta!”.
Se trata de la conversación que el papa Juan XXIII mantuvo con un ser que descendió de un pequeño ovni que se posó en los jardines de Castelgandolfo el año 1961, cuando el Papa paseaba con su secretario, el sacerdote Loris Francesco Capovilla.
Estas son sus palabras: “El Papa y yo estábamos
caminando a través del jardín una noche del mes de julio de 1961, cuando
observamos sobre nuestras cabezas una nave muy luminosa.
Era de forma oval y tenía luces intermitentes
de un color azul y ámbar. La nave pareció sobrevolar nuestras cabezas por
unos minutos y luego aterrizó sobre el césped en el lado sur del jardín.
Un extraño ser salió de la nave; tenía forma
humana a excepción de que su cuerpo estaba rodeado de una luz dorada y
tenía unas orejas más alargadas que las nuestras.
Su Santidad y yo nos arrodillamos; no sabíamos
lo que estábamos viendo, pero supimos que fuese lo que fuese no era de
este mundo y por tanto debía ser un acontecimiento celestial. Rezamos y
cuando levantamos las cabezas el ser estaba todavía allí.
Esto nos demostró que no era una visión lo que
vimos. ”
El Santo Padre se levantó y caminó hacia el ser; los
dos estuvieron alrededor de veinte minutos el uno frente al otro.
Se los veía gesticular como si hablaran, pero no se
escuchaban sonidos de voces.
No me llamaron, por lo que permanecí donde estaba y
no pude oír nada de lo que hablaron.
Luego el ser se dio la vuelta y caminó hacia su nave
y, enseguida, se elevó.
El Papa me dijo textualmente: ‘Los hijos de
Dios están por todas partes, aunque algunas veces tengamos dificultad en
reconocer a nuestros propios hermanos’; y continuamos nuestro paseo como si
nada hubiera pasado.
Varias veces después de aquel suceso, el Papa
y yo caminamos a través del jardín, y sus ojos miraban hacia
el cielo.
Él nunca dijo nada de platillos volantes, pero estoy
seguro de que ambos teníamos a los visitantes extraterrestres
en nuestras mentes”.Juan XXIII, además de admitir su existencia real,
llama ¡hijos de Dios! a los extraterrestres, e inexplicablemente (o más bien
muy explicablemente), este hecho trascendental, más importante que los
miles de casos que los ovnílogos han estado investigando en los últimos
sesenta años, y también más importante que todos los tratados teológicos
que se han escrito, apenas ha tenido eco ni entre los ovnílogos ni entre los
teólogos.
Y es que para los “expertos”, mezclar la religión
con los ovnis no es ni teológica ni ovnilógicamente correcto.
Pero este hecho es una rotunda confirmación de la
total relación existente entre las religiones y el fenómeno ovni, que es la
tesis que he defendido siempre y especialmente en mi libro Teovnilogía.
Sobre este importantísimo hecho, escribiremos más en
próximos días.
Fuente : Salvador Freixedo
EXTRATERRESTRES EN EL VATICANO (II)
Veo que lo que
escribí ayer ha suscitado interés en las mentes despiertas.
No me molesta en absoluto que haya quien discrepe en
temas tan importantes y profundos.
Es muy lógica la pregunta de algunos amigos de cómo
es posible que el Vaticano en todos estos años no haya dicho nada sobre un
hecho de una importancia tan enorme.
La contestación a esta duda es muy sencilla y yo la
vengo diciendo desde hace más de veinte años: porque la visita y lo dicho por
Juan XXIII, es ácido sulfúrico, sino para todo el dogma, sí para ciertas partes
importantes de él, que tendrían que ser revisadas a fondo.
Si la mera realidad del fenómeno ovni en sí,
constituye ya un problema para ciertos aspectos de la ciencia, el hecho de
habérsele presentado personalmente un extraterrestre al Papa, es algo vital
para el cristianismo.
Como ya dijimos, el testigo presencial fue el actual
cardenal Loris Francesco Capovilla, que hace unos días cumplió un siglo de
edad, con su cabeza totalmente despierta.
Los veinte años que tardó en decir por primera vez
lo que había pasado en los jardines de Castelgandolfo y los cincuenta y cuatro
años que han pasado desde que aquello ocurrió, son un silencio demasiado largo
y llamativo, que claramente está diciéndonos que la Santa Sede no quiere que se
hable del caso.
Y para los que digan que es uno de los tantos bulos
que corren sobre la persona de Juan XXIII, les diremos que igualmente es muy
extraño que en todo este tiempo, nadie del Vaticano se haya tomado el trabajo
de desmentir el bulo, porque eso sería dar a conocer un hecho que apenas había
trascendido, y preferían que siguiese así.
Es muy curioso también que, según se dice, (aunque
yo desconozca el origen y la veracidad de este detalle), el Papa le dijo a su
acompañante que no hablase de esto en veinte años, cosa que Capovilla hizo
religiosamente.
Juan XXIII se daba perfecta cuenta de la enorme
importancia que la visita tenía y de los muchos problemas de índole teológica
que tal noticia podría acarrearle a la jerarquía y a la propia fe de los
creyentes.
Alguno me escribió diciendo que él conocía el hecho
porque un monseñor obispo lo había dicho en un vídeo.
Pero muy curiosamente el tal monseñor, una excelente
persona, no pertenece a la jerarquía eclesiástica católica, sino a una Iglesia
Católica y Apostólica Reformada, fundada por él en el 2007.
He visto el vídeo en el que él trata con todo
respeto y veracidad los hechos, tal como el entonces joven sacerdote Capovilla
se los contó el 23 de julio de 1985 al periodista londinense del diario “The
Sun”.
Naturalmente esto no le da ni le quita credibilidad
al hecho. Pero es muy curioso que entre los miles de monseñores que hay en la
Iglesia Católica, solo un monseñor que no es auténtico, haya querido hablar del
caso.
En próximos días diré en qué baso yo mi aceptación
de esta visita como real, y cuáles son los problemas que le pueden acarrear al
dogma cristiano y en concreto al de la Iglesia Católica.
Fuente : Salvador Freixedo
EXTRATERRESTRES EN EL VATICANO (III)
Ayer prometí
decir en qué basaba mi convicción de la veracidad de la visita de un alienígena
a Juan XXIII, y hoy me encuentro en mi muro un vídeo con la persona que más me
ha ayudado para esta convicción.
Se trata de mi amigo ecuatoriano Jaime Rodríguez, el
mejor investigador de ovnis de Sudamérica.
Como periodista inteligente que es, se dio cuenta de
que la tal visita tiene más trascendencia para desentrañar el misterio de
nuestros visitantes espaciales, que sus mil piruetas aéreas y contactos con
individuos particulares.
En su vídeo muestra una conversación con el monseñor
Higinio Alas que ni le da ni le quita fuerza al hecho; lo que sí se la da, son
las investigaciones que Jaime Rodríguez ha hecho en Italia tratando de llegar a
la fuente inicial de la noticia.
Intentando hablar directamente con el anciano
cardenal, trató de ponerse en contacto con las personas más allegadas a él,
cosa que no le resultó nada fácil.
Primeramente habló con Filippo Riva el cual lo
remitió a monseñor Ezio Bolis, que muy educada y curialmente se mostró poco
complaciente.
El resumen de toda la información que el monseñor le
dio, fue que el cardenal Capovilla ya había dicho en su tiempo lo que tenía que
decir y que no había interés en hablar de ese tema.
En otras palabras, se admitía que algo había pasado,
pero que se prefería no hablar de ello.
El amigo Jaime sacó la impresión de que había un
positivo interés en mantener silencio sobre lo ocurrido.
Aparte de esto, una periodista reportera de
Televisa, hizo en Italia investigaciones a varios niveles sobre este mismo tema
y mandó sobre ello un reportaje en el que también se hablaba positivamente del
encuentro, pero no sabe por qué razón, los directivos del canal no quisieron
publicarlo.
Imaginamos que ante la importancia de la noticia,
querrían curarse en salud y preguntaron a la curia, que seguramente les diría
que la noticia era un bulo más sobre el buen papa Juan XXIII.
Reconozco que lo de la consulta a la curia es solo
una conjetura mía, pero la realidad es que el reportaje no salió al
aire Si la memoria no me engaña, tengo idea de haber visto en “Religión en
libertad” que el cardenal Capovilla, preguntado no hace mucho sobre la realidad
del hecho, dijo que era verdad.
Pero lo que más me inclina a creer en ello es su
largo silencio ante un “bulo” en el que él está directamente implicado y que
por lo tanto tiene la obligación de desmentir, y que, por otra parte, es muy
perjudicial para el dogma. •
En el Vaticano ha habido dos sacerdotes que han
tenido alguna relación con el mundo de los ovnis.
El primero fue Corrado Balduci, que allá por los
años setenta y ochenta, era el que daba la cara ante los periodistas que
preguntaban acerca del fenómeno.
Recuerdo alguno de sus artículos en el “Giornale dei
misteri” en el que, admitiendo la realidad de los ovnis, decía muy ingenuamente
que eso no era problema alguno para el dogma cristiano.
Desconocía por completo la hondura del fenómeno. El
otro sacerdote es el argentino Padre Funes, actual director del observatorio
del Vaticano.
Hace unos dos años cuando le preguntaron qué pensaba
de los ovnis, adoptó en la respuesta el estilo “científica y políticamente
correcto” de no pringarse con el tema de los platillos volantes. Al fin y
al cabo la astronomía es una ciencia muy seria.
Últimamente se ha mostrado más abierto al tema ante
las declaraciones de militares de alto rango y hombres de ciencia.
Mañana diré las implicaciones que la visita del
alienígena y las palabras de Juan XXIII pueden tener para las creencias
cristianas y en concreto para el dogma católico.
Fuente: Salvador Freixedo
EXTRATERRESTRES EN EL
VATICANO (Y IV)
25-10-2015
Los pocos
eclesiásticos que hablan voluntariamente del fenómeno ovni suelen decir que no
supone dificultad alguna para el dogma cristiano.
Pero se equivocan. El cristianismo está viciado “a
radice” por su geocentrismo.
Durante siglos, para la mente de un cristiano,
nuestro planeta y sus habitantes eran algo único en el cosmos, cuando la
realidad es que el universo estalla de vida por todas partes.
Nuestra infantilidad nos hace creer que si la vida
no es celular como la nuestra, no es vida.
Y por eso la teología cristiana ha estado por siglos
prescindiendo de los demás habitantes del universo –la megaciencia sigue
todavía negando su existencia— y presentándonos a un Dios pequeño y demasiado
celoso, ocupado casi exclusivamente de los pecadores habitantes de este
planeta.
El lejano día en que me convencí de que los ovnis
eran reales, la primera pregunta que me vino a la mente fue: ¿sus tripulantes
estarán también redimidos por Jesucristo?
Pregunta totalmente lógica en un creyente, pero que
automáticamente nos lleva a otras cuestiones de mayor calado: ¿necesitarán
ellos una redención?, ¿qué es la redención?, ¿tendrán también ellos un pecado
original?, ¿y en qué consistió ese misterioso pecado original que necesita una
redención?
Y de ahí saltamos al paraíso con la desobediencia y
la mítica manzana, y ahí el dogma entero empieza a ponerse borroso, sobre todo,
porque entra en juego la persona de Jesucristo, que es el centro y el eje de
toda esta redención.
Y, por lo tanto, se impone la difícil tarea de
redimensionar a Jesucristo y analizar cuál es su relación con el resto de los
habitantes del cosmos.
Otra de las creencias del cristianismo, que conflige
con la existencia de otros seres pensantes extraterrestres, es la idea de la
salvación.
¿Ellos se han salvado ya? ¿Están expuestos también a
una condenación eterna? ¿Y en qué consiste la salvación?
A través de sus dos mil años de historia los
teólogos y los moralistas han tenido tiempo para ir pegándole añadidos a las
enseñanzas básicas de Jesús, y así llegamos al siglo XXI con un dogma
encorsetado y un derecho canónico rígido, que tiene que ser sometido a ciertas
podas, que seguramente traerán disgustos como los que acarreó el concilio
Vaticano II.
Nuestros visitantes nos han dicho de muy diversas
maneras, cómo conciben ellos al Creador del universo, y sus ideas no suelen
coincidir con las nuestras, aparte de que tampoco están muy de acuerdo entre
ellos.
Es lógico que la mente que está por encima de todas
las galaxias no sea fácilmente comprensible.
Dicho esto, yo, que no soy más que una enciclopedia
de ignorancias –a pesar de todos los “maestro” que ustedes me dedican—, trato
de cumplir lo esencial de las enseñanzas de Jesucristo: No le hagas
trampas a nadie, ama a tu prójimo, no seas egoísta y ayuda en todo lo que
puedas a los que lo necesitan.
Fuente : Salvador Freixedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario