COMO LLEGAN NUESTROS HIJOS A NUESTRAS VIDAS
Durante mucho tiempo se ha desconocido todo o casi todo sobre el
embarazo, el parto y la lactancia a nivel energético o espiritual. Quiero ahora
aportar algunos puntos sobre este tema.
Es importante señalar que ningún embarazo es casual. No hay
posibilidad de error en un embarazo, pero tampoco hay posibilidad de forzarlo
cuando aún no es el momento.
El pre-embarazo
Durante 6 ó 7 años el alma de la criatura acompaña a la madre o al
padre antes del nacimiento, en algunos casos 8. Es un pre-embarazo, en el cuál
el ángel va acostumbrando a la familia a su energía, sobre todo en los casos de
niños de mucha luz, a la vez que va formando cuerpos sutiles de energía muy
espesos para él. Es un tiempo en el que el alma se habitúa a la materia.
Este tiempo no es fijo, puede variar de unos niños a otros. Hace no
mucho este tiempo solía ser de 2 ó 3 años como mucho. Algunos niños más
espirituales, como los niños que serían monjes en el Tíbet, podrían estar hasta
4 ó incluso 5 años acompañando a la madre, pero sólo casos especiales.
Es un tiempo muy especial pues se generan los lazos familiares y
los lazos del corazón. Son lazos sutiles que van más allá de la familia física
y llegan incluso a las personas que pueden adoptar a la criatura tras su
nacimiento, en estos casos los lazos pueden cruzar continentes si es preciso,
pues para el corazón no existen las distancias. También se forman los lazos que
unen los seres angélicos con la futura persona, el plan de vida e incluso cada
detalle de las experiencias futuras.
En este tiempo es posible que haya alguna anunciación si el niño es
muy esperado espiritualmente. Anunciaciones suaves, como sensaciones, emociones
o visiones a través de sueños.
En casos de niños espirituales, durante todo este tiempo de
pre-embarazo y en casi toda la infancia del niño, a la madre le acompañan naves
y seres de la Confederación Galáctica.
Abortos
Cuando el embarazo se proyecta como aborto, el alma sólo acompañará
a la madre 2 años como mucho, y sólo en el caso de que el alma quiera algún
recuerdo o experiencia de la vida humana, pues en muchas ocasiones no da tiempo
a que el alma descienda al cuerpo.
Los abortos ya están preparados desde otro nivel de conciencia,
suelen ser experiencias kármicas que ha de vivir la madre, no hay dolor por
parte del alma que reencarna para rápidamente desencarnar, no hay ruptura con
la vida, simplemente un fluir por el tubo de luz y un abrazo celestial
constante. El único dolor es la emoción en la vida por parte de la madre y sus
expectativas rotas, o el aprendizaje del perdón a través de la culpa que siente
por haber abortado.
Concepción
Tras el pre-embarazo, el momento de la concepción no es para nada
casual y sólo depende de la decisión del futuro ser, en función de la
experiencia de vida que quiera tener.
En el momento de la concepción cada detalle influye energéticamente
en la vida del futuro ser. Incluso los seres que ronden la pareja, el tipo de
emoción que se vive, o el dolor en caso de que lo haya. Ese tipo de energía
explosiona en formas y colores que humanamente no pueden ser reconocidas, y de
forma angélica se recogen para formar los futuros lazos emocionales del ser que
va a nacer.
En este caso no se trata de los lazos que se formarán con cada
persona, sino la forma que tendrán estos lazos, la manera en que la persona
sentirá que está unida con sus allegados.
En caso de una concepción dolorosa o negativa los efectos pueden
ser perfectamente sanados, pero la decisión de sanar y el trabajo deben partir
del nuevo ser, no de sus padres, ya que fue él mismo quien eligió esta
experiencia de emociones para su creación.
De todas formas no puede surgir ninguna enfermedad física ni
psíquica de esta concepción, sino una tendencia energética en la forma de crear
lazos en las relaciones humanas.
La concepción, en todos casos es dirigida por el Arcángel Gabriel o
ángeles muy elevados del rayo blanco, de forma mucho más especial para niños
espirituales. Él, en compañía de ser que va a hacer, provoca una relación
adecuada para la concepción y protege que energías adversas no deseables
afecten este momento. Esto hace que la relación y lo que vive el ser sea justo
lo que tenga que ser.
Embarazo
Durante el embarazo se va formando un tubo de luz desde el cielo
hacia el vientre de la madre. Este tubo de luz crece a la vez que se forman los
cuerpos más densos de energía. Así el cuerpo etérico, el astral y el cuerpo
mental van formándose junto el cuerpo físico de la criatura, dentro del vientre
materno, fruto del trabajo de ángeles y seres de luz elementales creadores de
la materia.
El tubo de luz es el tubo por el cual desciende el alma al cuerpo
físico. Este descenso es gradual y en ningún caso se hace en solitario, sino en
compañía constante de una bandada de ángeles de la misma familia de luz.
Puede durar meses el descenso y a veces incluso, en casos
difíciles, años. Se trata del verdadero nacimiento, la integración del alma en
el cuerpo físico, y es algo muy especial, muy agradable y armonioso para el
bebé.
Aproximadamente sobre el 4º mes de embarazo la mayor parte del
tiempo el nuevo ser ya está en el cuerpo físico, dentro del vientre materno.
Entonces la luz Crística, la semilla divina que el ser trae a la vida, se
establece en el timo.
Aquí es cuando se empieza a tener un contacto directo con la vida a
través de la diferenciación de sonidos y colores. El ritmo cardíaco de la madre
ayuda a establecer la sutileza del ser celeste en la densidad material. Este
ritmo, fuerte y extremadamente profundo para el bebe, es un anclaje clave para
su cuerpo de luz.
Mientras dura el proceso de anclaje, unos 3 ó 4 meses, el ser tiene
un contacto directo con la familia de luz, únicos seres a los que distinguirá
como diferentes a él. Este será un contacto mucho más amoroso y cercano para él
durante todo el embarazo, mucho más que el enlace con la madre. Tanto, que
algunas almas cuestan de desprenderse de esta amorosa unión y retardan su
nacimiento, o se tiene que forzar esta separación desde otros niveles.
Por lo demás, no creerá en ningún momento que la madre y él son
diferentes, no sentirá diferencia aquí. Tampoco sabrá que los sonidos y colores
del exterior del vientre son lejanos a él, los identificará como parte del
todo. Como parte de aquello que ya es.
El sueño de la vida, la conciencia temporal
Poco a poco, durante el mismo descenso por el tubo de luz, la
conciencia celeste se va durmiendo y aparece la conciencia temporal. Conciencia
ya establecida cuando la nueva vida ya está en el vientre materno. Este cambio
no es brusco si no un fluir semejante a cuando suavemente entramos en un dulce
sueño arropados en calor y amor. En este sueño, lo primero que surge es la
necesidad de experimentación.
En este tiempo, el sentimiento de amor profundo es clave y constante.
Viene de la misma familia de luz angélica. Ellos, desde el tubo de luz y junto
al ser, abrazan de manera constante la criatura pues saben que el nuevo ser
está perdiendo poco a poco conciencia de quién es y comienza a tener conciencia
únicamente del nuevo espacio, del amor, y las sensaciones…
Cada día investiga y descubre sus bracitos, manitas, boca, se toca
el cuerpo y se siente. También se toca el cordón umbilical y sabe o cree saber
que él también es el cordón umbilical. Siente presiones contra el vientre
materno y eso le da seguridad y le gusta. Siente los latidos y cree que eso es
el ruido de la vida, el ruido del mismo ser que él es.
No puede esperar más que lo que existe en él, y eso abraza y ama
con su experiencia.
El nacimiento
En este tiempo, y de manera paulatina, se va formando otro tubo de
luz, uno más estrecho y en dirección inferior y no superior. Este tubo tiene
tonos rosas, azules y violetas, algunos toques dorados como finos hilos y sobre
todo mucha luz. Es el tubo que enlazará al bebe con la vida, el tubo del
nacimiento completo. Por aquí, el bebe cada vez más sabe que va a descender, se
siente atraído y su voluntad fuerte le indica que ese es el camino. No siente
angustia, sólo siente un empuje hacia esta dirección, hacia su camino.
En el momento de nacer, un estallido de luz ocurre a su alrededor.
Ángeles le llaman desde el tubo inferior y le animan a que salga por él y
mientras, otros ángeles le ayudan a empujarse a través de la vida. No hay
esfuerzo tal y como nosotros creemos, es un esfuerzo diferente del físico,
lleno de seguridad y control. La criatura sabe exactamente lo que debe hacer,
instintivamente. No sufre dolor físico pues los nervios no están formados lo
suficiente como para que lo sienta. Tampoco dolor emocional pues su cuerpo
emocional no se empezará a formar hasta mucho más adelante. Solo sensaciones y
sentimientos.
Este empuje hacia la vida humana es una gran celebración, la
voluntad del alma por vivir es la fuerza que impulsa el parto. Por todos lados
seres de luz celebran este encuentro del alma con su propia vida.
Nada más nacer, un gran ángel espera al bebé para recibirle y
señalarle que todo está correcto. Justo frente a la madre. Este ángel le señala
dónde está la madre. Tras esto, según el momento de encuentro con la madre se
alarga, los ángeles se aproximan más al bebe y a los padres y ayudan a formar
lazos de unión entre ellos y los familiares más próximos.
Cuando el bebe ha nacido por cesárea, prácticamente no sabe que ha
nacido, se descoloca su voluntad hacia la vida y hacia este descenso o
recorrido que internamente sabía que tenía que recorrer. Esta separación o
ruptura con su misión o camino ha de ser reparada trabajando el amor y la
voluntad hacia lo desconocido a lo largo de la primera infancia.
En los casos en que los bebés son apartados de la madre la
presencia angélica se duplica. El bebé siente frio y se siente perdido, algo
aturdido al dejar de escuchar el fuerte latido del corazón de la madre que
durante tanto tiempo le ha acompañado. Sobre todo una gran sensación de
ausencia, de vacío y soledad. Esta sensación se supera con el gran sentimiento
de amor que recibe por la presencia angélica, pero la presencia angélica no
puede aportar el calor físico y el calor del cuerpo emocional de la madre y el padre.
Esta separación, ya sea en la misma o en otra estancia, puede doler al bebé en
un futuro, pero también puede ser sanada a través de regresiones o con mucho
calor familiar posterior al parto.
Tras el nacimiento, de 0 a 3 meses
En todo este proceso ocurre algo maravilloso y desconocido para
todos. El tubo de luz por el cual descendió el ser por primera vez, no
desaparece, y se mantiene hasta el 12º o 13º mes tras la concepción, lo que
corresponde al 3er ó 4º mes de vida.
Durante todo este tiempo, realmente la criatura no ha nacido
completamente, sigue unido por un cordón umbilical de luz a la familia celeste.
Sigue unido al cielo y al Hogar. Y muy fuertemente a la madre, pues aún cree
que él es la madre.
Este tubo de luz desaparece según se afianza el ser en la vida y es
esencial que en este tiempo el bebé reciba todo el calor humano posible.
Hasta que no desaparece completamente el tubo de luz, el bebé
siente y cree que él es la madre, necesita de su calor y su presencia de manera
constante pues una separación, aunque breve, para él es como una ruptura
consigo mismo. Incluso cuando la criatura hace un viaje astral en un sueño, al
volver al cuerpo con su astral, primero regresa a la madre estirando los brazos
para abrazarla con dulzura, como punto de referencia de cuál es el cuerpo que
le une a la vida. Una vez con la madre, entra en su cuerpo otra vez y despierta
de su dulce sueño.
El explorador, a partir del 4º mes
A partir del 4º mes el tubo de luz que separa el cielo y la tierra
se va borrando, creándose una unión mucho más fuerte con la vida humana. Por
ello, a partir de este momento el bebé ya puede estar en una cuna, sillita de
paseo o un espacio él solo. Este sería el momento en que de manera natural el
mismo bebé soltara los brazos de la madre, la cual le ha sostenido día y noche,
pidiendo explorar el mundo él sólo.
Ya está preparado para ir explorando poco a poco la vida.
Identifica perfectamente a quienes le rodean y sabe quiénes son, su luz o
resplandor, qué tipo de seres le acompañan, los ángeles que hay en la casa, la
energía de los diferentes rincones del hogar… Todo lo puede saber e identificar
con sólo 4 y 5 meses.
Ya en el 5º mes y el 6º, el bebé empieza a ver más allá de los
ángeles, puede ver seres que anteriormente presentía, presencias del bajo
astral. Se necesita entonces estar muy atentos a sus lloros y sollozos pues
pueden indicar que algo le da miedo más allá de lo físico.
Del 6º al 12º mes
A partir del momento en que el niño se convierte en un explorador
sus centros energéticos o chakras se ponen en funcionamiento y comienzan a
desarrollarse. Este desarrollo durará toda la infancia, hasta prácticamente la
adolescencia pudiendo alargarse hasta la adultez en casos especiales.
Los primeros chakras que se forman son los superiores, el niño nace
con el 7º chakra (coronilla) completamente abierto y según está en la etapa que
estamos mencionando se desarrolla el 6º chakra por delante y por detrás (tercer
ojo). Esto se corresponde con la capacidad de visión, el discernimiento y la
voluntad.
Más adelante, y según sea su crecimiento, logrará una mayor o menor
apertura de los diferentes chakras, pero es muy importante mencionar cómo
cuando aún es un bebé estos centros deben abrirse con naturalidad, sobre todo
el chakra que regula la voluntad y la energía o impulso interior para lograr
las metas en la vida. Y esto sólo puede activarse y abrirse cuando el bebé es
libre en su juego exploratorio y su vida.
Es pues necesario permitir y dejar al niño hacer en la medida de lo
posible, utilizar poco la palabra “no” y no dirigir al bebé hacia donde los
padres creen más adecuado, sino permitir que el niño llegue él solo donde deba
ir. Esto creará un centro de voluntad fuerte, estable y en la adultez el nuevo
ser encarnado no tendrá miedos o limitaciones a la hora de crear y realizar sus
sueños.
Gracias Susana Pizzola por recordar en consciencia.
PUBLICADO EN Conducta
Humana del Ser Divino
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