Amado Maestro Kuthumi: “Tienen que aquietar su mundo emocional”
En la actividad y
servicio de percibir la Verdad, que es la Naturaleza de Dios mismo para la
humanidad, el primer servicio efectuado por el Hermano consciente es aquietar
la frecuencia vibratoria del mundo emocional del aspirante a la Verdad, hasta
que en lo más recóndito de su corazón, el alma del individuo consiga gozar de
la Naturaleza de Dios. Esa persona podrá entonces absorber la consciencia y
verdadera gloria de ese Ser Perfecto que se supone debe ser incorporado a
través del yo externo de cada corriente de vida perteneciente a esta evolución.
Una vez que, aún por un instante, esa realización de la Divinidad sea absoluta
y comprendida por el mundo emocional, la persona nunca volverá al estado de
oscuridad que actualmente forma parte de la conciencia masiva de la gente.
No hace mucho, Yo
también transité el camino de los seres humanos; nací en una familia de
considerable riqueza, cada uno de mis deseos era satisfecho, cada uno de mis
caprichos pasajeros era cumplido por padres complacientes, y viví una vida de
alborozo y supuesta felicidad en Assisi. Sin embargo, cuando los placeres del
momento habían saciado Mi naturaleza y hube escapado por un momento de mis
actividades diarias a la quietud de la campiña, escuché el sonido de la
Naturaleza a través de la corriente de un arroyo; oí el canto de los Devas
jugando entre los árboles, y Mi alma, por un momento, fue liberada de los
deseos y apetitos del cuerpo.
En esa calma, que
ahora Me doy cuenta, Me fue dada por medio de un Poder más grande que Mi propia
conciencia en evolución, vi por un momento al Maestro Jesús sereno, hermoso, majestuoso;
y dentro de Mi mundo emocional comprendí, en ese instante, ¡la Verdadera
Naturaleza de Dios encarnada en el ser humano! Para Mí, ese fue el comienzo de
una nueva vida en la que cada electrón atraído del Corazón de Dios fue dedicado
a encarnar esa Naturaleza a través de Mi propia mente, alma y espíritu; y el
imitar al Cristo se convirtió en Mi alegría cada hora, hasta que formé parte de
la plenitud de esa Naturaleza.
Tomado de: “Sabiduría de las Edades”. Lord Koot Hoomi.
Editorial Manifestación.
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