Todos
nosotros poseemos un campo energético que nos rodea, protege y comunica del
entorno. Es el encargado de indicarnos qué es lo que nos está pasando,
avisándonos sobre qué parte de nosotros deben ser tenidas en cuenta por tener
algún tipo de problema.
Por
ello, a través de él, podemos prevenir enfermedades, peligros, riesgos, etc.,
que nos ocasionarían alteraciones tanto en nuestro cuerpo como en nuestra vida
cotidiana.
Pero
también es a ese campo energético donde llegan los estímulos, dolores,
agresiones, malos pensamientos, ataque y malas energías del entorno, de los
otros; y también de uno mismo. Todo ello, como he dicho, nos altera, condiciona
y afecta hasta el punto de cambiar, dificultar y hasta frenar nuestra vida.
Debido a esto es por lo que son tan importantes las protecciones y limpiezas
energéticas. Con ellas podremos devolver nuestra persona y nuestra vida a la
normalidad.
De
igual manera, el cuerpo energético, nos permite sentir todo lo bueno que nos
rodea, así como todo lo positivo que emana de nosotros hacia nosotros y hacia
los demás. En este sentido, cuanto más armónico esté, cuanto más limpio lo
tengamos, mejor será el proceso y más abiertos estarán los canales de
transmisión y recepción en nuestro campo energético.
¿Qué
es lo que puede hacer que este campo se debilite?
La
alimentación; la poca ingesta de agua; los pensamientos negativos,
catastrofistas, pesimistas; los malos sentimientos a los demás; el miedo, la
baja autoestima y falta de confianza en uno mismo; las enfermedades; el estrés
y las obsesiones; la dependencia emocional; los lugares de baja vibración; las
personas que nos quieren mal y les permitimos que nos hagan sentirnos
inferiores; las personas que pretenden controlarnos y les permitimos que no nos
dejen ser nosotros mismo; el exceso de protección; ser víctimas de ataques
energéticos o psíquicos; y tener alguna entidad espiritual no elevada
conviviendo con nosotros pues se alimentan de nuestra energía.
En
el caso de las enfermedades, es muy importante entender que éstas surgen por
una mala canalización de la energía, un bloqueo en alguna zona de nuestro
organismo.
Estos
bloqueos van siempre unidos a un pensamiento o emoción que nos daña
energéticamente y, por tanto, termina derivando en el cuerpo físico y en
nuestra salud. Este proceso es lo que se llama Somatización emocional y debería
formar parte de nuestra educación desde pequeños para aprender a reconocer
nuestros puntos delicados, emocionalmente hablando, y así evitar futuras
dolencias o enfermedades.
En
todos estos casos la protección y la limpieza energética nos va a ayudar a
liberarnos de la carga de este tipo de energía densa y dañina, así como nos
potenciará y activará nuestro campo energético para que esté sano y fuerte ante
las adversidades.
Una
limpieza energética consiste en la eliminación de todas las malas energías que
tenga la persona, ya sean provocados por ella misma o por su entorno y que
ocasionan bloqueos, alteraciones o hiperactividad en sus centros energéticos y
capas áuricas.
Pero
una limpieza energética, no sólo sirve para equilibrar el campo energético de
una persona, también de un lugar, de un objeto, de una casa, etc., en
definitiva de cualquier lugar, persona o cosa que lo necesiten.
En
el caso de los lugares y objetos, lo que sucede es que absorben la energía de
quienes los posee o de quienes se los manden y, si no es positiva, pueden
dañar a sus dueños o a otros que se aproximen a ellos.
Existen
muchas técnicas de limpieza y la tradición juega un gran papel. A lo largo de
la historia nos han llegado diferentes formas de realizar este proceso que
pueden incluir técnicas religiosas, mágicas o energéticas, pero lo más
importante es que con todas ellas se obtienen resultados.
Dentro
de las técnicas más tradicionales tenemos las velas, inciensos, plantas,
agua y sal, cruces, oraciones, cristales y cuarzos, espejos, objetos mágicos,
imágenes (dioses, ángeles, santos), péndulos, huevos de gallina, azúcar,
amoniaco, sonido (música, diapasones, campanas, cuencos, etc.).
Aparte
de lo expuesto, podemos fortalecer y limpiar nuestro campo energético con
Chi-kung, meditación, visualización, transmisión de energía con las manos,
etc.
Hay
que entender que cuanto más fortalecido lo tengamos, menos serán las improntas
externas que accedan a nosotros, la fortaleza va de dentro hacia fuera,
no al revés y, si nos acostumbramos a protegernos de fuera hacia dentro, al
final, lo que estamos haciendo, es debilitándonos, pues no estamos
fortaleciendo nuestro ser interno que es el único que realmente puede hacer que
podamos estar en cualquier lugar, por muy complejo, denso, “negativo” que pueda
ser y que no nos afecte de ninguna forma.
Esto
se puede conseguir, no somos más fuertes o más espirituales o más puros cuando
no vamos a los sitios o estamos con las personas porque nos sentimos mal,
porque no nos gusta, porque nos debilita, es justo al contrario, este tipo de
sensaciones solo indican debilidad interior, que en realidad no vibramos en las
frecuencias altas, porque si así fuese, como digo, no nos afectaría nada de lo
externo, no nos dañaría, no nos enfermaría.
La
cuestión es, que al percibir estas otras frecuencias, activemos nuestro campo
energético y no penetran en él, por lo que no penetran en nosotros y ya. Solo
así podremos estar seguros de que estamos bien, de que estamos compensados,
equilibrados, elevados.
El
problema no viene de fuera sino de dentro, el problema no lo tienen los otros,
por muy densos que éstos sean, sino nosotros, no lo olvidemos….
De
entre estos materiales elegiríamos los adecuados a la técnica utilizada y la
limpieza necesaria. Por ejemplo, hay una técnica muy sencilla que deberíamos
acostumbrarnos a hacer cada 15 días como máximo y es el “Baño
Purificador”.
Para
llevarla a cabo hay que utilizar una plantas purificadoras (por ejemplo,
angélica, romero, laurel, olivo y albahaca), siempre en número impar,
hirviéndolas 3 minutos y colándolas en la bañera, con el resto del agua y 5
puñados de sal gorda marina.
Llenamos
el baño de agua y echamos las plantas coladas en el agua con los 5 puñados de
sal. Nos metemos dentro de la bañera y estamos 20 minutos. No conviene estar
más pues es el tiempo necesario para la limpieza.
En
este tiempo podemos poner música y relajarnos, no utilizar jabones ni aceites
en el agua. Al salir nos sentiremos relajados, ligeros, fortalecidos, con
nuestro campo energético limpio y energetizado, con energías renovadas para
afrontar la vida con otro ánimo y fuerza interior.
Todos
los pacientes y amigos que se lo he recomendado se han sentido tan bien que ya
lo incluyen en su aseo diario, que es lo más importante. Porque además, con
este baño prevenimos que puedan acceder a nosotros enfermedades y otras
situaciones no agradables.
Otra
técnica de limpieza es la de los “Sahumerios”. Ésta sirve para limpiar casas o
lugares, incluso personas. La forma de hacerlo es poner en una cazuelita de barro
o de metal, unos carboncillos de quemado lento y sobre ellos colocar unas
plantas como el olivo o el romero y resinas como incienso o mirra.
La
variedad también ha de ser en número impar, es decir, 1, 3, 5 ó 7 plantas. Una
vez colocadas las plantas sobre los carboncillos, empezará a salir un humo
purificador que iremos pasando por toda la casa o por el lugar que queramos o
alrededor nuestro. Con varias pasadas limpiaremos de malas energías y
sentiremos igualmente alivio, ligereza y energías nuevas, como pasaba con el
baño.
Las
limpiezas energéticas, además de solucionar problemas, son unas técnicas
preventivas y de bienestar general. De aquí procede la gran importancia que
tiene el saber hacerlas y utilizarlas en nosotros mismos. Además, son sencillas
como podéis ver y no requieren de muchos conocimientos religiosos o
mágicos, sólo es saber las técnicas que tenemos que hacer con los materiales
adecuados.
Es
muy común pensar que para conseguir una buena limpieza son necesarios muchos
utensilios, saber oraciones, rituales, seguir unas ceremonias complicadas,
etc., y nada más lejos de la realidad. Las limpiezas son algo sencillo, ya que
la sencillez es una virtud del espíritu ligada a la humildad.
No
es lícito pensar que cuanto más aparatoso y complicado sea un ritual más efecto
tendrá porque, en muchos casos, en estos rituales juega mucho el teatro y el
sentirse especiales o superiores al resto de personas.
La
realidad es otra, las limpiezas energéticas deberían formar parte de nuestro
aseo cotidiano para que realmente éste sea completo. Con el aseo, limpiamos
nuestro cuerpo físico y con las limpiezas energéticas, limpiamos nuestro cuerpo
energético.
Es
cierto, que una persona especializada en el tema, tendrá más fuerza para
realizarlas pues la práctica y la diversidad de casos con los que se haya
encontrado hace mucho, por ello, conviene pedir consejo de cuál es la mejor
técnica cuando estamos empezando a conectar con este mundo, pero con el tiempo,
podemos llegar a ser unos buenos terapeutas energéticos en la sección de
limpiezas y protecciones.
Tanto
el aseo como la salud son básicos para una vida adecuada y fructífera, por ello
actuando sobre los dos planos, el físico y el energético, conseguiremos que así
sea.
Sol Ahimsa
Terapeuta holística y profesora
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