LA NECESIDAD DE UNIDAD Y RESPONSABILIDAD PARA MANIFESTAR EL
EQUILIBRIO EN LA NATURALEZA.
La Naturaleza posee una capacidad intrínseca de equilibrarlo y
armonizarlo todo de forma misericordiosa y consistente, por eso cuando los
seres humanos se muestran descuidados o imprudentes, están interfiriendo el
equilibrio universal, desafiando el orden sagrado y, al hacerlo así, provocan
una lluvia torrencial de efectos que no sirven más que para ralentizar el
devenir del destino de luz.
Por ello, las precauciones excesivas no alteran el destino, y si
estos descuidos o imprudencias afectan a los demás, es posible acelerar su
ritmo de evolución y con ello forzarlos a que lo afronten sin estar preparados,
de forma que ese daño provocado a los demás por el propio descuido, hace al
inductor responsable del daño que ocasione; es decir, se ha sembrado una
semilla dañina, que dará lugar a una cosecha enferma.
Sin embargo, si en lugar de ser descuidados, os volvéis
solícitos por el bienestar de los demás, generaréis una fuerza útil que os
protegerá de las inclemencias, para que todo quede equilibrado de acuerdo al
plan de la Naturaleza, en lugar de ser precipitado fuera de tiempo.
Cada ser humano nace y renace como una entidad independiente y
puede poner nuevas causas en marcha cuyos motivos pueden estar inspirados y
venir definidos por sus principios superiores, o por sus deseos personales.
Los impulsos desde el lado superior de la naturaleza de cada
esencia provienen de su fuente espiritual, la cual es la fuente de toda vida, y
esos impulsos son, necesariamente, de naturaleza altruista y deberían ser
siempre los motivos de todas las acciones emprendidas, de manera que nunca
habría lugar para la equivocación si se perseverase en ellos, por lo que dichas
acciones serían útiles a los demás, y nunca dañinas para uno mismo.
Así que, ya veis, la unidad y origen espirituales de todos los
seres humanos, es la base para las enseñanzas conductuales que les fueron
entregadas a los primeros moradores de la esfera por todos los Maestros de la
Sabiduría Antigua del pasado.
Cuando no se hace a los demás lo que no gustaría que le hiciesen
a uno, no se necesita pensar en las consecuencias que vendrán después, la
propia Naturaleza y las futuras efusiones o vidas no serán afectadas por
tragedias y desgracias.
Por eso, cuando se obedece a los impulsos inferiores, se
producen como resultado fricciones y desajustes que conducen, en muchos casos,
a accidentes y desastres en el ahora y en el futuro. Así se construye el
destino, y se atraen las tragedias, que tan amargamente repercuten en todos.
Angel Luis Fernández.
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