El campo magnético de la
Tierra: ¿cómo nos afectan sus cambios?
El campo
magnético es un atributo que La Tierra, al igual que casi todos
los planetas del Sistema Solar y el mismo Sol, posee. En el universo hay gran
cantidad de magnetismo, pues se sabe que el movimiento de los
gases enrarecidos de las estrellas lo produce.
El
magnetismo de la Tierra se origina en su interior. Pero no es porque exista un
gran magneto en su interior, que es como se suele representar al campo
magnético de la Tierra.
Lo que
sucede es que el campo terrestre se asemeja mucho al de un imán, un tipo de
campo bastante bien estudiado y muy útil como una buena aproximación a la
realidad.
Las
hermosas luces del norte se deben a la acción del campo magnético de la Tierra.
Pero
sabemos que en el interior de la Tierra, las altas temperaturas son más que
suficientes para destruir el magnetismo de cualquier material. Así que una gran
masa de material magnético no es la causa del magnetismo.
El
efecto dinamo
¿Cuál
es entonces? Los científicos no se ponen de acuerdo aún, pero sucede que la
capa externa del núcleo de la Tierra es de hierro líquido, y el movimiento de
rotación del planeta le imprime a una rotación a este fluido, permitiendo que
desarrolle magnetismo espontáneo.
A este
efecto se le conoce como efecto
dinamo y esta es la teoría más aceptada en la actualidad sobre el
origen del magnetismo terrestre.
Los
polos de este imán definen un eje que no es paralelo al eje de rotación de la
tierra, diferenciándose de este en unos 11-12 º aproximadamente.
El campo magnético de la Tierra se debilita
La
brújula apunta al norte magnético, que actualmente se encuentra al norte de
Canadá, en la isla Bathurst, a unos 1600 km del norte geográfico. Este es uno
de los puntos de la Tierra donde el campo magnético es perpendicular a la
superficie. El otro está en el polo sur magnético.
Pero el
polo norte magnético no se queda quieto por mucho tiempo en un solo lugar. Se
sabe que se está moviendo apresuradamente en dirección a Siberia, a una
velocidad actual de 50 km/h.
Por eso
es que muchos aseguran que en el futuro se verán muchas más auroras boreales en Siberia y el norte de
Rusia.
Por
ahora las hermosas luces del norte son visibles en Alaska, Canadá y norte de
Europa, aunque hasta el momento, ellas no parece que sigan exactamente a los
movimientos del norte magnético.
Por
cierto, el polo sur magnético también se mueve, pero más lentamente, ya que los
movimientos de ambos son independientes. Y en el sur también hay auroras, solo
que en estas latitudes hay menos gente que las pueda admirar.
Esta
migración del polo norte incide en los sistemas de navegación de todo el mundo,
que deben corregirse con más frecuencia cada vez. Sobre todo en los
desplazamientos a altas latitudes.
Pero
los científicos saben desde el siglo XIX que el polo magnético se mueve, en
realidad esto no es nuevo. Lo que desconcierta a los expertos es que el ritmo
con el que se están sucediendo los cambios se ha acelerado mucho últimamente.
El
hecho de que el norte magnético se esté moviendo no es tan grave. Después de
todo los polos magnéticos han experimentado migraciones con anterioridad y han
vuelto a su punto de partida. Cuando esto sucede se dice que los polos están
de excursión.
La
brújula ha sido utilizada desde hace siglos como instrumento de orientación.
Este
movimiento es distinto a la inversión,
que es un poco más radical, en la cual los polos magnéticos se trasladan
intercambiando sus posiciones.
Si se
produjera una inversión total, la brújula apuntará hacia el sur, en vez de
hacerlo hacia el norte, como hasta ahora.
Los
tiempos geológicos son largos
Que
sepamos, ninguno de estos cambios sucede de la noche a la mañana. Así que en el transcurso
de algunos miles de años, el norte magnético podría llegar a estar en el
ecuador, y luego retornar a su punto de partida. O podría desplazarse
definitivamente a algún punto en la Antártida.
Se
conoce que la última excursión tuvo lugar hace unos 40.000 años, mientras que
la la última inversión fue hace 780.000 años.
Todos
estos cambios de largo plazo se agrupan bajo la denominación de variaciones seculares del campo
magnético. Pero el magnetismo terrestre también experimenta variaciones en
períodos de tiempo mucho más cortos, del orden de segundos todos los días.
¿Cómo
se dispone de fechas tan precisas para estimar las variaciones seculares? La
respuesta está en las rocas y en los sedimentos. Los minerales que contienen
son capaces de retener la magnetización que existía en el momento en que
emergieron de las profundidades de la tierra, hasta el lecho marino.
En
cuanto a las variaciones de corto plazo, el campo magnético es monitoreado a
través de muchas estaciones tanto en tierra como en los satélites.
Lo que
más preocupa a los científicos acerca de las variaciones seculares, es que
durante una inversión o una excursión, el campo magnético de la Tierra se
debilita.
Una vez
que los polos se establecen en su nueva posición, el campo se reactiva y puede
durar así por largos períodos, incluso de millones de años, hasta que un
mecanismo, por ahora desconocido, produce nuevos cambios. Al menos así lo ha
hecho hasta ahora, que sepamos.
Pero en
la actualidad se está observando un debilitamiento en la intensidad del campo,
que de proseguir, augura un desplome completo en el plazo de unos pocos miles
de años.
Los
expertos creen que de alguna manera la dinamo que produce el
campo deja de funcionar durante un tiempo. Cuando los polos magnéticos se
ajustan a su nueva posición, se reactiva y el campo es creado nuevamente.
La vida durante una inversión magnética
¿Qué le
sucede a los seres vivos mientras tanto? Tampoco se sabe con certeza aún,
aunque es seguro que la humanidad y muchas otras especies sobrevivieron luego
de la última inversión. Por lo tanto es poco probable que ocurra una extinción
en masa.
Tampoco
es probable que la atmósfera terrestre se pierda, al menos no
del todo. No obstante, el planeta quedaría desprotegido en cierta medida,
puesto que el campo magnético terrestre se encarga de desviar las partículas
altamente energéticas que provienen del Sol: el viento solar.
El
planeta Marte por ejemplo, se cree que tuvo atmósfera en el pasado, pero al
perder su campo magnético, el viento solar arrasó con ella. ¿Corre la Tierra el
mismo peligro? Se cree que han ocurrido unas 180 inversiones del campo magnético
terrestre. Y aún tenemos atmósfera.
Pero sí
es cierto que, tomando en cuenta que el proceso de inversión dura miles de
años, durante un buen tiempo la vida en la Tierra estaría recibiendo mucha más
radiación de la que recibe en estos momentos.
La capa
de ozono se debilitaría aún más, permitiendo la entrada de más radiación
ultravioleta. Y esto conduciría a un aumento en la tasa de cáncer en la piel, por ejemplo.
Muchas
especies usan el campo magnético de la Tierra para orientarse
En
cuanto a los demás seres vivos,se sabe que hay muchas especies que son capaces
de usar el campo magnético terrestre para navegar, como pájaros y abejas.
Otros
animales como cetáceos, peces y tortugas también poseen una especie de brújula
interna para orientarse. Incluso se dice que las vacas y los ciervos descansan
con sus cuerpos orientados según el campo magnético de la Tierra.
En las
cabezas de aves y abejas hay cantidades minúsculas de magnetita, un
óxido de hierro con propiedades magnéticas intensas, actuando como sensores
ante el campo.
Esta
capacidad de los seres vivientes para detectar el magnetismo recibe el nombre
de magnetorrecepción. De
esta forma, hay especies que encuentran el camino aún en la oscuridad o en los
días sin sol. Algunas bacterias también contienen magnetita, que les ayuda a
desplazarse hacia los lugares más favorables.
Sin
duda estas especies tendrían algunos problemas, ya que sus rutas
migratorias se verían afectadas. Pero como la vida es tan adaptable,
seguramente la evolución encontrará nuevos caminos y estos seres terminarían
adaptándose a las nuevas condiciones.
El impacto en las telecomunicaciones
El
impacto más grave estaría sin dudas en el estilo de vida, puesto que los
cambios magnéticos inciden notablemente en las telecomunicaciones.
Las
comunicaciones se verían paulatinamente afectadas con los cambios en el campo
magnético terrestre.
El
debilitamiento del campo magnético de la Tierra en algunos lugares, por ejemplo
en la llamada anomalía del
Atlántico Sur, entre América del Sur y África, ha traído como
consecuencia daño en algunos satélites.
La
radiación consistente en partículas cargadas con alta energía, interactúa con
los mecanismos electrónicos, causando problemas de funcionamiento.
Periódicamente
el Sol envía grandes cantidades de material, más de lo que acostumbra a hacer
con el viento solar. Al llegar a las inmediaciones, estas
partículas producen variaciones en el campo magnético de la Tierra.
Se
trata de las tormentas solares, capaces incluso de modificar la
órbita de los satélites que orbitan la Tierra.
Debido
a las tormentas solares, se generan corrientes eléctricas no previstas, que
viajan largas distancias por los cables de alta tensión.
Se han
dado casos de pérdidas de estaciones eléctricas en muchos puntos del globo:
China, Canadá, Nueva Zelanda son algunos de los países que se han visto
afectados.
Las
consecuencias pueden ser apagones y pérdida temporal de las señales en las
telecomunicaciones.
¿Nos
espera un cataclismo magnético?
El campo magnético de la Tierra ejerce
como un escudo protector ante esta intensa actividad solar,
que suele aparecer en períodos de 11 años. Pero sabemos que este escudo podría
verse seriamente debilitado en el futuro.
Sin
embargo, los científicos aún desconocen si lo que está sucediendo actualmente
con el campo magnético terrestre nos llevará a una simple excursión de los
polos o definitivamente a una inversión.
Con el
conocimiento del que se dispone ahora, lo único que se sabe es que durante los
últimos millones de años han ocurrido unas 180 inversiones del campo magnético
de la Tierra, sin evidencia de periodicidad en ellas. En otras palabras, se
sabe que volverá a ocurrir, pero no cuándo.
¿Sería
un evento cataclísmico como los que se muestran en las
películas? Posiblemente no.
Tomando
en cuenta que estos fenómenos suceden en tiempos geológicos, pensando con
optimismo, podemos afirmar que la humanidad tiene tiempo suficiente para
prepararse ante estos cambios.
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