Cuando nos volvemos víctimas de agresiones verbales, emocionales y físicas
no hay tiempo que perder. El corte debe ser definitivo, la defensa drástica y
la protección concedida, terminante.
El hechizo
Consiga dos puntas de
flecha (pueden ser dijes, pueden ser flechas de juguete, puede también
confeccionarlas usted mismo). La punta de flecha es un amuleto muy antiguo de
defensa, muchos indios guerreros llevaban este símbolo colgado al cuello para
defenderse de los malos espíritus.
Unte con unas gotas de
aceite de cocina sus manos. Sostenga una punta de flecha en cada mano, cerrando
los puños. Mirando a cada punto cardinal y elevando las manos cerradas por
encima de la cabeza y formando una cruz, visualice su cuerpo todo protegido por
un escudo luminoso e impenetrable, y repita enérgicamente cuatro veces.
Hágalo, en cada caso,
mirando al sur, al norte, al este y al oeste, mientras dice cada vez: “Mi
cuerpo se eleva por sobre tus ofensas, mis manos son lanzas que me protegen, mi
escudo de luz te arroja a la distancia para que nunca más puedas a alguien
dañar”. Repita este ejercicio varias veces al día, y lleve consigo siempre una
mano de Higa como amuleto protector (puede ser un dije, un llavero, es la
figura de una mano cerrada en puño donde el pulgar emerge entre el índice y el
anular, los antiguos solían tallarla en coral o azabache para alejar el Mal).
La punta de flecha es
un amuleto muy antiguo que transmite coraje de guerrero. Tallada en obsidiana
negra es, sin dudas, un talismán de la justicia. Además, tiene propiedades para
resolver juicios y favorecer la mediación.
Favor
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