ARMONIZAR SU CORAZÓN Y SU CEREBRO PARA CREAR SANACIÓN- PARTE 1
En las tradiciones occidentales se suele decir que empezamos a
morir en el momento en que nacemos, y esa creencia está tan firmemente
arraigada en el modelo médico como lo ha estado históricamente y en la forma en
que pensamos de la enfermedad y la sanación, por un lado. Y por el otro, las
tradiciones espirituales más apreciadas siempre nos han dicho algo muy, pero
muy diferente. Dicen que desde el momento en que nacemos empezamos a sanarnos.
Y lo que la mejor ciencia, la de nuestro tiempo actual, la del siglo XXI, está
demostrando que en realidad los órganos están diseñados para repararse a sí
mismos, incluso los que nos dijeron que no podían hacerlo: el tejido de la
médula espinal, el tejido cerebral, el tejido cardíaco, el tejido pancreático,
el tejido prostático, todos estos órganos que estamos tan acostumbrados a oír
que nos están fallando en tantas perspectivas diferentes. Los órganos están
diseñados para repararse y sanarse a sí mismos bajo las condiciones adecuadas,
dado el entorno adecuado. ¿Cuáles son esas condiciones? Esa es la cuestión.
Algunas son más bien ambientales; pueden ser externas al cuerpo, como el agua,
el aire, la calidad de nuestra alimentación. Algunos pueden ser químicos, los
suplementos que tomamos y algunos de los productos de hierbas que nuestros
ancestros comprendieron y utilizaron con gran éxito en la sanación de sus
cuerpos antes de que llegara la medicina moderna. Y creo que esos son
interesantes. Lo que realmente me fascina es el entorno interno del que nos
habló el Buda. De forma muy elegante, dijo que cada hombre y mujer es el
arquitecto de su propia sanación y de su propio destino. No sé qué sentido
habrá tenido esto para los de su época, pero en nuestro mundo actual tiene un
sentido tremendo, porque la mejor ciencia del siglo XXI está confirmando ahora
los principios más profundos, los principios espirituales, de nuestras
creencias más antiguas y apreciadas, diciéndonos que, de hecho, estamos
profundamente conectados con nuestros cuerpos, con el mundo, y esa
interconexión es tan profunda que tenemos la capacidad de autorregularnos desde
adentro para crear los efectos en nuestros cuerpos y en los demás cuerpos.
Una de las grandes ironías de nuestro tiempo es que después de
5.000 años de historia humana registrada, con los mayores avances tecnológicos
de la historia de la humanidad, aún no hemos respondido a la pregunta más
fundamental que podríamos hacernos sobre nosotros mismos. Y la pregunta es
simplemente "¿Quiénes somos?"
La ciencia de los últimos 300 años nos ha dicho que estamos
separados de nuestros cuerpos, separados los unos de los otros, separados de la
Tierra, separados del Cosmos, y que la regla fundamental de la Naturaleza, se
basa en realidad en un modelo de competencia y conflicto. Y esta idea de la
separación y del conflicto está profundamente arraigada en nuestras vidas, en
nuestro mundo, en nuestra sociedad. Las economías del mundo, las corporaciones
del mundo, el modelo médico, todo se basa en estas ideas de separación, de
competencia y conflicto desde hace 300 años. Así que cuando comparto esta
información, a menudo me preguntan: "Está bien, Gregg, lo entendemos; tal
vez la ciencia no lo hizo del todo bien durante los últimos 300 años, este es
el siglo XXI, tenemos internet, iPads y teléfonos celulares, ¿qué diferencia
hay?" Y es una muy buena pregunta. Y la respuesta sorprende a muchos
porque el mundo que conocemos hoy es un reflejo de la forma en que respondemos
a la pregunta "¿Quién soy yo? ¿Quiénes somos?" Cuando respondemos
basándonos en la separación, la competencia y el conflicto, esas respuestas se
reflejan en todo lo relacionado con nuestro mundo y nuestras vidas. Así que
desde las economías globales que se basan en la competencia y el conflicto, las
corporaciones y el modelo médico moderno (dos de nuestras relaciones más
íntimas), estas ideas están tan profundamente arraigadas en nosotros que
literalmente programamos nuestros cuerpos, a veces inconscientemente, para
reflejar estas ideas de separación, competencia y conflicto y eso surge
químicamente en nuestros cuerpos. La nueva ciencia ha revertido 300 años de
pensamiento científico. Los nuevos descubrimientos -y estos se basan en la
ciencia revisada por pares, por lo que no se trata de especulaciones, teorías o
hipótesis, sino de ciencia pura revisada- nos dicen ahora, sin lugar a ninguna
duda razonable, que estamos profundamente conectados con nuestros cuerpos, que
estamos profundamente conectados con la Tierra, que estamos profundamente
conectados entre nosotros, y que el modelo fundamental de la Naturaleza se basa
en la cooperación con lo que los biólogos llaman ayuda mutua, no en la
competencia y el conflicto como hemos escuchado en el pasado. Esto lo cambia
todo, porque vivimos en una época de extremos en nuestro mundo y esos extremos
en el mundo están creando extremos en nuestras vidas. Quizás ahora, más que en
cualquier otro momento de nuestra historia, tengamos que pensar y vivir de
forma diferente a como lo hemos hecho jamás y la nueva ciencia, que está
confirmando las tradiciones espirituales más antiguas y apreciadas, nos está
dando las razones para cambiar nuestra forma de pensar y nos está diciendo qué
funciona y qué no, y ya no necesitamos hacer las cosas que no funcionan y
podemos hacer muchas de las cosas que sí funcionan. Y esto se reduce a los
principios básicos de nosotros, nuestros cuerpos, nuestra relación con nuestros
pensamientos, sentimientos, emociones y creencias, y cómo intervienen en
nuestra vida diaria.
Entonces, cuando la ciencia responde a la pregunta "¿Quiénes
somos?", dice que para hacerlo bien, primero debemos responder a seis
preguntas distintas, seis subpreguntas bajo el marco de "¿Quiénes
somos?" Así que si podemos imaginar una pirámide invertida de manera que
el vértice esté en la parte inferior y estas seis preguntas estén en el centro
de la pirámide, las viejas respuestas a la izquierda y las nuevas respuestas a
la derecha. Esta sería una muy buena perspectiva para que entendamos por qué
nos han hecho creer lo que nos han hecho creer y cómo los nuevos
descubrimientos han cambiado esas creencias.
Empecemos por la base de la pirámide. La pregunta esencial cuando
nos preguntamos "¿Quiénes somos?" es "¿De dónde venimos? ¿Cuál
es nuestro origen?" Esa es la primera pregunta.
La segunda pregunta es "¿Cuáles son los orígenes humanos?"
(porque pueden ser distintos de los orígenes de otras formas de vida).
La tercera pregunta se refiere a las relaciones. "¿Cuál es
nuestra relación con nuestro cuerpo?".
La siguiente pregunta es "¿Cuál es nuestra relación con el
mundo más allá de nuestro cuerpo?
La siguiente pregunta es "¿Cuál es nuestra relación con el
pasado? ¿Es lineal o cíclico?"
Y la última pregunta es "¿Cuál es nuestra relación con la
Naturaleza?"
La ciencia dice que si podemos contestar estas seis preguntas,
entonces tenemos la oportunidad de responder a la gran pregunta: “¿Quiénes
somos? ¿Quién soy?”
Decimos que la ciencia comenzó hace unos 300 años cuando Isaac
Newton formuló las leyes de la física, de modo que durante unos 300 años la
ciencia ha intentado responder a estas seis preguntas esenciales y sus
respuestas nos han llevado a una historia de separación. Nos dijeron que el
origen de la vida es aleatorio, que el origen de la vida humana es aleatorio,
que estamos separados de nuestros cuerpos y que somos esencialmente impotentes
cuando se trata de sanar nuestro cuerpo o incluso de regular la forma en que
funciona en el mundo. Nos dijeron que estamos separados del mundo más allá de
otros cuerpos, y que no solo tenemos muy poca influencia en lo que ocurre
adentro, sino que no tenemos ninguna influencia en lo que ocurre en el mundo
más allá de nuestros cuerpos.
Nos han dicho que la relación con el pasado es lineal, y esto es
importante, porque la creencia es que la civilización ha tenido lugar solo una
vez hace unos 5.000 años en la antigua Mesopotamia -en esa zona, en Egipto, en
China. y se ha desarrollado de forma lineal hasta donde estamos hoy, hasta la
cúspide o sofisticación que somos hoy. Y que sólo sucedió una vez.
La última pregunta ("¿Cuál es nuestra relación con la
Naturaleza?"): A partir de 1859, Charles Darwin comenzó a decirnos que la
regla fundamental de la Naturaleza se basa en la lucha, en "la
supervivencia del más fuerte" (esas son las palabras que usó), que la
Naturaleza está basada en un modelo de competencia y conflicto. Así que estas
ideas de separación de nosotros mismos, del mundo, de competencia y conflicto,
están tan profundamente arraigadas en nuestras vidas y en nuestro mundo actual
que casi las damos por sentadas. A veces ni siquiera reconocemos lo
profundamente arraigadas que están en nuestra vida actual. Están arraigadas en
la naturaleza de las economías del mundo, que en estos momentos se tambalean y
colapsan bajo el peso de su insostenibilidad, están profundamente arraigadas en
las ideas de las empresas, en la forma en que las personas trabajan juntas, en
cómo compartimos los recursos, en cómo sanamos nuestro cuerpo. El modelo
médico, por ejemplo, está profundamente basado en estas ideas de separación. La
mejor ciencia de finales del siglo XX y ahora de principios del XXI le ha dado
un vuelco a 300 años de pensamiento científico con nuevos descubrimientos
revisados por pares en la literatura científica, por un lado. Por el otro, hay
reticencia y a menudo una resistencia flagrante a compartir esto en la cultura
dominante. Así que los nuevos descubrimientos que revierten 300 años de ciencia
no se ven comúnmente en las aulas, en los libros de texto, en los documentales,
en los medios de comunicación convencionales por una serie de razones, y la
gente me pregunta cuáles serán estas razones, y es fácil responderla: es el
ego, el hábito, el dinero principalmente, el hábito de enseñar las viejas
tradiciones y los libros de texto que las reflejan, y los educadores que
durante treinta, cuarenta, cincuenta años de sus vidas han contado la misma
historia. Es comprensible que haya reticencia a adoptar esas nuevas ideas.
¿Cuáles son las nuevas ideas? La mejor ciencia de finales del siglo
XX y ahora de principios del siglo XXI nos dice que el origen de la vida
ciertamente no es aleatorio. Nos lo dice la evidencia física. La ciencia nos
dice que el origen de la vida humana, el ADN, no es aleatorio. Podemos hablar
más de lo que eso significa, pero no somos simplemente el producto de una
biología evolutiva fulminante que tuvo lugar hace 200.000 años. La mejor
ciencia de nuestros días nos está diciendo que estamos profundamente conectados
con nuestros cuerpos, y eso es importante. Nos está diciendo que nuestros
pensamientos, sentimientos, emociones y creencias -que se originan tanto en el
cerebro como en el corazón- desencadenan la química que puede revertir de veras
la enfermedad, sanar nuestros cuerpos, desencadenar la longevidad de maneras que
no han sido comúnmente aceptadas en Occidente. Así que la mejor ciencia ahora
es atemporal. Esa ciencia nos dice que estamos profundamente conectados con el
mundo más allá de nuestros cuerpos.
La física cuántica nos dice actualmente, más allá de cualquier
duda, que esta conexión ya no es una controversia en cuanto a si estamos o no
conectados unos con otros en el mundo. La controversia es hasta qué punto
estamos conectados, hasta qué punto llega nuestra conexión, hasta qué punto
podemos influir -y voy a utilizar esta palabra muy, pero muy intencionadamente
porque no se trata de control y manipulación- hasta qué punto podemos influir
en nuestros cuerpos o en los cuerpos de nuestros seres queridos cuando se trata
de sanar, o cuánta influencia tenemos realmente en el mundo más allá de
nuestros cuerpos.
La ciencia nos dice ahora -en lo que a esta idea lineal de la
civilización respecta- que la civilización en realidad es cíclica y que
nosotros somos el ciclo más reciente de 5.000 años. Cuando decimos que la historia
comenzó hace 5.000 años, ese es el comienzo de nuestro ciclo. Hubo un ciclo
antes de esos 5.000 años, y otro anterior a él, empujando la fecha de las
civilizaciones tecnológicas avanzadas tardías hasta la última Edad de Hielo. La
mejor ciencia de nuestro tiempo, al referirse a la civilización, ahora nos dice
que es muchísimo más antigua de lo que nos han hecho creer. Actualmente sabemos
que nuestros 5.000 años de historia humana registrada son un ciclo y solo el
más reciente de al menos tres ciclos. Lo que tenemos que preguntarnos cuando
consideramos esto es: Si los seres humanos hemos estado aquí tanto tiempo y
hemos pasado por tres ciclos de civilización, siendo este el tercero, ¿qué
pudimos haber sabido en el pasado que hemos olvidado? ¿Qué sabían nuestros
antepasados que quizá nunca hemos descubierto? ¿Qué podemos aprender de ellos?
Y la última pieza de nuestro período, de nuestra pirámide invertida, es que la
ciencia nos dice ahora que la regla fundamental de la Naturaleza está realmente
basada en la cooperación y en lo que llamamos ayuda mutua, no en la competencia
y el conflicto que Darwin propuso hace 150 años.
Esto lo cambia todo. Nuestra sociedad, las raíces, el fundamento de
nuestra sociedad, data de finales de los años 50 y de principios del siglo XX,
precisamente cuando las ideas de Darwin estaban siendo adoptadas: competencia,
conflicto, separación. Esas ideas fueron tan ampliamente aceptadas, están
profundamente arraigadas en nuestras vidas en formas que a veces ni siquiera
reconocemos que aparecen una y otra vez. Son los principios insostenibles en la
forma de pensar, en la forma de vivir. Por ejemplo, la economía global se está
hundiendo y colapsando en algunos lugares y la pregunta es por qué. ¿Por qué no
funciona el sistema? Porque se basa en una idea de competencia y conflicto que
es una idea insostenible. El principio fundamental de la Naturaleza es la
cooperación. La gente dice: "Bueno, vemos la competencia y el conflicto en
la Naturaleza todo el tiempo". Y yo digo: "Sí, lo vemos. Tenemos que
ser honestos con nosotros mismos, está ahí. Sin embargo, es en respuesta a
condiciones específicas, no es la regla fundamental de la Naturaleza, y cuanta
más competencia y más conflicto veamos en el mundo, eso nos indica lo mucho que
nos hemos alejado de nuestra auténtica relación inherente con la Naturaleza.
Así que cuando consideramos estos nuevos descubrimientos, cambia la
forma de responder a la pregunta: "¿Quién soy yo? ¿Quiénes somos?".
Pasamos de la idea de separación y competencia a la de conexión y cooperación
que se refleja en el mundo que rodea nuestros cuerpos. Es la Naturaleza, está
reflejada en nuestros cuerpos. Y comparto esto porque este principio es el
principio de la sanación que a menudo se pasa por alto en el modelo médico
moderno. La medicina moderna se basa en las viejas ideas de separación,
competencia y conflicto a nivel biológico, a nivel celular en nuestros cuerpos.
Así que ahora tenemos una nueva forma de responder a la pregunta: "¿Quién
soy yo? ¿Quiénes somos?" No somos lo que nos han dicho en el pasado,
probablemente somos mucho más de lo que nos hemos imaginado en nuestras vidas y
entonces esto se convierte en una guía desde la que podemos mirar cualquier
pregunta cuando se trata de nosotros en una relación con nuestros cuerpos,
respuestas que se basan en la ciencia que refleja de nuevo las tradiciones
espirituales más antiguas y apreciadas. Todos sabemos que hay una epidemia de
enfermedades que se está extendiendo en nuestro mundo de una manera nunca vista
anteriormente. Parte de ello se debe a que somos una civilización globalizada,
es cierto, y algunas de las toxinas ambientales que solían estar localizadas
están ahora más globalizadas. Sin embargo, en un nivel más profundo, puedo
hablarles personalmente -de los viajes que he realizado en algunos de los
lugares más magníficos, hermosos, prístinos, remotos y aislados que quedan en
el mundo actual- donde las condiciones y las enfermedades que a menudo damos
por sentado aquí en el mundo occidental, en el mundo moderno, ya sea por la
edad, o simplemente por el medio ambiente, no existen en algunas de estas otras
culturas. He estado con gente en el sur de los Andes donde los cánceres
simplemente no existen. No tienen cáncer de mama ni de próstata. En Asia, en
Egipto, en Oriente Medio, hay personas de más de cien años que tienen una
excelente memoria. Muchas veces se nos dice que la demencia está en la pérdida
de memoria, que es una función de la edad. No es así. Según mi experiencia,
tiene más que ver con cómo vivimos y alcanzamos esa edad, cuáles son los
factores que contribuyen a estas condiciones que nos están robando lo que más
apreciamos, que es la vida misma, la nuestra y la de nuestros seres queridos. A
las personas a veces les cuesta ver la respuesta, pero está en la forma en que
hemos elegido vivir nuestras vidas, en la forma en que hemos elegido pensar y
creer sobre nosotros mismos mientras vivimos nuestras vidas, y estas son formas
separadas pero relacionadas de ver lo que nos está pasando en nuestros cuerpos.
Cuando estaba en la escuela, me enseñaron que el cerebro es el
órgano principal del cuerpo. El cerebro es ciertamente importante y todos lo
reconocemos, pero la nueva ciencia nos está demostrando que el cerebro recibe
del corazón muchas de las instrucciones que le indican qué hacer, qué química
liberar en el cuerpo, qué fórmulas desencadenar en él. Probablemente no debería
ser tan sorprendente que el corazón desempeñe un papel tan poderoso en nuestras
vidas, porque es el primer órgano que se desarrolla en nuestro cuerpo cuando
estamos en el vientre materno. Y uno de los grandes misterios del modelo médico
occidental es qué desencadena ese primer latido, qué ocurre en un instante en
el que hay una masa de células y tejidos inmóviles y en el siguiente pasa algo
que activa los desencadenantes de la vida que comienza a pulsar como latidos
del corazón. ¿Qué ocurre? La ciencia aún tiene que responder a esa pregunta; no
lo sabe con certeza.
Nuestros ancestros tenían una respuesta que la ciencia simplemente
no puede respaldar en este momento. Lo que ellos nos transmitieron es que ese
primer latido es el momento en que el alma entra en el cuerpo, en que hacemos
la conexión con algo mayor, algo más grande que nosotros mismos. Y ya sea que
lo creamos científicamente o no, el hecho es que algo sucede con ese primer
latido y nos habilitamos y capacitamos, como seres humanos de formas que
ninguna otra criatura que conozcamos tiene la aptitud de expresar. Eso es lo
que nos da nuestro poder de sanar.
A menudo se dice que empezamos a morir en el momento en que
nacemos. Lo que la ciencia nos está mostrando muy claramente ahora es que
empezamos a sanar en el momento en que nacemos y la razón por la que puedo
decirlo ahora es que sabemos sin ninguna duda que cualquier órgano del cuerpo
humano está diseñado para sanar. Cada órgano en el cuerpo humano tiene la
capacidad no sólo de sanar el daño sino de regenerar el deterioro en el tejido
después de haber sido dañado. Podemos regenerar y sanar incluso los órganos que
nos dijeron que no podíamos, como el cerebro, el corazón, el páncreas, el
tejido de la médula espinal. Todo esto ha sido científicamente documentado con
la capacidad de repararse y sanarse a sí mismos dadas las condiciones
adecuadas, bajo las condiciones adecuadas, el entorno adecuado. Así que nuestro
papel ahora, cuando hablamos de sanación y de la esencia de la sanación es
¿cuál es el entorno que optimiza nuestra capacidad de honrar el regalo de la
vida en nuestros cuerpos? ¿De dónde viene esto realmente? Y podemos verlo desde
cantidad de niveles diferentes. Ciertamente el entorno físico, el aire puro, el
sol, el agua potable, es una parte muy poderosa de eso y nuestros ancestros,
hace miles de años, sabían que el aire puro y el agua potable eran medicina. Si
alguien estaba enfermo, lo sacaban afuera y le decían: "Respira este aire,
bebe esta agua" y milagrosamente empezaba a sanarse y ahora sabemos por
qué.
Pero va más allá de eso. Sabemos que el ambiente interno, los
pensamientos, sentimientos, emociones y creencias pueden ser sanadores o
tóxicos. Y para la ciencia esta es una forma relativamente nueva de pensar en
nosotros, en nuestra relación con nuestros cuerpos. Lo que ahora sabemos es que
la calidad de las emociones que creamos dentro de nuestro corazón determina la
señal que enviamos al cerebro para que libere sustancias químicas en nuestro
cuerpo. Cada momento de cada día está teniendo lugar una conversación entre
nuestro corazón y nuestro cerebro. Es una conversación bidireccional. Nuestro
corazón mantiene una gran conversación con el cerebro y el cerebro se comunica
con el corazón, pero no tanto. Se trata de una serie de señales más pequeñas
que parecen volver al corazón. Hay una conversación bidireccional y regulamos
la calidad de esa conversación a través de las emociones que albergamos en
nuestro corazón. Así, por ejemplo, cuando sentimos que no estamos seguros en el
mundo, cuando tenemos miedo, odio, ira, celos, rabia, ansiedad, ese tipo de
sentimientos se basan en una señal específica para el cerebro y en base a esa
señal el cerebro libera sustancias químicas en el cuerpo que refleja esa señal.
Así que, en el caso de la ira, el odio, el miedo, los celos, la frustración,
eso es estrés, y las sustancias químicas del estrés en nuestro cuerpo, como
todos sabemos, son los altos niveles de cortisol y adrenalina, realmente buenos
para breves períodos de tiempo, lo que llamamos “luchar o huir” cuando tenemos
que tomar una decisión y correr como locos o detenernos y defendernos. Estamos
diseñados para hacer eso, pero no estamos diseñados para vivir nuestras vidas
bajo condiciones sostenidas de “luchar o huir”. Unos minutos, si no quieren
vivir así cada día y cada hora y cada semana y cada mes. Conozco personas que
lo hacen y se les nota. Llevan su dolor y ese estrés en sus cuerpos. Sus
sistemas inmunológicos se debilitan en presencia de ese tipo de estrés. Las
hormonas rejuvenecedoras se suprimen, porque toda la energía del cuerpo está
dirigida a la lucha o a la huida.
Quiero ser muy claro, no quiero decir que sea malo tener esas experiencias
cuando el estrés no está resuelto. El estrés no resuelto se convierte en un
problema en nuestras vidas. El estrés en sí es solo una señal. Nos está
advirtiendo que algo en el entorno necesita nuestra atención. Podemos honrar
esa señal y decir: “¿Qué necesito abordar en mi entorno? ¿Qué necesito
considerar? ¿Qué necesito cambiar?”, y luego hacer nuestra elección a partir de
ahí. Creo que esa es una forma saludable de encarar el estrés. Lo malo es
cuando anestesiamos el estrés con drogas, alcohol, adicciones, adicciones a
sustancias químicas o a lo digital, lo que es un problema nuevo hoy en día y la
ciencia está empezando a hablar de ello. Todos tienen el mismo efecto. Así que
este tipo de ambiente que creamos dentro de nuestros cuerpos se refleja directamente
en la salud y el bienestar de nuestros cuerpos. Uno de los nuevos
descubrimientos que me fascina se hizo en 1991 pero no se publicó hasta 1994 y
es el descubrimiento de unas 40.000 células especializadas en el corazón humano
que se concentran de forma muy precisa. Es una red neuronal dentro del corazón.
Son células llamadas neuritas sensoriales; son como células cerebrales, pero no
están en el cerebro y funcionan en el corazón de forma muy similar a como
funcionan las células en el cerebro. Estas células piensan, aprenden,
recuerdan, independientemente del cerebro craneal. Podemos sintonizar juntos
nuestro corazón y nuestro cerebro, armonizarlos de modo que estos dos órganos
separados compartan realmente una red neuronal común y tengamos la oportunidad
de acoger el poder de esa red en nuestras vidas. Y aquí es donde tenemos las
extraordinarias experiencias de niveles profundos de intuición, de
precognición, y sus efectos sobre la salud como la activación de las hormonas
rejuvenecedoras en nuestros cuerpos y la activación de una respuesta inmune
tremendamente poderosa en ellos. Todo se reduce a nuestra capacidad de regular
esta conexión entre nuestro corazón y nuestro cerebro. Y este es uno de los
puntos en los que nuestros ancestros fueron muy claros en nuestras tradiciones.
La ciencia recién ahora está alcanzando esa sabiduría.
Una de las preguntas que se hace la gente es de qué forma algo como
un pensamiento o una emoción puede tener el poder de cambiar la química de
nuestro cuerpo. Y es una muy buena pregunta, porque en el mundo moderno, en el
mundo occidental, se nos ha condicionado en gran medida a creer que los
pensamientos, los sentimientos y las emociones en realidad son cosas sin
importancia. Por un lado, en nuestra cultura se nos ha enseñado a descartarlos,
y por otro lado, en muchas culturas indígenas son lo más importante en sus
vidas, son los agentes más potentes de sanación que alguien pueda tener. Así
que la pregunta "¿Cómo funciona esto?" la estamos viendo en un par de
niveles diferentes. Lo que sabemos ahora en nuestra ciencia moderna es que
cuando sentimos una emoción dentro de nuestro corazón, esa emoción envía una
señal a nuestro cerebro y la calidad de esa señal determina cómo responde el
cerebro a la emoción. Así que, si pueden imaginar una señal del corazón al
cerebro que sea una serie de ondas muy suaves, agradables, uniformes, (el
termino que se utiliza es “coherentes”), el cerebro igualará esa química suave,
uniforme y organizada y liberará las sustancias químicas que sustentan la vida
en nuestros cuerpos. Aquí es donde nuestro sistema inmunológico se vuelve
realmente fuerte, una súper respuesta inmune. Incluso las hormonas
rejuvenecedoras se desencadenan en presencia de este tipo de señal del corazón
al cerebro.
Por otro lado, la señal de la química del estrés -cuando sentimos
esos momentos de frustración, ira, odio, celos, rabia, miedo- es diferente.
Parecería que estamos apostando en el mercado bursátil. Es una carga de ondas
muy caóticas, desorganizadas e irregulares que van del corazón al cerebro que
las recibe y dice: "Oh, necesito igualar esta química, esta es química de
estrés". Aquí es donde la adrenalina y el cortisol, las hormonas del
estrés, se liberan en el cuerpo, lo que -como dije- es bueno por períodos
cortos de tiempo, pero ustedes no desean vivir sus vidas así, con esas
sustancias químicas corriendo por su torrente sanguíneo.
¿Qué puede ser más importante que nuestra capacidad de regular la
señal entre nuestro corazón y el cerebro? Eso se convierte, por mucho, en el
centro de la salud y la sanación de nuestras vidas. Esta forma de pensar
respecto a nuestro entorno interno difiere completamente de lo que muestra el
modelo médico actual, que sugiere que estamos separados de nuestros cuerpos,
por lo que no hay razón para esperar que cualquier cosa que podamos hacer desde
el interior tenga un efecto beneficioso en nuestros cuerpos.
Recuerdo cuando descubrí esto por mí mismo. Yo era un corredor de
competición. Viví veinte años en Denver, Colorado, trabajando con las corporaciones.
Nunca tuve la oportunidad de hacer estas cosas en la escuela secundaria, así
que en las corporaciones tuve la oportunidad de correr en equipos de triatlón y
maratones competitivas. Y la primera vez que me lesioné la pierna corriendo y
fui al médico y le pregunté: "¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo visualizar?
¿Qué puedo sentir para que mi rodilla se sane más rápido?" Y recuerdo que
el médico me miró y dijo: "Hijo, puedes visualizar y sentir lo que quieras
para sanar; esto no va a hacer ninguna diferencia. Es probable que se sane
cuando esté lista para sanarse". Y yo pensé: "Oh, la visión de este
hombre difiere mucho de la sanación que he llegado a comprender". Pero no
es sorprendente al ver cómo ha respondido la ciencia a la pregunta
"¿Quiénes somos?". Por eso es tan importante. Nuestras vidas reflejan
esta idea de la separación y la impotencia que proviene de la separación y
vivimos nuestras vidas de esa manera. Es muy, pero muy diferente a vivir
sabiendo que estamos diseñados, programados, para sanar y regenerar nuestros
cuerpos cuando aceptamos la verdad más profunda de nuestra existencia y
encaramos la vida de una manera completamente distinta.
Así que nos fijamos en la química que se desencadena desde el
corazón y el cerebro. Es una de las formas en que comenzamos a iniciar este
proceso de sanación en nuestros cuerpos. Y va aún más profundo, porque estamos
hablando de las más de 40.000 células nerviosas en el corazón, las neuritas
sensoriales. Cada una de esas células al ser estimulada de la manera adecuada,
comienza a crear neuritas, y una neurita es cualquier apéndice que se extiende
desde la célula misma. ¿Por qué es tan importante? Porque la neurita es la que
forja las conexiones con las demás neuritas que crean las sinapsis a través de
las cuales se transmiten las señales de nuestro corazón, así que cuantas más
conexiones creemos, más fuerte será la señal y más reflexiva en nuestras vidas.
Cuando aprendemos a ejecutar las técnicas, eso se convierte en una segunda
naturaleza, no tenemos que sentarnos y encontrar el momento adecuado del día y
cerrar la puerta, encender una vela, poner música, quemar incienso y crear el
ambiente adecuado para desencadenar esta sanación en nuestros cuerpos. Una vez
que empezamos a adoptar las técnicas para armonizar nuestro corazón con nuestro
cerebro, podemos hacerlo en cualquier sitio. Y la verdad es que cuando más lo
necesitamos, suele ser en el momento menos oportuno de nuestra vida para poder
hacer estas conexiones.
Es así como funciona. Es el acto mismo, el acto de sentir la
sensación de ya haber sido sanados incluso cuando nuestro cuerpo nos está
mostrando una enfermedad o dolencia. Cuando podemos percibir la sensación de
estar ausentes de esa enfermedad, podemos percibir lo que se siente al estar
enteros y sanos e intactos y plenamente capacitados, plenamente encarnados como
un ser. Esa es la señal que motiva a estas neuritas a empezar a crecer y buscar
otras neuritas que estén reflejando esas señales. El acto, la expectativa de
encontrarnos en ese estado de sanación, es lo que desencadena que nuestro
cuerpo refleje lo que esperamos de él. Y no ocurre instantáneamente, se
necesitan unas setenta y dos horas para que una neurita pueda conectarse con
otra. Según la línea de tiempo, necesitan ese tiempo para crecer. De modo que
esto abre toda una nueva puerta de posibilidades. El número 72 es muy
significativo en las tradiciones antiguas, en los textos antiguos, cuando de
sanación se trata. Tres días, setenta y dos horas. Muchas tradiciones,
incluyendo la cristiana, nos dicen que es lo que tarda en sanar un cuerpo
normal y ahora sabemos por qué. Ese es el tiempo que estas conexiones
neuronales tardan en establecerse, así que cuanto más podamos sentir la
sensación de que nuestra sanación ya ha ocurrido, dando las gracias porque esa
sanación que ya está presente, ese es el desencadenante para que nuestros
cuerpos hagan crecer las células nerviosas para forjar las conexiones, para
desencadenar que la química del cerebro refleje esa sanación.
Entre 1850 y 1859, Charles Darwin publicó un libro que rompió el
paradigma, titulado El origen de las especies, y con ese libro la comunidad
científica de aquella época de hace más de 150 años adoptó las ideas que
presentaba, casi sin cuestionarlas. Lo que Darwin intentó hacer en su época,
fue responder a la pregunta "¿Quiénes somos?" e intentó hacerlo sin
necesidad de Dios, la religión, la fe, o la Iglesia, que siempre había sido la
forma de responder a las preguntas en el pasado. Así que cuando, en la época de
Darwin, la gente se preguntaba: "¿Cómo nos sanamos?" "¿Cómo
podemos vivir nuestras vidas de una mejor manera?" "¿De dónde
venimos?" "¿Cómo funcionan las cosas?", tradicionalmente esas
preguntas las respondía siempre la Iglesia. Darwin, como científico, dijo:
"Voy a dar el primer paso para llevarle al mundo moderno una respuesta que
no requiere a Dios, la fe, la Iglesia o la religión". Y El Origen de las
Especies fue su manera de hacerlo. Por lo tanto, Darwin, quien obviamente era
un científico, y personalmente creo que era un buen científico, en su época no
tenía manera de saber lo que sabemos hoy sobre las células y las neuritas y el
ADN que solo hemos descubierto recientemente. Por lo tanto, no se trata de
criticar sus ideas, sino de entender por qué creemos lo que nos han hecho creer
sobre nuestros cuerpos y por qué los nuevos descubrimientos están cambiando
todo eso.
Lo que dijo Darwin fue que la vida comenzó como un solo organismo.
Él no sabía cómo apareció y no trató de explicarlo. Dijo que la vida comenzó
como un único organismo y que, durante un largo período de tiempo, ese
organismo se convirtió en muchos organismos y la diversidad que vemos de esos
organismos, que son diferentes -brazos y piernas y apéndices y diferentes
formas de ver y de mantenerse erguidos o no- todo eso fue una respuesta del
organismo a una necesidad que percibió en el entorno. Y en realidad este es un
principio fundamental en la teoría de la evolución que dice que la Naturaleza
nunca nos dará de más. Eso significa que solo se nos darán las cosas en nuestros
cuerpos que necesitemos cuando haya demanda de ellas en el mundo que nos rodea.
La razón por la que lo menciono es porque es un problema cuando se
trata de los seres humanos. Soy geólogo, un geólogo calificado, y como tal
puedo decir que la evolución es un hecho en el registro fósil. También puedo
decir que se viene abajo cuando se trata de nosotros, los humanos. Y la razón
se relaciona directamente con el motivo por el que tenemos la capacidad de
sanarnos como lo hacemos. Los seres humanos aparecimos en la Tierra hace unos
200.000 años y no sabemos de dónde vinimos. No hay ningún registro fósil claro
en el árbol genealógico evolutivo que conduzca hasta nosotros. Todas son líneas
en el árbol evolutivo y, si se fijan bien. Son relaciones inferidas o especulativas.
Sin embargo, se las ha enseñado como un hecho pese a que no tenemos pruebas que
las respalden. Aparecimos hace 200.000 años, repentinamente. Tenemos un cerebro
un 50% más grande que nuestro pariente primitivo más cercano, un sistema
nervioso avanzado que nos permite las capacidades de una sanación autorregulada
de la que estamos hablando. Eso nos diferencia de cualquier otra forma de vida,
y la clave es que no hemos cambiado en esos 200.000 años.
Si toman el cuerpo de los llamados Humanos Anatómicamente Modernos
(HAM), antes se los llamaba Cromañones, ahora se los llama HAM porque el nombre
es autodescriptivo. Nosotros somos ellos unos cuantos miles de siglos después.
Si los comparamos con nosotros, el tamaño del cerebro es el mismo, nuestras proporciones
corporales son las mismas, nuestras capacidades no han cambiado. Lo que esto
dice para la evolución es que el cerebro avanzado y el sistema nervioso que nos
da la capacidad de sanar, eso no evolucionó durante un largo período de tiempo
en respuesta al mundo. Parece ser inherente a nuestro ser, estuvo con nosotros
desde que llegamos, y la ciencia nos dice que no hemos cambiado. Podemos decir
que hoy tenemos el diseño, el equipo con el que llegamos hace 200.000 años, de
manera que les puedo decir que estamos programados para sanar. Estamos
literalmente diseñados, no sabemos cómo o por quién o por qué. Típicamente, la
ciencia no puede confirmarlo, pero lo que les puedo decir es que las ideas de
Darwin sobre la evolución se vienen abajo cuando se trata de nosotros y nuestra
capacidad de sanar nuestros cuerpos. Es un ejemplo perfecto de dónde se produce
esa ruptura tal y como la conocemos hoy en día. Así que tenemos este sistema
nervioso avanzado que regulamos a través de las elecciones que hacemos en nuestras
vidas, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que creemos y, específicamente, las
emociones que elegimos para responder a lo que la vida trae a nuestra puerta.
Entonces, cuando aprendemos a responder a las heridas de formas
nuevas, saludables y empoderadas, literalmente estamos cambiando la química del
dolor en nuestro cuerpo. Y cuando no aceptamos lo que vimos como fracasos en el
pasado, cuando nos damos cuenta de que no son realmente fracasos sino algo que
intentamos y simplemente no funcionó y ahora volveremos a intentar, ese es un
sentimiento muy, pero muy diferente a la idea del fracaso y la comparación con
el éxito. Esto se traduce en la química de nuestros cuerpos, así que cuando
podemos afirmarnos en nuestros cuerpos dando las gracias, la gratitud y el
aprecio por la sanación que ya está ocurriendo en nuestros cuerpos, esta es la
base de muchas de las oraciones y las meditaciones que he visto personalmente
en los pueblos autóctonos de todo el mundo. Incluso aunque no hay nada malo en
ellos, siguen agradeciendo su sanación porque reconocen que es un proceso
continuo. Nos estamos sanando a cada momento de cada día.
Preview – Hay House HEAL Summit
https://www.discover.hayhouse.com/heal-summit-day2/#l¡p-pom-block-930
Título en ingles: Harmonizing Your Heart and Brain to Create
Healing
Desgrabación y traducción: Susana Peralta
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