POR DAVID TOPÍ
El escenario
geopolítico que se está manifestando en los últimos meses, quizás desde un
punto de vista puramente “funcional” y de “hechos”, parece llevarnos
encaminados a grandes confrontaciones y “tiempos revueltos”. La situación en
Siria está siendo usada como campo de medida de las fuerzas que, por un lado,
luchan por mantener el pulso al status
quo mundial, empeñadas en que nada cambie en el sistema de poder y
control bajo el que vivimos, y, por otro lado, los que se empeñan en que a la
tortilla se le dé por fin la vuelta. Con ayuda, por supuesto, para ambos
bandos, aunque más para el lado ruso creo, de “los de arriba” (cada uno sabrá
que tiene que entender), la balanza se equilibra y el orden geopolítico ha
dejado de ser un monopolio
USA-EU-Israel, que ahora ven como, su Estado Islámico, creado
por ellos y dirigido por Mossads diversos, con dinero de jeques árabes y
repleto de mercenarios a sueldo que no dudan en huir o cambiar
de bando si en otro escenario cobran más (como por ejemplo en
la última deserción de
“militantes islamistas” en Siria para irse a luchar a Yemen, evacuados y
movidos por aviones turcos), está empezando a dejar ver que, en
Oriente Medio, tenemos cuento para rato.
El último
discurso de Putin en la conferencia de Valdai en Sochi no
dejaba demasiadas dudas respecto a la visión de Rusia al respecto: “Rusia no desea que el caos se extienda, no
quiere la guerra, y no tiene intención de iniciar ninguna. Sin embargo, hoy en
día Rusia ve el estallido de la guerra mundial como casi inevitable, está
preparada para ella y continúa preparándose para ella. Rusia no hace la guerra,
pero tampoco la teme.”
La explosión del
avión ruso en el Sinaí hace unos días, el uso más que probable
de la ingeniería climática para desestabilizar algunos países y zonas (Patricia, Chapala),
que, parece fueron “reducidos” tan artificialmente como fueron creados, de un
bando y de otro, las escaramuzas entre chinos y americanos en las islas
Spratly, etc., son movimientos y jugadas en un enorme tablero de ajedrez, cuyo
ganador se lleva, ni más ni menos, que el premio de hacer jaque mate al orden
mundial establecido, si ganan unos, o la continuación del mismo, si ganan
otros. El petróleo y el gas en Siria, la construcción de
una nueva vía de suministro a través de Turquía y otros
factores, son, como siempre, los caballos de Troya para ir consiguiendo
posicionarse estratégicamente en lugares claves del globo.
Como es arriba, es
abajo
Si la parte “física”
del mundo está así, la parte “hiper-dimensional” no está aflojando un ápice, al
menos así me lo parece. Hace algún tiempo que empiezo a ver (no es que no
sucediera antes, es que no tenía bastante percepción para darme cuenta), a
personas que llevan alrededor del cuello lo que he empezado a llamar un “collar
etérico”, y “detrás”, frecuencialmente y vibracionalmente en otro plano, el
reptoide, mantid o insectoide de turno al otro lado de la cuerda. A veces uno
no sabe cómo reaccionar a todo esto, ya me parecía bastante trabajo tener que
lidiar con anclajes, manipulaciones energéticas e implantes de todo tipo.
¿Causa horror? Lo sé. Pocas
personas que también los ven se atreven siquiera a comentarlo entre
amigos. Pero
igual hacemos nosotros con los animales de compañía.
VÍDEO Las luchas en el espacio echan chispas
VÍDEO. Lejos de lo que creen, NO ES TORMENTA.
Nunca me sentí más identificado con la máxima hermética de “como es arriba es abajo”. La cuestión es que, si de los que nos controlan desde fuera, desde otros planos, la cosa no ha cambiado, encima ahora cada vez lo veo con más nitidez, y, en el plano físico, sus “bandos” andan tratando de quedarse con el tablero de juego,
¿qué hacemos para no tirar la toalla entre tanto jugador de tan alto nivel
ante los cuales uno parece sentirse muy poca cosa?
Hace un par de meses
viví una situación, en la que, uno de aquellos que nos asisten (podemos
llamarles “guías” si queréis), me demostró en el plano físico, como todos los
que tratan de asistir desde fuera harán siempre todo lo posible para que el ser
humano realmente tome el control de la situación, despertando las cualidades
que precisamente nos hacen humanos.
Hace unos días, viendo
un reportaje sobre no sé qué historias de desarrollo personal y superación
humana, todo el rato me venía intuitivamente el mismo mensaje: “hay
que trabajar por la gente, la gente es la clave”.
La gente es
la clave
El hecho de que ahora mismo esté medio planeta patas
arriba (por otro lado, ¿cuándo no lo ha estado en la historia conocida?),
esconde, que, en realidad, hay millones de pequeños gestos y micro-cambios que
hacen pensar que la gente está cambiando, que estamos poco a poco “despertando”
a otro tipo de ver y hacer las cosas. Esos micro-cambios en las personas no se
ven si no formas parte del círculo de esas personas, no salen en la tele y no
forman parte de los titulares de las noticias. Como tal, el mundo, visto desde
esa amalgama de recopilación de hechos “de lo que pasa”, como la que os he
hecho al inicio, nos da una imagen falsa de la realidad. Por qué la realidad es
que el mundo está mejorando, y que estos coletazos son los de un animal herido
que lucha por no morir. El planeta en el que vivimos es el último reducto de un
cierto tipo de “polaridad energética” de muy mala baba (vista desde nuestra
posición), de muy alto nivel, y que abarca muchos planos y niveles dimensionales,
pero no es más que eso, el último reducto que queda, y cada vez es más pequeño.
Se les acaba la comida, y tienen un miedo terrible. Por lo que he visto y
se me ha mostrado, estoy 100% seguro de que es así.
Por lo tanto, el trabajo de hormiguita con la gente es la clave. El trabajo macro a nivel planetario lo dejamos para
los grandes jugadores, y aquellos que les
apoyan. La tecnología
extraterrestre de la que disfruta ahora Rusia va a equilibrar la balanza armamentística en breve, y,
por ese lado, poco hay que preocuparse, pero el trabajo a pie de calle aún
necesita de miles de micro-cambios más.
La cuestión es que necesitamos seguir trabajando en
nosotros y en nuestro entorno. Hay que trabajar en seguir despertando las mismas
cualidades que se dicen poseemos como raza única e increíble: la compasión de unos por otros, la ayuda
mutua, la empatía, la amistad, el apoyo, el cariño, etc. Eso es lo único que hay que hacer en nuestro entorno
cercano. Hay que ir sanando miedo a miedo, y ayudando a que los
demás lo hagan, hay que ir rompiendo la visión global de que todo está yendo
mal, por qué solo es la visión que se nos quiere dar para seguir manteniendo el
mundo tal y como está. Hay que ir ejecutando
micro-cambios en nuestra forma de ser, para que a nivel global, le demos la
estocada final a esta rocambolesca situación en la que estamos como especie y
raza.
Un porvenir por
decidir
Las cosas han cambiado
tanto en los últimos años, que cuando hace varios, hablábamos de grandes saltos
de niveles evolutivos y de consciencia, y los veíamos a la vuelta de la
esquina, todos estábamos alentados y esperanzados por ellos, y luego, las
líneas temporales cambiaron, los plazos se alargaron, la masa crítica que creíamos tener no llegaba nunca, los actores del bando
que no cejan en perder su “Mercadona” (supermercado, para los que no sabéis que es) particular de este
sector del espacio redoblaron su actuación y poder para que nada de eso sucediera.
Pero solo consiguen, quizás, ralentizar algo a gran escala, que no hay quien
pare. Ahora sí,
todo
depende de la gente. La gente es la clave, y por eso, no hay que tirar la
toalla nunca.
Se presentan cada día mil oportunidades de ser
solidarios, amables, pacientes, empáticos, sociables, cariñosos, cooperativos,
etc. Hay que aprovecharlas todas, por qué esa es la clave. De hecho, es que no
hay otra. Hay tantos abrazos que podemos dar, tanto apoyo y ayuda que podemos
prestar, tantas caricias que podemos realizar, tantas palabras de ánimo que
podemos decir, tantas risas que podemos soltar. De hecho, hay tanta vida por
vivir, que esto no se acaba hasta que la vivamos toda. Este es un gran juego y,
de algún modo, por cruel que parezca, está diseñado así en estas últimas etapas
para que nos demos cuenta de que la gente corriente y moliente somos la clave,
y ya solo depende de nosotros, a nivel individual. Esa misma gente que las
élites desprecian y las razas de fueran ven como recursos, pues si, esa misma
gente que es todo lo que tenemos y lo que somos. Y esa misma gente es la que
vamos a hacer que esto cambie. Nadie tira la toalla, y todos vamos en el mismo
barco, y por eso todos juntos llegaremos al mismo puerto. Garantizado.
Por David Topi e "Isis Alada"
1 comentario:
De acuerdo, completamente de acuerdo.
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